45. Dos cosas.
Las luces se apagaron y solo pude sentir como me sujetaban varias manos arrastrándome lejos de Seth, intenté zafarme pero no veía nada y no tenía idea para donde correría.
—¡Suéltenme! —comencé a gritar, pero nadie me respondía—. ¡Si me quieren sacar solo necesitan decírmelo! —seguí forcejeando hasta que me sacaron fuera del coliseo sin decir al menos una palabra.
"Grandioso"
Pensé mirando mi entorno.
Luego de unos segundos, mis dedos se posaron en mis labios y comenzaron a recordar aquella escena. A recordar esa sensación tan dulce y suave que me había dejado desorientada, mi cuerpo seguía ardiendo.
"¿Ahora estás segura de lo que sientes?"
—Eso creo —mordí mi labio y comencé a caminar hasta la parada de buses, buscaría un hotel cercano y a la mañana siguiente volvería a casa. Era la única opción—. Ahora con que cara lo voy a mirar.
"Con la única que tienes, cariño"
—No sé si pueda hacerlo, no después de eso —me senté a esperar lo primero que pasara, pero no había rastro de vehículos—. No sé si deba volver a su casa.
"¿De qué hablas? No, ya te volviste loca. ¡Fue él quien te besó, él debe sentirse avergonzado! Y no lo está, porque quería hacerlo"
—Por una extraña razón me siento avergonzada.
"De verdad que has perdido tu valentia."
—Así es —miré el cielo y este se veía que iba a llover, tenía que refugiarme—. ¿No conoces algún hotel?
"Hay uno cerca de aquí"
—Vamos a el.
Le hice caso con las indicaciones, las primeras gotas habían comenzado a caer encima de mi, al momento en que iban a empeorar yo ya me encontraba cruzando las puertas y pidiendo una habitación.
Por suerte el recepcionista no sabía quien era y me entregó la llave amablemente, un hotel muy humilde.
Subí las escaleras hasta llegar al segundo piso, busqué con la mirada el número de mi habitación; número veintitrés y me acerqué a ella hindiendo la llave en la cerradura, giré la perilla lentamente encontrandome con un diseño sobrio y muy pasivo. Definitivamente me gustaba.
Pasé cerrando detrás de mi, miré el reloj colgado sobre la pared e iban a ser las doce de la noche, la lluvia se podía escuchar como bajaba de las nubes y chocaba contra la acera con fuerza. Mi cuerpo junto a mi ropa estaban algo húmedos y me estaba comenzando a dar frío.
"Sólo será una noche"
Me comencé a repetir intentando recostarme sobre la cama, por más frío que tuviera no podía dejar de pensar en ese cálido beso que por un instante se apoderó de mi alma y mi cuerpo.
Esas imágenes en mi cabeza provocaron que mi cuerpo entrara en calor, ya no sentía frío ni siquiera en los pies. Sobé mis manos por última vez y cerré los ojos esperando caer en el sueño.. pero no sucedió. La puerta lo impidió.
—¡Ya voy! —exclamé para que dejara de golpear. Abrí la puerta y era él, estaba empapado pero no parecía importarle ni siquiera un poco—. Colby, ¿qué haces aquí? —pregunté mirando como las gotas caían desde su cabello directo al suelo.
—Le conté al cielo lo mucho que te amo y también comenzo a llorar —cerró la puerta detrás de él, acercándose lentamente a mi.
—P-Por favor, no te acerques —pedí retrocediendo—. No me digas que me amas.
—¿Por qué no?
—Porque puede que yo te responda con lo mismo —tragué pesado y él sonrió alcanzando sujetar mi rostro con una de sus manos.
—No es un problema para mi —acarició mi mejilla, sus dedos estaban tan fríos que un escalofrío recorrió mi cuerpo desde los pies a la cabeza. No podía seguir alejándome de él, mis pies ya no se movían y mis ojos solo lo miraban deseando que no se tardara más.
—Hazlo, antes de que sea yo quien tome la iniciativa y termine haciéndote algo que luego no te gustará —cerré los ojos y acaricié la mano que tenía en mi mejilla.
Su otra mano sujetó el otro extremo de mi rostro y unió sus labios con los mios, estaban tan cálidos y deliciosos que no pude frenar mis instintos de introducir mi lengua por toda su boca. Sus manos bajaron a mi cuerpo y acariciaron mi piel por debajo de toda prenda, mis manos hicieron su trabajo sujetandolo por el cuello.
A pesar de que yo pensara que era alto no era así, solo eran centímetros de diferencia y podía tirar de su cabello todo lo que quisiera.
De repente se detuvo, lo miré confundida pero me hizo sentar sobre la cama y él se paró al frente de mi.
Tomó mis manos y las recargó sobre sus caderas a medida que se quitaba la camiseta por los hombros, desde ese momento el frío y la lluvia me importo muy poco. Solo quería tocar su cuerpo y sentirlo junto al mio entre las sabanas.
Volvió a tomar mis manos guiandolas esta vez a sus pantalones, primero que nada pasé mis dedos por su sobresaliente masculinidad y Colby dejó salir un jadeo. Abrí sus pantalones viendo su ropa interior y bajé todo lo que me impedía poder ver su obra de arte, haciendo que este saliera disparado frente a mi.
Mordí mi labio deseando tocarlo, por suerte este hombre leía mi mente todo el tiempo y no tardó en tomar mi palma para pasarla por toda su longitud. Estaba caliente, suave y palpitante. Sus jadeos comenzaron a ser más constantes, pasé mi dedo suavemente por aquella punta y Colby me detuvo o se correría en mi mano antes de tiempo, su rostro lo demostraba todo.
Terminé de quitarle los pantalones, dejándolo desnudo frente a mi y él decidió ocupar mi lugar, parandome yo esta vez.
—¿Te gustan las cosas lentamente, verdad? —le susurré casi en los labios.
—Me he estado muriendo por este momento, disfrutar de la agonía no hace mal —me besó casi devorando mis pequeños labios.
Me alejé de su cuerpo y me quité la camiseta mostrandole la venda que traía puesta, le entregué la punta y lentamente la fue desenrrollando de mi pecho hasta que la presión que infringía desapareciera. Me sentía aliviada y a la misma vez no tenía vergüenza de mostrarme tal y como era frente a Colby, era algo que no había sentido antes por nadie.
Sus manos bajaron a mis pantalones, mientras él los desabrochaba aproveché para quitarme las botas y mi tamaño disminuyó unos centímetros. Colby sonrió al darse cuenta, abrió mis pantalones y los bajó lentamente con todo a su paso, ya no me incómodaba, de hecho me gustaba que me viera desnuda.
—Eres aún más hermosa sin nada de vergüenza —susurró y se sujetó de mis caderas, comenzando a dejar besos humedos por todo mi abdomen, al llegar a mi ombligo me hizo cosquillas y no se detuvo hasta escuchar mi risa. Acaricié su cabello que poco a poco se secaba y me entregó un pequeño trozo de aluminio —Haznos el honor —añadió. Sin dejar de mirar sus ojos, rompí la envoltura y le entregué el contenido de vuelta en sus manos.
Comenzó a gatear por toda la cama hasta llegar a la cabecera, abrió las mantas y me pidió acercarme a él. Subí encima de su abdomen y me entregó las sabanas para cubrir hasta nuestras cabezas. Lo miré y él sonrió llevando sus manos hasta su intimidad, pude sentir como se ponía el preservativo y segundos después me pidió bajar lentamente.
Mis manos dejaron las sabanas hasta la parte trasera de la cabeza de Colby y luego se recargaron en su cuello a la misma vez que sus cálidas manos sujetaban mis caderas para poder entrar en mi. Gemí cuando estuvo dentro completamente y se quedaba en esa posición unos segundos.
—Solo dime que me amas —susurró en mi oído dejando pequeños besos por toda mi mandíbula, sus manos acariciaban mi parte trasera.
—Te amo —le dije lo que quería, pero no para complacerlo. Sino que me había dado cuenta que era verdad—. Te amo más de lo que podría haber llegado a imaginar —lo miré y lo besé disfrutando cada diminuto espacio de su boca, mis caderas también hicieron de su parte y comencé a hacer fricción adelante y atrás lentamente pero con mucha firmeza. Los sonidos de la lluvia eran encantadores.
Sus labios se separaron y comenzó a respirar por la boca, se sentía maravilloso incluso mejor que todas mis otras experiencias juntas. Esto era real y no solo sexo pasajero.
Colby comenzó a gemir cuando lo hice un poco más fuerte, sus manos apretaban mis muslos a cada lado y sus palabras sucias eran melodía en mis oídos. Su boca mordió mi cuello de un momento a otro y mi espalda se arqueó al igual que mi boca no dejó de quejarse.
—Si, demonios... no te detengas —gruñó dejando marcas en mi piel, cuando se enojaba era el mejor momento.
Le hice caso y en una de aquellas embestidas, sentí como tocaba mi centro. Mi cuerpo se estremeció y Colby tomó las riendas haciéndolo de esa misma forma, tocaba mi centro una y otra vez regocijandose de mis gemidos desenfrenados. Mis manos temblaban en su cuello y mis pies se retorcian. Había encontrado la clave para hacerme disfrutar.
—Eso... con fuerza... —no controlaba mis palabras—. ¡Ah! —apreté los ojos cuando me hizo caso y esa sensación fue más intensa. Cubrí mi rostro en su cuello, mis ojos ya no podían mantenerse abiertos y poco a poco saciaba por completo esa corriente eléctrica que corría por mi cuerpo cuando tocaba mi centro. Nadie había alcanzado tocar esa parte en mi como lo hacía él repetidas veces.
Ambos sabíamos que no faltaba mucho, por lo que decidió cambiar la técnica y se dedico a bombear. En ese momento ya no sabía en que realidad estaba, ni siquiera recordaba quien era yo y me hizo sentir aún mejor ser estúpida por un momento.
El calor recorrió todo mi cuerpo hasta llegar a mi rostro y lentamente sentí como el éxtasis se reventaba dentro de mi como una piñata cuando su virilidad tocó fuerte el lugar indicado, mis manos intentaron apoyarse sobre su pecho mientras Colby seguía hasta poder llegar también y lo logró gimiendo fuertemente. Mis manos se dirigieron rápido a su boca para que no terminara de gritar, no estábamos en casa y podían oirnos.
—Sh-hh... —hasta ese sonido me salía entrecortado, Colby solo se rió y tomó de mi cuerpo recostandome sobre su pecho. Su mano derecha acarició mi espalda y la otra acarició más abajo.
Comenzaban a pasar los segundos y aún tenía una pregunta—. ¿No te levantarás?
—¿Por qué debería? —preguntó de vuelta con su voz más ronca.
—No lo sé, es... —intenté explicar pero no quise continuar. "Lo que siempre hacían los hombres cuando estaban conmigo".
—Yo no me voy a levantar, yo quiero estar contigo —besó mi frente—. Tampoco voy a tomar una ducha, porque te he hecho el amor y quiero estar impregnado con tu esencia.
—¿Eso quieres?
—Todas las veces —hizo círculos en mi espalda—. Porque no hay percusión más grande, piel más ardiente, corazón más inagotable y labios más complacientes, que los de una mujer enamorada.
Eso me había dejado sin palabras.
—Así que no, no me voy a levantar —levantó mi barbilla y me hizo mirarlo, lentamente sus labios me hicieron compañía y ese amor que logró transmitirme me demostró que no mentía.
Me salí de la posición y Colby se sacó el desecho, no me dejó mirar pero lo dejó caer a un costado del suelo. No se levantó y me siguió abrazando pero esta vez decidió girarme pudiendo así, abrazarme por la espalda. La lluvia había cesado.
—¿Qué crees qué suceda mañana? —le pregunté.
—Chris me quitará las dos cosas que más amo.
—¿Cuáles?
—Tú —me beso el cuello—. Y mi salchicha.
—¿No sabe que estás aquí? —reí.
—Por lo que él sabe, yo me fui a casa y no a buscarte para tener una noche de pasión.
—Bueno, si no se entera... no hay nada que temer.
—Eres tan sucia y mala, Devin Knox —me comenzó a hacer cosquillas, mi risa era inevitable pero no muy escandalosa—. Me enciende tu jodida forma de ser.
Sus cosquillas me hicieron girar otra vez. Llevé mis brazos a su cuello, su mano se recargó en mi cintura sin mucho que hacer, en vez de eso la tomé y la puse encima de uno de mis pechos.
Humedeció sus labios y comenzó a apretar, a lugar con ella sensualmente. No lo haríamos de nuevo pero eso no quería decir que no nos divertiriamos.
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