----------------------------------------------------------Alieth---------------------------------------------------------------------

Alieth llevaba prácticamente todo el día pensando en Ciara, no le gustaba haberse marchado de esa forma, sin despedirse y sabiendo que ella estaba enfadada.  Claro que estaba en su derecho, ella no comprendía la forma de actuar de los Thiores y quizás estaba en lo cierto en que dicha forma era despreciable.

Llegaron a la aldea de Vitrie, cuando estaba apunto de anochecer, y se situaron en la formación mas correcta, para realizar un ataque cuyo principal factor era la sorpresa, al igual que en la aldea de Ciara.

A las doce de la noche, entraron en la aldea y comenzó la batalla, le costaba mas que nunca pelear contra los aldeanos y aunque para defenderse tuvo que herir a mas de uno, trato de no matar a nadie.

Tardaron horas en conseguir tomar la aldea al completo. Para cuando se disponían a seleccionar nuevos esclavos para llevar al campamento ya estaba amaneciendo.  En esta ocasión, Alieth ordeno que solo llevaran esclavos hombres usando la excusa de que no hacían falta mas mujeres en el campamento.  Pero lo cierto es que no era por eso, no podría soportar la cara de Ciara al ver que llevaba mujeres y niños como esclavos.

-¡Señor, tenemos muchas bajas ! Casi todos nuestros guerreros están heridos y algunos han muerto –su guerrero al mando le estaba informando de la situación, pero lo cierto es que el ya se había dado cuenta que en esta ocasión habian estado a punto de perder la batalla.  Había demasiados rebeldes en esa aldea, era tan extraño, nunca había habido tantos rebeldes juntos.  Algo estaba pasando.

-Bien señores descansaremos la mañana y partiremos hacia el campamento en la tarde, de esa forma llegaremos al amanecer –lo cierto es que no deseaba pasar otra noche lejos  de Ciara, pero era consciente de que sus guerreros estaban agotados

La mañana pasó demasiado lenta, inspeccionaron la aldea, no por algo en concreto, sino simplemente por aburrimiento.  Alieth no paraba de caminar de un lado al otro, solo pensaba en ella, en que estaría haciendo, en si seguiría enfadada.  Las mujeres eran tan complicadas.

Al llegar la tarde, después de comer algo, se apresuro a ordenar a sus guerreros que lo prepararan todo para partir. El camino de regreso al campamento se le hizo eterno.

Estaba amaneciendo cuando llegaron y dispusieron a los esclavos en el centro del campamento como siempre, pero en esta ocasión Alieth no permaneció junto a sus guerreros.  Se dirigió rápidamente a la tienda de su padre a informarle sobre las bajas, cuanto mas prisa se diera, antes podría verla

-Padre, le traigo información sobre la toma de la aldea –Su padre estaba tumbado en la cama, pero no dormía, parecía pensativo

-Pasa hijo – le indico con la mano que se sentara – y dime ¿Qué tal fue?

-Bueno la verdad padre es que, hemos tenido batallas mejores, sufrimos muchas bajas  Había demasiados rebeldes en esa aldea, lo cierto es que es extraño, hay algo en todo esto que no me gusta

-Bueno hijo, vencimos ¿no? –su padre parecía buscar las palabras correctas, pero su expresión era tan triste –lo cierto es que esto tarde o temprano llegaría, siempre supe que algún día el pueblo se revelaría y llegaría la autentica guerra.

-Si padre, puede que ese día este mas cerca de lo que pensamos –me levante rápidamente y me dispuse a ir hacia mi tienda –Si me disculpa padre, necesito descansar

-Hijo espera un momento –Mi padre parecía preocupado, es la primera vez que le veía con dificultad para hablarme –veras, quería decirte.  Ciara, no olvides que es una habitante de este reino hijo, por mas que permanezca con nosotros, no entenderá nuestro comportamiento.  Quizás deberías dejar que regresara junto a su padre.

No dije nada, ni siquiera pude pensar en lo que mi pare me decía, ¿dejar que se fuera? No, ¿Cómo iba a vivir sin ella?

Salí de la tienda de mi padre, tenia que preguntarle a Ciara que había pasado mientras estuve fuera, algo debió ocurrir para que mi padre pensara seriamente en dejarla marchar del campamento.

Entre en la tienda buscándola y ahí estaba, tumbada en la cama, dormida, parecía un autentico ángel.  Dios la amaba demasiado como para perderla, la necesitaba junto a mi, solo pensar en que pudiera entregarse a otro me hervía la sangre.

Me acerque a ella y roce su cara con mi mano, no podía dejar de mirar sus labios, sus senos, su cintura, sus largas piernas.  Me ardía la piel con tan solo tenerla tan cerca y no pude contenerme mas.  Susurre su nombre y cuando me miro con esos hermosos ojos la bese, como nunca la había besado, con una necesidad que jamás había sentido hacia nada ni nadie .