62. No, Devin.
Volvimos al hotel.
Antes de cruzar la entrada me quité los zapatos y los limpié de toda la tierra del cementerio que había en ellos, me adentré descalza. Era de mala suerte.
Miré a Jeremías quien intentó hacer un comentario, pero retrocedió dos pasos arrepintiéndose. Colby llevaba mi mano y tocó el botón para subir de vuelta a la habitación, debíamos empacar para irnos.
Era sábado, pero prefería viajar un día antes del alboroto de las personas con el tránsito para volver a sus casas.
—¿Y? ¿qué hay de tu decisión? —pregunté a medida que abría la habitación y me dejaba pasar primero.
—No quisiera conversarlo ahora, Devin.
—Dímelo, puede que no sea bueno pero necesito escucharlo de una vez por todas —me senté en la cama—. Vienes conmigo, si o no.
Colby lo pensó, segundos insoportables para mi. Estaba a punto de gritarle, cuando habló.
—No Devin, no puedo ir contigo.
—Está bien —me dolió un poco, no creí que me dolería después de todo—. Podremos tener vídeollamadas.
—Sabes como son las cosas, necesito mi trabajo. Sabes que es todo para mi y...
—Entiendo. Siempre lo entendí, no me debes explicaciones —me puse de pie—. ¿Qué hiciste con el bolso que traía la otra vez?
—¿Piensas irte por mi respuesta?
—No es por tu respuesta, solo que deseo estar un día antes en California. Mañana tengo una presentación y me gustaría conversar con el sujeto que me ha llamado para saber un poco como será todo —suspiré—. Dime donde dejaste mi bolso después de dejarme desnuda todo un día.
—Lo voy a buscar.
Salió de la habitación.
Me volví a sentar sobre la cama pero esta vez me dejé caer hacia atrás.
"¿Te duele su respuesta?"
—Solo me preocupa la idea de pensar que volveré a dormir sola, volveré a hablar contigo, celebraré en silencio mis victorias y contarle de vez en cuando a Colby las cosas nuevas que he descubierto —cerré los ojos—. Eso me preocupa.
Danny guardó silencio, minutos después llegó Colby con mi bolso recargado en el hombro. Tenía una corazonada que Jeremías se lo tenía guardado en secreto.
Lo abrí en silencio, guardé unas cuantas cosas dentro de el y lo cerré otra vez colgándolo en mi hombro. No era mucho lo que tenía, de todos modos no me interesaba si se me quedan una que otra cosa, Jeremías siempre me las guardaba como recuerdo o me las entregaba cuando me veía. Esta vez serán sus recuerdos.
Colby me miró, al darse cuenta que había terminado se acercó a mi e intentó acariciar mi rostro, pero en un movimiento rápido lo evité y lo esperé junto a la puerta. No entendía porque lo evitaba, no estaba molesta pero algo me hacía repeler su presencia.
Salimos de ahí y bajamos hasta recepción, me despedí de Jeremías como si no lo fuese a ver nunca más. La verdad, estaba segura que pasarían otros cuantos años para volver a verlo y no sabía si en ese entonces seguiría con vida.
Después de veinte minutos salimos de ahí, Colby iba a mi lado como en un principio cuando eramos simples desconocidos. Supongo que entendía la situación y lo delicada que esta era.
"Te perderá, sé que lo hará"
Miré el piso, tal vez tenía razón pero no le respondería. En cambio, Colby hizo parar un taxi y ambos subimos, las únicas palabras que se escucharon fueron el saludo y la dirección por parte de él al taxista, yo solo podía mirar por la ventana.
Y así era como todo el pequeño "descanso" se terminaba en una simple respuesta sincera.
Por otro lado, tenía que ponerme en sus zapatos e intentar verlo de su punto de vista, pero no le veía motivo o lógica a no desear viajar conmigo. Estaríamos en otro lugar pero igual asistiría a su trabajo como todos los otros días, no era una vida difícil de llevar. Siempre le gustaba complicar las cosas por más simples que fueran y eso me hacía rabiar, no éramos muy iguales después de todo.
Cuando llegamos al aeropuerto, me acerqué al primer mostrador que vi. Se encontraba un sujeto que al verme, se le formó una sonrisa por cortesía.
—Buenas tardes señorita, ¿en qué la puedo ayudar? —preguntó.
—Buenas tardes, me gustaría saber cual es el vuelo más próximo para California. Por favor —me apoyé. El sujeto revisó en la computadora, hizo unos cuantos «clicks» y me volvió a mirar.
—El proximo es dentro de media hora, ¿desea comprar su pasaje hora o...
—Por supuesto —respondí sin dejarlo terminar y le pasé la tarjeta que tenía en los dedos. El hombre la deslizó por la maquina, me pidió acceder a mis datos y rápidamente hizo la compra—. Gracias —le sonreí y volví con Colby, este se encontraba sentado en una de las sillas—. Tengo media hora —le avisé y me senté a su lado guardando el boleto en un bolsillo del bolso.
—Está bien —evitó mirarme y se cruzó de brazos.
"¿Hace frío aquí o solo soy yo?"
"No molestes ahora"
Le respondí mientras tomaba mi teléfono y buscaba el número del hombre con quien me había contactado antes, no recordaba su nombre.
Me senté unos asientos lejos de Colby y me dediqué a conversar con él mientras esperaba que el tiempo pasara, así también aproveché y le hice todas las consultas que tenía con el nuevo trabajo. Por suerte lo había pillado en su momento libre y deseaba hablar conmigo también.
Al colgar, la voz a través de los altavoces me avisó que mi vuelo estaba por salir. Me levanté y me acerqué a Colby para poder despedirme, este se levantó de su asiento y me dejó abrazarlo cinco segundos.
—Adiós, hablamos luego.
—Cuídate.
—Igual... igual tú —miré mis manos.
—Avísame cuando llegues, para saber si todo salió bien.
—Por supuesto —moví mis pies en dirección al avión, cada paso estaba más lejos de él.
"¡Por favor, que despedida ha sido esa! ¡que estupidez! No son niños pequeños"
Respiré hondo y escondí las manos dentro de mis bolsillos. Esto no debía darse así.
"¿Qué mierda estoy haciendo?"
Escuché un susurro.
A los pocos segundos siguientes un jalón en el brazo me sobresaltó y me hizo girar. No me dio tiempo ni siquiera para reaccionar cuando sus manos sujetaron mi rostro y sus labios incrementaron fuerza contra los mios.
"Caramba, ¡esta si es una despedida!"
Rió.
Llevé mis manos a su pecho y Colby bajó sus manos hasta mi cintura para hacer desaparecer ese espacio entre nosotros.
Sujeté su mandíbula y seguí el movimiento de sus labios desesperados, su lengua lasciva se apoderaba de mi boca haciéndome olvidar lo exacerbada que me encontraba por la situación. Mi ceño dejó de estar fruncido... no podía enfadarme después de todo.
—Te voy a echar de menos —susurró bajando su mano hasta mi parte trasera, la cual acarició. Y me besó otra vez mordisqueando suavemente de mi lengua.
—Y yo a ti, Colb —acaricié su cuello—. ¿Vendrás a verme de vez en cuando?
—Todos los fines de semana sin faltar, hasta que podamos estar juntos de nuevo.
—¿Es una promesa?
—Es una promesa —sonrió y se quedó mirando mis ojos—. Me encantaría hacerte perder el vuelo, pero solo te enojarías más conmigo y no deseo eso.
—Te amo —sonreí.
—Y yo a ti, Devie —me dejó un casto beso en los labios varias veces hasta que escuchó mi risa—. Demasiado.
—Te haré videollamadas, pobre de ti que no me contestes solo porque no te gusta —advertí.
—Podremos hablar toda la noche.
—Genial —lo besé yo esta vez y me salí de sus brazos. Habían dado el último aviso para el vuelo por el altavoz y yo aún no subía—. Adios, Colby.
—No te despidas así, por favor.
—¿Entonces como?
—Hasta pronto, mi amor —me sujetaba aún de la mano—. Un adios es como si no te fuese a ver nunca más y detesto ese sentimiento de pérdida.
—Esta bien, hasta pronto cariño —acaricié su mano y me solté despacio.
—Te amo.
—Sabes que yo más —comencé a caminar lejos de él.
Me giré al momento de entrar y su sereno semblante me decía que todo iba a estar bien.
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