Capítulo 2
"Las copas"
El mismo tipo rubio descansa su cabeza en una de las mesas del fondo, evidentemente está ebrio una vez más y evidentemente tendré que llamar a alguno de sus amigos para que venga por él...una vez más, pero eso será más tarde.
La chica que está sobre las piernas de su novio no para de besarlo, parece que aquí mismo van a violarse yo trato de no mirar, pero valla que el sonido de sus labios juntos es estresante, me hago la tonta una vez más limpiando las botellas y regresandolas a su lugar, son las 3:30am y la puerta de entrada sigue inmóvil, hace un par de meses que el rizado no ha vuelto a pisar este lugar aún cuando afirmó que lo iba a hacer, cierro mis ojos por un momento y doy un largo suspiro. Es hora de hacer que la gente se largue.
-Oigan- les digo a la pareja de novios melosos de la mesa, pero no se inmutan, el chico está demasiado ocupado lamiendo la lengua de ella. Que asco.
-Ya vamos a cerrar- sacudo el hombro de ella tal vez me he pasado porque se desequilibra de inmediato, pero antes de que toque el suelo el chico hace un rápido movimiento para sostenerla del brazo.
-Oye nos estábamos divirtiendo- Canturrea la chica desde el suelo arrastrando las "s"
-Sigamos esto en el hotel cariño- responde el tipo, con cara de asco y aburrimiento doy media vuelta al oír eso último y escapo de ahí hasta mi próximo cliente, el rubio ebrio de hasta el fondo, abandonado en aquella mesa con miles de shots al rededor suyo y una que otra copa, me siento como si hubiera cometido un delito al venderle tanto alcohol.
-Escucha ya voy a cerrar- muevo su hombro con la fuerza suficiente para hacerlo saltar del susto, mira a todos lados desconcertado intentando reconocer el lugar, su mirada se posa en la mía, los mismos ojos azules rodeados por un color rojo. No dice nada solo frota su entrecejo y vuelve a recargar su rostro en la mesa, ya no hay nadie a mi alrededor excepto él y estoy pensando seriamente en dejarlo ahí hasta el día siguiente.
-Oye chico mueve tu trasero hasta la calle- vuelvo a moverlo pero ésta vez con la punta de el pie golpeo su rodilla, el apenas se queja así voy directo a sus bolsillos para llamar a alguien para que se lo lleve, encuentro su móvil y llamo al primer número que encuentro.
-Diga- responden con voz ronca.
-Disculpa tu amigo, hermano o lo que sea está ebrio en el mismo bar al que siempre va a tomar, ya voy a cerrar así que ven por él o algo- lo ataco como si fuera su culpa.
-Voy para allá- responde sin más, esa fue la llamada más rápida que he hecho en la vida, el tipo rubio sigue inconsciente en la mesa, regreso a lo mio en la barra y termino los últimos detalles, ya he dejado todo listo e impecable para el día de mañana pero éste chico sigue aquí.
Dan las cuatro de la mañana y yo trato de mantener mi cabeza erguida, pero de vez en cuando cabeceo debido al sueño, miro el reloj una y otra vez y mientras más lo hago, pareciera que más lento se pasa el tiempo.
Al cabo de unos minutos la puerta se abre y enseguida el letrero morado se ilumina ante la presencia de aquel chico, ese cabello nunca podría olvidarlo y yo creo que él tampoco ha olvidado mis fachas pues la cara que acaba de hacer me lo deja en claro.
Se forma un silencio incómodo, ambos cruzamos miradas y yo no aparto la mía, el rizado carraspea un poco y luego voltea a ver a su amigo, inconscientemente acomodo mi cabello y limpio mis ojos cuando éste me da la espalda, quiero decir algo, quiero obligarme a mi misma con algo como un pellizco pero justo cuando mis dedos están a punto de apresar la piel de mi brazo el chico rizado se gira a verme.
-¿Cuánto te debe?- pregunta de mala gana, siento su aura pesada no se parece en nada al chico que hace un par de meses conocí por primera vez.
-Nada, lo obligué a pagar antes de que quede inconsciente- respondo, el asiente con la cabeza y frunce ligeramente el ceño, el letrero neón prende y apaga recordándome aquel día en que lo vi por primera vez, me pregunto si lo ha olvidado, está de mal humor o simplemente le doy igual.
-¿Cómo supiste que estaba aquí?- pregunto, que yo recuerde jamás le di la dirección a la que tenia que venir por él.
-GPS, Google maps...¿tecnología?- responde en tono burlón. Estúpida.
El chico rubio apenas se inmuta cuando sus brazos son elevados por su amigo para al fin marcharse.
-Dejame en paz imbécil- grita el rubio arrastrando las palabras, avienta manotazos al aire y se sangolotea de un lado al otro, el chico rizado trata de controlarlo y sorprendentemente aún estando ebrio da batalla.
-Sueltame estoy divirtiendome- vuelve a quejarse, miro su mesa tambalearse, tiene unas tres copas en ella y mi mala suerte con éstas vuelve a surgir cuando de una patada tira una, su amigo me mira seriamente, yo me molesto más de lo que ya estaba y ya es hora de que escuchen.
-¡Rompiste la copa!- le grito, el rubio levanta su mirada hacia la mía, sus ojos están dilatados y rodeados de pequeñas venas rojas.
-¡Es una puta copa!- grita de nuevo, el rizado no se inmuta solo nos ve pelear y sostiene por un brazo a su amigo rubio.
-¡Pues la puta copa es Europea y vale más que tu puta vida!- le reclamo más fuerte, el rubio se suelta de el agarre para tonar otra copa, la eleva y la estrella contra la pared, luego toma la tercera y me la avienta a mi, yo me agacho para esquivarla y ésta se estrella contra la barra, al fin su amigo reacciona y lo sostiene una vez más aprietando su hombro para que quede inconsciente.
-Es una pena que halla pasado esto, ¿el suele venir a este sitio con frecuencia?- ésta vez se dirige a mi, sus ojos verdes están puestos en los mios, los miro como si fuera la ultima vez que los voy a ver, por un momento mi ira desaparece.
-Algo- respondo casi sin aliento, el aprieta sus labios y da media vuelta.
-Toma- me extiende el dinero suficiente para pagar el daño y luego se larga, sin despedirse sin decir nada y ni siquiera se molesta en sonreirme.
Con tranquilidad salgo rendida de el lugar y cierro tras de mi, Grenda va a tener que limpiar el desastre de vidrios cuando llegue porque yo ya estoy harta, al instante en el que doy la ultima vuelta a la llave las luces que iluminan la puerta y el letrero se apagan dejandome tan solo con la iluminación de las avenidas, se supone que debería darme miedo caminar sola por los subterráneos de la ciudad, pero en realidad la tétrica musica de fondo no es lo que me aflige si no llegar a casa. Llegar a ese lugar del infierno.
El edificio en el que vivo es uno de los más antiguos de la zona y es iluminado tan solo por un foco en el marco de la puerta principal, hay un par de lámparas más, pero éstas son parte de la ciudad así que están ubicadas en las esquinas de la cuadra. Este edificio es muy oscuro debido a que se ubica justo en medio.
La misma rutina de todas las madrugadas me espera, entrar por esa puerta iluminada para luego apretar los puños y correr por mi vida escaleras arriba en la penumbra, los vecinos dicen que un hombre viene aquí por las noches a asaltar a la gente pero mi suerte es extrema y afortunadamente no me ha pasado nada aún, al llegar a mi puerta en el departamento 12B introduzco la llave en la cerradura y antes de intentar meterme miro a mi alrededor para comprobar que nadie me siga, suena extraño pero la paranoia podría salvarte la vida. Una vez segura entro.
La sala está en penumbra, se olle el ruido de una gotera en el lavabo de la cocina, no hay luces encendidas salvo la de el baño, lo que significa que se quien está ahí.
La silueta de una mujer delgada con una bata blanca de dormir, agachada de cara al inodoro agotada como cada noche, quisiera decir que quien está ahí mirándome con esos ojos cansados es un fantasma y no mi madre
A eso me refería con temerle más a mi hogar que a la calle.
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