18. Te lo dije.
—Entonces eso cuenta como chantaje.
—Le estoy quitando la mala reputación a esa palabra, por eso te estoy dando la opción de elegir. En una forma más elegante.
—De elegante no tiene nada, el chantaje es chantaje.
—Puede que no, pero no te voy a obligar a hacer cosas sucias —se encogió de hombros—. No te veo de esa forma.
—Mm...
—Pero las cosas cambiarían si tu deseas que fuesen de esa forma —levantó las cejas continuamente de una forma juguetona—. Eso solo estaría bajo tu consentimiento.
—Oh no —lo frené.
—Entonces será a mi manera —me tendió la mano—. ¿Cuál es tu respuesta?
—¿Puedo poner algunas reglas?
—Tres.
—Bien —la estreché, esta era tan grande que cubrió toda mi mano. Sus dedos eran largos—. Me gustaría discutirlas ahora.
—Adelante.
—Uno. No te metas con mis vicios, eso quedó fuera desde el momento en que no aceptaste el primer acuerdo que te ofrecí —le solté la mano—. Nada de comentarios si me ves con una botella de alcohol, un cigarro o ebria.
—¿Pero puedo encargarme de ti cuando no reconozcas ni tus manos?
—Bueno, eso me haría falta —toqué mi barbilla—. Dos. Mantente alejado de mi en el trabajo, solo acércate si necesitas que haga uno de tus trabajos sucios.
—¿Trabajos sucios?
—Ya sabes, luchar cuando no quieras o deshacerme de alguien que no te agrade —conté con mis dedos.
—Ey, yo no quiero un sicario —rió.
—Pero eso te has ganado, campeón.
—Chiquita y picosa —volvió a reír, esta vez me uní a sus melodías—. Aún así no necesito ayuda con eso.
—Si claro, luego sin darte cuenta me tomarás como a tus ex J&J.
—Puede ser.
—Bueno, voy por mi última regla —traté de pensar sabiamente—. Tres. No te intereses en mi vida, yo arreglo mis asuntos aún cuando me encuentre en aprietos.
—¿Y si...
—No, yo puedo —lo interrumpí—. Siempre puedo.
—De acuerdo.
—Eso es todo, supongo que todo puede fluir bien desde ahora.
—¿Podemos pasar tiempo juntos?
—Trataré de darle una oportunidad a esa pregunta, ya que no críticaste mi ensalada.
—Gracias —sonrió.
—Pero por hoy no sería lo ideal ya que tengo muchas ganas de aspirar un tubito cancerígeno y sentir que muero cada vez más por dentro —le hice un gesto con los hombros de "suerte para la próxima", pero de verdad no quería pasar tiempo con él. Sabía que se negaría a todas mis costumbres y de verdad no quería eso para mi vida, lo acepté porque no tenía otra opción.
—Devin.
—No eres mi madre, no me niegues lo que me ha costado tener.
—De acuerdo, pero si no te molesta me quedaré.
—¿Quedarte? ¿cuál es el motivo?
—Ninguno en particular.
—Esta bien —me levanté—, toma aire por la ventana, antes de que esto se llene de cáncer.
Fui al cuarto, tomé la cajetilla debajo de mi almohada y volví a salir. Rollins se encontraba apoyado en la ventana esta vez, mirando en mi dirección.
—Ya que sabes mi nombre real... —me senté en el suelo al frente de él—. ¿Cuál es el tuyo?
—Colby Lopez.
—¿Colby? Suena como el nombre para un perrito —encendí el cigarrillo y le dí la primera calada.
—No necesitaba un insulto, gracias por dármelo gratis.
—No es nada —afirmé el objeto entre mi dedo índice y medio—. A veces mi sinceridad le molesta a los demás, es bueno saber que tú la aceptas tal y como viene.
—No me gano nada discutiendo contigo, he llegado a conocer que jamás darás tu brazo a torcer —se encogió de hombros—. Eres una rara especie en extinción que no tengo otra opción que acostumbrarme si quiero que sobreviva.
—¿Por qué quieres que sobreviva?
—Si no te trato bien, tú no me tratarás bien a mi.
—Buen punto —le dí otra calada al cigarro, lo dejé reposar unos segundos en mis pulmones y luego lo solté hacía el techo—. Pero bueno... el pasar tiempo acompañada de alguien no es mi mejor fuerte, así que esta será la primera y última vez. ¿Bien?
—Como quieras.
"No seas tan ruda, que es innecesario"
—Cállate —miré a mi derecha.
—¿Disculpa?
—No te decía a ti, no me hagas caso —miré nuevamente a Lopez—. Y bueno, ¿mañana tenemos evento en vivo? —cambié el tema.
—Si, no será muy lejos —miró hacía afuera—. Tendrás que comenzar a prepararte para mis exigencias.
—Oh, así que derechito vamos a los pedidos. ¿Eh? —levanté una ceja—. Creo que te hacía falta una persona como yo hace muchísimo tiempo.
—Ya sabes... no hay mucho por donde chantajear —hizo un movimiento con su mano derecha.
—¿Me estás llamando fácil?
—No exactamente, digamos que has llegado en el momento indicado —me miró—. Es una gran diferencia.
—Eso dirás tú. Me gustaría decir que es uno de los peores errores que he cometido, no debí beber demasiado esa noche.
—Pero las cosas están hechas —sonrió—, estás bajo mi poder.
—No comiences otra vez.
—Aún no comienzo —dio unos pasos a mi y se agachó a mi altura—. Te darás cuenta cuando de verdad haya comenzado —esas palabras salieron tan lentamente que sus ojos me hicieron bajar la guardia, haciéndome perder la valentía—. Eres tan ruda... —su pulgar levantó mi barbilla, el cigarro aún estaba entre mis labios—. Pero ambos podemos jugar el mismo juego. No hay nada en tu mala actitud que yo no conozca con anticipación —cerró los labios, pude ver como su garganta se movía haciendo pasar una cantidad de saliva—. Así que... ¿nos dejamos de la simpatía y actuamos como de verdad somos? —preguntó. Mi cabeza solo se movió de arriba hacia abajo como sus dedos tenían las intenciones.
Sonrió y besó mi frente volviendo a ponerse de pie.
—Nos vemos mañana, Devin —volvió a hablar seguido del sonido de la puerta siendo abierta, segundos después fue cerrada.
"Te lo dije"
—Odio cuando lo dices —bufé dejándome caer hacia atrás—. Siempre tienes razón, sobra decir que esta vez no me salí con la mía.
"Todo hombre tiene su lado oscuro, te dije que no lo tentaras"
—¿Qué te puedo decir? No soy feliz cuando la gente es feliz, tengo que verlas enojadas o mostrando su lado malo para poder ser feliz —aspiré con fuerza y consumí todo el cigarrillo hasta dejar la colilla—. Soy egoísta, lo sé.
"Has cambiado."
—¿Qué esperabas? El odio que le tengo a tu asesino se ha propagado a la sociedad y ese odio nadie me lo quitará jamás, aún cuando implique odiar a inocentes.
"Estás fuera de control"
—Por supuesto —dejé salir el humo lentamente esperando que ella me siguiera respondiendo, pero no fue así. Tenía muchas teorías de lo que le pudo haber pasado, pero estaba segura que ella no me había dejado.. aún no era el momento.
Me puse de pie mareandome un poco, ese movimiento había sido bastante rápido y me arrepentía por haberlo hecho. Cerré los ojos y cuando estuve mejor fui a la cocina; tiré la colilla al basurero, tomé la escoba junto con la pala y barrí las cenizas del suelo hasta no dejar ninguna.
Al acabar fui al cuarto, era mi santuario, mi nirvana, el único lugar que me hacia creer que todo estaba bien y que todo saldría bien en mi vida. Era extraño pero era el único lugar que no me hacia dudar de mi existencia y calmaba mi presión sanguínea.
Tomé mi teléfono del bolsillo de mi ropa, lo miré unos segundos y cuando pensaba dejarlo a un lado, este comenzó a sonar avisandome que tenía una llamada entrante. Miré el nombre y este decía "popo", era Lopez.
—Hey —saludé.
—No creas que no sé como me tienes de contacto —sentí como su voz era con diversión, pero no lo suficiente como para reír.
—No tenía las intenciones de mantenerlo en silencio, tarde o temprano lo sabrías.
—Eres tan dulce...
—Más que el chocolate, chico rudo —sonreí de lado—. Pero bueno, ¿querías que supiera que ya lo sabías? ¿por eso tu llamada?
—No, de hecho solo me aseguraba si este era tu número.
—Claro, como es tan difícil saber entre tantos otros números de féminas que te necesitan... —dije con sarcasmo—. Dudo que sea la única.
—Solo escucho que estás molesta por no ser especial.
—Colby, es muy apresurado para inventar los celos en esto que estamos recien comenzando —miré mis uñas.
—Yo no hablé nada de celos —se carcajeó ligeramente.
—Pero lo pensaste.
—Tú lo tomaste como una indirecta —volvió a reír esta vez me había hecho sentir algo de vergüenza. Estaba comenzando a odiarlo.
—Por supuesto. Voy directo al grano, sin preámbulos —solté como último recurso—. Y te repito que es bastante apresurado, yo me tomó los sentimientos más lentamente.
—Puede ser... pero los celos se manifiestan en cualquier simple situación. Nunca se es muy apresurado Devin.
—Como digas, solo ten presente que no he sentido celos en años así que es muy difícil que los vuelva a sentir ahora.
—Difícil, pero no imposible.
—Sigue pensando así, mientras tanto voy a dormir.
—Son las ocho de la tarde.
—Te dije que no te metas en mis asuntos, no me obligues a repetirlo pero de mala forma esta vez —advertí y colgué. A veces no necesitaba dormir, a veces solo era una excusa para poder estar sola.
Dejé el aparato a un lado de la cama, cerca de mi rostro y me acomodé de lado. Las ideas, la imaginación y mi conciencia comenzaron a trabajar en cortos segundos llevandome a donde no tenía pensado llegar, cada vez que me quedaba en silencio aquello sucedía, solo que a veces me llevaba a lugares no deseados..
Se supone que la noche esta para descansar, yo me torturo con pensamientos y recuerdos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro