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7. Circe.

Salimos del baño y Phill me hizo la invitación para que nos quedáramos charlando un poco más. Pidió otro té para mí y un café para él.
Nos sentamos junto a una mesa, uno frente al otro.
Nos miramos por unos segundos hasta que yo hablé, no me gustaba quedarme en silencio porque mi cabeza comenzaba a suponer lo que la otra persona estaba pensando y eso me mataba lentamente.

—Leí un artículo por ahí que volviste a las luchas.

—Si, en AEW... —respondió de inmediato—. Pero eso fue en el año 2021.

—¿Ah, entonces no estás en la WWE?

—Actualmente me encuentro ahí, voy a cumplir un año dentro de poco.

Oh... whoah... —expresé abriendo los ojos más grandes en sorpresa y mirando a todos lados asimilándolo. Siempre pensé que no lo haría, considerando todo el odio que sentía por la empresa. "No escupas al cielo porque luego te caerá en el rostro".

—Ni yo me esperaba un regreso, para ser honesto.

—¿Ya casi te quedabas sin dinero?

—Niña, eso fue rudo —respondió poniendo su mano frente a mí como diciendo "alto". Reí—. Auch.

—Lo siento.
Negué con la cabeza cerrando los ojos.

—¿En qué momento te di la confianza?

—Apenas hablamos y me seguiste la corriente, ahí te condenaste.

—Ya veo.
Llevó el vaso a su boca mientras me miraba con el ceño fruncido en cada segundo. Mordí mis labios con una sonrisa.
—Y hablando de ti, supe que Colby te pasó a visitar... no sabes cómo han colapsado las redes sociales por eso.

—¿A qué te refieres?

—Tus lectores saben todo el trasfondo de tu libro y Colby, tanto así que lo han estado resumiendo para que las personas como yo, sepamos los chismes. A mi no me gustan, debo aclarar... —dijo echándose atrás en la silla—. Pero me entretienen.

—Entre Colby y yo no hay nada.

—Hay fotos de ustedes dos tomándose un café después de una firma de libros —añadió encogiéndose de hombros—. Se mueren porque sea algo real.

—Pues... se van a tener que morir.

—Vaya, que cruel.

—No, ellos son crueles al inventar cosas de mí sabiendo lo mal que la he pasado. Mi sufrimiento no es un secreto.

—Ahí está el error —dijo rápidamente y me apuntó con el dedo—. Jamás debes hacerles saber al resto que estás sufriendo, porque luego creen que tienen el derecho de comentar sobre ti, de opinar sobre ti y tomar decisiones sobre ti. Lo mismo que al prestar dinero.

—El error es tuyo en estos momentos, ¿no crees que van a hablar de ti ahora? ¿Crees que no hay cámaras en estos momentos tomándonos fotos? Tienen varias de ti pasando un buen momento conmigo.

—¿Y crees que yo estoy aquí por qué si? —preguntó de vuelta—. Llevo más tiempo que tú en este mundo, niña. Más fans voy a tener, queriendo proponer una lucha entre tú y yo o al menos una aparición tuya en la WWE. Ve a casa, desbloquea tu teléfono y ve todas las noticias que son trending topic de ti en estos momentos —pidió—. Ah, y tómate una foto porque no podré ver tu cara de sorpresa al darte cuenta que yo tengo razón.

Me quedé en silencio unos minutos.

—Cállate —respondí y bebí mi té.
Escuché una carcajada de Phill, ambos teníamos el mismo humor y la inteligencia para dejar callada a una persona. De hecho, no sabía qué decirle después de eso, así que esperé a que las siguientes palabras fuesen de él.

—Lo siento por tu pérdida, Devin.

—No te preocupes, está superado.
Respondí sabiendo que se refería a Danielle.

—Me imagino que es algo que te dicen mucho últimamente.

—No, en realidad no, pero aprecio que tú lo hagas —dije siendo sincera—. Siempre quise ser como tú, ¿sabes?

—No me mientas, tu inspiración siempre fue Corey Graves. No soy tan tonto —atacó rápidamente—. Y al parecer también Jeff Hardy en la drogadicción, eh.

Carcajeó.
Me quedé perpleja.
—Niño, eso fue rudo.

—Me la debías.

—¿Ahora podemos comenzar bien?

Phill asintió.
—Perfecto.

—Bueno, me retiraré... tengo una lucha dentro de un par de horas y no he entrenado nada.

—¿A qué fecha estamos? ¿Será que ya casi es... Hell In a Cell?

Correcto. Pero lo han mejorado, te has estado perdiendo de muchas cosas.

—No es algo de lo que me arrepienta, eso tenlo por seguro —respondí de inmediato—. Quizás no fuiste mi inspiración en el pasado, pero si lo serás para volver a ver ese entretenimiento.

—Estaré luchando contra Drew McIntyre.
Se impulsó con las manos sobre la mesa.
—Hell In a Cell, Bad Blood. No lo olvides.

Me puse de pie de igual manera y aún con el vaso en su mano, se acercó, besó mi mejilla y me dio un abrazo sobando mi espalda.
—Anota mi número, sigamos en contacto.

Asentí con la cabeza y saqué mi teléfono, se lo entregué. Rápidamente lo escribió y me lo devolvió, en el nombre se puso "Punk". Le marqué mientras iba caminando lejos de mi. Se detuvo, sacó el teléfono de su bolsillo y mientras seguía caminando levantó el teléfono en mi dirección sin girarse, apretó el botón rojo y mientras salía por la puerta guardó el teléfono de nuevo en su bolsillo.

A los minutos, escuché como su buzón de voz decía:
"No te molestes en dejar un mensaje de voz porque no lo escucharé".
Reí, no sabía cómo se podía ser tan rudo pero a la misma vez tan afable.

Me volví a sentar otra vez y saqué el teléfono de mi bolsillo, al desbloquearlo pude ver que aún seguía en la cuenta de Colby.
—Mierda.
Le había dado al botón de "seguir".
—¿En qué momento pasó?

Instintivamente le di al botón para dejar de seguir pero eso ya no importaba, quizás, desde hace cuanto estaba el botón apretado y Colby, con mi suerte, ya lo había visto.
Apreté el botón otra vez rindiéndome y pensé: "¿le saldrá otra vez que lo seguí?". Lo volví a apretar para dejar de seguir. ¡Me estaba hundiendo sola!

Me salí de su cuenta y dejé el teléfono bloqueado sobre la mesa, me sudaban las manos. Mi corazón se aceleró con la simple idea de verlo otra vez, de que pensara que yo seguía interesada en él.
Apoyé los dos codos sobre la mesa y sobé mi rostro en un largo suspiro de agotamiento mental.

A los minutos, el teléfono sonó. Una vez.
Pasaron los segundos y éste volvió a sonar. Tres veces.
Abrí los ojos volviendo a mi posición y levanté el teléfono, en ese movimiento se encendió la pantalla. Notificaciones de Instagram. Le había quitado la opción de ver el asunto, saliendo así, solo "notificaciones", así que lo mantuve apretado con el dedo por unos segundos y decía:
«¿Te das cuenta que tú tampoco me puedes dejar tranquilo?»

Pestañeé tres veces seguidas y toqué el mensaje para que abriera completamente el chat.
Mi garganta se secó al ver que era un chat nuevo entre Colby y yo. Los tres mensajes decían:

«Devin Knox»
«¿Te das cuenta que tú tampoco me puedes dejar tranquilo?»
«Si, pude ver cómo me seguiste y me dejaste de seguir las dos veces. Hazlo una tercera vez, vamos, que la tercera es la vencida»

Me salí del chat y la última notificación se trataba de él siguiendo mi cuenta de Instagram.
Suspiré y pensando en lo que había dicho Phill —"se mueren porque sea algo real"—, le di al botón de seguir también. Mi condena.

«Buena chica» leí un nuevo mensaje.
No le respondería, estaba provocándome.

Dejé el teléfono sobre la mesa y con mis dedos volví a golpear en la misma; desde el dedo meñique al índice, repetidas veces, mirando las calles a través del vidrio.
Sentía que mi cabeza era un revoltijo, que todas mis ideas y las decisiones que estaba tomando eran absurdas. Me sentía como en un sueño, pero a la misma vez, sentía en mi corazón que era una pesadilla por la forma en que me daba una punzada intensa en el pecho. Sentía que si recibía otra emoción fuerte perdería la cordura.

Inhalé y exhalé queriendo mantener aquello en su nivel normal. Estable. Pero el sudor en todo lo cuerpo me lo impedía.
Mi mano más se comenzó a desesperar pero al llegar a la décima vez... se detuvo. Sentí un alivio.

Tomé el teléfono y volví a salir de ahí, huyendo de todos lados. Me sentía sola aún estando rodeada de tantas personas. Me sentía acompañada por la nueva amistad que había hecho. Me sentía deseada porque Colby me buscara. Me sentía en familia porque Chris estaba conmigo como un padre presente. Me sentía en paz porque Austin estaba conmigo cuando necesitaba un momento de silencio.
Sentía una mezcla de emociones sin razón.

Llegué al edificio, subí las escaleras hasta mi piso, abrí la puerta y corrí hasta la habitación. Estando ahí suspiré dejándome caer en la cama con los brazos abiertos.
Me quedé mirando el techo, se sintió como si hubiera estado en esa posición durante mil horas.
Al volver en mi, pestañeé y sentí la sequedad de mis ojos. Giré la cabeza en dirección a la puerta, ya no se veía la luz del día. Aquel trance no era una buena señal. Di un largo respiro y una larga exhalación hasta sentir que necesitaba volver a inhalar y llenar mis pulmones de vida.

El teléfono de mi bolsillo vibró.
Lo agarré a los diez segundos siguientes, no estaba interesada. Eran casi las once de la noche. Tenía una notificación tras otra en la pantalla, no dejaban de salir, era de Instagram.
"Joder, no tú otra vez" susurré, pero muy en el fondo esperaba lo contrario.

El teléfono se desbloqueó con mi rostro al tocar las notificaciones... y no, no era Colby. Eran publicaciones en las que las personas me habían etiquetado. Eran los mismos videos una y otra vez, como si fuese una clase de spam en la que te etiquetan porque has ganado dinero en algún casino online.

Abrí el último, el más reciente; en el, se veía a Colby tirado, con la cara ensangrentada, tanto así que había manchado la lona. Su cuerpo daba pequeños saltos como si fuesen convulsiones. Se veía muy real para ser entretenimiento y lo reconocía... porque así había dejado yo a Joe cuando The Undertaker se retiró y perdió ante él.
Enfocaron a la persona que estaba de pie junto a él y era una payasa. Literalmente una payasa con una risa enfermante; cabello corto, lacio y de color salmón, maquillaje blanco, labios color sangre, como si hubiera untado los dedos en la piel de Colby y se las hubiera pasado por los labios. Mejillas enrojecidas y las pestañas tan negras como mi alma.
Un traje diseñado desordenadamente, pareciese intencionado; collarín de rojo y rosado pálido, desteñido, mangas y pantalón corto a franjas, negras y blancas en vertical, sujetador negro y corsé rojo carmesí.
De sus muslos hasta la punta de sus pies unas pantimedias a rayas horizontales, roja con negro del lado derecho y del izquierdo rojo con blanco, sujetados con ligas.
Y finalmente, unas botas negras militares.
Joder... ¡que sobrecargada se veía! ¡Como si su mente estuviera así de llena!
Lo cual, no me sorprendería.

La seguí observando, sintiendo una parte de mi, atracción por su personalidad, haciéndome viajar en el tiempo a mis años dorados.

La chica se acercó a Colby y le dio una patada en el rostro como si hubiera golpeado una pelota de futbol. El silencio en el coliseo te erizaba los pelos aún estando mirando desde el teléfono una repetición. Mi corazón se aceleró a medida que la cámara se acercaba al rostro de la mujer.
—Devin, yo sé que me estás mirando. —Fueron sus primeras palabras con una voz muy profunda. —Mi nombre es Circe y yo seré tu peor pesadilla. Tómalo como cliché. Cuantas veces te han dicho eso. Pero te aseguro que yo soy la peor de todas —añadió agarrando la cámara con su mano, moviéndola como si estuviera agarrando mi rostro. Estaba mirándolo todo en primera persona—. Cada día que te tomes para pensar si vas a venir o no, yo... —pausó y puso sus manos debajo de su barbilla a cada lado, como niña buena pestañeando varias veces, entregándole la cámara al sujeto—. Yo haré que Seth pague las consecuencias, ¿me entiendes?. ¡El tiempo corre! «tic tac», «tic, tac» —movió su dedo en el aire siguiendo las manecillas del reloj, sin dejar de ladear su cabeza y mirarme fijamente hasta quedar casi con la cabeza al revés. Tétrico.

El video terminó.

Seguí mirando las otras notificaciones, todas eran del mismo video publicado en diferentes cuentas. El teléfono iba a explotar en mis manos.
Decidí salirme de la cuenta y ponerlo en modo avión hasta el día siguiente. Suspiré y me senté como indio sin saber que hacer.

Estaba rodeada de silencio, mirando la puerta esperando una esperanza. Sonreí al ver que Austin abría la puerta y la cerrada detrás de él, al verme sonrió achicando sus ojitos. Esa forma en la que... su mirada seria cambia a una alegre y sus ojitos se achican... ese sentimiento al vernos a los ojos, en el que siento que ambos nos sentimos como en casa, esa es la mejor sensación en toda mi jodida vida. Incluso las revoluciones de mi corazón bajan y me siento invencible, me siento imparable. Siento que todo lo puedo lograr.
—Hola mi amor —saludó caminando por el pasillo.

—Hola, corazón.

—¿Qué tal el té?
Se paró en la entrada de la habitación apoyando su cuerpo.

—Interesante.

—¿Qué te sucedió?

—Conocí a CM Punk, ¿puedes creerlo? —le pregunté sentándome en el borde de la cama con los pies tocando el suelo, acercándome más a él—. Ya no soy una persona anónima, casi todos conocen mi nombre en diferentes rubros pero... conocer a Punk es como... si volviese a ser una fan de las luchas otra vez —expliqué con pasión y lo miré a los ojos.

—¿Así te sentiste cuando me conociste?

—No, a ti te conocí de sorpresa... no era tan fan de ti cuando todo sucedió.

—Ya veo, no te emocionas conmigo como te emocionas con ese vago tatuado.

—No lo tomes así, tú eres mi sueño hecho realidad —confesé mirándolo suplicante—. Ahora ven acá.

Me hizo caso y se acercó a pasos lentos, estando frente a mí, se lanzó y ambos nos recostamos en la cama. Reí y nos quedamos mirando con una sonrisa, él me abrazaba por la cintura.
—Yo... —comencé a decir, no sabía cómo contarle lo que había visto en las redes sociales.

—¿Qué te sucedió? —preguntó ayudándome—. ¿Qué viste?

Suspiré con los ojos cerrados.
—Hay una chica nueva en la WWE y me acaba de dedicar un momento... solo eso —comenté moviendo mi cabeza a ambos lados como queriendo olvidarlo y bajarle el perfil. Restarle importancia—. Se llama Circe.

—Conocí a esa chica, tuvo su momento de fama en la AEW... fue antes de que tú y yo nos conociéramos. Luego de eso, desapareció.

—¿Es así de loca como se muestra? —pregunté curiosa—, ¿o es solo su personaje?

Austin guardó silencio mirándome a los ojos queriendo darme calma.

—Ten cuidado con ella —respondió y acarició mi mejilla, moví mi rostro contra su mano al igual que un gato, muy suavemente, sin dejar de hacer contacto visual—. Ella le ha hecho daño a mucha gente, no la han encerrado solamente porque tiene problemas mentales.

—¿Y por qué no está en un sanatorio?

—Porque luchar es su única medicina.

—¿Y no hay nadie a cargo de ella?

—Si, hay alguien, pero cuando trabajé con ella nunca supe quién era, siempre fue tan anónimo o anónima. Ni siquiera lo veía cuando ella sufría una lesión y debían llevarla al hospital —explicó—. ¿Cómo fue el video que viste?

—Te lo muestro.
Busqué el teléfono por la cama y al encontrarlo, lo giré a él para que lo viera. En su rostro no se veía sorpresa, como si él ya hubiera visto algo parecido antes o conociese muy bien a la chica. ¿Me había perdido de algo?
—No... No te sorprende... ¿verdad? —pregunté un poco temerosa. Austin suspiró con los ojos cerrados y apretando los labios meneó la cabeza en negación.

—Así me lesionó una vez también, estuve fuera de acción por tres o cuatro meses más o menos, no recuerdo. Cuando volví ella ya no estaba y ahí fue cuando entraste tú... y me enamoraste, chique —explicó una vez más y se rio. Lenguaje inclusivo—. Deberás volver a comunicarte con Colby, después de eso no creo que esté bien de salud.

—Y después de todo... el que esté así es culpa mía.

—No lo es, porque tú no has tenido ningún problema con ella para que se lance así contra Colby —respondió rápidamente calmando mi atormentada conciencia—. Tú vas a comunicarte con Colby porque es lo más pertinente, porque tu nombre está de por medio, quizás él te ayude a saber qué hacer en este caso, hablar con los dueños de la empresa y llegar a un acuerdo, porque ellos tampoco deberían estar tratando con una persona que tiene trastornos mentales.

—Tienes razón. Además, estamos en otros tiempos, ya no pueden decir que es bueno para los negocios tenerla, ni por rating, ni por los fans. No pueden dejar que los demás luchadores pasen malos momentos por una persona así. La salud mental también afecta a los que la rodean.

—Muy inteligente, corazoncito.

Sonreí.
—Así que ahora llama a Colby y pregúntale cómo se encuentra.

—No todavía, temprano me acosó por Instagram.

—¿Te acosó?

—No. Realmente yo... —divagué—. Fui yo la que estuve investigando y él solo reaccionó. Lo siento.

—No es necesario que lo digas, yo te entiendo y siempre lo he hecho, desde el día en que nos conocimos y lo hablamos claro. No tengo inseguridad de perderte tampoco, porque lo nuestro es real, porque confío en ti.

—Ay, Austin —expresé y me acerqué a abrazarlo. Él me correspondió.

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