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61. Etapa terminada.

22:45 pm.

—¿Sabes qué es lo malo de despertar a esta hora? —pregunté.

—Qué cosa.

—Que ya es tarde y no tienes mucho que hacer —seguía acariciando su cabello, mis ojos se encontraban cerrados y mi mente abierta a todos los recuerdos que no deseaba recordar.

—Entonces veamos una película —sugirió.

—¿Cuál?

Masacre en Texas.

—De acuerdo.

Colby se levantó de la cama, –aún desnudo– abrió la puerta de la repisa tomando un monton de películas, entre ellas observé como tomaba una y la ponía en el aparato debajo de la televisión.

Tomó el mando y volvió a la cama.

—Si esta no es suficiente seguiremos con otras, hasta caer dormidos.

—Bien —me acomodé a su lado.

Colb le subió al volumen, lo dejó a un lado y me miró. Segundos después pasó su brazo por mis hombros consiguiendo que mi cuerpo quedara junto al suyo y subió mis piernas sobre las suyas como era costumbre.
Adoraba estar junto a él todas las noches. Si decidía no ir conmigo, todas las noches serían frías.

Negué con la cabeza dejando de pensarlo y pasé mi brazo por sus caderas, él besó mi frente apoyando su mano en mi cintura.
Las mantas no llegaban más allá de nuestras caderas, no hacía frío entre nosotros. No podía estar más comoda, satisfecha y completa.




.
A la mañana siguiente lo primero que sentí fue dolor en la zona pélvica, ¿en qué estaba pensando anoche?

"Querías que Colby te jodiera, ahora no te quejes"

Abrí los ojos lentamente a la vez que intentaba sentarme, cuando me di cuenta, Colby estaba parado frente a mi con un vaso y una pastilla entre sus dedos.
La acepté y sin perder más tiempo, la llevé a mi boca con un gran sorbo de agua.

—Buenos días —hizo desaparecer el silencio.

—Solo "días" Colby. Solo "días"—seguí tomando del vaso hasta consumir el líquido completo.

Él se sentó a un lado de mis piernas y me miró sin decir más, su semblante me decía que no tenía cosas ocultas y disfrutaba de hacerlo.

—¿Qué hora es? —pregunté intentando dejar de lado la tensa situación en mi postura.

—Nueve y media.

—Ya veo... —hice unos débiles movimientos con mis dedos en el vaso, lo cual provocó unos suaves sonidos—. ¿Qué día es hoy?

—Sábado.

—No queda mucho para que todo esto acabe —susurré mirando en otra dirección esperando que no me escuchara, pero un suspiro de su parte me dio a entender que si lo había escuchado y tomó mi mano.
Levanté la mirada.

—Todo saldrá bien.

"¿Solo eso me díras?"
Me pregunté cabizbaja.

Solté su mano sin mucho esfuerzo, dejé el vaso a un costado y me encaminé al baño. Al girarme para cerrar la puerta, él me observaba en silencio.

"Sé que no tomarás la decisión correcta"

Me metí a la ducha. No estaba molesta, ni siquiera sentía tristeza, era un sentimiento de vacío en el fondo de mi pecho. Sabía que si las cosas se daban así lo aceptaría y si se daban de la forma que yo deseaba estaba bien también.

Me bañé por un largo tiempo y salí envuelta con la toalla en dirección a la habitación. Colby se había recostado en la cama, estaba hecha y mi ropa estaba ordenada encima de ella.
Sus ojos se posaron en mi, sus labios estaban cerrados como siempre.

Tomé la ropa interior, y la acomodé en mi cuerpo menos cohibida esta vez. No siempre su mirada tocaba hasta mi corazón.

Me puse los pantalones seguido por las calcetas y las zapatillas, iba por la camiseta cuando su voz llenó la habitación.

—Te quiero solamente a ti.

Lo miré con la camiseta entre las manos.

—¿A cuantas más le has dicho eso?

—En realidad a muchas. A una celosa, a una muy cariñosa, a una enojona, a una melosa que raya en lo cursi, a una insegura, a una chica bastante alegre y otra triste... todas las Devin. Tan diferente cada día y en todos esos días la quiero.

Sonreí.

—No hay nada más hermoso que ver tu primera sonrisa de la mañana.

Sonreí más ampliamente hasta que parte de mis dientes salieron a la luz.

Me pasé la camiseta por los hombros y desordené mi cabello. Sus ojos me escanearon y se puso de pie hasta quedarse parado frente a mi. Alcé mi rostro hasta verlo a los ojos, a esos hermosos ojos pardos cubiertos por largas pestañas.

—¿Qué vamos a hacer hoy?

—Voy a mostrarte algo.

—¿Hay algo qué no me hallas mostrado antes?

—Aún nos falta experimentar, pero esta vez no será en ese sentido —acarició mi mejilla—. ¿Dispuesta?

—Si.

—Perfecto, toma tus cosas y vámonos.

Asentí débilmente. Me acerqué al buró, tomé mi celular con las llaves del cuarto y me giré a mirarlo, él ya me tenía la puerta abierta.

Salí hundiendo ambas manos en mis bolsillos, miré el pasillo por ambos costados y estaba totalmente desierto. Sabía que no era demasiado temprano.

—¿Qué hora es?

—Son las once y media, Devie —me respondió cerrando la puerta—. ¿Por qué?

—No, por nada —caminé a su lado cuando comenzó a avanzar.

—Sabes que me molesta cuando haces eso.

—¿Qué cosa?

—Cuando me haces preguntas y luego me dices "no, por nada"

—¿Qué esperas que te diga? No era de suma importancia después de todo —me encogí de hombros y Colby tocó el botón del ascensor cuando estuvimos parados al frente—. Hay cosas que no tienen importancia.

—Todo lo que dices es importante para mi.

—¿Ah, si? No creo que sea importante el saber donde esta la gente que se hospeda en este hotel —levanté una ceja.

—Es importante, porque han ido a comprar sus entradas para el evento de la WWE de mañana.

—Prefería no saberlo —subí al ascensor cuando este se abrió—. Están perdidos sin mi.

—Vaya egocéntrica —se apoyó al fondo.

—No empieces por favor, que este tema de conversación se puso tedioso. No sé como llegamos a este tema.

—Lo siento —sonrió.

Toqué el botón para que la puerta se cerrara y segundos después su mano me jaló de la cintura hacia su cuerpo.

—Luces demasiado bien en esos pantalones.

—¿Eso crees? —me apoyé en su pecho y sentí el latir de su corazón, estaba acelerado. Intenté juntar mi corazón al suyo y este bajó sus revoluciones, se sentía maravilloso.

—Si —besó mi cabello.

El ascensor llegó abajo, tomó mi mano y salimos de ahí en dirección a la puerta del hotel.
Como siempre, saludé a Jeremías antes de irnos y Colby me guió en otra dirección diferente a las que ya habíamos tomado.

Caminamos en silencio, su mirada estaba seria, ni siquiera volteaba a mirarme y yo tampoco sentí la curiosidad de preguntarle a donde me llevaba.
Solo... miraba las calles con curiosidad, recordando como eran en un pasado bien lejano.

Sin darme cuenta me encontraba caminando sola, pero el límite de la mano de Colby me frenó y me hizo mirar en su dirección.
Estaba admirando un puesto de flores, volví hacia él sin decir palabras y él me miró.

—¿Cuáles te gustan? —pasó su mano por mi cintura.

—Mm... esas —apunté rosas. Las más rojas y grandes.

—Bien. Deme un ramo de esas rosas, por favor —le pidió a la muchacha y sacó algo de dinero de su bolsillo—. Recibe, amor —me dijo. Le hice caso y Colby le pagó sin esperar su cambio.

Desde ahí no volvió a hablarme, su ceño estaba de una manera difícil de describir, como si escuchara música y solo eso le importara. Como si el mundo o la humanidad hubiera desaparecido de su alrededor.

"Solo déjate llevar. No tiene malas intenciones y nunca las tendrá."

Le hice caso.

Luego de caminar un par de minutos más, llegamos a las afueras de un territorio minado; sabía que si daba un mal paso, algo debajo de mi iba a estallar y mi cuerpo se destruiría en miles de pedazos.
La entrada estaba abierta, siempre mi cuerpo era el que iba adelante. Colby me guiaba por la cintura.

"Vaya, ahora entiendo que si algún día se viene un apocalipsis me vas a usar como escudo"
Pensé.

Daba leves pasos por el césped oscuro admirando cada lápida destrozada con los años, mis manos sudaban.

Hasta que mis pies detonaron una bomba dentro de mi pecho.
—¿Q-Qué hacemos aquí? —lo miré.

—Chris solo te mostró las fotos —pausó mirándome directo a los ojos—. Sé que no debería tener el derecho de meterme en tu vida, de hecho, no soy nadie. Pero sentí la necesidad de hacer esto contigo, terminar esta fase dolorosa para poder iniciar otra en paz, en libertad y con amor.

Se me nubló la vista completamente.
Apreté los ojos y Colby acunó mi rostro entre sus manos, lo levantó y besó las lagrimas que descendieron.

—¿Me... me permites estar sola? Por favor.

—Por supuesto —acarició mi mejilla y se alejó lentamente de mi.

Cuando lo vi a una buena distancia me giré a la lápida y me arrodillé frente a ella. Decía su nombre junto a su fecha de nacimiento y fallecimiento.

—¿Sabes algo curioso? —intenté sonreír pero no pude—. Discutíamos, nos enojábamos, peleábamos, nos gritábamos, nos retábamos. Pero mi mayor miedo siempre fue que te murieras sin antes haber charlado y reído de esos momentos —le acomodé una de las rosas a un costado, las pondría una por una—. No sabes cuantas cosas quedaron pendientes entre tú y yo... —suspiré—. ¿Cuál es el sentido de poder conversarlas ahora cuando no te encuentras presente?

"Hazlo, solo... hazlo.
Vas muy bien de ese modo."

—Sabes que lo siento —apoyé una de mis manos sobre el césped—. Lo siento por haberte hecho buscarme los últimos años, por no haberte llamado, por no darte una señal de que estaba bien, por no haber sido lo que todos esperaban. Lo siento por todas las estupideces que llegué a hacer, pero principalmente por no haberte dicho lo mucho que te quería, lo mucho que significabas para mí —terminé de acomodar la última rosa—. Siempre fuiste tú quien creyó en mi, quien me decía que si el "plan a" fallaba, tenía todo un alfabeto para intentarlo. Siempre me subías el ánimo y me hacías creer que tenía el poder en la palma de mi mano, que no había absolutamente nada imposible.

Suspiré haciendo un corte en mis palabras, esto era más dificil de lo que creía.

—Tenías razón, no iba a poder sola si me iba de casa... y por desgracia así fue, perdí todo lo que quería. Demonios, ya ni siquiera puedo usar tu técnica de relajamiento para evitar sentirme de este modo, todo se vino abajo —me senté como indio frente a su lápida—. Te amo y aunque suene hipócrita, te necesito —limpié mi mejilla—. Claro, dirás: "típico, extrañan a las personas cuando ya no están. No cuando aún están vivas. Les regalan flores cuando ya no pueden recibirlas" Tienes razón, lo acepto, no te necesitaba cuando aún estabas viva o al menos cuando aún creía que lo estabas. Pero era porque mi conciencia estaba bien, porque ella aún pensaba que me apoyabas después de todo y tenía la fe de volver a vernos, de volver a abrazarnos y reír nuevamente. Ahora está devastada... —me detuve y respiré un par de veces—. Nunca te olvidaré mamá, nunca lo haré, hasta que nos volvamos a ver otra vez en un futuro muy próximo. Te amo de la forma en que nunca podré amar a otra persona y aunque no pudimos despedirnos, el dolor seguirá dentro de mi pero no para sufrir, sino para recordarme que aún sigo viva.

Cerré los ojos, me persigné y le di mi última oración.

"Ella te ama Devie, te sigue recordando y se sigue diciendo lo mismo que tú. Sufre porque desea volver a la vida y poder abrazarte una vez más"

Cubrí mi rostro con ambas manos.

"Te ama con todo su corazón, te dice que no dejes que pequeñas cosas lastimen tu hermoso corazón ya que ella no perdió nueve meses para poder formarlo fuerte y vigoroso.
Ella te sigue recordando y si haces lo mismo más seguido, seguirá viva de la forma en que puedes presenciarme a mi."

—Basta —pedí, me estaba faltando el oxígeno.

Todo se quedó en silencio, lo único que se escuchaba era mi respiración intentando controlarse.

Colby apareció luego de varios minutos, se sentó al frente de mi con las piernas abiertas y me acercó a su cuerpo. Sus manos sobaron mi espalda.
No podía más.

"Ámalo... porque él te amará más de lo que puedes llegar a hacerlo"
Escuché la voz de mi madre.

Me abracé de Colby con fuerza y tiré a la mierda la cizaña que me había inducido mi padre en la cabeza.

—Te amo.

Solo él podía curarme.
Podía decir que habíamos terminado con esta dolorosa etapa.

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