54. ¿Dónde está Devin?
Mis ojos se abrieron lentamente intentando acoplarse ante la tenue luz que me cubría, el dolor en las cuencas de mis ojos era tedioso. Me era difícil recordar lo que había sucedido, solo podía ser consciente del dolor en ciertas partes de mi cuerpo y del odio que le estaba tomando a aquel fusible.
—¿Dónde... dónde estoy? —mi garganta raspó las palabras, casi dejándolas incomprensibles.
—Usted se encuentra en el hospital —me respondió una voz femenina, agradable a mis oídos.
—¿Cómo llegué aquí?
—Los paramédicos lo han traído señor, usted ya casi no se pertenecía cuando lo encontraron. Se abrió la cabeza y producto de eso, tuvo una contusión.
Comencé a recordar poco a poco, hasta que Devin apareció en mis recuerdos.
—¡Devin! ¿sabe dónde está? —intenté sentarme, pero fue inútil. Incluso me sentía algo lento, estaba seguro que era por la morfina.
—¿Quién?
—¡Por qué nadie me dice dónde se encuentra!
—Señor, por favor le pido que se tranquilice. Explíqueme a quien esta buscando y yo le diré lo que necesita escuchar.
—Devin, una joven de estatura mediana, ojos pardos y cabello castaño. ¿No ha venido por acá o ha llamado?
—Hemos intentado comunicarnos con su contacto de emergencia, pero no ha contestado. En cambio, nos comunicarnos con un hombre llamado Christopher Irvine que estaba como segunda opción. Él viene en camino.
—¿Quién? —arrugué el ceño—. No creo conocer... ah, ya. Es Chris —me relajé y llevé mi mano detrás de mi cabeza, tenía una venda o algo parecido—. ¿Cuándo terminará el efecto de la morfina? —miré mis manos como si fuesen cosas extrañas para mi, no recordaba como se llamaban esas cosas delgadas que se movían como serpientes. Tenía cinco en cada mano.
—Dentro de unos minutos —me acomodó la almohada—. Le pido que siga durmiendo, eso le hará bien.
—De acuerdo —cubrí las serpientes y me acomodé hacia uno de mis costados.
La mujer salió de la sala y a los segundos después entró Chris mirando a todos lados, hasta que me encontró. Le hice un movimiento con la mano a lo lejos, pero seguía serio.
—¿Qué sucedió, viejo? ¿por qué estás aquí? —me cuestionó.
—Deja que esto se me pase —cerré los ojos unos segundos, poco a poco recobraba mi sano juicio y el porque de todas estas cosas—. Ya está.
—Cuéntamelo todo —se sentó en la silla a un costado—. ¿Dónde está Devin?
—No he podido localizarla —me senté—. Fui a su casa, pero su padre me empapeló con cosas que ni siquiera venían a mi caso. Yo solo quería saber donde estaba ella.
—¿No te lo dijo?
—Te digo que me dijo de todo, menos su ubicación —repetí—. Y debido a sus comentarios ofensivos con respecto a su hija inicié la pelea, por suerte solo me mandó al hospital y yo lo mandé a la cárcel.
—¿Qué?
—Es un hombre violento, ni siquiera puede luchar limpio.
—Colby, Colby, Colby —repitió una y otra vez.
—No te enfades conmigo, lo importante ahora es buscar a Devin.
—La he estado llamando un par de veces pero tampoco me ha respondido. Está fuera de la línea de servicio.
—No, no puedo quedarme así —negué—. Conocí a su padre, es un hombre violento, demasiado como para herir sin tener remordimiento. Y Devin es demasiado frágil, puede caer en cualquier momento en las drogas otra vez. ¡No voy a dejar que eso suceda! —intenté levantarme—. ¡Si nadie la encuentra, yo lo haré! —hice una mueca, todo el jodido cuerpo me dolía y la bata solo me provocaba sentir frío.
La enfermera entró otra vez, –mis gritos debieron ser fuertes– y me hizo acostarme de nuevo como si fuese un anciano terco. Me tomó el brazo en contra de mi voluntad, miré como tomaba una aguja y me la inyectaba.
"No otra vez..."
Mi cerebro volvía a perder el conocimiento de las cosas.
—La encontraremos —escuché la voz de Chris por última vez y mi cuerpo se rindió al sueño forzado.
Devin Knox.
Encendí nuevamente el celular, algo en mi interior me decía que algo pasaba, algo estaba mal.
Miré la pantalla con llamadas perdidas de parte de Chris, eso era nuevo así que le devolví la llamada sin perder más tiempo.
—Por fin me contestas, Devin.
—Lo siento.
—¿Dónde te encuentras?
—En el hotel "Paradise".
—Te pido que vayas al hospital que esta en la calle Fireside, ahora mismo. No preguntes, solo hazme caso.
—Está bien —colgué y guardé el aparato en mi bolsillo.
Sin esperar más, salí corriendo de la habitación hasta llegar al ascensor. Gracias a mi brazo izquierdo era inútil con las acciones y cosas cotidianas que constantemente tenía que interactuar, me molestaba pero no tenía algún remedio para curarme de un día para el otro.
Llegué abajo, le avisé a Jeremías y seguí corriendo. No estaba muy lejos la dirección que me había dado Chris, por eso pude llegar en diez minutos.
Entrando, varios asistentes del hospital me preguntaron si necesitaba ayuda con mi brazo pero negué todas las veces que fueron necesarias. En cambio, llamé a Chris y su teléfono sonó detrás de mi.
—¿Chris? —me giré sorprendida.
—¡Devin! —profirió—. ¿Dónde demonios te habías metido? ¿qué pasa con ese brazo? —se acercó y acarició mis hombros.
—Larga historia —suspiré—. Mejor explícame porque me necesitabas aquí.
—Ven conmigo —me abrazó por los hombros y comenzó a caminar por el pasillo hasta que entramos en una habitación. Estaba Colby todo arañado, raspado y lastimado.
—¿Qué pasó aquí? —miré al rubio.
—Te siguió... —no pronunció más.
Me acerqué lentamente a Colby, estaba profundamente dormido y acaricié su mano. Ese simple roce lo hizo abrir los ojos, no se exaltó ni nada de expresar una emoción efusiva, lo habían sedado y de eso estaba segura.
Por un lado, se los agradecía.
—¿Cómo estás? —acaricié sus dedos, no quería saber lo que le había pasado. Ahora entendía porque no le gustaba ver que alguien más me golpeara.
—Preocupado por ti —respondió, su voz era grave, tenía la boca seca.
—Ya estoy aquí —intenté regalarle una sonrisa, pero fue inútil. No me gustó verlo así, no quería verlo así nunca más—. Lo siento.
—¿Por qué?
—Por negarme a responder tus llamadas —susurré—. Al menos te hubiera mandado un mensaje avisándote que estaba bien.
—Hubiera sido muy útil.
—Lo sé —bajé la mirada—. Ahora.
—¿Qué sucedió con tu brazo?
—Me empujaron y caí mal, nada grave.
—Chris, pide que la revisen —habló más fuerte.
—Claro —se acercó y me volvió a tomar por los hombros, alejándome lentamente de Colby—. Él estará bien, nada que la morfina no solucione.
—Lo están drogando.
—Solo dos veces.
Salimos de la habitación y me llevó a otra vacía, ahí me dejó sentada mientras él iba por ayuda. Solo me dio tiempo para quitarme la venda que usaba como sujetador, cuando un hombre bastante joven se acercó a mi y tomó mi brazo suavemente.
Levanté la mirada, mirando todo lo que hacia sin tener vergüenza.
—Tomaremos una radiografía, ¿te parece?
—Lo que diga, usted es el médico —me encogí de hombros sin ganas. Me bajó de la camilla y me encaminó hacia otro lugar, esta vez más pequeño con un aparato extraño.
Me hizo recargar el brazo en diferentes ángulos, se dirigía detrás de una pared y segundos después volvía a mi hasta que por fin me dijo que habíamos acabado.
Me dejó con Chris, se excusó para poder ir a ver mis exámenes y yo inicié una conversación con el canadiense.
—¿Qué le sucedió a Colby?
—Tuvo una lucha callejera con tu padre, según porque éste te había insultado. Insultado a la mujer en general, y sé que no lo soportó debido a que tú le has inculcado esa idea feminista en su cabeza —sonrió. A diferencia de él, no sabía si tomarlo como algo bueno o algo malo.
—¿Dónde está él ahora?
—En la cárcel, alguien llamó a la policía y como vieron que Colby estaba más herido lo tomaron como la víctima. O eso es lo que he deducido yo hasta ahora, con todas las narraciones distintas que he escuchado.
—Entiendo... —me quedé mirando un punto fijo—. Está muy herido.
—Y aún así solo quiere que te vean a ti —se sentó a mi lado en la camilla—. No entiendo de donde saca toda esa empatia y preocupación por los demás.
—Ni yo... —suspiré.
Tiempo después volvió el médico con los resultados, por suerte no estaba roto, solo debía ponerme una bolsa con hielo cada vez que me doliera y pasarme por toda la zona un gel para los dolores musculares.
Le dí las gracias con un abrazo, no quería que me dijera que debía usar yeso. Era una gran noticia.
Volvimos con Colby y esta vez estaba más despierto, estaba viendo la televisión. Cuando nos vio me dedicó toda su atención.
—A tu padre le gusta pelear verbalmente, es peor que Eminem —soltó una risotada—. Y lo mandé a la cárcel, veamos si allá puede hacer lo mismo —sonrió llevando una de sus manos a su boca, seguía drogado. No podía decirle nada o llevarle la contraria.
Solo sonreí y a la misma vez negué con la cabeza, ese gesto siempre le demostraba que me divertían sus comentarios.
Miré a Chris como se distraía al mirar la puerta, segundos después se adentró un policía a la habitación y se paró al frente de Colby.
—¿Qué sucede oficial? —le pregunté.
—Nada grave señorita, no se preocupe —llevó ambas manos detrás de su espalda—. Señor Colby Lopez, vengo de la comisaría —lo miró—. Queremos saber si usted desea hacer la demanda hacia el señor Amadeus Knox por lo sucedido en los acontecimientos que presenció temprano el día de hoy.
Lo miré y Colby me miró.
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