Evergrene, había sido uno de los mejores reinos, hay quien decía que el mejor, sus tierras eran las mas frondosas, sus ríos los mas puros, rodeados de hermosos paisajes que invitaban a admirar la naturaleza que los rodeaba.

La gente era generosa,  se ayudaban los unos a los otros como una gran familia, compartían su afecto, su cariño, su felicidad, porque todos y cada uno de los habitantes de Evergrene eran felices.

Pero de eso, de esos buenos momentos no quedaba nada, todo se había vuelto oscuro, tenebroso, el hambre, el frió, el caos y la destrucción  azotaban sus tierras y a sus habitantes.

 Todo comenzó una noche hace 20 años en la que los reyes de Evergrene fueron asesinados, supuestamente en un asalto al castillo realizado por los Thiores, guerreros del mar, que habían llegado dos lunas antes, con la intención de pedir asilo en esas hermosas tierras.

Los Thiores eran guerreros por sangre, que viajaban de reino en reino, libraban las batallas necesarias para restaurar la paz en aquellos reinos en los que la oscuridad se cernía, eran respetados y adorados por todos. Pero tras aquella noche, todo cambio, la gente se volvió contra ellos, los despreciaba e incluso se atrevieron a atacarlos, guiados por el odio al pensar que eran ellos los que habían asesinado a sus Reyes.

Pasaron meses en los que todo era confuso, no había leyes en el reino, el respeto había desaparecido, la gente se tomaba la justicia por su mano, los guardias huían ante las multitudes furiosas. Hasta que una noche, como aquella en la que todo comenzó, un grupo de hombres borrachos se encontraron con un guerrero Thiore, y llevados por la furia cometieron el peor de los actos, le quitaron la vida. Los Thiores enfurecieron ante aquella acción del pueblo, mostraron su lado mas oscuro, su rabia se alzo, arrasaron aldeas enteras, castigaron a aquellos que se rebelaban con la muerte, instauraron un régimen de caos, muerte y desesperación, guiados por el odio que esa misma gente había desatado en ellos.

Fue entonces cuando todo comenzó, reinaron como dueños de todo y todos, asaltando, robando, matando. Convirtiéndose en aquello contra lo que tantas veces habían luchado, olvidando quienes eran y de donde provenían.

Es aquí donde comienza esta historia, 20 años mas tarde.

Una noche, la paz reinaba en la aldea de Ferestes la mas cercana a las ruinas del palacio, cada uno de sus habitantes descansaba en su casa, disfrutando de esa tranquilidad que pocas noches podían tener, y que en esta como en muchas otras había pasado, el caos estaba a punto de llegar

 Ciara, hija de Orestes, un antiguo capitán de la guardia real, preparaba la cena para su padre, al que quería con gran devoción.

 - Creo que le falta un poco de sal- decía Ciara mientras probaba una cucharada del caldo que estaba preparando.

 -No te preocupes hija, sabes que a mi me encanta como cocinas – respondía su padre entrando por la puerta de su casa.

- Oh papa vamos, si por ti fuera te comerías hasta las hierbas si yo fuese quien te las sirviera- le echaba en cara a su padre riendo –tienes que admitir que no soy la mejor cocinera del mundo.

 - Eres la mejor hija del mundo- respondía su padre dándole un beso en la frente- y eso no hay quien lo discuta.

Ambos se sentaron a cenar, entre risas, Ciara, era una chica amable y muy cariñosa, todos la respetaban muchoen el pueblo.  Junto a su padre había levantado una pequeña escuelita en la que enseñaba a leer y a escribir, además de ayudar en la enfermería de la aldea, que por aquellos tiempos recibía muchos heridos.

 Cuando terminaron de cenar y Ciara se disponía a recoger la mesa, se oyeron gritos en la aldea y el trotar de unos caballos acercándose.

Orestes ordeno a su hija que permaneciera en el interior de la casa y agarrando su rifle y su espada salió, pero Ciara era demasiado inquieta para permanecer encerrada.  Tomando el arma que su padre escondía bajo la cama se dispuso a salir, cuando al abrir la puerta un hombre le salto encima, forcejearon y ella al librarse de el salio corriendo dirección al granero.

Fue entonces cuando lo vio, en su caballo, con unos ojos verdes penetrantes, mirándola a ella, si a ella, por unos segundos se perdió en su mirada pero pronto regreso al mundo real al sentir que alguien le tiraba del cabello.

 - ¡Maldita pueblerina estúpida, pagaras por haberte atrevido a golpearme!- le gritaba ese hombre, con el que hace apenas unos minutos había peleado, mientras la tiraba al suelo- ahora si que me voy a divertir jajaja.

 No sabia que hacer su mirada era fría y absolutamente vacía como si no tuviera alma y eso la asustaba mucho mas, ¿Qué seria capaz de hacerle ese hombre?

Vio como se acercaba a ella con una sonrisa fría, pero de repente se paro.

 -¡Déjala en paz!-gritaba Riestte, uno de los niños que iba a la escuela de Ciara, mientras le daba una patada en la espinilla.

 Entonces ese hombre se volvió hacia el niño y lo agarro por el cuello, saco una daga, y se disponía a clavársela, ¿Cómo podía un hombre tratar así a un pobre niño? Ciara saco valor de donde pudo y se abalanzo sobre ese maldito guerrero, ambos cayeron al suelo, entonces sin saber como, cogió el arma que se encontraba cerca de ellos y justo en el momento en que el se disponía a golpearla, disparo.

Al ver como el guerrero caía, se levanto corriendo  cogió a Riestte de la mano y se dirigió hacia el granero, donde permanecieron escondidos hasta que los gritos y disparos cesaron.

 -¡Ciara! ¡Ciara, hija mía! – gritaba Orestes desesperado, al no haber encontrado a su pequeña a su regreso

 -¡Papa! – gritaba ella mientras salía del granero, llorando- ¡Papa! ¿Estas bien?