69. Seth Freakin' Rollins.
Unas nauseas tremendas me hicieron sentarme con los ojos bien abiertos, llevé una mano a mi boca intentando no escupir. Adam me miraba sentado. ¿Dónde me encontraba entonces?
—Ten —me ofreció una cubeta.
La tomé con agilidad y metí la boca en ella para escupir aquel líquido tan amargo que me quemaba, los ojos me ardían y la intensidad con la que todo salía de mi interior era potente. No podía controlar mi cuerpo.
Cuando lo hice, mis manos temblaban y mi espalda se adormecía ante tal posición. Adam me quitó el balde y me lo intercambió por una taza de té de hierbas, estaba insípido pero al menos se quedó en mi estómago y me dio cierto calor que necesitaba.
—¿Qué sucedió ayer? —pregunté volviendo a recostarme—. No recuerdo nada, auch... —me quejé al momento en que sobé mi ojo como cada mañana—. ¿Alguién me dio un beso irlandés o italiano o francés?
Adam rió con cariño negando con la cabeza.
¿De dónde sacaba tantas estupideces? No lo sé.
—Todos esos golpes son de la lucha de ayer contra Bobby Fish, te vi por televisión —se levantó y salió de la habitación con el balde.
"¿Tan brutal fue?"
Me pregunté y esperé a que volviera para seguir interrogándolo.
—¿Y qué es todo este dolor estomacal? ¿acaso bebí anoche? —me acaricié el estómago.
—No, son las consecuencias por no alimentarse como se debe, señorita —se cruzó de brazos—. A veces le causa anemia, falta de fuerza, pobremas del conocimiento y sobretodo problemas a sus huesitos —me habló como si fuese una niña pequeña.
—¿Entonces no recuerdo nada por eso?
—Así es.
—Me suena ilógico y este sabor amargo me causa curiosidad —inspeccioné mi boca con la lengua—. ¿Seguro que no bebí anoche? ¿y cómo nos encontramos?
—No bebiste —insistió—. Mira, te dire la verdad.
—Te escucho.
—Ayer después de que lucharas, saliste con Callihan a un bar cercano. Él me contó que pediste un jugo como era costumbre, estaban riendo y de repente un sujeto despistado te golpeó en la cabeza con una botella de alcohol. Te desmayaste y Callihan me contactó, era la única persona que estaba en tu teléfono antes que él. El médico que vino a verte temprano dijo que solo tuviste una contusión y que posiblemente no lo recordarías cuando despertaras.
—Oh, eso suena más lógico.
—Pero de todos modos no estás comiendo bien, eso es alarmante.
—¿Y pensaste que al culpar mis malos hábitos en vez de decirme la verdad me harías preocuparme?
—Lo intenté —sonrió.
Seguí bebiendo del té hasta que se terminó y me quité las mantas de encima... hubiera preferido no hacerlo.
—¿Por qué estoy desnuda?
—¿Te dio calor a medianoche? No lo sé, Devin. Yo no sé lo que haces por la noche cuando estás sola, eso no me compete —tomó la taza y desapareció de la habitación.
—¿Lo afirmas o me lo preguntas? —le grité, sabía que este hombre no era completamente santo.
—Intenta recordar —río.
Claramente él sabía que no podría lograrlo, era imposible en estos momentos.
Esperé a que regresara y le hice unos movimientos con los brazos para que se parara al frente de mi. Lo hizo y le dije:
—¿Me cargas hasta el baño?
—Por supuesto.
Metió una mano por debajo de mis piernas y la otra sujetó mi cintura, sabía que se sentía como si estuviera cargando una pluma. Su facilidad me lo demostraba.
—Oh Dios, eres tan fuerte —chillé como una fan, Adam dejó escapar su hermosa risa y me bajó cuando estuvimos en el baño—. Gracias.
—No es nada.
Miré mi entorno.
—¿Puedo tomar un baño de espuma?
—Estás como en tu casa —se acercó a la bañera y dejó correr el agua—. Usa todo lo que quieras, no tengas miedo.
—Gracias otra vez Adam, no sé que haria sin ti —me senté sobre el retrete. Él intentaba desviar la mirada de mi cuerpo y eso me hizo reír—. ¿Por qué te cohibes?
—Estás desnuda, lo hago por respeto.
—Sé que no soy la primera mujer que ves desnuda ni mucho menos seré la última, así que no le veo motivo para cubrirme o para avergonzarme. Somos adultos. Eres adulto, sabes como es la anatomía humana y esto no ha de causarte nada... ¿o acaso te enciende? —levanté una ceja juguetona.
—Lo que me enciende es tu actitud despreocupada y madura en que ves las cosas. Me enciende tu pensar —pasó el dedo índice por sus labios—. Esa forma de ser directa intentando no ser descarada, pero a la misma vez sutil. Una combinación extraña pero sensual.
—¿Eso piensas?
—Y es que, cuando uno descubre esa personalidad, lo que se encuentra por fuera que solo era carne y huesos, se transforma en algo más que eso —cerró la llave del agua, la bañera estaba completa.
Lo miré con media sonrisa.
—Debimos habernos conocido antes.
—¿Es tarde en estos momentos?
Negué.
—Pero mi cerebro ya no piensa en otro ser humano.
—Sé que si me dejas intentarlo, podría lograrlo —se paró frente a mi y se agachó a mi altura sin dejar de mirarme a los ojos.
—Es que yo...
—Sé que te estás tomando un tiempo con Colby —me interrumpió acariciando mi mejilla.
—¿Cómo lo sabes?
—Hablas dormida —confesó—. Y sé que si me dejas intentarlo, yo... podría salvar tu vida y llenar aquel hueco en tu alma que él no pudo conseguir. Solo dáme la oportunidad.
—Adam...
—Por favor, no digas mi nombre como si yo estuviera diciendo algo absurdo. No pretendo hacerte daño.
Me quedé en silencio por unos segundos muy largos.
No sabía que hacer. Cerré los ojos y dejé que lo primero que se me viniera a la cabeza fuese la respuesta.
—Está bien, te doy una.
—Con esa es suficiente.
Tomó mi mano y me ayudó a levantarme, quedamos frente a frente y lentamente acercó su rostro al mío. Mi pulso se aceleró asustada, pero afortunadamente solo besó mi mejilla derecha con suma lentitud que me hizo cerrar los ojos. Eso era lo que causaba este hombre e hipnotizaba a mi cuerpo actuando inconscientemente.
—Iré a buscar tu ropa y una toalla.
Asentí. Miré como abandonaba el baño y procedí a meterme en la tina, que agradable temperatura.
Por alguna extraña razón recordaba ciertos acontecimientos en este lugar. No lo sé, me hacía sentir como si ya hubiera vivido esta parte en mi vida. Pequeñas imagenes aparecían en mi cabeza por unos breves segundos, estaba aturdida.
Me hundí hasta mojar mi cabello y salí otra vez, tenía muchas interrogantes. Demasiadas.
"Hola"
—¿Dónde te habías metido?
"Estaba cuidando a Charlie, siente mi presencia"
—Siempre me haces lo mismo.
"Intento quedarme contigo cuando actuas irracionalmente, pero no puedo. Simplemente no puedo y mucho menos puedo estar ahí para defenderte... no sabes como me desespero, es por eso que evito esos encuentros"
—No recuerdo haber hecho una estupidez ayer —arrugué la nariz.
"¿Ah no? Mis sentidos me dicen todo lo contrario Devie"
—Adam me dijo que todo salió bien, ya que por alguna extraña razón no recuerdo nada.
"Si no recuerdas nada es porque algo salió mal, todo sale mal contigo"
—¿Qué sucede contigo? ¿te hice algo como para que me trates así?
"Porque no sabes los motivos del por qué Colby no ha venido a verte o te ha dicho esas cosas. ¡Y no te importa!"
—¿Y qué esperas que haga? No se lo voy a preguntar, si a él le importa entoces que me lo diga. Fácil.
"¡La verdad es que tú quieres estar con Adam, eso es lo que estoy viendo!"
—¡Ya basta, mejor lárgate! —grité—¡Déjame en paz!
"Sabía que te molestaría la verdad"
—¡Que te vayas, mierda! —volví a gritar.
La puerta del baño se abrió y Adam me miró preocupado, estaba confundido.
—¿Qué sucede, Dev?
"¡Tú eres el problema, muérete!"
—Me tomarás por loca, pero... hay una vocecilla en mi cabeza que me esta molestando.
—¿Puedo hacer algo para que desaparezca? —se acercó.
"¡Si, abandona su vida para siempre! ¿No sabes quién es su pareja? ¡Seth Rollins! ¡Seth maldito Rollins y te puede sacar la mierda, imbécil!"
—No veo como —jalé de mi cabello respondiendo a los dos—. Lárgate, por favor.
"No Devin, tienes que escucharme"
—Ya no sirve de mucho ahora, solo me estás dañando y sabes que así yo no funciono.
"Tarde o temprano me tendrás que escuchar"
—Pero no será ahora, ándate, maldición —apreté los ojos. Esperé unos segundos y no volvió a responderme, Adam seguía mirándome confuso—. Se fue...
—¿Te sucede eso muy a menudo?
—Todo el tiempo, pero no había estado tan irritante como ahora.
—Eso no está bien.
—Lo sé, pero no hay como solucionarlo. Yo la quiero, y mucho.
—¿Es una chica? ¿la conoces?
—No, Adam por favor no hablemos del tema.
—Está bien, voy a estar en la sala. Llámame si necesitas algo.
—De acuerdo —me volví a acomodar y miré como él caminaba hasta la puerta—. Espera.
—¿Dime? —se giró.
—Tengo unas imagenes en mi cabeza que incluyen este baño, unos recuerdos casi borrosos... ¿ocurrió algo aquí la noche anterior? —achiqué los ojos.
—Mm... —miró toda la habitación y con una mueca respondió: —no.
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