Capítulo 1
"El inicio de todo"
Dos Años Atrás:
-Deja todo limpio y después cierra- la gordura de mi jefe es aprisionada por su chaqueta, toma su boina color gris fuerte y sale de el lugar azotando la puerta negra tras de él. Se supone que mañana es mi día libre así que deseo con todas mis fuerzas que la manecilla de el reloj blanco de pared señale las cuatro, la semana pasada se rompieron doce de sus copas favoritas a causa de un alboroto en la barra, el causante fue un tipo viejo, barbón y de pinta millonaria que estaba invadiendo mi espacio personal, pero por obvias razones la que tendrá que pagar las copas rotas seré yo, y a falta de dinero horas extras.
El bar es espacioso y realmente bello, más sin embargo por la apatía de mi jefe para contratar más personal o prestarle mejores atenciones a la clientela el lugar no es muy popular, de hecho la gente no dura aquí después de las tres, salvo una que otra ocasión especial.
Mientras paso el trapo rojo húmedo por toda la barra de cristal suena aún la musica de fondo en el lugar, miro una vez mas el reloj en la pared y han dado las tres de la mañana, ya no volteo a ver mi reflejo en el espejo que está justo detrás del aparador, porque se que es lo que veré, la misma cara cansada de siempre incluidas las ojeras y los labios secos pintados de lo que era labial rojo, ajusto el cierre de mi chamarra negra hasta la barbilla y me doy media vuelta hacia el aparador de espalda a la barra, comienzo a acomodar una a una las copas mientras por el espejo vigilo la entrada, el anuncio de neón ilumina todo el lugar con su luz morada parpadeante, pongo otra copa en el aparador y tomo una nueva para sacudirla, cuando volteo a ver otra vez la entrada pareciera que la puerta se balancea de un lado al otro igual que lo hace cuando alguien entra, pero la ignoro y sigo con lo mio.
La música se detiene puesto que el playlist se ha terminado y a mi para variar me da flojera volver a iniciarlo así que el lugar queda en silencio, tomo otra de las copas y me giro de frente a la barra, pero al ver lo que está pasando la copa se me resbala de la impresión estallando en miles de fragmentos que se esparcen por todo el piso de madera.
El chico que ha entrado aprieta los dientes y entre cierra los ojos, pero no se mueve, ni yo soy capás de hacerlo.
-Creo que la rompiste- interrumpe el silencio, lo miro con la boca entre abierta y luego dirijo mi mirada hasta la entrada.
-Ya está cerrado- le informo de manera grosera señalando el letrero colgado en la puerta.
-Si estuviera cerrado no estarías aquí- responde despreocupado, mientras comienza a ver una por una las botellas de el muestrario viendo que es lo que va a elegir, otra vez mi mirada se dirige hacia en reloj de la pared, son apenas las 3:30 am, mi turno termina hasta las cuatro si tengo suerte, así que no veo el problema de servirle algo a este tipo y que luego se largue.
-En un momento te atiendo- le digo y suelto un gran suspiro de resignación, él me sonríe con ironía mostrándome sus oyuelos, le doy la vuelta a la barra pasando por donde están las llaves y con calma cierro la puerta para evitar la entrada de alguien más.
Volviendo a mi sitio me poso frente de el esperando su pedido, el chico señala una le das botellas y sin decir nada comienzo a servirle.
-Juro que creí que estaba abierto, por lo regular éste tipo de lugares están disponibles toda la madrugada por si a algún borracho le apetece- la voz de el chico es gruesa para su apariencia tan joven pero supongo que es un traga años, me encojo de hombros ante lo que parece ser un cuestionamiento, pero después comienzo a explicarle todo mientras le doy la espalda para preparar su bebida.
-Antes solíamos hacerlo, pero una vez un tipo loco se metió con un arma y comenzó a tirar balas por todos lados, por suerte nadie salió herido pero aprendimos de esa mala experiencia- le entrego su bebida mientras el me mira atento.
-Que mala suerte, no había oído nunca de una chica que atendiera la barra de un lugar como este-
-Si, yo tampoco- bajo mi tono de voz, el chico me mira por un rato para después comenzar a beber, al mirarlo recuerdo el desastre que he hecho con la estúpida copa nueva que tendré que pagar, así que comienzo a limpiar todo lo ocasionado.
-¿No hay nadie más en el lugar ayudandote?- pregunta él, pienso en mi respuesta un largo rato mientras recojo los vidrios agachada.
-No vas a asaltarme o algo- lo digo más como una afirmación que como una pregunta.
-Depende- responde arrastrando las palabras, me levanto de el piso con la cara sonrojada por el esfuerzo y lo miro de manera seria analizando si lo que dice es verdad o una simple broma pero su sonrisa responde a mi pregunta.
-No es bueno hacer ese tipo de bromas a una chica que trabaja en un bar de paso a plenas tres de la mañana- digo con ironía mientras con cuidado tiro los fragmentos de la copa en el cesto de basura que tengo tras la barra.
-Oh vamos, en una ciudad tan segura como esta y una de las calles más pobladas nada melo podría pasar- me dice con sarcasmo y luego extiende su copa, asiento con la cabeza y una vez más me dedico a lo mio mientras él no para de hablar. Éste chico habla hasta por los codos y eso que habla con demasiada lentitud.
-Es una pena que tu turno sea tan largo y pesado, y una injusticia que nadie te acompañe en tu dolor- insiste en seguir la platica, lo miro sobre mi hombro para ver que su mirada está puesta en su teléfono y una de sus manos está entrelazada en su cabello jugando con sus rizos.
-Solo es por unos días, en realidad le estoy pagando a mi jefe- respomdo y una vez más le extiendo su bebida para que el la tome.
-¿Pagando?- enarca una ceja.
-Es una larga historia, el fin de semana pasado se rompieron una docena de las copas favoritas de el dueño a causa de un alboroto en la barra, el causante fue un tipo viejo y millonario que estaba invadiendo mi espacio personal, pero por obvias razones la que tendrá que pagar las copas rotas seré yo, y a falta de dinero le regalo mis horas extras- le doy mi explicación, luego de meditarlo un rato me siento una idiota por decirle eso aún cuando no lo conozco.
-Debes tener cuidado, acabas de añadir una a tu lista de deudas, te vas a endrogar- se burla.
-Casi siempre que pasan ese tipo de cosas me hechan la culpa a mi, algunas veces no soy solo yo la causante- espeto irritada, el chico me mira con indignación y deja la copa en la barra.
-¿Estás insinuando que fui yo el causante?-
-No, solo digo que de no haberme asustado no la habría roto- tomo asiento detrás de la barra esperando a que termine de beber y al fin poder largarme a mi casa, mañana debo despertarme a las siete para acompañar a mi mamá al doctor, a duras penas dormiré tres horas, tal vez dos porque él parece querer alargarse.
-Oh vamos, yo no podría asustar a nadie- vuelve a sonreír, me sorprendo a mi misma mirándolo con atención siguiendo cada uno de sus gestos y esa manera tan peculiar que tiene de reírse de todo.
-¿Ya te has visto en un espejo?- respondo frunciendo el ceño, el chico ríe una vez más y da un largo trago a su bebida, mi atención va directo hacia su apariencia, directo a su camisa de vestir llena de garabatos que utiliza como si fuera primavera, por Dios afuera está helando y éste tipo anda así como así, también lleva pantalones negros y si no mal recuerdo noté sus botas cuando me agaché.
-Creo que debo irme ya- me informa mirando su reloj, ambos nos levantamos de nuestro sitio a la par, él para marcharse y yo para abrirle la puerta.
-Bueno fue un gusto conocer tus historias- me dice antes de salir.
-Te sorprendería lo que en éstas paredes ha sucedido- añado mirando a mi alrededor, las paredes negras son iluminadas únicamente por las luces led que prácticamente están por todo el borde de el techo y en algunos lugares estratégicos como decoración, en dos de éstas paredes hay papel tapiz para darle vista al lugar, tiene una imagen de el centro de Nueva York, lo que se me hace realmente estúpido tomando en cuenta que estamos en el centro de Nueva York y cualquiera que desee admirarlo podría simplemente sacar su cabeza por la ventana.
-Bueno, supongo que tendré que venir mañana para escuchar las demás historias- me dice haciendo que vuelva a prestar atención, suelto una pequeña risa al ver que me está coqueteando porque no lo negaré, el chico es bastante atractivo.
-Oh valla ese será un gran sacrificio de tu parte- digo con sarcasmo.
El chico sonríe, sale de el bar y da la vuelta para marcharse, pero antes de que esté demasiado lejos para escucharme asomo la cabeza y le grito:
-¡Solo intenta no asustarme!-
-¡No habrá más copas rotas!- grita de vuelta, se despide con la mano y se aleja de prisa cubriéndose de la lluvia.
Aquí es donde empieza la historia.
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