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5. Todo ha vuelto a la normalidad.

Caminamos de vuelta.
Chris me acompañó por las mismas calles hasta volver a pararse donde antes me había estado observando. Nos despedimos con un beso en la mejilla y un último abrazo.
Me alejé de él entrando en el edificio, sintiendo su mirada en mí hasta estar del otro lado de la puerta. No me giré a darle una mirada más. Subí las escaleras y entré en el departamento, a pasos silenciosos me fui quitando la ropa mientras caminaba a la habitación donde se encontraba Austin.

Me detuve por un momento y pensé en Chris.
A pasos lentos me acerqué a mi lado de la cama y tomé el teléfono del mueble, tenía las manos frías.
Desbloqueé el teléfono y le marqué a Chris.
Esperé los tres tonos y él contestó.
—¿Te quedas a dormir en el departamento? Extraño a mi papá.

Chris tuvo un momento de silencio.
—Me devuelvo.

—Dejaré la puerta junta, no tardes.
Colgué.
Dejé el teléfono nuevamente en el mueble, miré mis manos y éstas estaban muy frías. Me las sobé y miré a Austin; seguía desnudo y su cabello descansaba perfectamente en la almohada. Tenía un cabello de princesa. En su barba ya tenía pelos grises y algunos blancos. Estaba envejeciendo.
Pero él era la mejor cosecha de vino; la cosecha que mientras más envejecía más sabroso se ponía.

Me metí a la cama delante de él, lo fui empujando suave hasta que me abrazó siendo la cuchara más grande. Sus pies apretaron los míos, con su brazo sujeto a mi cintura y su rostro en mi cuello, habló con una voz ronca:
—¿Cómo te fue?
Sonreí.
—Tienes las nalgas frías.
Reí.

—Salí con Chris.

—Lo sé, ¿arreglaron la situación?

—Si. Todo ha vuelto a la normalidad... de hecho, le pedí que se quedara esta noche.
Austin besó mi hombro y se acomodó un poco más, apretándome un poco más a su cuerpo y a los segundos lo escuché respirar más lento. Se había vuelto a dormir.
—Ya casi llega.

Cerré los ojos y con una sonrisa me fui quedando dormida como él. Sintiendo como su calor me llenaba hasta el último de los dedos de mis pies.






A la mañana siguiente me desperté y me encontré sola. Mis manos temblaban y seguían frías. Las moví un poco, todo esto del regreso de Colby me había afectado más de lo que había pensado.
Miré la cama y Austin ya no se encontraba conmigo.
Me levanté y poniéndome una de las camisetas de mi novio, salí de la habitación.
—Buenos días, ¿cómo te sientes?
Escuché la voz de Chris, giré la mirada y me miraba preocupado. Me imaginaba que se refería si a Austin le molestó que se quedara en el departamento, pero Austin no era así... él sabía que a Chris no le agradaba pero no era mutuo. Aceptaba a todas las personas de mi entorno.

—Bien bien —respondí—. ¿Sabes si Austin se fue a trabajar? No suele irse sin despedirse.

Restregué mis ojos con un bostezo.
A los segundos recordé que esta mañana él debía salir temprano a ver lo que sucedería durante la semana. Estaba en un nuevo proyecto con algunos amigos.
—Olvídalo, ya lo recordé.

—Ven aquí.
Chris se acercó y me abrazó.
Al parecer realmente se sentía mal por lo que me había hecho con Colby.

—Solo estoy un poco temblorosa, se me pasará... —susurré recargando mi mejilla en su hombro—. ¿Hiciste el desayuno?

—Si —respondió, me alejó unos centímetros de su cuerpo sujetándose en mi cintura y dejó un beso sonoro en mi mejilla—. Hice huevos revueltos, acompañado con tostadas.

—¿Y algo dulce?

—Aún no he terminado de hablar —respondió alzando una ceja—. Hice una ensalada de frutas, aún recuerdo que necesitas algo fresco al comenzar la mañana, porque el gusano del azúcar te lo pide.

—Gracias.
Sonreí cerrando los ojos.
Chris besó mi frente esta vez.
—¿Ahora me vas a creer que estoy arrepentido? —preguntó.

—Mm... quédate una semana más y ahí veremos si te creo —respondí alejándome de él con dirección a la cocina.

—"Veremos".

—Claro, no soy una chica fácil... ¿olvidas a Daniel?

—Daniel.

—Daniel —repetí al igual que él y se quedó callado.
En estos tiempos ya no me identificaba con ese chico, era todo lo opuesto.

—A veces me pongo a pensar en ese chico de Brooklyn y me da nostalgia, ¿sabes? —comentó siguiéndome. Llegué a la cocina y me serví una tostada con huevo, Chris agarró el cubierto y se comió una fruta picada del pote—. Recuérdame... —añadió y tragó la fruta, apuntándome con el tenedor—. ¿Cuáles fueron los lugares que estuviste?

—Brooklyn, obviamente. Queens, Davenport y California. Ahí terminó mi travesía porque me enamoré de Austin.

—Omitamos ese detalle, ¿si?

—No puedo, cualquier tema que quieras hablar conmigo sobre mi pasado, saldrá él en las historias porque de verdad que es un personaje principal —reí—, todo te llevará de vuelta a él.

—No, tú ordena tus palabras antes de decirlas y así lo dejas fuera de todo esto.

—No seas gruñón.

—Es lo mejor o me verás saliendo por esa puerta ahora mismo.

—Vale —cedí y me volví a reír llevando la tostada a mi boca. Chris me lanzó una fruta.

—Hablemos de Danielle, ese tema está muy lejos de Austin.

Mastiqué mirando el huevo en mi pan, haciendo memoria una historia que tenía varias lagunas mentales bloqueadas. Muchos sentimientos reprimidos también.
—Nos conocimos por internet, a pesar de la diferencia de edad que había entre nosotras, yo siempre la vi como una hermana menor. Ella me contaba de su vida y de lo mal que la estaba pasando en su casa. Un día, le dije que había ahorrado el dinero suficiente para irnos a vivir juntas. Claro... una chica menor de edad, todos pensarían que a esa edad no tienes el criterio necesario para tomar decisiones y solo lo haces a través de la rabia. Impulsada por situaciones en las que solo te hacen desear huir. No te voy a mentir, dudé en creer que eso era lo que ella quería... pero al arriesgarme y sacarla de ahí, ella me fue demostrando que era justo lo que ella necesitaba y buscaba por mucho tiempo.

—¿Y qué pasó con su familia? ¿No la buscaron o te culparon de secuestro? Porque sacar a un menor de edad de su hogar no es algo fácil.

—A las semanas acordé una reunión con sus padres y ellos me dieron su tutela. Yo... tenía dieciocho años justo en ese momento. Y has de pensar tú... dos muchachas que no tenían idea de la vida viviendo solas... —le expliqué moviendo las manos como diciendo "no es una buena idea". Él asintió dándome la misma mirada—. Ambas teníamos la madurez necesaria para saber lo difícil que se pondría la situación desde ese momento.

—Te admiro. Admiro a las dos, en realidad.

—Nuestra convivencia fue muy buena, al principio fue difícil, ella no quería estudiar porque sentía que debía trabajar, que las dos debíamos trabajar para tener una vida digna. Pero hicimos un trato... yo le hice prometer que a los tres meses trabajando y estuviéramos en una situación más estable, ella debía volver a la escuela. Aceptó —seguí explicando y volví a morder el pan—. Pero las cosas no mejoraron y esas semanas se convirtieron en meses... hasta que un día me di cuenta que estábamos llegando a diciembre y yo perdí mi trabajo por una estupidez. Le prometí que volvería a buscar otro trabajo, pero con el último sueldo fui a pagar los préstamos que ella le había pedido al jefe. A Will. Al falso asesino que escribí en el libro.

—Pero si hubo un asesino, ese fue Levi.

—Cierto, lo había olvidado. Ese fue el gran acontecimiento por el que Colby se alejó de mi.

—Linda, matar a una persona es realmente impactante... y tú no sentiste nada al hacerlo, eso no te hacía diferente a Levi.

—¿De qué lado estás? —pregunté mirándolo frunciendo el ceño.

—A veces suelo ver las cosas del lado neutral, eso ayuda a ver todas las perspectivas posibles.

—Tienes razón, eso no te lo discutiré.
Y gracias por haberme ayudado con todo el tema legal por haber matado a alguien. No estaba en mis cabales.

—No te vuelvo a dejar sola en este mundo.

—Lo sé... —lo miré a los ojos—. Y bueno, Levi no fue más que un antiguo novio de la primaria, terminé con él y se trastornó, cayó en las drogas y me gritaba en la calle... todo un problema. Poniéndome a pensar, siempre estuve rodeada de estas situaciones, ¿sabes? Y me admiro porque a pesar de eso supe mantenerme cuerda.

—Eres admirable.

Asentí con la cabeza.
—Todo eso lo recordé luego, cuando me puse a escribir el libro. Luego de la desintoxicación me llegaron muchos recuerdos bloqueados.

—¡Ah, cierto! Todo ese proceso de la desintoxicación la pasaste conmigo... ahora estoy recordando. Luego nos despedimos porque decidiste ir a California por mejores oportunidades laborales. Si hubiera sabido que conocerías a Austin allá no te hubiera dejado ir...

—¿Y luego soy yo quien se la vive hablando de él? —pregunté y reí.

—Han pasado siete años... pero ahora que he visto que estás feliz, puedo dejarlo tranquilo. Pero no pidas que simpatice con él porque sabes para que lado cargo yo. Recuérdalo.

—Lo recordaré.

Ambos nos quedamos en silencio por unos segundos.
Sentí que tomó aire por la boca y habló:
—Recuerdo a Danielle... yo fui al bar donde ella trabajaba y ahí estabas tú —comentó entusiasmado apuntándome otra vez con el tenedor. Cambiando de tema para que todo siguiera fluyendo.

—Claro —confirmé—, y ahí hiciste una promesa que no pudiste cumplir y eso nos llevó al odio tan conocido entre tú y yo.

Le moví las pestañas como las caricaturas levantando el hombro. Chris entornó los ojos y yo le quité el pote de fruta, intercambiándolo con las tostadas.
Acto seguido, le quité el tenedor de los dedos.
—Luego de eso... te juro, te juro que Danielle me decía todo el tiempo que sentía que le quedaba poco tiempo. "No lo sé con seguridad pero lo siento... lo siento tan adentro en mi pecho" me decía. Y aún recuerdo su voz diciéndomelo. "Pero necesito compartir con Chris Jericho aunque sea una vez, cúmpleme el sueño Devie, por favor"... —suspiré ahogando el nudo en mi garganta—. Y eso...

—Fue el gran odio que me tenías, más del que solías decirme.

Asentí con la cabeza sonriendo de lado, llevando una fruta a mi boca para evitar seguir hablando.

—Un poco de ese odio si fue por tu ausencia —aclaré—. Tú nunca desaparecías por tanto tiempo y justamente esa vez lo hiciste. Fue desgarrador así que no seguiré hablando de eso.

Chris se acercó y me rodeó con uno de sus brazos sin sacarme de mi posición y besó mi hombro.

—Danielle murió. Nadie vio nada esa noche. Llamé a una ambulancia. Llegaron tarde. Ella murió en mis brazos. Y el caso quedó archivado. Fin de la historia. Hasta que yo hice justicia con mis propias manos. Fin de la historia otra vez —dije sin dar mucho detalle y jugué con las frutas, enterrándoles el tenedor a cada una de ellas sin ser muy agresiva—. Todo ese proceso del cuerpo, comprar el cajón, elegir la fosa y darle una despedida digna fue lo más duro en toda mi vida. Realmente quería incinerarla y llevar sus cenizas conmigo pero no me encontraba en un buen estado mental y lo más probable es que las hubiera tirado en el patio o quizás me hubiera bañado con ellas y llorando en la ducha. O quizás comido. Conociendo lo trastornada que estaba en ese momento, ninguna opción la veo alocada en estos momentos. —Me encogí de hombros—. Si me preguntas ahora en dónde está enterrada... con tanta droga y alcohol, ese dato está borrado de mi cerebro.

—Sé que tarde o temprano lo recordarás, porque has estado recordando cosas y estoy muy orgulloso de ti por eso.

—Gracias.

—¿Me cuentas más a fondo tu relación con los vicios? Es el segundo tema que tú y yo no hemos hablado, para dar por terminada toda esa fase.

—Yo...

—No te voy a juzgar Dev, es más, entiendo las razones que te llevaron ahí y no te voy a decir nada para hacerte sentir mal. Te voy a escuchar y si tenemos que llorar juntos, lloraremos juntos.

—¿Te acuerdas que me dijeron que me despedían en la WWE porque una fuente confiable les contó que yo era mujer? No te conté la verdad. El que yo fuese mujer solo fue una razón muy pequeña, sino que, el que yo tuviera problemas con las drogas fue lo que me condenó. Mis vicios me condenaron. No te lo quise decir anoche.

—Pero nadie lo sabía, sigo pensando que alguien te delató.

—Ese tema para mí está cerrado, de verdad —insistí—, porque me fue mejor al salir de ahí.

—Los vicios... ¿no te dejaron con secuelas?

—Solo un poco de pérdida en la memoria y distorsión de las realidad... pero eso me lo traté con un especialista. Así que todo está controlado.

—Me alegro mucho.

—Y bueno... cuando fui a parar a la calle después de la muerte de Danielle fue mucho tiempo. Hice cosas de las cuales no me siento orgullosa. Por conseguir droga hice muchas cosas que no te las diré porque no quiero que cambie tu forma de mirarme. Y al rehabilitarme lo hice sola. No fue de la noche a la mañana como lo escribí en el libro, fueron meses, incluso un año en qué me encerré en la habitación y solamente con mi fuerza de voluntad puede salir de ahí. Los dolores de estómago, la ansiedad, el sudor, los temblores físicos porque mi sistema me estaba pidiendo más... no, fue muy difícil. Bebía agua, hacía ejercicios y comía. Porque además, me encerré con una caja con alimentos fáciles de consumir. Solamente salía para ir al baño. Todas las demás habitaciones las tenía cerradas —suspiré—. Yo era un caballo de carreras; la mirada siempre al frente. Cuando pude estar completamente sana fue cuando salí e hice todos los cambios en mí.

—Joder... y después de todo eso quisiste seguir adelante.

—Danielle fue el motivo de querer seguir avanzando, ella quería que yo me metiera en las luchas de lleno. Esa fue mi motivación. Todo lo malo que pasé desde ahí ya no me importaba. Solo quería luchar y cumplir el sueño de ella. Lo único que no pude lograr fue el sueño de que yo pasara mi vida con Colby. Pero no todo puede ser perfecto, ¿verdad?. Conocí a Austin... un hombre casi parecido a Colby pero que si aceptaba mi pasado y todas las cosas que había hecho... y no me tenía miedo.
El personaje de Colby fue basado en la personalidad de Austin. Yo me enamoré de mi versión de Colby que a fin de cuentas fue Austin —confesé.

—Y aquí vamos otra vez... —refunfuñó y me soltó.
Me comencé a reír a carcajadas—. Deberías llamarle a este capítulo "todo sobre Austin" en tu próximo libro; "mi vida con un hombre llamado Austin", "como conocí a Austin"... elige el que quieras. "Austin, Austin y más Austin".

—¡No seas pesado! —grité y lo empujé con mi cuerpo.

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