71. Siempre me gustas.
Fui por mis cosas que habían quedado tiradas afuera, le entregué la rosa a Devin y ella me miró con la ceja alzada.
—¿Esto es lo que equivale tu amor?
—No... yo... la verdad... —sobe mi nuca, no quería arruinarlo otra vez. Devie rió al ver mi rostro acomplejado y se acercó a besarme, demonios que bien se sentía eso. Tan suaves y deliciosos, me sentía como la primera vez en que nos conocimos; mis manos sudaban, mi corazón era el de un picaflor y me sentía bobo. Completamente bobo, ella tenía el control—. Dime que no hiciste nada con ese niño bonito —mi voz liberó con inexorable curiosidad.
Devie rió al separarse de mi.
—¿Qué tiene de divertido?
—Que esta tarde era la primera vez que nos besabamos.
—¿En serio? —sonreí. Ella asintió mordiendo su labio inferior—. Vale, creo que exageré entonces.
—Así es.
—Como sea —la cargué en mis brazos y la volví a besar, afirmé sus piernas en mis caderas ese roce se sentía maravilloso. Dev quitó la liga de mi cabello y lo acarició haciéndome sentir extasiado.
—No es como sea, ahora tendrás que disculparte —apretó mis mejillas.
—No.
—Vamos, solo es un "lo lamento".
—Claro que no lo lamento, él besó lo que no debía. Obviamente iba a tener problemas por ese atrevimiento.
—Orgulloso.
—Igual que tú.
—No, yo lo dejé de lado para decirte que aún te amaba. Eso me libera de mi orgullo, tú sigues siendo el esclavo.
—Si mañana estoy de humor, se lo diré.
—De acuerdo.
La cargué hasta el sofá y me senté con ella encima, sus manos sobaron desde mi pecho hasta mi cuello como si de masajes se trataran. Yo solo podía mirarla, era totalmente hermosa y casi la perdía por idiota.
—¿Cuánto tiempo te quedarás? —preguntó.
—Hasta mañana.
—Debes estar bromeando... —puso los ojos en blanco.
—Si, estoy bromeando —sonreí y ella me miró esperanzada—. No me iré hasta el día en que tú decidas que debo hacerlo, amor.
—¿Y si deseo que no lo hagas nunca? —comenzó a jugar con mis labios de una manera sensual.
—Nunca lo haré.
—¿Qué hay del trabajo?
—Se puede ir a la mierda, tú eres primero. No me interesa el dinero si no lo gasto contigo.
—No sabes cuanto tiempo esperé para que dijeras esto, Colby... —me abrazó con fuerza por el cuello, casi me saca la cabeza de su lugar—. Te quiero mucho.
—¿Y no me amas?
—Te amo con todo lo que soy, si alguna vez desapareces yo también lo haría.
Acaricié su cabello con una mano y bajé hasta su mejilla, sus ojos me miraban fijamente. La otra mano la metí en mi bolsillo y sin desconectar nuestras miradas, le pasé el cuadrito de aluminio en una de sus manos.
—Me moría por hacerte el amor otra vez —susurré.
—¿Lo quieres aquí?
—Absolutamente.
Sonrió maliciosa pero con cierta timidez que siempre tuvo. Me quitó la chaqueta, luego la camiseta y llevó su boca a mi pecho dejando su marca de besos con labial, jadeé cuando sus dientes mordieron una de mis tetillas. Esa electricidad bajó hasta mi zona pélvica haciéndolo despertar.
Subió hasta llegar a mi cuello, esa zona era la que más adoraba. Sabía que me dejaría moretones en todas partes, se quitó la camiseta tirándola junto a mis otras prendas y comenzó a hacer fricción sobre mi, tentándome más de lo que ya estaba.
Tomé una bocanada de aire y le abrí el sujetador en la parte de su espalda. Mis jadeos eran los que más se escuchaban. Me jaló del cabello para tener más acceso a mi cuello, ya no podía estar más encendido.
Se volvió a levantar, le quité el sujetador y la miré. Ya no tenía labial, sus ojos estaban oscurecidos y su respiración incontrolable.
Me levanté y la cargué hasta la habitación, necesitabamos más espacio.
La senté en la cama, cerré la puerta y me acerqué hasta quedar parado frente a ella. Tomé sus manos y las recargué sobre mis caderas.
—¿Lo haremos como la primera vez? —susurró mirándome a los ojos. Asentí.
Bajó mi pantalón hasta los tobillos, miró mi boxer por unos segundos, luego acarició lo que le pertenecía y de un movimiento bajó todo hasta liberarlo. Tomé su mano derecha y la puse en mi miembro, comenzó a jugar con el sacándome gemidos ahogados.
Estaba en el paraíso.
Estaba por quitarle la mano, pero en ese momento su lengua lo había tocado por primera vez después de mucho tiempo. Los sonidos provenientes de mi garganta se liberaron con suficiente amplitud y mis manos se posaron en su cabeza, despejando el cabello de su rostro.
Su lengua se enrollaba por todo mi glande y succionaba hasta que boca gritara su nombre.
Me liberé en su boca, tres chorros que atravesaron su garganta con facilidad. Levantó la cabeza y me miró, limpié el borde de sus labios.
—Bien hecho.
La levanté y ella me obligó a tomar su lugar, le quité toda prenda de las caderas hacia abajo y besé su abdomen por completo, tenía más heridas que antes. Y sus oblicuos estaban más marcados, lamí su ombligo hasta que Devin rió por las cosquillas que le causaba.
Me detuve.
Gateé hasta la cabecera, el sol ya casi se escondía. Devin subió hasta posarse encima de mi, tomó las sabanas de los pies y nos cubrió hasta mi nuca.
—Echaba de menos estar contigo entre las sabanas —admitió devorándome con sus labios, con ese simple beso ya estaba activo otra vez.
—Yo echaba de menos algo más... —tomé sus caderas y la senté sobre mi en un movimiento duro. Gimió fuertemente.
—Ese lugar —le costó respirar.
Su centro.
—Si, ese lugar.
—Hace mucho que no me tocabas ahí —su nariz se apoyó sobre la mía y yo junté nuestros labios, meneando sus caderas de adelante hacia atrás con más fuerza que la primera vez. Su pecho se recargó sobre el mío y sus muslos rosaban los míos, que delicia, su cuerpo no podía estar más caliente.
Apreté su cintura escuchándola gemir en mi oído palabras obscenas, era ella quien se movía contra mi cuerpo y hacía rechinar la cama. De verdad yo le hacía falta.
Se movía lento pero disfrutando cada embestida, estaba utilizando mi cuerpo y eso me gustaba. Sus ojos ya casi no se podían mantener abiertos y sus brazos temblaban pero no se detendría así que la abracé para que no se cayera.
—N-No te... detengas —le rogué besando su cuello—. Lo haces muy bien.
Sin previo aviso arremetió contra mi de una forma brutal que ambos gemimos al unísono y ella se carcajeó, no parecía importarle.
Cambiamos de técnica y comenzó a dar brincos agitando más su respiración y sus pechos. El sonido de nuestros cuerpos chocando se comenzó a escuchar, el aire comenzó a faltar, sin más remedio bajé las sábanas de mi cabeza y las recargué sobre los hombros de Devie.
Su piel estaba erizada. Gemía satisfecha y su cabeza se recargó hacia atrás.
Los próximos minutos fueron culminantes, la electricidad que recorría nuestros cuerpos se comenzó a sentir y un gemido con mi nombre me avisó que ella había llegado.
La moví un poco más y la oleada de éxtasis había llegado a mi cuerpo con intensidad. Había sido maravilloso.
Sus manos apretaron mi pecho.
Le di la vuelta para que descansara y mi cuerpo quedó recostado sobre el suyo sin separarnos todavía. Todo su cuerpo estaba húmedo, pero aún así me abrazó por la espalda con un brazo y con el otro comenzó a acariciar mi cabello.
Mi cabeza, que se encontraba sobre su pecho sentía el palpitar de su corazón. Me relajó por completo.
—Eso fue asombroso —suspiró—. Mejor que la primera vez.
—Lo merecías, merecíamos esta satisfacción. A ver si así nos quitaba el mal genio de días anteriores.
—Fue un éxito.
Salí de su interior, me quité el preservativo caminando directamente al baño y lo deseché. Volví y me recosté a su lado, Devin me abrazó sin querer soltarme.
—Demonios, como me hacías falta —la pegué a mi cuerpo juntando hasta los pies—. No quiero que te alejes de nuevo. Nunca, nunca.
—Prometo no hacerlo.
Nos acomodamos y Devin cerró los ojos, lo hice yo también cayendo dormido por el agotamiento.
.
Devin Knox.
Mi celular sonó desde la mesita de noche, intenté tomarlo pero no lo logré y Colby lo tomó. Miró de quien se trataba pero no contestó y lo dejó debajo de la almohada abrazándome otra vez por la cintura, su pecho se pegó a mi espalda. Y sus labios dejaron besos en mi hombro abriéndose camino hasta mi cuello.
Reí acariciando sus dedos.
—¿Qué haremos hoy? —pregunté pero la voz me salió ronca.
—Comenzaremos con una ducha —mordió mi piel—. Iremos a desayunar y quien sabe lo que suceda durante el día, podría ir a verte luchar si hoy tienes planes.
—¿Quieres verme?
—Por supuesto, hace mucho que no veo tu trasero en un evento en vivo.
Reí.
—Me esforzaré para que te guste.
—Siempre me gustas.
Me levanté de la cama y caminé hasta el baño. Colby me miró por unos segundos hasta que se levantó y me siguió. Dejé correr el agua de la ducha; me metí y estaba congelada que sin previo aviso me quitó un jadeo involuntario.
Colby se metió detrás de mi ayudándome a lavar mi cabello. Con la espuma suficiente me giré y me enjuagué.
—No me mires así —reí—, sabes que me cohibes.
—Eres tan hermosa.
—No es cierto, solo tienes ganas de cogerme otra vez.
Nos miramos y de repente comenzamos a reír.
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