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Raven Queen


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Raven Queen

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El sol comenzaba a ocultarse sobre Ever After High, pintando el cielo con tonos dorados y rosados. Las sombras se alargaban sobre los caminos empedrados y los altos torreones de la escuela, dando a todo el lugar un aire de cuento en su momento de transición entre la luz y la oscuridad.

En el patio trasero, oculto de la vista de los demás estudiantes, Raven Queen estaba sentada en un banco de piedra, abrazándose a sí misma mientras pequeñas lágrimas resbalaban por sus mejillas. Su reflejo en el Espejo Mágico aún ardía en su mente, la visión grabada en su corazón como un recordatorio cruel de lo que se suponía que debía ser. Ojos brillando con magia oscura, una presencia imponente envuelta en sombras, el miedo reflejado en los rostros de sus amigos. Por más que luchara contra su destino, este siempre parecía acecharla, como una sombra que se alargaba con el tiempo.

Un sonido familiar la sacó de sus pensamientos. Primero fue el aleteo, luego la silueta oscura que descendió con gracia desde los cielos. Sus plumas negras captaron los últimos destellos del sol como si fueran de obsidiana pulida. Y entonces, con un leve resplandor de magia, el cuervo se transformó en una joven de porte elegante y mirada intensa.

T/N había llegado.

Raven no se movió, pero sus ojos se encontraron con los de ella. No necesitaba palabras para que T/N entendiera lo que pasaba. Sin dudarlo, la joven se sentó a su lado y, con una ternura que contrastaba con su imponente presencia, deslizó los dedos entre los mechones oscuros y morados de su novia.


—Lo viste ¿Verdad? —Preguntó en voz baja, aunque ya conocía la respuesta.


Raven asintió, mordiendo su labio inferior para contener otro sollozo.


—El espejo... —Su voz tembló—Me mostró lo que se supone que debo ser. Vi mis ojos brillando con magia oscura, vi a todos temiéndome. Vi... cómo me convertía en ella.


La última palabra se sintió como una espina en su garganta. Su madre. La Reina Malvada. T/N suspiró y tomó la mano de Raven entre las suyas, su tacto cálido y seguro.


—Eso es lo que el cuento espera de ti—Dijo con calma—Pero sabes tan bien como yo que los cuentos no siempre son correctos. No eres solo lo que está escrito en un libro.


Raven desvió la mirada, pero T/N no la dejó encerrarse en su propia desesperación. Con cuidado, levantó su mentón y la obligó a mirarla a los ojos.


—Tú has cambiado la historia antes, Raven. Has inspirado a otros a cuestionar sus destinos ¿Por qué dudar ahora?


Raven tragó saliva.


—Porque el miedo sigue ahí —Susurró—¿Y si un día me convierto en lo que más temo? ¿Y si no puedo detenerlo?


T/N sonrió levemente y deslizó un brazo alrededor de sus hombros, atrayéndola hacia su cuerpo.


—Si eso alguna vez pasa, estaré aquí para recordarte quién eres en realidad. No eres tu madre. No eres una villana. Eres Raven Queen, la chica que lucha por su propio camino.


Raven se dejó envolver por aquellas palabras, como un bálsamo en su atormentada mente. Se permitió cerrar los ojos por un momento, apoyando la cabeza en el hombro de T/N, sintiendo su calidez y la seguridad que solo ella podía darle.


—Gracias... por siempre estar aquí —Murmuró.


T/N besó suavemente su frente y sonrió.


—Siempre. No importa lo que pase, Raven. Yo volaré a donde sea que me necesites.


Un crujido de ramas interrumpió el momento. Ambas alzaron la mirada al mismo tiempo, con alerta en sus ojos. Una figura rubia emergió de entre los arbustos, caminando con paso apresurado. Su vestido rojo y dorado ondeaba con la brisa nocturna.


—Raven... —La voz de Apple White sonaba preocupada—Te estuve buscando. Vi que saliste corriendo y me preocupé.


Su expresión se suavizó al ver a Raven, pero pronto su mirada se posó en la desconocida que estaba a su lado. Su ceño se frunció, no con hostilidad, sino con confusión.


—¿Quién eres?


Aunque sus palabras fueron respetuosas, su tono denotaba cautela.

T/N la miró fijamente. Hubo un destello de reconocimiento en sus ojos, pero lo cubrió con un gesto de desdén apenas contenido. En lugar de responder, tomó la mano de Raven y la llevó a sus labios, depositando un beso suave pero firme sobre su piel. Fue un gesto de afirmación y, al mismo tiempo, un sutil desafío.

Luego, sin apartar la mirada de Apple, su cuerpo comenzó a transformarse. La silueta humana desapareció en cuestión de segundos, dejando en su lugar un cuervo de plumas negras y mirada inteligente. Con un último graznido, el ave alzó vuelo, perdiéndose en la penumbra del cielo.

Apple parpadeó, atónita, siguiendo la silueta de T/N hasta que desapareció entre las sombras.


—¿Raven... quién era ella? —Preguntó en un murmullo.


La hija de la Reina Malvada sintió su rostro arder y encogió los hombros, sin saber exactamente cómo explicarlo.


—T/N... es mi guía en mi cuento de hadas. Pero... —Murmuró—No le agradas, Apple.


Apple abrió los labios, sorprendida. Sus ojos reflejaban una mezcla de incertidumbre y confusión, pero tras un momento de silencio, simplemente asintió.


—Entiendo —Susurró con una sonrisa forzada—Solo quiero que estés bien, Raven. Eso es lo único que me importa.


Raven sintió una punzada de culpa. Sabía que Apple solo quería ayudar, que en el fondo su intención no era mala. Pero también sabía que T/N no confiaba en ella y quizás en parte entendía por qué.

La noche finalmente se asentó sobre Ever After High. Raven se quedó en el banco de piedra, mirando el cielo estrellado con una mezcla de pensamientos enredados en su mente.  Se preguntó si, en algún lugar allá arriba, entre la oscuridad de la noche, T/N aún la estaría observando.


...


El amanecer cubría Ever After High con una luz tenue y plateada, aún envuelta en la bruma matinal. El frío rocío brillaba sobre las hojas, y el aire estaba impregnado con el aroma fresco de la mañana. Los caminos adoquinados parecían susurrar con cada paso, y las sombras de los árboles se alargaban perezosas, estirándose con el despertar del día.

Raven caminaba sola por el patio de la escuela, perdida en sus pensamientos. La noche anterior aún pesaba en su mente la visión en el Espejo Mágico, el consuelo de T/N. Sus emociones estaban enredadas en un torbellino de incertidumbre y añoranza. No sabía qué pensar de todo aquello, pero una cosa era segura. T/N siempre encontraba la manera de llegar a ella. Esa certeza se hizo realidad cuando, al girar por un pasillo de piedra adornado con enredaderas, sus ojos se posaron en un objeto dejado sobre el banco de piedra donde había estado la noche anterior.

Un ramo de flores moradas oscuras con detalles blancos.

Raven se quedó inmóvil por un instante. No eran flores comunes. Sus pétalos parecían brillar con un tenue resplandor etéreo, como si la magia misma las envolviera. Algo en ellas era hechizante y familiar. Dio un paso hacia adelante, su corazón latiendo con una emoción que no podía explicar del todo. Justo cuando extendió la mano para tomarlas, un sonido rompió la quietud del amanecer.

El galope de un caballo.

Levantó la mirada justo a tiempo para ver una figura oscura montada en un corcel negro, surgiendo desde la niebla como una aparición de otro mundo. La silueta del jinete era imponente, su capa ondeando con el viento y la armadura que portaba tenía un brillo opaco, casi espectral. Un aura oscura y malévola lo envolvía, haciendo que los pocos estudiantes que se encontraban cerca retrocedieran con temor. La niebla parecía abrirse a su paso, como si la misma sombra le temiera.

Las miradas se llenaron de miedo, murmullos se esparcieron entre los presentes.


—¿Quién es ese? —Susurró alguien.

—Se siente... peligroso.


Pero Raven no sintió miedo.

El jinete detuvo su montura a unos metros de ella. El aire se tornó denso, impregnado de una energía latente, expectante. Sin pronunciar una palabra, inclinó la cabeza en una reverencia cortés pero solemne. Luego con un movimiento ágil, dejó caer algo más sobre el banco antes de tirar de las riendas y girar bruscamente el caballo. El corcel relinchó y en cuestión de segundos, jinete y el hombre se desvanecieron entre la bruma, como si nunca hubieran estado ahí.

Raven apenas escuchó los comentarios inquietos a su alrededor. Su atención estaba fija en el banco. Junto a las flores, había una carta.

Con un cuidado casi reverente, la recogió y deslizó los dedos sobre el delicado papel negro con letras plateadas. Lo abrió lentamente, su corazón latiendo con fuerza al ver el corto mensaje escrito con una caligrafía elegante y precisa.


"Para mi reina de sombras, que incluso en la oscuridad brilla más que cualquier estrella. Donde la noche susurra, ahí estaré. —T"


Una sonrisa involuntaria apareció en sus labios. El frío matutino ya no parecía tan helado. La ansiedad en su pecho se disipó, reemplazada por una calidez que solo T/N era capaz de provocar. Llevó el ramo cerca de su rostro y aspiró su aroma. El perfume era embriagador, con un toque de noche y un susurro de viento en la distancia. Cerró los ojos por un instante, dejando que la sensación la envolviera.

Porque lo sabía.

Sabía quién le había enviado aquellas flores, sabía quién había enviado al misterioso jinete, sabía quién la observaba incluso en la lejanía.

T/N.

Raven suspiró, su expresión suavizándose en algo parecido a una ensoñación. Sus dedos recorrieron con delicadeza los pétalos, como si acariciara un recuerdo querido. En su interior, la certeza floreció, nunca estaba sola. Nunca lo estaría.

A su alrededor, los demás aún murmuraban con inquietud sobre la aparición del jinete oscuro, pero Raven ya no escuchaba. Con el ramo en sus manos y la carta contra su pecho, solo podía pensar en la persona que, sin importar la distancia o el misterio, siempre encontraba una manera de llegar hasta ella.

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