31. Tú no eres lo que ordené.
—Son las nueve, ¿no te quieres levantar? —dejé el celular a un lado de la cama después de haberlo tomado para ver la hora.
—Estoy bien aquí —siguió depositando besos por todo mi abdomen—. Cinco minutos más.
—Es un cuento muy antiguo Lev, no caigo en esas —sonreí acariciando su cabello rebelde.
—¿Entonces prefieres que sea directo y te diga que quiero hacerlo de nuevo? —acomodó su cabeza en mi abdomen, mirandome con esos ojos cansados pero brillantes.
—Eso suena mejor, pero me decepciona que solo necesites cinco minutos para acabar.
—Depende de lo que quieras —sonrió—. Hay una gran diferencia entre tener sexo y hacer el amor.
—¿Y tú qué quieres? —bajé mi mano a su mejilla.
—Lo que se de primero... —mordió mi palma—. Ambos sabemos que somos personas que no pierden el tiempo y no siempre necesitan elegir lo que quieren.
—No te equivocas —miré hacia la ventana, el sol estaba dando en mi rostro. En ese momento me dí cuenta que estabamos acostados con la cabeza hacia los pies.
Levi rió y con una de sus manos me hizo sombra llevando sus labios a mi oído.
—¿Prefieres al modo tradicional o algo diferente?
—Pero que pregunta es esa —reí dejando caer mi cabeza sobre el borde de la cama. Era de esas risas que dejaba salir con ganas.
—La pregunta que ningún hombre se atreve a hacer.
—Inseguro de tus capacidades entonces —cerré los ojos.
Iba a hablar de nuevo pero se levantó de mi y sin abrir los ojos, escuché lo que estaba haciendo. Estaba abriendo una envoltura de aluminio para poder usar lo que había dentro.
Seguí riendo y segundos después volvió a mi.
Sería lo de anoche, le gustaba tener el control.
—No exactamente —me besó y recargó sus antebrazos a cada lado de mi cabeza. Llevé mis manos a su espalda sintiendo como hacía fricción para poder comenzar, ese simple roce me hizo separar los labios para poder respirar por la boca. Tenía un fuerte dominio en mi, mucho más del que yo podía tener en él y lo usaba a su favor.
Siguió haciéndolo pero cada vez más rápido, hasta hacer que mis uñas se incrustaran en su espalda al igual que un gato.
Se detuvo y dejó de recargar uno de sus brazos, bajandolo hasta mi intimidad. Pasó dos dedos y al darse cuenta que estaba empapada, esa misma mano la llevó a mi muslo y lo separó aún más. Podía sentir lo deseoso que estaba, sus dedos apretaron mi piel con fuerza, podía estar segura que me había dejado la marca de su mano.
—¿Sigues conmigo? —susurró a una distancia de mis labios, abrí los ojos lentamente y asentí.
Comenzó a entrar en mi sin dejar de mirarme, sin parar hasta llegar al fondo y entrecortarse ambas respiraciones. Dejé caer mi cabeza hacía atrás y Levi puso ambas manos donde antes estaban sus antebrazos, dejó pasar unos segundos y lentamente comenzó a moverse de adelante hacia atrás.
Mis pies se movían inquietos debido a lo que estaba sintiendo, era algo difícil de definir. Pero mi garganta no se demoró mucho en hacer salir los gemidos correspondientes y mis manos pasaron de su espalda a sus caderas para hacer que las embestidas fuesen más rápidas.
Sentí como sus manos apretaban el colchón y hacía lo que había estado esperando. Se sentía increíble, recompensaba un poco los años en que no había tenido nada con un hombre y Levi lo estaba liberando todo..
—¿Vas... vas bien? —se apoyó con los codos.
—So-Solo... no te... detengas —sujeté su rostro con ambas manos y lo besé aunque no tuviera mucho oxigeno en mis pulmones—. Ahh... —subí mis manos hasta su cabello y lo jalé, eso hizo que embistiera más fuerte y seguido—. Si... ahí —susurré.
Comenzó a gemir él y a depositar besos por mi cuello sin detenerse, sin bajar la velocidad, en vez de eso lo hizo aún más fuerte. Sentía como su piel golpeaba con la mía y comenzaba a sudar, su rostro era perfecto cuando estaba extasiado.
Mi presión sanguinea se descontroló poco a poco y Levi entendió que no faltaba mucho. Se apresuró un poco, sacandome más jadeos y terminamos cayendo en la devastación total. Su cuerpo cayó sobre el mio, sujetando sus brazos temblorosos a cada lado, su sudor se comenzó a mezclar con el mio y el olor a éxtasis se podía sentir en toda la habitación.
Me quedé en silencio, solo se escuchaban nuestras respiraciones tratando de controlarse. Solo había sido sexo.
Cuando pudimos reincorporarnos, salió lentamente de mi y se levantó yendo al baño. En ese mismo momento me senté y tomé mi ropa interior para comenzar a vestirme, tenía hambre. En lo único que pensaba era en comer un trozo de pizza.
—¿Pides una pizza? —le grité.
—Claro —volvió a la habitación, tomó su ropa junto a su celular y volvió al baño. Supongo que iba a tomar una ducha—. ¿De qué la quieres?
—Te diría que vegetariana pero te burlarías.
—Entonces una de esas —respondió. Era una de las cosas que me gustaba, no lo pensaba mucho y me daba lo que quería sin tomarse el tiempo para pensar si era patético o no.
Tomé cualquier prenda que encontré en el closet, un short y una camiseta ancha. Y fui directo a la cocina por un vaso con agua, me sentía como si hubiera hecho ejercicios.
Pero aún así saldría a correr por ahí cerca después de comer algo, necesitaba algo de aire.
Con el vaso en la mano, fui directo a la sala y me senté en el sofá a esperar la pizza. No tenía mucho en la despensa, así que lo más razonable era esperar.
—¿Cuanto crees qué se demorará? —le pregunté al verlo venir.
—No falta mucho, no seas impaciente —tomó mi vaso y se lo llevó a la boca bebiendolo de un trago—. Acabo de pedirla —rió.
—Ahh —me quejé poniendo los ojos en blanco—. ¿No le dijiste que si se demoraba más de diez minutos no le pagarías?
—Ese debería ser su lema, yo no puedo decirles nada —acarició mi cabello y fue a la cocina con el vaso.
—Yo se los digo y están aquí en cinco minutos.
—Porque eres intimidante al hablar, Dev.
—¿Eso crees?
—Oye, lo eres y aún más cuando tienes que cambiar tu tono de voz para ser Daniel —volvió y se sentó a mi lado.
—Interesante.
—No te pongas a pensar, porque ahí me das miedo.
—Cállate —le saqué la lengua y él me comenzó a hacer cosquillas rápidamente—. ¡Ya para! —traté de esquivarlo, pero fue inútil—. ¡Vas a ver orina en tu ropa muy pronto si sigues así! —reí.
—No me molesta —sonrió.
—¡Ya para! —caí sobre él y ahí se detuvo. Y me miró. Se había divertido anoche y era difícil ocultar esa felicidad.
—Deberías peinar tu cabello —lo acarició.
—¿Qué tiene de malo? Me gusta como se ve.
—Igual a mi, pero esta vez tu cabello dice más que mil palabras —sonrió coqueto.
—Está bien —sonreí de lado—. Lo haré cuando salga.
—¿A dónde irás?
—Saldre a corre un rato, supongo que no te interesará acompañarme.
—Lo haría, pero desgraciadamente tienes la costumbre de toparte con Colby.
—¿Ahora te molesta? —sonreí.
—No, pero no quiero hacerlo sentir mal.
—¿A qué te refieres?
—Vamos Dev, ¿no te das cuenta?
—¿De qué cosa? —arrugué el entrecejo.
—Le gustas, lo dice en la frente. No se necesita una lupa.
—Estás alucinando, no le gustan las mujeres como yo. Él es más de... —pensé llevando dos dedos a mis labios—. Femeninas, si, eso.
—Es un hombre fanático del rock alternativo, más bien hardcore, se viste de negro y le gusta ejercitarse como demente. Tú te acoplas a su estilo de vida, ¿no está más que claro?
—Para mi no lo está —me senté cuando sentí la puerta ser tocada—. Y no se puede amar a alguien que te hace daño, como el daño que le hago yo al tratarlo de la forma en que lo hago —me puse de pie y fui a la puerta—. Así que por favor dejemos el tema, quiero mi pizza y me vuelvo irritable cuando no como mi pizza. —abrí la puerta, pensando que era el repartidor. Pero no era así—. Tú no eres lo que ordené —miré los ojos de Colby, él sonrió de esa forma tan particular que tenía de demostrar su ego y superioridad. Eso para mi era normal, bien normal.
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