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2. Monday Night RAW.

—Vamos. Estabas nerviosa de que yo no quisiera ir, ¿y ahora eres tú la que no sabe si ir? Por favor. Quedan veinte minutos, tic tac... —miré mi teléfono.

—¡Ya estoy! —dejó ver su anatomía por el pasillo— la belleza cuesta.

—¿Una camiseta de John Cena, un short y unas zapatillas para ti es belleza? —levanté una ceja—. Bien para impresionar a Cena, pero no para mi.

—¿Andas en tus días? —me susurró al estar a mi lado, como si fuese un secreto.

—Ja ja. Sube al auto —Le ordené y ella besó mi mejilla acatando mi orden. Tomé las llaves de la percha y cerré la puerta después de salir, ya casi oscurecía.

—Deberías usar una camiseta de la wwe si vas a uno de sus eventos —habló cuando subí al asiento del copiloto, esta vez conduciría ella.

—Usaría, pero el luchador que admiro ya no se encuentra vigente —dije refiriendome a Sting y cerré la puerta.

—Te gusta Brian Kendrick, deberías intentarlo.

—Lo vi una sola vez, eso no quiere decir nada.

—Pero bien que te orgasmeaste esa vez.

—¿Cómo eres capaz de decir eso? No conoces mi cuerpo —me cubrí con ambas manos como si sus ojos fuesen rayos x.

—Tu rostro lo decía todo.

—¿Te refieres a este? —la miré con una ceja alzada.

—Vamos, no te hagas la boba —me dio un suave empujón y encendió el motor.

—Es que no sé de que hablas —sonreí encogiéndome de hombros, ella puso los ojos en blanco—. Además, me he alejado de ese deporte.

—Después de esta noche, te sentirás como una idiota por haberlo hecho —emprendió marcha por la carretera.

El coliseo nos quedaba algo lejos, por una parte no éramos fanáticas de la urbanización y por ende, donde vivíamos no había mucha gente. Tampoco era una zona rural, solo no estábamos en el centro de Brooklyn. Eso era todo.

Aún así tenía planeado buscar una casa en el centro, con un estilo antiguo.

Encendí la radio, Danny tenía su mezcla de AC/DC así que preferí no luchar por ese detalle. Cada quien ponía la música que le acomodaba cuando conducía, era una de las reglas principales al subir al auto. Pero de todos modos me gustaban esas canciones.

Abrí la ventana y dejé que el viento remeciera mi cabello, lo necesitaba muchas veces.

—¿Crees que me veo bien? —intenté hacerla reír y funcionó.

—Sabía que de todos modos te interesaba dar una buena impresión —me dio una corta mirada—. Descuida, estaremos en primera fila.

—Espera, ¿qué? —abrí mis ojos como nunca antes.

—No te preocupes, no te golpearan.

—Sabes que eso no me importa —me acomodé mirandola—. El maldito dinero es el que me importa Danielle.

—Vamos, no seas materialista.

—No es eso... —pasé una mano por mi cabello— ¿Cómo demonios esperas pagarlo? Sabes que no tenemos mucho dinero, no somos ricas —traté de controlarme—. No te romperás la espalda trabajando las veinticuatro horas, eso no lo permitiré.

—Entonces finjo que me lastimo algo y así demando al local para que nos paguen. Fin —le dio un golpe al volante como si no fuese gran cosa.

—Danielle. Esto es serio —cerré los ojos e intenté controlar mi inarmonia.

—Disfrutalo ¿vale? Luego lo conversamos en casa, puedes gritarme y todo. Pero no esta noche.

—Bien —volví a mirar por la ventana tratando de olvidar el tema—. Despiértame cuando lleguemos —me acomodé en el asiento, era la única salida que prefería usar para no hacer trabajar mi cerebro con la rabia. Siempre que lo hacia terminaba cansada.




[...]

—Dev... Dev, hemos llegado —escuché su voz acompañado de un movimiento en mi hombro. Odiaba cuando era algo brusca y me hacía  despertar de mal humor.

—A la próxima sácame el hombro —le reclamé—. No esperes que esté contenta toda la noche, ¿vale?

—Te compro unas palomitas y ya estarás de humor otra vez —me quitó el cinturón de seguridad y me ayudó a salir del auto. Era fuerte.

—Inténtalo —me estiré cuando estuve de pie. Saqué mi chaqueta del asiento trasero, esta vez venía de negro completamente. Lo que menos quería era llamar la atención.

Cerró el vehículo, guardó las llaves y nos acercamos al coliseo. Sabía que doblando la esquina se encontraría la fila en espera para poder entrar, tenía esa corazonada.

Doblamos la esquina y en efecto, no eran dos ni tres; eran más de veinte y el guardia ni se inmutaba en hacer su trabajo más rápido.

—No quiero parecer irritante Danny... —pasé una mano por mi frente— Pero si no vas y le das un golpe al guardia para que reaccione, me iré.

—Yo me encargo —dio unos pasos lejos de mi pero tomé su muñeca.

—No te lo tomes literal.

—¿Qué? También quiero hacerlo —se encogió de hombros—. Sabes que práctico lucha y no estaría mal regalarle un golpe.

—Igual yo, pero no iré por la vida dándoles patadas a todo el mundo por ser feos o no nos caen bien —caminé más adelante, había avanzado un poco. Danny solo se rió y se quedó a mi lado como una persona normal.
Tenía ganas de acampar.

Los minutos pasaban, la gente lograba canjear sus boletos y después de gritar por la felicidad seguían caminando. Esa felicidad llamaba mi atención, nunca había visto a personas tan felices por gastar todo su dinero en un solo evento, tal vez estaba siendo irracional, pero me parecía absurdo. Ya que a nosotras nos costaba ganar el dinero, el mundo no es una fábrica para conceder deseos como dicen algunos y por obvias razones esto no era lo que yo esperaba de un día lunes.

—Boletos —escuché una voz ronca. Levanté mi vista y ya estábamos al frente de la fila. Danny se los pasó, el sujeto los cortó en dos y le entregó la otra parte. Estaba segura que mi compañera lo enmarcaría y lo colgaría en su cuarto como recuerdo de un maravilloso día.

—Vaya —mi boca se abrió cuando mis ojos vieron el gran coliseo casi repleto de fanáticos.

—Vamos —tomó mi mano y me ayudó a caminar hasta nuestros lugares. Todos tenían sus camisetas favoritas, otros con sus carteles y muchos con esos carteles con el rostro de un wrestler famoso.

—Colt Cabana —reí al ver su rostro de cartón.

—Vamos —Danny me seguía insistiendo, miré al frente y le hice caso. Rápidamente los hallamos— ¿Qué te parece? —se sentó.

—No me imaginaba que se vería así, esto es perfecto —miré la rampa, estábamos al frente de las escaleras de metal.

—Gracias, tuve suerte —me hizo un gesto para que tomara asiento, de todos modos no faltaba mucho.

—Espero que valga la pena —seguí con el tema, sabía que le molestaría. Pero quería ser su odiosa favorita.

En vez de eso, ella se rió y se cruzó de brazos esperando el momento en que todo iniciara. Le hice caso y tomé mi teléfono del bolsillo, iba a escuchar algo de música por un rato.

La gente se empezaba a aglomerar, se acomodaban en sus lugares y poco a poco llenaban el coliseo completo. Yo sólo podía ver la entrada por si algo sucedía, si alguien aparecía o si la canción sonaba dando inicio al espectáculo. Estaba nerviosa y era porque muy adentro, había deseado ir a un evento como estos.
Nunca tuve suerte, cada vez que era parte de un "fandom" jamás era bien recibida. No fueron lindos tiempos y tenía miedo de que eso sucediera de nuevo.

De repente los fuegos artificiales estallaron y la mayoría de las personas gritaron. Había empezado y todos nos habíamos puesto de pie.
El tema de RAW se escuchó junto con el vídeo de presentación y Danny era parte del grupo de individuos situados detrás de nosotras, nunca la vi tan sociable.

—¿No te emocionas? —me preguntó un muchacho a mi lado. Este llevaba una camiseta con el logo de "Seth Freakin' Rollins", aunque me había dado gracia el logo, se me había hecho atractivo.

—Lo mismo podría preguntarte yo —sonreí de lado, no quería sonar ruda. El muchacho me miró como si esperara que siguiera hablando— ¿o es que solo esperas al Freakin' Rollins? —traté de no hacer que se tomara tan personal lo que había dicho anteriormente, y él asintió con una sonrisa dandome la razón.

—Creo que ya somos dos.

Se acercó, pero no tanto.

—Por supuesto —me apoyé en la barrera y seguí escuchando los gritos de Danny con sus nuevos amigos. Varios me habían empujado y yo sólo era capaz de apretar los dientes evitando hacer un escándalo contra ese sujeto—. Oye, controla a tu amigo —le grité a mi acompañante a través de los gritos y ella se puso seria haciéndome caso. Por suerte, dejaron de empujarme.




La noche transcurría, el primero que había salido a escena había sido el autollamado «Freakin'». Lo primero que sentí fue un codazo en medio de las costillas por parte de Danny, no la miré puesto que estaba hipnotizada mirando su entrada y lo bien que lucia después de no haber querido saber nada más de él cuando aún era fan de la lucha libre.
Su tema era pegadizo, sabía que lo había escuchado antes pero no recordaba en dónde. Hasta este momento.

Saqué mis manos de la barrera y las metí en mis bolsillos. No tenía las ganas de gritar cuando todos a mi alrededor se desesperaban por él. Incluso los amigos de Danny seguían empujándome.

Miré como Rollins se acercaba a las escaleras de metal con sus labios totalmente serios. Intimidaba más en persona.

Subió sobre el metal y sin esperarlo, éste miró en mi dirección. Mis ojos solo miraban los suyos, guardando silencio y sin expresión en mi rostro. Estaba algo molesta por los empujones y ya no sabía si soportaría más.

—¿Les digo algo? —me preguntó el chico a mi lado.

—No, déjalos —cerré los ojos apretando los labios con algo de fuerza. Respiré un par de veces y no volví a sentir esos golpes, es más, se habían alejado de mi espacio.

Levanté la mirada y Rollins siguió haciendo lo suyo cuando pude estar en paz, que era subir a las cuerdas y levantar sus brazos paralelos a ambos lados. Eso había sido extraño, pero aún así sentía como cada mirada que él daba con disimulo era para mi. Obviamente no era nadie en este lugar, pero me sentía diferente.

"Claro, como cada fan de Rollins en éste coliseo" pensé.

—Tienes suerte.

—¿Disculpa? —miré al chico.

—No te haz dado cuenta, no te preocupes —sonrió. Le iba a responder pero la voz del hombre sobre el ring me interrumpió con facilidad. Había iniciado su discurso con el tema de Triple H, sonreí con ironía ya que la última vez que lo había visto, ese hombre que ahora critica era literalmente su padre. Pero aún así con mucho descaro sigue usando su movida. Completamente irónico.

Seguí observando, pero su voz hacía presencia en mi cabeza sin fuerza, sin sonido y solo podía mirar su cuerpo haciéndome recordar lo sucedido hace menos de veinticuatro horas.

Miré a mi costado y la mayoría hacía ruido por la presencia de Kevin Owens al otro costado del lugar contradiciendo a Rollins, hablando de Jericho y sobre el título. Claro estaba que no le sería tan fácil otra lucha titular, por lo tanto, le notificó que tenía un nuevo contrincante para él.

Big Show salió y me crucé de brazos, quería ver eso. Incluso la sangre en mi torrente sanguíneo pedía a gritos tener el papel de Rollins y poder golpear a un luchador por primera vez. ¿Por qué Show? Porque él era un reto.
Mis manos sudaban y la adrenalina subía por mi cuerpo.

—¿Estás bien? —me volvió a preguntar el muchacho.

—Si —hice sonar mi cuello— sólo quiero ver esto.

Me senté en la silla y fácilmente se podía ver hacia el ring.

Rápidamente la campanilla sonó y Owens estaba a un lado del ring mirando lo que estaba a punto de suceder. Rollins y Show se quedaron mirando, hasta que el poder del más grande empujó al más pequeño.
Los golpes aparecieron y aunque Seth fuese más bajo, eso no le impedía darle golpes y hacerlo perder la compostura.

¡Vamos Seth!
Gritaban muchos a mi alrededor.
El hombre les hacia caso y trataba de golpearlo, hasta que en un momento en que Show se encontraba afuera, se lanzó entre medio de las cuerdas pero el grandote lo tomó al igual que a un bebé y lo tiró sobre la barrera. Dio un quejido y cayó al suelo. Era la única que no decía palabras después de esa escena, yo sólo quería ver que Owens hiciera algo, ya que por alguna razón se encontraba mirando todo.

—Bien, ahora súbelo y termínalo —le animaba Kevin. El grande le hizo caso y tomó a Seth subiendolo al ring, le dio unos golpes más.
Seth pudo recuperarse y le dio tres rodillazos de diferentes ángulos. Cada vez me daban más ganas de enfrentarme a él— ¡Acábalo! —le gritaba el canadiense después de que Rollins volvió a quedar en la lona—¡Acábalo, qué esperas! ¡Ve, termínalo!—le gritaba aún más fuerte, pero Show no era fácil de dejarse mandar.— ¡Acábalo ya! —hacía movimientos apuntando a Seth.

—¿Qué esperas grandote? Tómalo del cuello... —dije a regañadientes poniéndome de pie, no tardó mucho para que así fuese. Ese sonido de su cuerpo contra la lona fue estupendo.
Le hizo un gesto con la mano de que era todo suyo y se fue sin importarle la cuenta de diez a fuera. Llegó al final de la rampa y aplaudió en dirección al ring, había ganado Rollins y lo mejor aún, le había dejado un perfecto festín.

Su tema fue tocado por los de producción y él se levantó con una sonrisa en sus labios, seguido de un encogimiento de hombros y se acercó a Owens. Lo tomó ágilmente y le hizo su famoso pedigree heredado por su ex padre adoptivo.
El coliseo reaccionó con sus ovaciones.

Aplaudí sin mucho esfuerzo y me gané una mirada de su parte, era difícil saber que pensaba. Pero estaba segura que me había reconocido.

—¿Lo conoces?

—¿Disculpa? —miré a mi lado.

—Si conoces a Seth.

—No, ¿por qué debería? —miré a ambos lados lentamente, como si lo que dijera fuese absurdo— Sólo soy una chica.

—Por nada... —me miró incrédulo— por nada —volvió a repetir pero con una voz más baja.

Rollins bajó del ring, volvió a sonreír y me miró por última vez antes de seguir avanzando.
Seguí mirando y la función continuaba, hasta este punto todo estaba bien. Ha sido un buen comienzo.

—Uy —la voz de Danny en mi oído me sobresaltó, le dí un empujón en su rostro no tan fuerte y ella se volvió a alejar—. Tendremos que hablarlo en casa.

—No sé a que le dices "hablar", cuando no tengo que hablar... —susurré, no estaba consciente de lo que decía.

Luego comenzó CWC, con un nuevo luchador llamado Jack Gallagher.
Aproveché el momento de estar de pie y crucé el pasillo buscando la salida, iría por algo para beber. No me dejaron pasar, así que levanté la capucha de mi sudadera y caminé más rápido hacia la salida.

—Rayos —susurré con un suspiro, por fin había silencio. Bajé la capucha y me acerqué a la muchacha rubia del lugar. —Hola, dame una soda por favor —le pedí y ella se acercó a la maquina.

—¿De qué tamaño el vaso?

—Pequeño —metí la mano en mi bolsillo buscando algo de cambio pero no lo encontraba. Ella sólo hacía su trabajo y esperó a que yo sacara el dinero.

—¿Pequeño? —una voz a mi lado preguntó con cierto humor, sabía que le había visto el lado negro al comentario.

—No soy exigente —le seguí el juego sin levantar la mirada, aún no encontraba los billetes.

—Eso se puede ver.

—Deberías tomar nota si te interesa.

—Lo he hecho.

Levanté la mirada cuando la rubia daba las gracias.
Era aquel hombre, el que había tenido la primera victoria de la noche. ¿Qué demonios hacía aquí?

—Hey, por qué has hecho eso. Yo podía pagarlo —miré sus ojos, me sentía como la primera vez en que lo vi por la tv; como una boba.

—No es cierto. —Tomó la soda y le dio un sorbo a la pajilla sin dejar de mirarme—. Disfruta el show —me la entregó, rosando mis dedos y se marchó. No podía ver otra cosa que no fuese a él.

—¿No es un sueño? —preguntó la muchacha.

—Lo que tú digas —susurré y llevé la pajilla a mis labios. No dejaba de sonreírle a la ironía.

Rodé los ojos, me subí la capucha y volví a entrar al coliseo como si nada hubiera pasado. Porque eso había sido, nada más que una coincidencia.

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