59. "No eres nadie"
Abrí mis ojos cuando la luz se posó en mi, la piel de mis párpados se volvió roja y no me quedó de otra que restregar mis ojos. Todo estaba en silencio por primera vez y no me gustaba para nada.
Miré la hora junto a mi y eran las diez en punto, aún estaba cansada, de todos modos no tenía las intenciones de levantarme hasta las doce.
—Me llamaron desde el tribunal —escuché su voz.
—¿Y?
—Tienes que ir a ver a tu padre —respondió cortante.
—¿Tiene que ser ahora?
—Cedió a conversar contigo y eso no es fácil.
—Lo hace porque le conviene.
—Ve ahora.
—¿O qué?
—Tenía que haberlo demandado por mi maldita contusión pero no lo hice porque tú lo pedías así. No me hagas arrepentir de esa decisión.
—Eres odioso —gruñí molesta y me levanté sin otra opción.
—Querías verlo, ¡con un demonio! ¡por qué mierda no te importa ahora!
—¡Porque me importas tú, imbecil! ¡solo quiero quedarme contigo y solucionarlo! —me encerré en el baño, odiaba cuando me gritaba y aún más cuando tenía motivos para estar enojado.
Me desplomé en el piso y sollocé sin hacer mucho ruido, solo quería que se fuera y me dejara todo el día sola como lo había hecho ayer.
—Devin... —escuché del otro lado un suspiro.
—¡Solo lárgate, quieres! —grité—. ¡Ya no me interesa, dejame en paz!
Siguió tocando.
—Esto se acabó, ¿de acuerdo? ¡ahora lárgate!
—No, esto no se acaba con un par de palabras.
—¡Lárgate, no te amo! ¡tú mismo lo dijiste la noche de ayer!
—Sé lo que dije...
—¡Entonces sé inteligente, toma tus cosas y vuelve a Iowa! ¡porque esto no da para más!
"Reconsidera lo que estás diciendo"
—No lo haré, te estás obligando a decirlas solo porque deseas estar sola —intentó abrir la puerta pero el cerrojo estaba bien puesto.
—Te diría todo lo que no quieres escuchar solo para conseguir mi soledad absoluta —me apoyé contra la pared—. Incluso si eso llega a lastimarme también.
—Abre y lo conversaremos mejor.
—¿Ahora quieres conversarlo? Anoche solo tenías ganas de dejarme sola e ignorarme. Solo te importa cuando una puerta nos separa, no cuando estamos frente a frente y tenemos la oportunidad de decirnos todo.
—No me gusta discutir contigo, porque puedo ver tus ojos y me retracto de mis palabras en cinco segundos. Solo quiero besarte y hacerte el amor hasta el último minuto del día, hacerte feliz y no sufrir. Por eso no me gusta discutir frente a tus ojos, es como gritarles por algo que no tienen la culpa.
Se creó el silencio por unos minutos, estaba comenzando a pensar que se había marchado pero luego de otros minutos más, la puerta se abrió.
Levanté la mirada limpiando mi mejilla derecha y Colby tenía una llave entre sus manos, la que dejó caer para acercarse a mi en el suelo. Llevé las rodillas a mi pecho como siempre lo hacía e intenté ser invisible cubriendo mi rostro con mis brazos.
Colby tosió suavemente y me abrazó hasta que dejé esa forma, subió mis piernas sobre las suyas y recargó mi cabeza en su pecho. Su mano derecha acarició mi espalda y la otra mi cabello como una chica después de haber sido regañada por su madre.
—Dime si quieres que me vaya... —susurró.
No le respondí.
—Dímelo y me iré de vuelta a Iowa.
—No —sorbí mi nariz—. Joder, te quiero conmigo a donde quiera que vaya —apreté los dientes.
—Dame hasta el fin de semana —pidió—. Si no logro encontrar una opción para quedarnos juntos, te dejaré marchar.
—Ven conmigo —cerré los ojos en su cuello, sabía que no me diría que si.
—Me gustaría, sabes que es así...
—Reconozco cuando le falta el "pero" a tus oraciones —suspiré—. Y no quiero escucharlo esta vez.
—Está bien, Devie... —siguió acariciando mi cabello—. Solo dame hasta el fin de semana, encontraré una salida. Esto no acabará.
Asentí aún en su cuello.
Bajó su rostro y besó la comisura de mis labios varias veces hasta que una diminuta sonrisa se escapó de mi rostro.
—¿Vamos a ver a tu padre?
—Está bien —volví a ponerme seria e intenté levantarme, luego salí del baño para cambiarme de ropa hasta que recordé que no tenía más ropa—. Colby... —me giré y él tomó mis manos.
—Revisa debajo de la cama.
—¿Qué?
—Solo hazlo —insistió.
Me solté de su agarre y le hice caso, debajo habían unas cuantas cajas más parecidas a las otras que me había regalado. Las subí sobre la cama, abrí una por una y había más ropa pero de la que me gustaba usar—. No creías que te iba a dejar con un simple vestido de noche, ¿verdad?
—Me has dejado desnuda en una habitación por un día completo, sé que eres capaz de todo —lo miré.
—No esta vez.
—Gracias.
Me cambié ahí mismo mientras él miraba la escena con los brazos cruzados, ninguno dijo nada hasta que me acomodé las zapatillas y guardé mi celular en el bolsillo trasero de mis pantalones.
—Listo —desordené mi cabello, Colby asintió y tomó mi mano saliendo del cuarto. Esta vez me guiaría él hasta la ubicación de mi padre, sabía que no estaba en su casa.
Bajamos por las escaleras, saludé a Jeremías como todas las mañanas y emprendimos marcha. Las calles estaban solitarias y frías como todas las veces que iba a estudiar, nunca cambió la rutina.
Me guió hasta la comisaría, estaba confundida ya que después de esa noche en que él no quiso hacer la demanda ese hombre podía irse a su casa.
"Recuerda su agresividad aún cuando se salvaba de ir a la cárcel"
Comentó.
Colby me hizo entrar y ahí estaba ese sujeto recostado en la cama dándole la espalda a las rejas. Miré al castaño levantando la cabeza debido a su estatura.
—No permití que lo dejaran libre, sabía que no cumpliría con su palabra —respondió a mi curiosidad.
—¿No crees que ahora estará más molesto?
—Lo dudo —lo miró y luego a mi otra vez—. Debe estar agradecido que solo está en la comisaría y no en la cárcel federal con todos los homicidad que felizmente se violarían a un hombre como él.
—Tienes razón —pensé.
—Le diré a uno de los oficiales que estamos aquí —soltó mi mano lentamente y se fue por el pasillo hasta desaparecer de mi vista, ahora solo miraba al sujeto acostado todavía sin darse cuenta de mi presencia. Tenía ganas de toser y despertarlo, pero me contuve y simplemente me senté en una silla cercana con los dedos entrelazados.
Minutos más tarde llegaron ambos, abrió la celda gritándole unas cuantas cosas a mi supuesto padre. Este me miró curioso y después amargado como siempre, odiaba cuando tenía esperanzas de que fuese alguien más especial y al darse cuenta que no es así, pone un semblante de pocos amigos cuando en verdad nací de sus espermatozoides. Sangre de su sangre.
—¿Deseas que te espere afuera? —preguntó Colby.
Me giré a él, tomé sus manos, las puse a cada lado de mi rostro y lo miré esperando que él desifrara mi respuesta. Acarició mi piel con sus pulgares un par de veces y asintió débilmente, no pude evitarlo, e imité su acción. Segundos después dejó la sala.
El oficial me abrió la puerta, tendríamos la conversación dentro de la celda. Por suerte habían dos camas; una a cada lado, así él se quedó sentado aún desorbitado y yo al frente suyo en silencio.
Miré el lugar y admiré la situación presente. No tenía como iniciar la conversación o que decirle sin sonar débil.
—Que manera de despertarme —Se agarró la nuca haciendo una mueca de desagrado, ni siquiera me miró.
—Yo también quería verte, padre —susurré con cierto sarcasmo, no demasiado notorio. No necesitaba explotar antes de tiempo.
—No era necesario pedir una cita conmigo, no va a cambiar mi punto de vista con respecto a las cosas que han sucedido los últimos días —se acomodó.
—Lo sé —respondí sin titubear—. Pero quería dejar las cosas claras entre usted y yo.
"Bien hecho Devie, no lo trates como te trata él. Eres mejor y no necesitas rebajarte a su nivel."
—¿Claras?
—Entiendo que para usted ya han quedado claras el día en que no me dejó hablar, como un vil canalla, pero le guste o no, es mi turno.
—Adelante.
—Primero que nada, no es mi culpa que mi madre halla muerto. No me culpe de las causas naturales que se dieron con ella.
—¿Cómo sabes si fueron causas naturales? —me miró con una pisca de burla.
—Cuestión de instinto, mi madre siempre fue la mujer más sana del mundo.
—No puedes decir eso si no estuviste con ella los últimos ocho años de ausencia —se apoyó en sus rodillas—. ¿Qué tal si ella tuvo una enfermedad no diagnosticada y con los años se le declaró? ¿o si de repente decayó? Todo puede pasar en el mundo.
—No declinaré con mi respuesta.
—Está bien. Algún día lo sabrás, pero no será de mi parte.
—Segundo —ignoré su comentario, incluso el respeto que intentaba mantener me irritaba—. Quiero saber la verdadera razón de su odio hacia mi persona, que le hice yo para llegar incluso a desear golpearme cuando soy sangre de su sangre —apreté los puños—. Reconozco su machismo cuando lo veo y créame, créame que me he estado conteniendo. Porque sepa usted, que puedo llegar a ser una asesina si lo deseo.
—No te odio —rió estrepitosamente, esas risotadas siempre me causaron repulsión.
—No me mientas, eres un machista poco hombre, ¡que culpa a la persona equivocada de la muerte de la mujer de la que te obsesionaste! —grité. Si, hasta ahí había llegado mi paciencia.
"Devie"
"Lo siento"
—Si ella estuviera viva todavía me amaría y me perdonaría, pero a ti... a ti te mandaría al infierno solo con hablar con Dios.
Sabía que el tema de Dios lo carcomería por dentro, eso le bajaría la alegría de haberme quitado los modales.
—Te culpo. Te culpo por abandonarnos, por hacer que nuestra familia se destruyera en miles de pedazos y ella le pusiera más atención a ser parte de tu búsqueda que a mi, a su fiel esposo.
—¿Fiel esposo has dicho? —reí sin ganas—. ¿Fiel esposo? un hombre que la maltrataba y la engañaba, ¿eso es lealtad? Ella lloraba más de lo que reía y si me fui, fue por el simple hecho que mi madre no tuvo el valor de hacerlo cuando la invité conmigo. Solo discutimos y ya no hubo caso, no había marcha atrás de las desiciones tomadas. Tenía miedo.
—No es cierto, siempre tuviste la costumbre de mentir.
—Créeme o no, pero ya me encaminé por las rendijas de tu cerebro escaso de seguridad —me crucé de brazos.
—No te creeré, ella me amaba. Era una mujer con mucho amor, con el amor que yo necesitaba —me miró a los ojos—. La mala hija siempre fuiste tú y siempre lo serás.
—Di lo que quieras, mi cerebro está en paz.
—¿Quieres saber algo? Algún día ese hombre que tienes a tu lado te pagará con la misma moneda; vas a quedar sola. Todo se paga en la vida.
Así podrás entenderme.
—Él me ama.
"No caigas en su juego"
—Claro, te ama. Por el momento.
Cuando se canse de tus problemas mentales te desechará al igual que un pañuelo usado. Te disfrutará como cualquier hombre disfruta de una ramera y luego se marchará por algo más serio, menos problemático que tu actitud inestable.
—Claro, di lo que quieras. Intenta meter cizaña en mi interior, pero no lo lograrás.
—Todo se basa en el karma hija mía, no respeta y no hace excepciones por nadie en el mundo. Ataca cuando ve injusticia.
—Quien nada hace, nada teme.
—Excelente —sonrió. Reconocía esa maldita sonrisa hipócrita—. Solo espera a que le pidas matrimonio, él no te responderá. O pídele que se escape contigo, o que te siga a donde quiera que encuentres futuro y él no lo hará.
Mi corazón se detuvo por un segundo.
—Oh, ¿ya lo has hecho? —preguntó con gracia al ver mi rostro todo desfigurado—. Debí suponerlo, tarde o temprano esa sonrisa tenía que borrarse cariño.
—Se acabó —me puse de pie—. Fue un gusto hablar por última vez contigo, le enviaré tus saludos a tu amado hijo.
—¿A qué te refieres? Yo me iré de aquí.
—No hasta que yo diga —lo miré—. Si pido que te lleven a la cárcel, ellos lo harán.
—¡No tienes cómo hacerlo! ¡no tienes excusas!
—¿Ah, no? ¿quieres que te cuente una historia? —me senté otra vez y él me miró con resentimiento—. Una vez, un viejo mentiroso y mediocre, muy parecido a ti me dijo: "Miente. Miente cuando sea necesario, porque tu vida es más importante que las del resto". Ese día no le creí ¿sabes? Y aunque no esté de acuerdo, esta vez lo haré. Lo haré para usarla contra él y demostrarle que estaba equivocado, que su vida no es más importante que las del resto. Que su hija invisible puede llegar a ser tan cruel como él y solo para darle una lección.
Me volví a levantar y salí de ahí.
—No eres cruel, no eres vengativa, no eres nadie.
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