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35. Maldito demonio.

No creí que aceptaría viajar conmigo, creí que me tiraría al suelo al primer intento, pero no fue así.
Traté de conversar con él, pero fue muy poco lo que saqué de sus labios.

Luego al viajar, no me dijo nada y fue él quien pagó todo. Pero me dejó buscar los asientos, elegí la ventana como toda persona que adora mirar el paisaje y no el pasillo.
Lo esperé y se sentó a mi lado, me hizo una sola pregunta con su tono de voz tan serio, le respondí con un movimiento de cabeza y se acomodó en su asiento, recargandose hacia atrás sin importar quien más estaba.

—¿Sabes qué eres odiosa? —preguntó de la nada. Dejé de mirar la ventana y me giré a mirarlo, estaba algo cansado pero se veía adorable.

—A nadie más le ha malestado esa cualidad de mi persona —me acomodé—. Soy un maldito mosquito que no se detiene hasta conseguir lo que desea, que es chupar sangre y luego dejarle la comezón a mi víctima para que me recuerde —me levanté de mi puesto y miré si se encontraba alguien detrás de mi. Había un hombre con aspecto de amargado, volví a mi lugar e hice lo mismo de Colby con las intenciones de molestar al hombre.

«¡Idiota!»
Gruñó el hombre.

—¿Ya ves? Por eso soy Devin Knox.

Colby me miró tan silencioso como siempre, no siempre decía algo pero le gustaba mirarme.

—Daría lo que fuese por leer cinco segundos esa mente —bostecé cubriendo mis labios—. Algún día me tendrás que decir que piensas.

—¿Por qué ha de importarte?

—No lo sé, soy muy curiosa.

—Entonces no es motivo para que yo lo haga. Además, veo que poco a poco tus reglas se van resquebrajando.

—¿Cuál de las tres?

—Dos. Eres tú quien se acerca a mi aún cuando yo no le he pedido algún favor.

—¿Qué esperas que haga? Hace un tiempo para mi no era problema estar lejos de ti, pero este trabajo te obliga a tener más de algún aliado y sabes que yo no conozco a nadie —no me demoré en pensar mi respuesta—. Y no porque eres el más fuerte de todos, sino por el hecho de que sabes mi secreto y en algún momento me puedes delatar como la vil rata que fuiste en tus vidas pasadas.

—Bien, no es necesario que me ofendas.

—No lo hago, solo te estoy siendo sincera.

—A veces duele.

—Vaya. En un mundo lleno de hipócritas, los honestos somos los malos.

—No voy a discutir contigo —se acomodó y cerró los ojos ignorandome completamente.

—Vale, puedo notar que estas en tus días —me crucé de brazos y me giré hacia la ventana, dándole la espalda.
Iba a tomar una de las mantas que se encontraban arriba, donde se ponían las maletas o los bolsos pero luego recordé que como eran públicas podían tener de todo, hasta orina, así que taché esa idea y me cubrí con las manos. De todos modos, las ventanas estaban cerradas.







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«...Estamos a punto de llegar, vayan tomando sus cosas. Solo nos quedan cinco minutos»

Escuché la voz de un hombre desde el frente. Apreté las manos como siempre lo hacia cada mañana, como si fuese un gato y unos quejidos me hicieron fruncir el ceño pero a la misma vez, volver a apretar para asegurarme de haber escuchado eso. Aún tenía los ojos cerrados, por esa razón no sabía ni en donde me encontraba.

Cuando los abrí, me dí cuenta que mi mano estaba sobre el pecho de Colby y lo había estado apretando como cualquier cosa. Levanté mi cabeza y a unos centímetros se encontraba su rostro, tan sereno y dormido.

Seguí mirando y nuestros cuerpos estaban cubiertos por una manta de las que tanto odiaba, sin tener la necesidad de añadir que una de mis piernas estaba encima de las suyas y su mano descansaba en mi cintura como si tratase de darme calor.

Aún no reaccionaba.
Aún no recordaba donde estaba.

—¿Ya llegamos? —preguntó somnoliento y un poco moroso.

—Eso creo —restregué mi ojo derecho—. No recuerdo mucho y antes de que me altere, quiero que me digas porque me encuentro sobre ti. Abrazándote como si fueses un ser importante para mi.

—Tenías frío y te negabas a tomar una manta —me miró—. Luego de varios minutos, supongo que estabas dormida, te giraste y me llamaste con otro nombre, abrazándome de una forma extraña... no lo sé. Como si yo fuese a desaparecer y querías evitarlo —estiró sus músculos—. ¿Dé quien se trataba?

—Regla número tres —lo solté, reincorporándome en mi asiento—. Y no te atrevas a contradecirme.

—Vale, solo te preguntaba porque en ese momento me preocupaste.

—No te preocupes por mi —inspeccioné mis bolsillos para asegurarme que tenía todas mis pertenencias—. Siempre estaré bien.

—Eso es lo que me asusta, que siempre estés bien.

—Soy una persona feliz con su vida, no voy a decirte que estoy mal —me encogí de hombros—. Tú sigue tu vida y planea mis próximos acontecimientos en el trabajo, no es muy difícil.

—Bien —respondió ocultando su resignación. Tomó la manta y la dejó en su lugar, luego la gente comenzó a bajar. Como siempre, esperé hasta poder ser la última para que nadie fuese capaz de empujarme y reaccionarle de mala manera.

No miré a Colby, su humanidad fue la primera en salir e ir por su maleta.
Cuando estuve abajo, este ya iba a varios metros más lejos. No conocía mucho este lugar, por lo que simplemente hice lo mismo que al principio.

—¡No otra vez! —se quejó—. ¡Mi espalda no es un juego didáctico para gatos, así que retrae las garras!

—No me grites idiota, que estoy cerca de ti. ¡No estás en el campo! —apreté mis piernas en sus caderas—. Y no creas que dejaré que te marches, no conozco este lugar y es tu deber llevarme sana y salva a mi departamento.

—¿Por qué no llamas a tu noviecito para que venga a rescatarte? Porque yo no tengo tiempo para pasar mi día contigo, tengo planes, tengo una vida si no lo sabías. En donde no te incluyo, solo a la hora de trabajar —siguió caminando.

—Está ocupado.

—Si, claro. Si andar caliente todo el tiempo le llamas ocupado... claro, porque no —dijo con sarcasmo.

—¡Deja de andar tan odioso!

—¡Tú me pones odioso! ¡no puedes hacer nada por ti misma, madura!

—¡Está bien! —me bajé de su espalda—. Vete a la mierda, bien lejos de mi. Yo veré como llegar al infierno por mi cuenta —me quedé de pie mirándolo, éste se giró y me miró serio—. ¡Qué esperas! ¿un beso de despedida? ¡púdrete y vete ya! —le mostré mi dedo medio. Me había sacado de mis casillas y cuando eso sucedía mandaba todo a la basura.

Le dí la espalda y después sentí como las ruedas de la maleta hacían ruido lejos de mi. Suspiré tratando de controlar mi temperamento, sobé mis ojos pensando una y otra vez: "que buen inicio para esta mañana".
No tenía otra alternativa que hacer lo que me había sugerido de mala manera, llamar a Levi.

—Dev —respondió al primer tono—. ¿Dónde te encuentras?

En el aeropuerto.

Voy enseguida por ti.

Gracias —sonreí y colgé, no necesitaba explicarle nada.

Volví a guardar el celular en mi bolsillo y me senté en el lugar más cercano que tenía de la salida, así Levi me encontraría fácilmente.

Comencé a jugar con mis dedos, esa era mi costumbre cuando me aburría. No era como las demás chicas que tocaban las puntas de sus cabellos, observar si tenía las puntas partidas o si debería cortármelo. No. Me resultaba "nena", muy "nena".

También mi garganta hizo sonidos recordando una antigua canción, a medida que iba transcurriendo iba recordando aún más y eso me hizo navegar por mi cabeza sin importar lo que sucedía a mi alrededor. Siempre perdía la noción del tiempo y eso a veces lo podía usar a mi favor.

—Dev —escuché su voz a lo lejos.

—Levi —levanté la mirada—. ¿Tan rápido?

—No quedaba muy lejos.

—Me hubieras dado instrucciones y así no te molestabas en venir —me puse de pie.

—Quería venir, no me pidas excusas —tomó mi mano y salimos del lugar caminando lentamente—. ¿Cómo te fue?

—Creí que lo verías por la televisión.

—No tuve tiempo, discúlpame por ello.

—No te preocupes —miré el entorno tratando de pensar como comenzar a contarle—. Golpeé a Roman Reigns.

—¿Qué? —me miró con un ceño entre divertido y sorprendido.

—Le quitó la carrera a Taker, ¿cómo esperabas que reaccionara? Sé que fue actuación, pero en ese momento fue lo único en que pensé. Salir a escena y golpearlo frente a toda la gente, con golpes limpios y certeros —respondí segura—. Su rostro quedó deformado.

—¿Nadie te detuvo?

—Si, cuando ya estaba por terminar.

—Eres una mujer imparable.

—Sabes que soy capaz de matar —lo miré y él sonrió respondiendo lo mismo—. Estaba hecha un manojo de nervios que fueron aplacados después de conversar con el hombre muerto detrás de backstage.

—¿Te regaló un minuto de su tiempo?

—Más que eso —me emocioné al recordarlo, pero no se lo demostraría.

Seguimos charlando tratando de hacer más corto el camino a casa, Levi no me respondía mucho pero lo que necesitaba era un oído comprensivo y él me lo brindaba sin poner quejas. Eso me gustaba.

—¿Vas a ir esta noche? —me preguntó tocando el botón del ascensor, ya habíamos llegado.

—Sería lo ideal. Tener una lucha después de WrestleMania y conseguir la victoria, no le vendría nada mal a mi salud —me apoyé en una de las paredes del reducido espacio.

—Patear traseros ajenos.

—Tú lo has dicho —reí y se acercó a mi, poniéndose al frente.

Bad ass sonrió de la forma que siempre me gustaba y apoyó sus manos a los costados de mi cabeza.

"Bad ass", esa frase otra vez.

Stay bad ass, baby —mordí mi labio sin quitar las manos de mis bolsillos. Levi se acercó lentamente y me besó con urgencia, como si no los hubiera probado hace años cuando solo pasó un día. Como si alguien más me hubiera besado pero eso era casi imposible, porque... seamos realistas, ¿quién más quisiera besar a esta mujer con cero interés por la vida, sarcástica e irónica? Solo Levi.

Su cuerpo se pegó al mio, dándole igual si llegabamos al piso y su boca comenzó a dejarme sin oxígeno. Trataba de respirar por la nariz pero ese poco aire que recaudaba él me lo quitaba.
No tuve otra opción que sacar una de mis manos de mis bolsillos y llevarla a su mejilla, para así separarlo suavemente. Por suerte el ascensor se abrió y Levi me liberó.

—¿Estás bien? —le dejé un casto beso en sus bellos y rojos labios.

—Solo un mal día —tomó mi mano y salimos de ahí—. Quería verte y tranquilizar mi alma, eso es todo.

—¿Quieres hablar de ello?

—No por ahora —miró el suelo—. Quiero recostarme en la cama y poder escuchar tus fantásticas historias de sucesos inesperados.

—Con un dulce cigarrillo entre los dedos.

—Necesitaba escuchar eso de tu parte.

—Y ver como nos quemamos lentamente —tomé las llaves de mi departamento y al simple hecho de abrir la puerta, Levi me subió en su hombro—. Oye, debo cerrar la puerta —reí y él la cerró con el pie, siguiendo su camino a mi habitación.

Me tiró sobre la cama, por suerte esta era suave y fue divertido, como si estuvieramos prácticando lucha libre.
Cerró la puerta y se recostó a mi lado.

—¿Y los tubos cancerígenos? —le pregunté y sin decir palabras, los sacó de su chaqueta de estilo militar.

—Estos nos darán felicidad —me entregó uno, puso otro entre sus labios y con el encendedor los prendió—. Estoy listo para escuchar a la fascinante Devin.

—Bueno... —le dí una calada y lo mantuve en mis pulmones sintiendo como una parte de mi se iba.








.

—Adoro conversar contigo, Miles —llevé mis brazos debajo de mi cabeza utilizándolos como almohada—. Quitas todo mal de mi cuerpo, como si me purificaras.

—Has dicho en pocas palabras todo lo que quería decirte pero no sabía como expresarlo —se acercó a mi y me abrazó con fuerza, apoyando su frente en mi mejilla. Ambos nos sentíamos bien por haber desaparecido del mundo por unos segundos—. Eres la luna que aparece todas las noches por la ventana de mi habitación y me protege hasta que termina su turno... —susurró. Sonreí con los ojos cerrados y giré mi cabeza para besar su frente como le gustaba hacerlo conmigo.

Traté de descansar, pero a los segundos siguientes me dí cuenta que tenía que trabajar. Que tenía que volver a la triste realidad donde el mal humor se sentía todos los días.

—¿Qué hora es? —abrí los ojos de par en par.

—Deben de ser como las ocho —besó mi hombro—. ¿Por qué?

—¡Mierda, Levi! —me senté como el Undertaker y lo miré.

—¿Qué sucede?

—Tengo que ir a trabajar —pasé una mano por mi cabello—. Y estoy pasada a cigarrillos.

—¿Qué tiene? Lávate los dientes.

—Puede que hoy me hagan el control y como ellos saben, soy un hombre sano que se cuida porque piensa que las drogas son cosas del demonio —me puse de pie saliendo de la habitación—. ¡Voy a llegar tarde!

—Yo te llevo.

—¡No sé donde será!

—Descuida, déjame tu teléfono sin la clave y yo llamo a Colby.

Ignoré su comentario y fui al baño para asearme. Lo primero que hice fue mirarme en el espejo, lamentablemente no era algo de lo que me gustaba ver en ese momento.

—Rayos —comencé a blasfemar sin parar mientras trataba de no verme así. Lavé mi rostro, lavé mis dientes, humedecí mi cabello y como no podía hacer nada más para mejorar mi aspecto me resigné. Volviendo a salir—. Lev, por favor ordena mi mochila mientras me cambio de ropa —le dije al ver que estaba sentado sobre el borde de la cama. Este me hizo caso y sacó la ropa del closet después de que yo sacara unas cuantas prendas para ponerme en ese mismo momento.

Me puse lo más cómodo y cuando terminé miré a Levi, por suerte ya lo había hecho a la misma vez que me cambiaba. Ahora me miraba mientras me tendía el teléfono con las intenciones de que le mostrara mi patrón.
Le hice caso, lo desbloqueé y se lo pasé con el contacto de Lopez en la pantalla, solo debía tocar el botón verde.

Se llevó el celular al oído. Me crucé de brazos mirando lo que hacia y este me tiró un beso cariñoso.

—Hey Colby, soy Levi desde el teléfono de Dev —sonrió—. Exacto, por eso llamaba... Vale... vamos, si llega tarde y la necesitan, cúbrela... genial —colgó—. Todo listo.

—Gracias —suspiré—. Eres genial.

—Tú lo eres —se puso de pie y se acercó a mi, tomó de mi cintura.

—Me lavé los dientes, no lo hagas —sonreí cuando vi que sus labios ya casi tocaban los míos, pero él lo hizo de un solo movimiento. Atrapó mis labios, les quitó el sabor dulce y me soltó—. Te gusta cuando te dicen que no —le reproché, pero solo me mostró la goma de mascar que traía en su bolsillo. La tomé mirándolo con cara de ironía, como si eso fuese a solucionar todo.

—Vamos, antes de que se haga más tarde —tomó la mochila de la cama, colgándola de su hombro derecho.

—¿Qué te dijo Lopez?

—Que me asegurara de que no llegaras tarde —tomó mi mano.

—Foley era quien me cubría... —hice una especie de puchero al recordar—. Ahora quien lo hará por mi.

—Le pedí que lo hiciera él.

—No lo creo —guardé las llaves en mi bolsillo antes de salir del departamento. No estaba segura si él me iba acompañar o simplemente pediría un taxi, pero tampoco quería preguntarle.

Bajamos nuevamente con el mismo recorrido de la mañana, el día se me había ido volando y no me había dado cuenta. Simplemente habían sido horas para mi, y ahora me sentía como si no hubiera descansado durante toda la noche.

«No quiero ver la cara de Lopez»
Pensé al recordar lo que había sucedido temprano, ese simple recuerdo amargó mi existencia completamente.

Le pedí a Levi que me dejase marchar sola, ya que si me veían de la mano con él pensarían que soy homosexual y quien sabe, se formaba un escandalo en la empresa pasando a mayores.
Este se negó al principio, hasta que pude convencerlo de darme la dirección e ir por mi propia cuenta.

Subí a un taxi y este se ofreció llevarme hasta el Coliseo solo porque a su hija le encantaba "Daniel", su actitud y sobretodo su físico. Quería reír pero no lo hice por educación y respeto, tampoco lo hice callar ya que eso me mantenía despierta.

Tomé la goma de mascar que me había dado Levi y comencé a masticarla lentamente, asintiendo con la cabeza a todo lo que me decía.

—¿Me daría su autógrafo? —preguntó en una luz roja.

—Claro, solo si no la toma para usarla en mi contra —le dije con humor y él se comenzó a carcajear mientras me pasaba una foto de mi, con un bolígrafo—. ¿Me dice cuanto falta para llegar?

—Doblamos la calle y ya está.

—De acuerdo —firmé. La luz cambió a verde, le dio la vuelta como había dicho y se estacionó—. Muchas gracias, ¿cuanto le debo?

—No es nada, ya me ha pagado.

—Aún así le dejaré algo de cambio —metí la mano en mi bolsillo y le dí unos cuantos billetes—. Que le vaya bien —me bajé.

—Igual a usted.

Seguí mi camino casi corriendo, podía escuchar el tema de RAW junto a los gritos del público. Aparte de no encontrar a nadie afuera.

Abrí la puerta trasera mirando a ambos lados, no me encontré con nadie por suerte.

—Ya estoy —traté de controlar mi respiración al entrar a bastidores y ver a Lopez ajustándose la pretina.

—Algo tarde si te pones a pensar —estaba molesto.

—¿Qué hora es?

—Ya casi termina la noche.

—Vaya... entonces tengo la noche libre —dí media vuelta.

—Oh no, tú no te vas —me sujetó del hombro—. Te elegí para una lucha en parejas esta noche.

—¿Qué? —alargué la última sílaba—. ¿Por qué a mi?

—¿Querías luchar? Ahora te estoy dando la oportunidad.

—¿Contra quien?

—Kevin y Joe.

—Mm... si no encuentro a quien me reemplace hasta el momento de la contienda, lucharé junto a ti.

—Siempre buscando excusas, Knox —me dio la espalda, lo tomé como una aceptación y salí en busca de mi reemplazo.

Las cámaras me seguían a todos lados, ya me había acostumbrado.
Busqué por todos los pasillos, hasta que dí con Jericho.

—¡Pero miren quien está aquí... el más grande de todos los tiempos! —levanté los brazos—. ¡Chris Jericho!

—¿Hola? —frunció el ceño—. ¿Me hablas a mi?

—No conozco a otro Chris por aquí —sonreí—. ¿Cómo estás "old man"?

Bien —aún estaba confundido.

—Que bueno —pasé una de mis manos por sus hombros—. Ahora que estamos en confianza, ¿me harías un favor?

—Confianza, ahora le llamas así.

—Vamos viejo, tenemos un conflicto y eso nos hace amigos. ¿Eh? ¡yo sé que si!

—No es verdad.

—Como sea, ¿puedes luchar con Rollins esta noche?

—¿Y yo que gano?

—Amigo mio, te elegí a ti porque te quería dar un regalo... —pausé—. Estará Kevin en esa lucha de relevos.

—Mm... suena bien.

—¡Has aceptado! —le dí una palmada en el hombro y seguí mi camino en busca de Lopez de nuevo, le tenía una excelente noticia—. Listo.

—Eres capaz de todo por no salir conmigo a escena.

—Estoy algo cansado contigo, quien sabe... termino golpeando a mi compañero de equipo —le tiré una indirecta haciendo sonar mis clavículas.

—Eres un idiota —salió del lugar. Sonreí y me senté en su puesto a esperar que llegara el momento.

Miré la enorme pantalla, una lucha había terminado y esta vez salió una de las chicas que entrevistaba a los luchadores, tenía a su lado a Chris.
Comenzaron a conversar del dedo de Owens en WrestleMania, incluso lo iba a poner en la lista de Jericho, pero un ataque a traición acabó con mis esperanzas de tener un reemplazo.

—Esta no es mi noche —negué con la cabeza, sabía que tenía que salir yo.

Reí sin ganas y tomé mi mochila para ir a cambiarme de atuendo.






.

—¿Listo?

—Tranquilo viejo, no te desesperes —le reclamé a Lopez.

—Lo siento, solo deseo con ansias verte golpeado —estiró sus músculos.

—Lo siento, solo deseo con ansias verte golpeado —repetí sus palabras haciendo mi voz más aguda, imitándolo—. Esto es lo que pienso de tu comentario —le mostré mi dedo medio.

—Púdrete.

—Solo si tú lo haces primero.

Lo miré como si mi vista fuese de "rayos x", como si pudiese derretirlo y segundos después su tema fue tocado por los sujetos de producción.

—Largo —le hice con las manos, este bufó como un toro y me hizo caso.
No quería que tocaran mi tema, no quería hacerlo. Estaba a punto de hacer un berrinche... pero mi salvación llegó al cruzar el pasillo—. ¡Devitt! —grité.

—¿Daniel? —se devolvió y me miró con una sonrisa—. ¡Hermano!

—¡Viejo! —me puse de pie—. Al fin te dejas ver, maldito demonio —lo abracé.

—Estaba saliendo en eventos en vivo, claramente no los pasan por televisión.

—Entiendo.

—¿Cómo estás?

—Necesito de tu ayuda y no tengo mucho tiempo —fui al grano.

—Cuéntame.

—Necesito que salgas a escena ahora mismo.

—¿Ahora?

—Si, ahora —lo miré a los ojos—. Retraso a los de producción si necesitas tiempo para cambiarte de atuendo.

—Está bien —dudo un poco—. Me debes un favor.

—Por supuesto que si —sonreí.

Fergal fue inmediatamente a cambiarse y yo fui con los sujetos para que no hicieran sonar mi tema. En cambio, que pusieran la de él.
No estaban muy seguros de hacerlo, se miraban entre ellos como si el jefe fuese a golpearlos pero con mis argumentos logré convencerlos.

—Ya está.
Fergal se acercó a mi listo para salir.

—¡Genial, suerte! —le hice un gesto al sujeto y su tema se hizo sonar, podía escuchar al público gritar con pasión. Lo echaban de menos ¿y quien no?

Colby iba a estar enojado. Si, enojado... y si no ganaba se desquitaría conmigo.
Sujétense, porque habrá tercera guerra mundial.

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