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28. ¿Quien es el tipo?

(Les dejo la foto que me han pedido de uno de los personajes: Levi)

Colby Lopez.

—¿Qué te sucede? —frunció el ceño—. Estabas feliz cuando llegaste, explícame el motivo de tu cambio repentino.

No dejaba de pensar en ese momento. Ese día solo tenía ganas de tomar su mandíbula y juntar sus labios con los mios, dejándola a ella sin palabras y no a mi. Obviamente estaba algo molesto porque mi inseguridad me llevaba al borde del colapso y odiaba eso, completamente. Mis dos más grandes defectos en el amor; celos e inseguridad.

—Colby, estoy aquí —una mano se movió de arriba hacia abajo en frente de mi vista y no me había dado cuenta.

—Si, disculpa —moví mi cabeza de un lado al otro volviendo a la realidad.

—¿Al menos recuerdas dónde te encuentras? —mi compañero de trabajo se cruzó de brazos. Miré mi entorno y suspiré cerrando los ojos, creí que estaba en casa.

—Estoy contigo, viejo.

—¿Viejo?

—¿Qué? —lo miré. Ni siquiera era consiente de lo que decía cada cinco minutos.

—Me acabas de llamar "viejo".

—¿Eso hice?

—¡Claro que lo hiciste! —dijo con su tono de obviedad.

—Lo siento —pasé una mano por mi nuca—, son cosas que se adaptan de repente.

—¿Con quién te estás juntando? —levantó mi rostro y comenzó a inspeccionar mis párpados como si fuese médico—. ¿Has inhalado o consumido alguna droga ilícita últimamente?

—Como se te ocurre —lo alejé de mi alcance—. Solo he estado algo estresado con todas las horas de recuperación que he tenido —mentí.

—¿Quieres el día libre?

—No, estaré bien —respondí de inmediato, no iba a irme a casa para seguir pensando en la situación de Devin y yo. No quería cometer alguna locura por el simple hecho de estar solo en ese lugar.

—¿Seguro?

—Absolutamente.

—De acuerdo, pero si sucede algo con tu loca e incontrolable cabeza, avísame. ¿Bien?

—Bien —repetí asintiendo. Se quedó pensando unos segundos y después volvió con el grupo de trabajo, lo necesitaban más ahora que estoy algo "incapacitado" física y mentalmente.

—Odio que la gente sepa mi nombre cuando no se los he dicho antes —busqué una excusa.

—¿Ah, si? ¿y de cuando si se puede saber? —rió—. Te encanta que coreen tu nombre los desconocidos que te siguen por las redes sociales.

—Pero no él.

—¿Qué tiene de malo? Es mi amigo y me gusta contarle sobre ti —se encogió de hombros con ese gesto de "no me importa" tan adorable que tiene. No sabía si sentirme halagado o enojado.

—¿Le cuentas sobre mi?

—Claro, de lo tirano y villano que eres —comenzó a reír. Aquel hueco en el cuello que dejaban a la vista sus clavículas pedían a gritos "bésame aquí" como si lo tuviera tatuado y eso me tentaba a hacerlo.

—Muy graciosa.

—Debo ser honesta contigo y decirte lo que pienso, ¿no crees? Así todo fluye más ampliamente —llevó las rodillas a su pecho, era tan ágil cuando se lo proponía.

—Sé lo que piensas de mi, solo me seguirías halagando y haciendo que mi ego se extienda por todo el mundo.

—Solo recuerda que más abajo vive gente.

Y esas palabras las recuerdo hasta el día de hoy. No lograba entender a que se refería y quería entenderlo por más complicado que lo hiciera sonar.
Tenía una libreta en las manos y en ella solo había escrito esa frase hace varias horas atrás, ahora solo movía el bolígrafo de un lado al otro entre mis dedos y miraba la nada misma. Todas las veces que iba tenía algo que decirme y me hacia pensar. Como amaba que me hiciera pensar, que mi hiciera reflexionar las cosas que antes no había tomado en cuenta.

Suspiré y tomé mi celular del bolsillo, iba a llamar al único que sabía sobre esto y de alguna manera, me apoyaba.

Busqué en los contactos, hasta que dí con su nombre y lo hice sonar. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Contestó.

¿Cómo te va?

No te llamaría si estuviera bien.

¿Le sucedió algo a Devin?

No, ella... —me tomé mi tiempo volviendo a sobar mi nuca—. Ella está bien.

Bien suspiró—. ¿Cuál es tu consulta?

Estoy algo... atemorizado —me costaba un poco contarle mis inseguridades.

Dime ya, que no soy un hombre de tener todo el tiempo para hablar por teléfono.

Deja de ser un hijo de perra y ven acá si tanto te molesta gastar tu preciado saldo telefónico —me molesté un poco.

—Voy rió y colgó.

Quité el aparato de mi oído, volviendo a meterlo en mi bolsillo y cambié mi posición en el lugar en que me encontraba, casi se me dormía la pierna y yo sin saberlo.

Comencé a esperar, hasta que las puertas del lugar fueron abiertas por el hombre con el caminar más característico que alguna vez vi en mi vida. Chris me sonrió y después de saludarme con la mano se sentó a mi lado yendo al grano de inmediato.

—Bien, ¿qué sucede?

—Conoció a alguien más.

—¿Qué? —me miró borrando la sonrisa de su rostro—. ¿Quién es el tipo? ¿qué intenciones tiene con ella? ¿cómo se conocieron? ¡Háblame Colby, no te calles ahora!

—Irónico, ¿no? —reí ligeramente, sin expresión en mi rostro.

—Irónico o no, debes contarme.

—Está bien —me preparé mentalmente para no mostrar mi lado inseguro al momento de contarle—. Hace unos días fui a su departamento, me atendió ella pero a los minutos después pasó al frente de mi un sujeto arreglando sus pantalones agregando la frase: "Gracias Dev" —apreté los labios. Y que decir del hombre junto a mi... tuve que pedirle que saliera.

«Y pensar que yo lo había tomado mal»
Me dije internamente.

Esperé una gran cantidad de minutos, hasta que después de media hora, este volvió a aparece más relajado y sereno como cuando llegó.
Se sentó a mi lado y dijo lo que no creí que diría:

—Mátalo.

—¿Disculpa? —arrugué la frente, sabía que no había escuchado bien.

—Dije que debías averiguarlo, ya sabes... indaga sobre el tipo.

—No me interesa hacerlo, puedo ser inseguro pero eso no me hará un psicópata —seguí jugando con el lápiz—. Solo quiero que me aconsejes sabiamente, no exageres como si fueses su padre.

—Es inevitable.

—Te daría una bofetada para que recuperaras la compostura, pero no reaccionarías de una buena manera.

—Tienes razón, no lo haría —me miró.

—¿Entonces que se supone que debo hacer? no sé si lo que hago esta bien, o si está mal... no sé lo que estoy haciendo y eso me pone inquieto —sobé mi rostro con ambas manos dejando caer el bolígrafo—. No sé si le hago daño o si la estoy ayudando... no sé si la estoy tirando a brazos de otro hombre, pero no es mi intención y solo la quiero para mi.

—Tranquilo —me dio unas palmadas en la espalda—. Como no hay marcha atrás lo estás haciendo bien, poco a poco vas pasando tiempo con ella y por lo que me has contado, a ella le diviertes.

—Porque soy patético, soy un villano para sus ojos.

—¿Te digo un secreto? —susurró, y me destapé el rostro—. Nunca ha sido fanática de los súperhéroes, siempre le han gustado los villanos.

Sabía que lo decía para animarme, lo veía en sus ojos y para no defraudarlo le sonreí de lado siguiéndole el juego.

—Así que no te rindas, ese tipo solo ha de querer impresionarla porque es su fan —recogió mi bolígrafo—. Si hoy no sigues luchando, mañana no llores; cuando existen las ganas, todo se puede.

—Tienes razón.

—Y no te preocupes, yo buscaré del sujeto.

—¿Le vas a seguir dando con el temita? —rodé los ojos.

—¿Qué esperabas? —se puso de pie—. Aprendí a confiar en ti y si ella no está contigo entonces no está con nadie. —tomó el teléfono de su bolsillo a medida que daba pasos hasta la salida y empujó la puerta despidiendose de mi con un gesto de manos. Reí con ironía, era tan sobre protector y posesivo con lo que quería muchas veces.

Después de unos minutos, me puse de pie y retomé mi actividad normal con el grupo de estudiantes deseosos de aprender más. Eso también me ayudaría a dejar de pensar en ella.





.

Eran más o menos las ocho de la tarde e iba a casa, había pasado muy poco tiempo en la academia, debido a mis turnos de entrenamiento para la rodilla. Todas las veces me dejaba cansado y agotado, esta vez solo quería llegar a casa y descansar un poco. Estaba más feliz ahora que podía dejar de usar la muleta y podía correr, me recuperaba rápidamente con mi fuerza de voluntad y mi consistencia.

Estaba entrando a casa, y mi celular comenzó a sonar desde mi apretado bolsillo. Me detuve y lo tomé lentamente.

—Que sorpresa —respondí manteniendo la compostura al saber que era Devin.

Si, no creí que lo haría algún día...rió.

—¿Cuál es el motivo de esto? —cerré la puerta detrás de mi, apoyandome en ella ligeramente.

Si, no creo tener un motivo... —volvió a responder de la misma forma—. ¿Cómo va la pierna peluda?

—Mejorando, gracias por preguntar —me sorprendí pero no se lo demostré mucho.

¿Vas a ir este lunes otra vez?

¿Me quieres ver esta vez? —sonreí.

No estaría mal, de todos modos no tengo nada que hacer.

Estás bajando la guardia, puedo sentirlo... puedo olerlo a través de la línea, Devin Knox —aspiré profundo—. ¿Qué te hizo estar tan vulnerable?

No lo sé, tal vez sean las citas con el psicólogo.

¿Psicólogo? —no estaba muy seguro de preguntar, ni mucho menos si me respondería.

Si, tengo uno personal.

Entiendo —dije sin más, estaba muy seguro de quien se refería y si seguía bombardeándola con preguntas, me daría la respuesta que no quería escuchar—. Es bueno que no me tengas tanto odio.

No te odio, simplemente no me caes bien el cien por ciento.

Y tengo muy claro los motivos —comencé a caminar hasta mi habitación—. Pero míralo por otro lado, no te estoy atormentando y te estoy dando tu momento para que te recuperes.

¿Mi momento?

Así es.

Sé que no me queda mucho de "mi momento" y me seguirás atormentando cuando vuelva a las andadas.

Claro, porque eres mi "bad ass" —reí y luego de los segundos, cubrí mis labios al darme cuenta de lo que había dicho.

¿Tu "bad ass"? —rió.

De la forma irónica, por supuesto —me senté en el borde de la cama y me quité las zapatillas sosteniendo el celular entre mi oído y mi hombro derecho.

Sabes como molestarme, Lopez.

Para eso estamos —dejé el celular a un lado cuando me dí cuenta que quería sacarme los pantalones—. Como van tus heridas, por cierto. El otro día no me las mostraste del todo.

Van bien. La única que aún no quiere recuperarse es la que me hizo Brock hace más de un mes sonó pensativa. Las cosas van mejorando, ahora no discutimos porque le hago esas preguntas.

—¿Sigue morada?

Si, casi negra —sonó más alejada, tal vez se estaba observando. Con solo imaginarlo, hacia que mis manos sudaran y desearan ser ellas las que la tocaran—. Tal vez sea un problema interno, quizás algunas de mis costillas este chueca o rota.

¿No te has ido a revisar?

A nadie le importo, ¿con quién demonios iría? —hizo un sonido irónico—. Tal vez deberías darme una costilla más y todo se solucionaría.

Tal vez lo haga —sonreí sentándome otra vez.

Ow, aún tienes un corazón dentro de todo ese pecho hinchado de ego.

A veces se deja sentir.

Puedo notarlo bostezó—. Bueno, para ser la primera vez que te llamo, no salió del todo mal. Te capturé en el momento más vulnerable.

Digo lo mismo —me recosté hacia atrás.

Te hablo mañana, si no estás tan ocupado por aparecer en RAW.

Está bien.

Que descanses.

Igual tú, chico de Brooklyn.

Adiós rió y colgó.

Extraño, pero increíble momento. Tal vez ahora podía dormir mejor.

Me seguí sacando la ropa hasta quedar solo en boxers y me metí en la cama dejando el teléfono debajo de la almohada.

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