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42. No, no lo hagas.

—¿Y? —le pregunté cuando volvió a mi y Chris se marchó sin despedirse.

—Todo arreglado —se sentó en la silla apoyando sus antebrazos sobre la mesa—. Solo me dejó un recado para ti antes de irse.

—¿Cuál?

—Te parece si te lo explico con objetos, ¿mm?

—Bueno —le hice un movimiento con los hombros. Ella se puso de pie, fue al refrigerador y miró que podía tomar.

—¿No tienes donas?

—No.

—Bueno, esto será suficiente —sacó una salchicha y se volvió a sentar—. Mira atentamente —dijo concentrada. Con su mano derecha usó el índice y el pulgar para hacer un circulo y metió la salchicha, la volvió a sacar y la partió en varios pedazos.

—Qué explícito —hice una mueca agrandando los ojos.

—Sus palabras fueron peores —dejó los trozos a un lado y comenzó a comer uno por uno.
Era tan sucia y no se daba cuenta.

—Pero bueno, no te preocupes. No dejaré que te toque cuando no has hecho nada malo y sé que no lo harás de todos modos.

—Soy inocente —levanté las manos a cada lado—. No puede decir nada ya que él aceptó que te trajera a mi casa la noche pasada, incluso te insistió.

—Buen punto.

—Lo sé —le guiñé un ojo y ella sonrió de lado—. ¿Le pediste que fuera por algo de ropa a tu departamento?

—Prefirió tomar la opción de comprarme ropa nueva y dejar toda esa atrás, por el mal pasado que tenían.

—¿Qué pasará con tu semana de servicio comunitario si te la dan?

—Lo haré.

—¿Segura?

—Claro, será bueno salir a limpiar las calles, ir a visitar a los ancianos y todo lo que se debe hacer por un bien mayor —se encogió de hombros—. Me he librado de haber muerto en la cárcel solo por ser una celebridad y eso no es justo, creo que les debo algo.

—Que buena persona. —miré mis manos y luego a ella.

—¿Eso crees? —me miró y yo asentí—. Estás equivocado —se puso de pie y salió de la cocina dirigiéndose al baño. Tenía las intenciones de seguirla pero lo volví a pensar y me retracté, tal vez necesitaba algo de privacidad.

Tenía que reprimir esas ganas de estar junto a ella todo el tiempo, era una necesidad. Necesitaba hacerlo para poder estar tranquilo de que no intentará hacer nada contra ella, contra su cuerpo y su salud.

Decidí lavar los trastes, eso me haría olvidar la situación. Tomé la esponja en la mano y la comencé a pasar por el primer plato hasta quitarle los restos de comida, las migajas y todo tipo de mancha.
Mi boca intentó tararear una canción y sin mucho esfuerzo pude hacer que sonara idéntica, incluso yo mismo me había sacado una sonrisa. Hasta que algo no comenzó a estar bien.

"Mierda"
Fruncí el ceño molesto y dejé todo lo que hacía, saliendo de la cocina.
Me dirigí al baño donde se encontraba Devin y abrí la puerta, por suerte esta no estaba cerrada con seguro.

—Entrégame eso —ordené estirando mi mano.

—No —se alejó de mi.

—¡Entrégamelo! —me enojé y me acerque a ella hasta quitarle todas las opciones de poder huir de mi.

—¡Que no lo haré! —lo escondió.

—¡Devin, solo te harás más daño!

—Estoy muriendo lentamente, eso es muy doloroso y me ayuda a poder sentir algo en esta maldita vida —exhaló.

—¡Ese olor es asqueroso! —cubrí mi nariz—. ¡Entrégame el maldito porro, Devin!

—¡Ya te dije que no! —me gritó más fuerte.

—Bien —me había hecho enojar, por consecuencia, se lo arrebaté sin ser ni un poco delicado y lo tiré al inodoro—. Deja de meter mierda en tu cuerpo Devin, por favor entiéndelo. Hay más formas de poder sentir algo en esta vida, las drogas solo te harán sentir cosas que luego odiarás.

—¿Pero qué esperas de mi, Colby? —jaló su cabello con una mano—. Soy una drogadicta, no se puede dejar de un día para el otro y aunque quisiera dejarlo no podría. Me ahogo cuando no lo hago y nadie puede salvarme de mi misma —una de sus manos se enrolló en su cuello imitando la acción de estarse ahorcando—. No entiendes porque nunca te ha pasado y nunca te va a pasar. Eres consciente de las consecuencias que traería hacer lo que yo hago, te has salvado.

—Y tú también puedes hacerlo.

—No puedo. Estoy marcada —exclamó—. Y mientras esté aquí voy a seguir intentándolo aunque estés observándome las veinticuatro horas del día.

—Suerte para ti, no me dejo vencer tan fácilmente.

—Ese es mi temor.

Se abrió paso ante mi y salió del baño, sabía que quería lavar algo de ropa pero las ganas la habían dominado.

Mis dedos quedaron pasados a ese putrefacto olor. Me acerqué al lavamanos y me lavé, pero nada de ese olor desapareció. Era demasiado asqueroso además de ser fuerte.
No entendía como ella podía soportarlo y mucho peor cuando lo aspiraba, no sé que le veía de bueno.

Suspiré algo frustrado y decidí lavar su ropa primero, los trastes pueden esperar.




.

—Devin —la llamé por el pasillo, no había salido del baño desde que había entrado, por esa razón ella podía haber estado en cualquier parte de la casa. No podía haberse drogado ya que yo había confiscado todas sus drogas la noche pasada—. Devin —volví a llamar acercandome a la sala, pero no escuché respuesta o aparición de ella.

Seguí caminando y la vi recostada en el sofá con los ojos cerrados, se había dormido. Entendía su motivo.

—Eres todo un caso, Devie —me senté a su lado y acaricié su cuerpo con cariño, me gustaba cuando no sufría y se veía pacífica como cualquier otra persona con una vida perfecta. Ella podía tener lo que quisiera, pero no era feliz y solo yo podía darme cuenta de ello.

La seguía observando, hasta que me dí cuenta que tenía rasguños en todo su cuerpo. No necesitaba pensar mucho para darme cuenta que se había rasguñado por la ansiedad que le causaba el no sentir el veneno correr por sus venas.
Humedecí mis labios y como sabía que ella tenía el sueño pesado, decidí dejar besos en sus brazos donde se había rasguñado con tanta fuerza que parecían rallas de crayones. Una sonrisa se dejó ver en sus labios, sabía que soñaba con alguien más pero por ahora no me molestaba.

Cuando acabé tenía las intenciones de llevarla al cuarto y recostarla en mi cama, pero el sonido de la puerta me obligó a no tomarla aún.
Me acerque a la puerta y la abrí, encontrándome nuevamente con Chris pero esta vez traía bolsas. Suponía que era ropa para Devin.

—Hey —le dije, pero su mirada me demostró todo. Así que tomé las bolsas de sus manos y le cerré la puerta lentamente sin alterar su estado.
Eran varias bolsas que solo pasé directamente a la habitación que había dejado para Devin y las dejé sobre la cama para que pudiese verlas cuando entrara en alguna ocasión. Volví a salir de ahí regresando con ella, ya era más de medio día y no había comido nada por varias horas, no sabía si despertarla o cargarla hasta la habitación para que estuviera más cómoda y Kevin no la despertara con sus ladridos de inseguridad que aún sentía.

Me paré a un costado para pensar y después de meditarlo, decidí cargarla en mis brazos hasta mi habitación. Sentía una seguridad inmensa al darle mi cama, anoche fue una de las mejores noches para ambos y obviamente, quería repetirlo.

—No... —se quejó arrugando la frente cuando su espalda tocó el colchón—. No quiero... —apretó mi nuca, sabía que no me iba a soltar.

—Devie, es más cómodo que estar en el sofá —le susurré intentando dejarla otra vez ahí, pero seguía sin conseguirlo.

—No, yo quiero estar en tus brazos —susurró de igual forma. Ahora no sabía si me decía a mi, estaba en sus sueños o escuchaba mis palabras con la voz de otra persona.

—Tengo que ir a prepararte algo para comer cuando despiertes —insistí.

—No quiero —se quejó.
Le hice cosquillas en las costillas, ella carcajeó y me soltó dejándose caer sobre el colchón.

—Ya está —sonreí algo cansado.

Estaba a punto de alejarme, pero sus manos me sujetaron con más fuerza de la que creía y me abrazó por el cuello otra vez.. solo que mi cuerpo también estaba sobre el de ella, recargándome para no aplastarla. Apoyando mis caderas sobre las suyas, ese simple contacto me remeció por completo el estómago. Estaba a mi disposición y yo solo quería ser su protector, no su abusador.

Comencé a debatirme en besar sus labios o simplemente intentar liberarme de su agarre e ir a la cocina por una bolsa con hielos para bajar este calor. Pero no tuve la oportunidad ni siquiera de pensarlo, porque sus labios intentaron venir al encuentro de los mios y su agarre era mucho más fuerte.

"Hazlo"
Mi mente comenzó a decidir, pero mi sentido común renegaba una y otra vez porque quería que fuese especial, o que al menos ella estuviese consciente de que se trataba de mi y no del difunto.

"No, no lo hagas"
Ahí estaba esa otra voz, pero mi tiempo se agotaba.

Sus labios rozaron muy poco los míos, mezclando su respiración y mi corazón se exaltó haciéndome temblar.
Si ella seguía hasta conectar nuestros labios como un rompecabezas, no me iba a detener hasta hacerla parte de mi.

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¿Cómo están? ¿les gusta hasta ahora? ☺

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