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72. Tenemos que hablar.

Siete de la tarde y ya era hora de ir al evento, quien me había llamado antes era Sami. Por suerte pude comunicarme con él después de desayunar junto a Colby y como siempre, me puso al tanto de todas las situaciones que nos rodeaban.

Me preparé y cuando terminé salimos del departamento, Colby tomó mi mano entrelazando nuestros dedos. Aún no podía creer que estuviera aquí.

Hizo parar un taxi, me abrió la puerta y subimos. Le di la dirección al taxista junto con su dinero y nos acomodamos para mirar por la ventana, esta vez no estaba nerviosa como las otras veces.

"Hey... Tenemos que hablar"

Ahora no.

"Es importante..."

No dejaré que me hagas sentir mal otra vez.

"Estaba equivocada y lo lamento. Pero esto es importante"

Será luego.

"NO. AHORA."

Comencé a cantar en mi cabeza callando su voz aún cuando me estuviera gritando, esta noche no se iba a arruinar.
Colby besó mi nariz y me susurró que ya teníamos que bajar. Le dió las gracias al taxista como siempre lo hacía.

Caminamos en dirección al lugar, Sami se encontraba afuera esperándome pero al ver a Colby se le borró la sonrisa. Por suerte se saludaron como si ninguno lo recordara y pasamos.

—¿Cómo están las cosas esta noche? —pregunté.

—Volvemos a hacer equipo.

—Genial, ¿hay reglas?

—Ninguna.

—¿Cuándo nos toca?

—Dentro de veinte minutos.

—Perfecto.

Caminamos hasta llegar adentro, varios que se encontraban allí saludaron a Colby o se tomaron unas cuantas fotos. Les resultaba raro que estuviera por aquí, lo rodearon y le impidieron volver conmigo, yo solo podía reír desde un costado sentada.
Me gustaba ver su rostro, todos sus gestos y sobretodo su sonrisa para la cámara.

—¿Me traes una botella con agua si no es mucho pedir? —miré a Sami, este asintió y también se fue. Estaba sola y aún no llamaba a Adam por lo de ayer, le debía una explicación... sentía que se la debía. Pero no se la daría ahora.

Metí la mano en mi bolsillo deduciendo si llamar o no, encendí la pantalla un par de veces hasta que en una de esas un número extraño apareció. Estaba confundida.
Deslicé el dedo hacia la derecha y contesté.

—¿Hola?

¿Devin Knox?

Si, con ella. ¿Quién habla?

Mire, tenemos un problema con su casa. Usted ha dejado Brooklyn ¿verdad?

—Si, hace un tiempo.

—Hace varios días se han metido unos sujetos usando su casa como guarida para drogadictos, si le interesa podría venir a buscar sus cosas si ya no desea volver aquí y así también se la arrendaremos a alguien más.

Está bien, ¿Y usted es...?

Keitlyn, quien le cobraba el arriendo.

Algo tarde se dio cuenta que ya no me estaba quedando ahí.

—Creí que había muerto.

Hierba mala nunca muere por ahí dicen —miré mis uñas—. Mañana estaré por allá.

—Gracias, que tenga una lind...

Colgué.
Me quedé pensando y si no me quedaba de otra, tendría que hacerlo. Ahora, si Colby quiere venir conmigo no estaría mal.

—¿Qué pasa, cariño? —se acercó por fin—. Te veo distraída.

—Me acaban de llamar de Brooklyn.

—¿Y qué te dijeron?

—Que hay problemas y tengo que sacar mis cosas de allá. Le dije que iría mañana.

—Entonces nos vamos —hizo un movimiento con los hombros.

—¿Estás seguro?

—Nos conocimos allá, por qué no volver.

—No lo sé, tengo recuerdos.

—Será rápido, nos traeremos las cosas y listo. Lo olvidamos otra vez.

—Está bien.

Se sentó a mi lado, Sami llegó con mi botella de agua, le di las gracias y la bebí. Ya quería que nos tocara salir.
Conversamos los tres, me hicieron reír y así todo se fue aflojando hasta que ellos dos conversaron sin tener la necesidad de yo estar en el medio.

Seguía mirando mi celular dudosa y a la vez desanimada por lo que me fuese a decir. No lo haría, tal vez mañana.. y así lo pospondría hasta que nunca sucediese.
Siempre huía de los problemas aunque estos nunca me irían realmente.

Siguió pasando el tiempo hasta que un sujeto se acercó y nos notificó que era hora de salir. Nos pusimos de pie, Colby se dirigió a la zona del público.
Lo miré. Una muchacha le ofreció su puesto, él negó dejando que se sentara otra vez y tomó la silla disponible que le ofreció uno de seguridad. Una que otra chica se acercó a él a platicarle, no me sentía celosa puesto que confiaba en él, pero si me causó risa por su actitud tan inocente ante las insinuaciones de las féminas atraídas por su cuerpo.

—¿Prefieres tu tema o el mío? —escuché la voz de Sami.

—El tuyo.

Producción la puso y ambos salimos, Sami me dejó pasar adelante liderando esta rara unión entre ambos. Éramos muy diferente, nuestros estilos eran diferentes y aunque nos enojaramos siempre salíamos ganando. Siempre.

Subimos al cuadrilátero y la otra pareja entró. La campana sonó, Sami me dejó ir primero y uno de los otros dió dos pasos en reversa hasta chocar su espalda en la esquina.

—Ven con mami —hice sonar mi cuello.





.

Colby me acercó una silla por debajo de las cuerdas, la tomé y lo golpeé un montón de veces en la espalda hasta que este ya no se pudo levantar. Se lo merecía por bajarse del ring y empujar a Colby intentando incitarlo para que lo golpeara, por suerte Colby no cayó.

Uno. Dos. Tres. Habíamos ganado.
Me lancé sobre Sami. Él me cargó en su hombro al momento en que el réferi tomaba su mano y se la levantaba en son de victoria.

Me cargó hasta llegar a backstage, luego de un rato apareció Colby con un montón de papeles en su mano. Eran números de teléfono, todos los tiró a la basura y se acercó a felicitarnos.

—Recuerda lo que acordamos, Callihan —le estiré la mano.

—No sé de que estas hablando.

—Quiero tu colación.

—¿Así que bravucona? —preguntó Colby con las manos en las caderas.

—No te metas, me la debe.

—Vale, iré por ella —sonrió y fue a vestidores.

—¿Qué hiciste ahora? —me preguntó otra vez.

—Amor, hicimos una apuesta y le pedí sus galletas si era yo quien le hacía la cuenta al contrincante esta noche.

—Pero si yo te puedo comprar todas las galletas del mundo.

—No, yo quiero las suyas —hice puchero—. Son de animalitos.

—Vale —entornó los ojos.

Sami volvió y me las entregó.
Nos despedimos con un abrazo y volvimos a casa, sentía la necesidad de recuperar el tiempo perdido con Colby. Era algo que necesitaba, no lo sé... necesitaba todo su amor. Era ahora o nunca.

—¡Charlie! —tomé al felino cuando lo vi esperándonos detrás de la puerta—. ¿Quién es el favorito de Devin? Tú, si, tú lo eres —besé su rostro y él comenzó a ronronear.

—Pensé que era yo —Colby me cobró sentimientos.

—Vamos, solo es Charlie.

—Kevin me reemplazó por ti, así que no solo son animales —dejó su chaqueta en el sofá.

—Alguien necesita amor —bajé a Charlie y me subí a la espalda de mi hombre—. Celosillo —besé su mejilla muchas veces hasta que lo escuché reír.

Comenzó a caminar hasta la habitación, en el pasillo apagó todas las luces hasta la de nuestra habitación y me lanzó a la cama en un movimiento de lucha libre. Comenzamos a luchar imaginariamente, le di unos cuantos codazos, él me hizo ciertas maniobras hasta que cedí.

—Y uno... y dos... y tres... —me tomó la pierna—. ¡Seth Rollins gana y el público enloquece! ¡Seeh! —susurró besando sus músculos.

—No por mucho —me senté y puse los ojos en blanco, Colby se lanzó sobre mi y estallamos en risas—. Oye, eso si me dolió —limpié mi lagrimal derecho.

—Lo siento —besó mi vientre.

—Esa no es la parte, pero está bien.

Colby intentó ir más abajo, me hizo cosquillas pero lo detuve.

—Tomaré una ducha, no tardo —me senté.

—No es necesario.

—Me siento asquerosa, estoy sudada —me quité la camiseta—. Cinco minutos.

—Los comenzaré a contar.

Corrí al baño.
Abrí el grifo y dudé si entrar ya que el agua estaría congelada como en la mañana. Respiré un par de veces y a los ojos cerrados lo hice; tomé el jabón, lo pasé por mi cuerpo y me quité la espuma hasta quedar limpia.
Mi piel era el de una gallina, los escalofríos no tardaron en aparecer.

Tomé la toalla y me sequé completa, luego fui a la habitación aún a oscura.

—¿Puedes abrir el cajón y pasarme una camiseta? —le pregunté.

—No hay problema.

Dejé la toalla a un lado y lo esperé.

—Atrápala —avisó. Estiré los brazos recibiendo la camiseta, esta se encontraba abrigada. Era la que llevaba puesta, su aroma estaba en todos lados.

Me la puse y me acerqué a la cama, Colby ya estaba debajo de las sabanas.
Me metí y él se acercó hasta abrazarme, su mano se metió por debajo de la prenda hasta sujetar uno de mis pechos mientras me besaba.

—Mejor no me hubiera puesto nada —susurré con una sonrisa.

—Descuida, esta noche te dejaré descansar. Te lo mereces —mordió mi labio—. Mañana te doy mi recompensa por haber ganado.

—Fantástico.

Me hizo girar y me abrazó por la espalda, todo su cuerpo se encontraba pegado al mío. Su mano seguía sujetando mi pecho y acariciando mi pezón con su pulgar.

—Buenas noches, Devie.

—Buenas noches, Colb —enredé nuestros pies.

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