—Háblame sobre ti.

—Ryan...

—Vamos, Addison. Hemos sido amigos por un tiempo.

—Yo solo...—ella paró de hablar—Ryan, sabes que no soy nada especial.
Él la imaginó sonrojada. Nunca había visto a alguien sonrojarse, por supuesto, pero aparentemente era cuando tus mejillas se enrojecen, tal y como Addison le había dicho. Incluso él sintió su propia cara ardiendo.

—Pero tú eres...—soltó. Parte de él se estaba apresurando a sí mismo por sacar todo aquello que llevaba conteniendo durante tanto tiempo.

Bueno, eso fue irrevocable.

Ella suspiró—No lo sé, no me gusta hablar sobre mí...

Él se sentó girándose hacia donde sabía que ella se encontraba, buscando su mano en las mantas, y cuando por fin la encontró, la tomó—Déjame decirte como te veo—dijo. Ella empezó a protestar, pero él levantó su mano haciendo un ademán, deteniéndola.

—Tú eres todos los colores en uno, Addison. Tienes una risa que es amarilla y hermosa...resonante y clara. Tienes una voz que es como tú misma describes al azul: calmada. Pero es también como tú describes el blanco: pura. Y es cálida, como el marrón, ¿avellanada tal vez? Es como la miel, suave y dulce. Tú eres rojo cuando estás emocionada o cuando te apasiona algo.

Él se apresuró en continuar, porque temía que si se detenía, nunca tendría el coraje para decir todo aquello.

—Y déjame decirte como te sientes; como haces sentir. Tu cabello es suave como la seda y me vuelve loco cuando roza contra mi brazo, cuando te tumbas en la manta a mi lado o cuando recuestas tu cabeza sobre mí cuando estás sentada en el banco. Tus manos son suaves también, pero con un espacio áspero en tu dedo del anillo de tu mano izquierda, donde sostienes el bolígrafo cuando escribes...

Continuó:—Hueles a flores; supongo que debe de ser algún champú o perfume que usas. Como lilas o rosas, no estoy muy seguro. No sé realmente la diferencia entre algunas de las flores—ella rió suavemente mientras él proseguía—. No sé cómo te ves en realidad, pero sé cómo te sientes, y te sientes bien, te sientes correcta. Te sientes como la mejor cosa que me ha pasado en la vida.

Él sintió como ella debía de estar a pulgadas de él. Contuvo el aire por un mero momento, antes de exhalar y atreverse a continuar:

—Te sientes como calidez, como la alegría, la amabilidad y todo lo bueno. Me haces sentir amor; un amor diferente al que jamás he sentido, diferente de amigos y familia...diferente en el buen sentido. No sé cómo se ve el sol, Addison, pero sé cómo se siente; como calidez, felicidad y todas las cosas alegres y buenas, y tú te sientes como eso.
Sé que esta es la más boba confesión que nunca habías oído, porque probablemente esperabas que algún otro que viniera a confesarte su amor pudiera tener ojos que funcionaran y supiera cómo te ves, pero esto es todo lo que tengo, y si no sientes lo mismo, lo habré arruinado todo y no hablaré del tema de nuevo. Pero dime, Addison, porque tengo que saberlo. ¿Podrías...? ¿Alguna vez podrías sentirte de la misma forma que yo?