56. "Me cohibes porque me haces sentir amada"
Seguimos corriendo hasta llegar a un cierto punto. Me comencé a vestir para poder entrar al hotel o Jeremías me impediría el paso junto a Colby.
—Dentro de un rato lo volveremos a intentar —comentó cerrando el cierre de sus pantalones.
—¡¿Qué?! —le grité con bastante fuerza.
—Era una broma —seguía sin poder frenar su risa. Le dí un golpe en el brazo pero aún así no se quejó, no entendía que le gustaba de todo eso, mi corazón no dejaba de latir asustado y el de él emocionado.
—De muy mal chiste Colby, el hombre tenía una escopeta.
—Y no disparó, eso debería ser suficiente para encontrarle el lado divertido. No por ser atrapados te vas a cerrar de toda emoción extrema, esto solo es el comienzo.
—¿Me espera más al estar contigo?
—Conmigo no hay nada seguro a la hora de hacerte feliz, solo quiero darte algo de lo que puedas recordar y reír cuando yo no este.
Me miró como terminaba de vestirme, me ofreció su mano escondiendo la otra detrás de su espalda. La tomé y comenzamos a caminar, Colby solo se dejaba dirigir ya que era yo quien conocía la ciudad y la dirección del hotel donde me estaba quedando.
Sabía que aún así tendríamos que recompensar lo que había quedado a medias.
No había auto que se asomara por la calle, o peatón riendo después de una fiesta. Esto no era normal en los años de mi infancia, este lugar era igual que New Orleans todos los días y en efecto, no dejaba de sorprenderme.
El frío comenzó a ingresar en mi cuerpo, estaba mojada y mi cabello goteaba directo por mi frente hasta llegar a mis ojos. Colby al notar que mi mandíbula temblaba cada vez más, se quitó el abrigo y me lo puso en la espalda sin decir palabra alguna, luego besó mi mejilla. Ese débil rose me hizo sonrojar, amaba los pequeños detalles de este hombre, simplemente me enloquecían. Ya no podía amarlo más lo que ya lo amaba.
Una de sus manos pasó lentamente desde mi espalda hasta mi cintura y así seguimos caminando hasta llegar al hotel. Jeremías conversaba con unos cuantos hombres que también se hospedaban en el hotel, no los había visto antes y eso me resultaba extraño.
Colby no dijo ni una palabra y siguió caminando relajadamente, lo miré una vez más hasta que Jeremías me saludó con su cálida voz. Los otros hombres no dejaban de mirar como mi camiseta se ceñía ante mi piel húmeda, intenté cubrir mi piel pero aún así no era de mucha ayuda.
"¿Quieres que le diga algo a Colby?"
Preguntó queriendo echarle más leña al fuego, ambas sabíamos que cuando Colby no decía nada y estaba relajado era porque por dentro estaba ardiendo.
"No, gracias"
Tragué pesado cuando ya estábamos esperando a que el ascensor se abriera, no dejaba de mirarlo de reojo pero él no me devolvía la mirada. Estaba por relajar mis emociones, realmente lo estaba.. hasta que una voz masculina hizo un comentarios de mal gusto, que para mi como mujer no dejó de desagradarme.
"¡Se prendió esta mierda!"
Rió.
Colby hizo un movimiento con su cuello a ambos lados, humedeció sus labios y me soltó de la cintura caminando hasta los sujetos. Me giré cubriendome con el abrigo, por primera vez no sentí las ganas de detenerlo.. lo había hecho más feminista que yo y estaba feliz de mi trabajo.
—¿Qué has dicho? —le preguntó.
—Yo no he dicho nada —sonrió encogiendo sus hombros.
—Ya veo —se cruzó de brazos—, entonces yo tampoco habré hecho "nada" después de que te golpee hasta matarte.
—Oye, tranquilo —levantó las manos cuando se dio cuenta de los brazos de Colby—. Un comentario no le arranca pedazos a tu chica.
—Tal vez no lo haga, pero al menos sé hombre y ten las pelotas para repetir lo que le has dicho a una mujer educada y respetuosa como lo es ella porque no anda por ahí siendo vulgar con los hombres o tratándolos como si fuesen objetos sexuales —le hizo frente acortando la distancia entre ellos, ninguno de los dos hombres que estaban con él se atrevió a decir una palabra o alejarlos—. ¿Me entiendes, viejo?
—Entiendo.
—Y si andas en "celos" igual que los animales, entonces ve a un prostíbulo porque ahí puedes ver y hacer todo lo que quieras hasta que el pito ya no te funcione. Pero no quiero verte otra vez en este mismo lugar cuando baje por el ascensor con mi chica.
—Si, si. Lo haré.
—Bien —lo asustó un poco y se giró para caminar a mi, estaba más tranquila.
"Uno... dos..."
Se giró otra vez.
"...Tres"
Le dio un golpe en plena mandíbula sin que se diera cuenta, el sonido fue espantoso y más aún cuando éste se dejó caer al suelo en una fracción de segundos. Jeremías y el otro sujeto corrieron a socorrerlo, pero recordando el tipo de golpe que daba Colby, ya estaba noqueado.
—Ambos sabíamos que lo necesitabas, imbécil —dio su última palabra y caminó a mi de verdad esta vez, ya no se detuvo. Su mirada seria era la mejor que había visto en toda mi jodida vida, aún mejor que las veces en que sonreía—. ¿Nos vamos? —me hizo un gesto con las manos cuando el ascensor por fin se abrió ante mi.
—Si... —respondí casi en un susurro y subí al ascensor. Él subió a mi lado como si nada hubiera pasado, tocó el botón nuevamente y se cerró frente a nosotros—. ¿Qué fue eso?
—Lo puse en su lugar —me miró apoyándose en la pared—. ¿Fue muy agresivo?
—No, solo que... me sorprende lo bien que tomaste la situación.
"Yo quería ver más acción Colby, me decepcionaste"
—No quería faltarte el respeto, estabas presente y comprendo que no te guste la violencia cuando solo quieres pasar desapercibida muchas veces —me subió el abrigo nuevamente sobre el hombro, ya se encontraba en mi antebrazo—. Pude notar que esta vez querías pasar desapercibida.
Lo miré y me acerqué a él, me paré al frente de su cuerpo como muchas veces lo hacía. Levanté la cabeza debido a su altura y lo jalé de la camiseta hasta impactar mis labios en su mejilla en forma de agradecimiento, sus labios me mostraron una hermosa dentadura blanca.
—Gracias —comenté y la puerta del ascensor se abrió. Su mano volvió a recargarse en mi cintura caminando por el pasillo, saqué la llave de mi bolsillo a medida que nos acercabamos a la puerta y Colby me miró extrañado—. No me dirás que eres supersticioso. -reí metiendo la llave en la cerradura.
—Un poquito.
—Descuida, nada arruinará esta noche —empujé la puerta.
—Perfecto.
Ni siquiera cruzó la puerta de la habitación y ya se había quitado la camiseta, mi corazón se asustó como todas las otras veces, nunca sabía como era correcto comenzar a satisfacer a Colby o si estaba haciéndolo bien.
Cerré la puerta fingiendo que no lo había visto y dejé su abrigo a un costado de la habitación, no podía dejar de oler mi cabello a cloro al igual que mi ropa interior.
—¿Te bañas tú primero? —le pregunté algo nerviosa, pero él negó con la cabeza un par de veces—. De acuerdo, entonces voy yo —caminé hasta el baño, me despojé de la ropa mojada y me metí a la ducha. El brazo ya no me dolía tanto, ignoraba que hace unas horas atrás no me había dolido por la adrenalina que Colby me hacía sentir.
El agua estaba templada, lo primero que hice fue levantar la cabeza y dejar que me mojara el cabello hasta descender por mi pecho. Tenía la costumbre de darle la espalda al otro extremo de la ducha ya que no era muy grande y las tres paredes eran de cristal.
Mis ojos estaban cerrados, tarareaba una canción que recordaba un par de segundos atrás y al momento de buscar el shampú sentí como la esponja masajeaba mi hombro débilmente. Abrí los ojos y miré con el rabillo de mi ojo derecho por encima de mi hombro, Colby pasó la esponja lentamente por mi espalda hasta llegar abajo.
—Tranquila, solo quiero bañarte... —me susurró al oído. Decidí hacerle caso y moví el cuello hacia un lado cuando volvió a subir y lavar mis brazos, era un movimiento pausado pero seguro, me relajaba después de todo.
Minutos después me hizo girar, en ese momento llevó uno de mis brazos a su cuello y procedió a lavarlo, luego hizo el mismo procedimiento con el otro. Estaba a punto de lavar mi pecho, cuando decidí acercarlo a mi y juntar nuestros cuerpos, el suyo seguía seco pero logré regalarle algo de mi espuma.
—¿Recuerdas la pregunta en el hospital? —susurré.
—Por supuesto —siguió pasando la esponja por mi espalda y hombros, no llegaba más abajo... todavía.
—Me da pena, me cohibes porque me haces sentir amada —cerré los ojos, prefería decírselo con los ojos cerrados ya que así olvidaba que me estaba mirando—. Me haces sentir deseada, delicada, importante, e Incluso hermosa. Y yo... nunca me había sentido así antes, nunca en toda mi vida.
Al terminar, abrí los ojos lentamente esperando su respuesta pero antes de eso, Colby juntó su frente con la mía y rosó su nariz unas cuantas veces hasta que decidió hacer posible el beso. En esta ocasión fue un beso más pasional, su lengua no se hizo esperar mucho tiempo e indagó en mi boca y en cada rincón de ella, le gustaba quitarme hasta el último poco de mi aliento.
—Colby... —susurré. Al simple hecho de decir su nombre, mi boca sufrió de un orgasmo. Me gustaba decir su nombre.
—De todas las cosas que he hecho, amarte ha sido la mejor de todas —me respondió por fin—. Estoy demasiado enamorado de ti Devin que me gustaría hacerte sentir aún mejor cada vez que aprovecho mi tiempo junto a ti. Me das la paz, la relajación que necesito y a veces el miedo que me demuestra que aún sigo vivo... tú me haces sentir vivo —terminó recargando ambas manos en mi cintura.
Lo miré a los ojos, acaricié su barba unos segundos y me apoyé en su pecho. El agua seguía cayendo por mi espalda hasta quitar todo rastro de jabón, Colby se alejó de mi unos segundos y me pidió que lo esperara.
Salió de la ducha, también del baño hasta que no pude verlo, arrugué la frente confundida pensando que se había ido pero tiempo después volvió con mi celular en la mano y lo dejó sobre el tanque del retrete, podía escuchar la música que emanaba de el. Luego volvió a mi y me cargó en sus brazos como si no fuese tan difícil.
«The world was on fire and no one could save me but you...»
—Esa canción es un arma de doble filo —enredé mis dedos en su cabello, lejos de la zona donde tenía el parche—. Pero sin embargo, aprecio que sepas cual es mi canción favorita.
«Strange what desire will make foolish people do...»
—No podía dejar pasar esta ocasión, todo comenzó en una habitación de hotel y esta vez no podía dejar que fuese tan desabrido —se acercó y comenzó a dejar besos por mi pecho—. Te quiero hacer feliz todas las veces que pueda, aún más cuando hacemos el amor. Es un ritual sagrado, me gusta que grites mi nombre y me hagas saber que lo estoy haciendo bien porque ese es mi objetivo —apretó mi piel—. Quiero saciar todos tus anhelos, tus necesidades y tus deseos.
«...And I never dreamed that I'd meet somebody like you. And I never dreamed that I'd lose somebody like you»
—Tócame, rasgúñame, apriétame, muérdeme y todo lo que tu imaginación desee, porque soy tuyo y no quiero serlo de nadie más —declaró.
"Eres mio" susurré en respuesta.
Colby dejó de esparcir besos por mi pecho y me giró dejando mi cuerpo pegado contra una de las paredes de la ducha, estaba fría. Desde ese momento comenzó a hacerme suya, sus manos sujetando mi cuerpo y su energía para poder hacerme sentir cosas en el estómago era única, era un sentimiento tan especial que solo él y yo podíamos sentir.
Sus jadeos en mi oído, el latir de su corazón contra mi pecho, el temblor en sus manos, el deseo salir de sus labios y su basta experiencia eran detalles que si faltaban en nuestro "ritual" no era lo mismo. Él lo sabía y yo lo sabía.
«What a wicked thing to do, to make me dream of you!»
La canción seguía sonando, mantenía los ojos cerrados ante tal satisfacción y hacía lo que Colby me sugería; apretaba su cuerpo e incluido los rasguños involuntarios que mis uñas dejaban en su piel cada vez que llegaba a mi punto débil. Evitaba el gemir cada vez que embestia en la zona donde provocaba que mi cuerpo se retorciera, pero era inútil.
«And I... don't wanna fall in love.»
El reducido espacio comenzó a llenarse de vapor al igual que de calor y ya no faltaba mucho. Minuto tras minuto, hasta que Colby salió de mi y decidió dejar caer su líquido al suelo cuando llegó al clímax, en cambio aún me faltaba y decidió usar su mano para completar lo que había comenzado.
Unos minutos más e hice lo mismo, solo que dejandome llevar sobre su palma. Recargué mi cabeza sobre la suya y contraje mis paredes.
Su mano salió de mi y la recargó sobre el vidrio al igual que la otra, ambos temblabamos. Mis labios se apretaban sobre su frente, dejando besos por todo su rostro lentamente.
Había sido perfecto.
Recobró el aliento y me tomó por los muslos para sacarme de ahí, pero antes cerró la llave del agua.
Sus pies dejaron marca por todo el piso, podía ver como sus dedos —o los círculos de sus dedos— se marcaban.
Llegó a la cama, recargó mi cuerpo sobre ella, luego me cubrió con las sabanas y se acostó a mi lado abrazándome otra vez.
«Nobody... loves no one.»
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