El depredador Definitivo
La luz del crepúsculo apenas atravesaba el denso dosel del Bosque Encantado, dejando caer sombras alargadas que se entrelazaban con las raíces retorcidas y los arbustos espinosos. Natsu Queen estaba de rodillas junto a una pequeña fogata, su aliento formando ligeras nubes en el aire frío. Alrededor de él, un campamento improvisado se alzaba en la soledad del bosque. No había tiendas lujosas, ni armas refinadas. Solo la naturaleza y su habilidad innata para moldearla a su favor.
Con una calma casi sobrenatural, Natsu tallaba cuidadosamente una rama gruesa con un pequeño cuchillo de caza. Su enfoque era absoluto. En sus manos, la madera se transformaba en una flecha improvisada. Tomó una segunda rama y repitió el proceso, dejando que el sonido crujiente de la madera cortada resonara entre los árboles.
Cada flecha era diferente, adaptada al entorno y a los recursos disponibles: plumas de cuervo, afiladas puntas de piedra que había encontrado junto a un río cercano, y fibras vegetales trenzadas que servían como cuerda para el arco que él mismo había construido.
Mientras trabajaba, su mente estaba en silencio, pero una parte de él estaba alerta, acechada por su otra mitad. Sabía que el bosque no era el único peligro en la caza de una criatura como la manticora. Su segunda personalidad, siempre acechante, podría tomar control si bajaba la guardia. Por eso, se mantenía en equilibrio, centrado en cada detalle, en cada movimiento.
-Más resistente de lo que parece -murmuró para sí mismo mientras examinaba la última flecha. Satisfecho con su trabajo, la colocó cuidadosamente en el pequeño carcaj improvisado que había atado a su cinturón.
El crepitar del fuego le resultaba casi relajante, pero el silencio del bosque que lo rodeaba era pesado. Las criaturas del Bosque Encantado habían aprendido a callar cuando un depredador rondaba, y esta noche, la manticora estaba al acecho. El trabajo de Milton Grimm era claro: cazar a la bestia antes de que su rastro de destrucción alcanzara Ever After High. Era una misión que solo Natsu podía llevar a cabo, por sus habilidades... y por lo que era capaz de hacer cuando las cosas se complicaban.
Levantó la vista, observando el horizonte entre los árboles. Sabía que no tenía mucho tiempo antes de que la manticora comenzara a moverse de nuevo. El viento sopló, trayendo consigo un olor metálico y agrio: sangre.
Natsu se puso de pie en silencio, apagando la fogata con un gesto rápido de la mano. El aire alrededor parecía volverse más frío, y sus ojos brillaron con una determinación acerada.
-Es hora. -Su voz, apenas un susurro, se perdió en el viento mientras cargaba el arco y el carcaj a su espalda, dirigiéndose hacia el corazón del bosque, donde las sombras eran más densas y el peligro más palpable.
El aire gélido del Bosque Encantado le hacía arder los pulmones mientras Natsu se movía entre las sombras, avanzando con sigilo. Sin embargo, mientras se dirigía hacia su presa, su mente no podía evitar volver a ese despacho. A las palabras de Milton Grimm resonando en su cabeza como una amenaza velada.
Flashback
-No tienes elección, Nathaniel. -La voz de Milton Grimm era fría, tan cortante como el filo de las espadas que colgaban de las paredes del despacho. El director de Ever After High estaba detrás de su gran escritorio de madera tallada, sus manos cruzadas sobre la superficie pulida.
Natsu, que prefería ser llamado 'Natsu', estaba de pie frente a él, con los brazos cruzados y los ojos llenos de resentimiento. Lo había llamado a su oficina de madrugada, rompiendo el breve respiro que había conseguido en su día lleno de clases y misiones secundarias. Pero esto... esto era diferente.
-¿No tengo elección? -repitió Natsu, su tono sarcástico cargado de rabia contenida-. ¿Y qué pasa si digo que no?
El director hizo una pausa, observando la reacción de Natsu.
Grimm entrecerró los ojos, inclinándose levemente hacia adelante, con una expresión calculadora.
-Eres uno de los cazadores más hábiles que han pasado por Arcana Magic High, y ahora estás bajo mi supervisión aquí. Hay una criatura suelta en el Bosque Encantado, una manticora, que amenaza todo lo que hemos construido. Si no la eliminas, no solo estudiantes, sino inocentes también sufrirán.
-Y además, tu hermana... -añadió en un tono más bajo pero con igual firmeza- ...será puesta en peligro si la manticora se acerca demasiado a Ever After High.
Natsu apretó los puños. Sabía que esto no era una petición, sino una orden disfrazada. Grimm era maestro en manipular a los estudiantes para que sirvieran a sus propios intereses, y esta vez no era diferente. Pero la mención de Raven, su hermana, despertaba algo más profundo en él, algo que no podía ignorar.
-Si eres tan poderoso, ¿por qué no mandas a algún cazador o alguien que este familiarizado? -disparó Natsu, con una sonrisa desafiante que no alcanzaba sus ojos. Sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, pero no le importaba.
Grimm lo observó en silencio por un momento, su rostro imperturbable.
Natsu sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Conocía esa sensación, la sensación de ser una herramienta en las manos de otro. Pero también sabía que no podía dejar que su hermana corriera ningún peligro. No después de todo lo que habían pasado.
-Está bien. -su respuesta fue seca, sin emoción-. Cazaré a la manticora.
Antes de girarse para salir de la oficina, Grimm añadió algo más, como quien clava un cuchillo para girarlo después.
-Ten cuidado, Nathaniel. -La voz de Grimm era casi paternal, pero había algo amenazante en ella-. No querríamos que te perdieras en el bosque... o en ti mismo.
Natsu apretó la mandíbula, conteniendo la furia que hervía dentro de él. Con un último vistazo a Grimm, salió de la oficina, dejando atrás el eco de sus propias pisadas resonando en los pasillos vacíos.
Fin Del Flashback
De vuelta en el bosque, Natsu sacudió la cabeza, tratando de sacarse de la mente el encuentro con Grimm. Su puño se cerró alrededor del arco, aferrándose a la única cosa que le daba control en ese momento: la caza.
Había prometido terminar con la manticora. No por Grimm, ni por Ever After High, sino por su hermana, Raven. Aunque sabía que su otra mitad, la parte más salvaje y descontrolada de su ser, estaba lista para saltar en cuanto el olor de la sangre llenara el aire.
Se detuvo un momento, escuchando el susurro del viento entre los árboles, y respiró profundamente, sintiendo el latido acelerado en sus venas. La caza había comenzado, y nada lo detendría ahora.
Natsu sacudió la cabeza, alejando el recuerdo del encuentro con Grimm. No era el momento de pensar en amenazas disfrazadas de solicitudes, ni de enfrentarse a la manipulación sutil del director. Aquí, en el bosque, todo era más simple. Aquí solo existía la supervivencia. Aquí él tenía el control.
Se detuvo en una pequeña apertura entre los árboles, donde los troncos caídos formaban una especie de círculo natural. Era el lugar perfecto para probar el arco improvisado que había creado. El diseño era sencillo, hecho con madera flexible y cuerda trenzada de plantas locales, pero sabía que no debía subestimar su capacidad. Después de todo, el arma era tan buena como el cazador que la empuñaba.
Sostuvo el arco con firmeza, tirando de la cuerda hasta que esta crujió suavemente bajo la tensión. Colocó una de las flechas improvisadas en la cuerda, apuntando a un punto lejano, una rama seca en lo alto de un árbol. Sus músculos tensos se relajaron solo lo necesario mientras mantenía la postura, y finalmente soltó la cuerda con un suspiro contenido.
La flecha voló, cortando el aire con precisión, y se clavó en la rama con un golpe sordo. Natsu no mostró emoción; no había razón para celebrar. Era un tiro sencillo, un ejercicio de rutina para alguien con su experiencia.
Sin embargo, no podía permitirse el lujo de confiar solo en el arco. La manticora era astuta y fuerte, y un enfrentamiento directo con ella podía acabar mal. Era necesario preparar trampas, no solo para debilitarla, sino también para asegurarse de tener opciones si su segundo lado intentaba tomar el control. La caza no se trataba solo de fuerza, sino de astucia.
Natsu se agachó, recogiendo ramas caídas, piedras afiladas y cualquier cosa que pudiera servir. A lo largo de los años, había perfeccionado el arte de usar el entorno a su favor, y hoy no sería diferente. Caminó en silencio por los alrededores, inspeccionando el terreno. Encontró un claro más adelante, un lugar estrecho donde la vegetación se reducía y el terreno era irregular. Sería el lugar perfecto para colocar una trampa.
-Esto debería ralentizarla, -murmuró para sí mismo, mientras miraba su trabajo.
No se detuvo allí. Sabía que la manticora no era una criatura fácil de engañar, así que comenzó a preparar una segunda trampa, esta vez usando cuerdas hechas con las fibras de los árboles cercanos. Ató varias cuerdas entre dos troncos altos, creando una especie de red que se activaría con la presión adecuada. Colocó las cuerdas de tal manera que, si la manticora corría por esa área, quedaría atrapada, dándole a Natsu una ventana de tiempo para disparar desde lejos.
El sudor le perlaba la frente, pero no dejó que la fatiga lo distrajera. Su mente estaba enfocada en el objetivo. Cada trampa era una pieza en un plan más grande, una red de estrategias para asegurar su victoria. Una victoria que no solo implicaba cazar a la bestia, sino mantener a su lado más oscuro bajo control.
Finalmente, tras colocar las trampas en posiciones clave, se apartó para observar su trabajo. No era la primera vez que preparaba algo así, pero la tensión en el aire le decía que esta caza era diferente. El Bosque Encantado guardaba secretos más oscuros que la propia manticora, y Natsu sabía que no estaba solo en esa batalla.
Respiró profundamente y volvió a su pequeño campamento. La noche caía rápidamente, y con ella, la oscuridad se extendía como un manto sobre los árboles. Pero para Natsu, la oscuridad era su aliada. Si la manticora se movía, él estaría listo.
Se permitió un último momento de calma antes de que comenzara la verdadera caza. Observó el cielo nocturno por un segundo, antes de que una sombra se moviera entre los árboles lejanos. Su presa estaba cerca.
-Es hora de acabar con esto, -susurró, tensando nuevamente el arco entre sus manos.
Cambio de Escena
Natsu observaba el área del bosque con cuidado, evaluando cada punto estratégico, cada árbol y roca que podrían ser útiles. Sabía que la manticora no era solo una bestia cualquiera; tenía una astucia animal, instintos letales y una fuerza descomunal. Si se enfrentaba a ella de frente, lo más probable es que no saliera ileso. Sin embargo, si lograba llevarla a la zona que había escogido cuidadosamente, podría poner todas las probabilidades a su favor.
Se adentró en un claro más amplio, pero rodeado de densa vegetación, ideal para preparar una trampa. El terreno irregular, las rocas dispersas y los árboles viejos formarían una barrera natural que obligaría a la manticora a moverse de manera predecible. Era aquí donde convertiría el bosque en su propia red de muerte.
-No te daré la oportunidad de escapar, -murmuró para sí mismo mientras comenzaba a trabajar.
Primero, recogió grandes rocas de los alrededores, colocándolas en puntos estratégicos sobre una ladera que descendía hacia el claro. Con un simple movimiento, podría liberar las piedras, creando una avalancha que bloquearía el camino de la manticora y la empujaría hacia el centro de su trampa. La fuerza de las rocas no sería suficiente para matarla, pero sí la debilitaría, o al menos la haría perder el equilibrio.
Natsu trabajó rápido y en silencio, reforzando las cuerdas que había atado a varios árboles para formar una red de trampas. La manticora, como cualquier criatura, se vería tentada a huir si las cosas se ponían difíciles. Por eso necesitaba cerrar todas las rutas de escape posibles. Colocó cuerdas ocultas entre la maleza, conectadas a ramas y troncos listos para caer con un solo paso en falso.
-No tienes salida. -El pensamiento se repetía en su mente mientras terminaba de asegurar las trampas. Estaba creando un laberinto en el que solo él conocía el camino.
Además de las trampas físicas, también preparó cebos. Sabía que la manticora era un cazador voraz, y usó restos de animales cazados recientemente para atraerla a su zona. Colocó los cuerpos estratégicamente, atándolos a las trampas de cuerdas para asegurarse de que cualquier movimiento brusco activara un mecanismo que la atrapara.
Uno de los puntos más importantes de su plan era una trampa improvisada, hecha de ramas puntiagudas y cuerdas resistentes. Esta trampa estaba ubicada en el punto más bajo del claro, donde la manticora, si huía, estaría obligada a pasar. La estructura estaba diseñada para levantarse en cuanto la criatura pisara el centro, envolviéndola como una jaula improvisada. Sabía que no la detendría por mucho tiempo, pero ese breve instante sería suficiente para darle una ventaja crucial.
Finalmente, se agachó en el centro del claro y revisó una última vez su obra. El lugar estaba listo. Todo lo que tenía que hacer ahora era esperar a su presa.
El silencio del bosque era abrumador. El sol comenzaba a descender, proyectando sombras alargadas sobre el suelo. Natsu se detuvo un momento para respirar profundamente, calmando sus pensamientos. Sabía que esta era solo la calma antes de la tormenta. Pronto, la manticora aparecería, y el verdadero combate comenzaría.
Se permitió un segundo para observar sus manos, cubiertas de tierra y sudor, recordando todas las veces que había estado en situaciones similares en Arcana Magic High. Sin embargo, esta vez sentía algo diferente. No era solo la amenaza de la manticora lo que lo inquietaba, sino también la sensación de que estaba cazando bajo la presión de Grimm, siendo empujado como una pieza más en el tablero.
Sacudió la cabeza, apartando esos pensamientos. Aquí, en el bosque, Grimm no tenía poder. Aquí, solo había un cazador y una presa. Y la manticora no sabía que estaba siendo guiada hacia su propio fin.
Con todo listo, Natsu subió a lo alto de un árbol cercano, colocándose en una posición ventajosa desde donde podría observar el claro completo. Tensó el arco y colocó una flecha improvisada en la cuerda. Su respiración se hizo lenta, calculada. Esperaba en la oscuridad, cada sentido alerta, listo para el momento en que la criatura hiciera su movimiento.
Entonces, lo sintió. Un leve temblor en el suelo, un crujido en la distancia, y un olor acre que inundó el aire. La manticora estaba cerca. La bestia se movía sigilosamente, pero Natsu podía rastrearla con facilidad, su oído agudizado captaba cada sonido, cada pisada en las hojas secas.
Una sombra enorme se deslizó entre los árboles, y Natsu sonrió para sí mismo. La caza había comenzado.
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La sombra enorme se deslizaba entre los árboles con una mezcla de gracia y poder, y cada paso hacía temblar ligeramente el suelo bajo los pies de Natsu. Desde su posición elevada en el árbol, tenía una vista clara de la criatura que había pasado semanas rastreando: la manticora.
Su cuerpo musculoso y cubierto de escamas, una mezcla entre león y dragón, avanzaba con cuidado, moviendo su cabeza con ese rostro bestial y ojos brillantes, olfateando el aire. Sus alas batían lentamente, casi en sincronía con el movimiento de su cola, rematada en un aguijón lleno de veneno. Natsu sabía que un golpe de esa cola podría ser letal, y el veneno haría que cualquier herida fuera aún más dolorosa.
-Es ahora o nunca, -murmuró para sí, mientras tensaba el arco.
Apuntó a una abertura entre las ramas, apuntando al costado de la bestia. Sabía que un disparo directo al corazón no sería posible desde esa distancia, pero un golpe en las alas o la pierna podría ralentizarla. Respiró hondo y soltó la cuerda.
La flecha cortó el aire con un siseo agudo, clavándose en el ala izquierda de la manticora. La bestia rugió, un sonido gutural que resonó por todo el bosque. Giró la cabeza hacia la dirección del ataque, buscando a su agresor. Natsu ya había preparado la segunda flecha, apuntando esta vez a una de las patas traseras, y la soltó sin dudar.
El segundo impacto fue directo, pero no tan efectivo como esperaba. La manticora soltó otro rugido, pero esta vez no de dolor, sino de pura furia. Sacudiendo su ala herida, se lanzó hacia el árbol donde Natsu estaba oculto, moviéndose con una velocidad inesperada para su tamaño.
Natsu apenas tuvo tiempo de reaccionar. Saltó del árbol justo cuando la criatura lo embestía, derribando el tronco con sus garras como si fuera de papel. Rodó por el suelo, su arco volando de sus manos en el proceso. La manticora lo había visto, y ahora estaba completamente enfocada en él.
Natsu se levantó rápidamente, maldiciendo por lo bajo al ver que su arco había quedado fuera de su alcance. La manticora cargó hacia él con las fauces abiertas, sus colmillos brillando bajo la luz tenue del bosque. Natsu apenas logró esquivar el primer ataque, rodando hacia un lado y tomando una lanza improvisada que había dejado clavada en el suelo.
La bestia giró sobre sí misma con sorprendente agilidad, lanzando un golpe con su cola. El aguijón pasó a solo centímetros de Natsu, quien levantó la lanza en un intento de bloquear el golpe. Sin embargo, la fuerza de la manticora fue demasiado. El impacto lanzó a Natsu hacia atrás, estrellándose contra un árbol con tal fuerza que sintió que el aire se le escapaba de los pulmones.
Un sabor metálico llenó su boca. Sangre.
-Maldita sea, -gruñó, levantándose con dificultad.
La manticora no le dio tiempo para recuperarse. Se abalanzó sobre él, derribándolo al suelo. Natsu levantó los brazos en un intento de protegerse, pero las garras de la criatura rasgaron su costado, dejando un corte profundo en su abdomen. Un grito ahogado escapó de sus labios mientras el dolor lo atravesaba.
El peso de la manticora sobre él lo inmovilizó momentáneamente. Podía sentir su respiración pesada y caliente sobre su rostro, y sus ojos dorados lo miraban fijamente, como si disfrutara el dolor que le estaba causando. La bestia levantó una de sus garras, preparándose para el golpe final.
Pero Natsu no estaba listo para rendirse
Con un esfuerzo desesperado, alcanzó una piedra cercana y la lanzó contra la cabeza de la manticora. No fue un ataque efectivo, pero fue suficiente para distraerla por un segundo. Ese breve instante le permitió moverse, deslizándose por debajo de su cuerpo y alejándose lo suficiente como para respirar.
Se levantó tambaleante, presionando su mano contra la herida en su abdomen. La sangre fluía rápidamente, y sabía que no tenía mucho tiempo antes de que la pérdida de sangre lo debilitara aún más. Pero eso no importaba. No podía permitirse ser derrotado.
La manticora lo miraba desde la distancia, sus alas extendidas y su cola moviéndose con lentitud, como si disfrutara del juego. Estaba claro que la criatura lo estaba subestimando, y eso era lo único que podría salvarlo.
-Vamos, monstruo... -dijo entre dientes, levantando la lanza improvisada. -Esto aún no ha terminado.
Con la mirada fija en su presa, la manticora se preparó para un nuevo ataque, pero Natsu sabía que tenía una última carta bajo la manga. Las trampas que había colocado no estaban muy lejos, y si lograba atraer a la bestia hacia ellas, aún tenía una oportunidad de darle la vuelta a la situación.
Sabía que el próximo movimiento sería crucial. La manticora lo había herido, desarmado y casi lo había aplastado. Pero Natsu no había llegado hasta aquí para morir. Tenía un plan.
Natsu se tambaleaba, el dolor de la herida en su abdomen casi lo paralizaba. La sangre brotaba, manchando sus manos mientras la manticora se preparaba para atacarlo de nuevo. Pero en ese momento, algo dentro de él despertó. La presión de la batalla, el olor metálico de la sangre, lo estaban arrastrando a un lugar que él siempre temía.
Dentro de Natsu, la segunda personalidad que había intentado reprimir durante tanto tiempo -Carnage- comenzó a tomar el control.
Natsu dejó caer la lanza improvisada, su respiración se volvió más pesada y sus ojos, que antes mostraban una determinación feroz, ahora se llenaban de un brillo demencial. El caos y la sed de sangre lo consumían desde dentro, y pronto la voz que resonaba en su mente ya no era la suya.
-Es mi turno, -susurró una voz gutural y oscura en lo profundo de su ser.
Un destello de locura apareció en su rostro mientras una risa inquietante escapaba de sus labios. Sus movimientos se volvieron más fluidos, más salvajes. La energía oscura que representaba a Carnage comenzaba a hacerse cargo de su cuerpo, y con ella, una furia incontrolable.
El miedo y el dolor parecieron desvanecerse. Ya no había lugar para el cazador calculador que Natsu había sido. Ahora, lo único que importaba era destruir, aniquilar, desatar el caos.
Carnage soltó una risa desquiciada, completamente poseído por la locura. Su cuerpo, aunque herido, se movía con una agilidad animal mientras corría directamente hacia la manticora. No había estrategia, no había táctica, solo una furia desenfrenada y una necesidad de destrozar a la bestia que tenía enfrente.
La manticora, sorprendida por la repentina ferocidad de su oponente, lanzó sus garras hacia él, pero Carnage esquivó el ataque con una velocidad brutal. Se lanzó sobre el costado de la criatura, hundiendo sus manos en la piel escamosa de la bestia y tirando con todas sus fuerzas, intentando arrancar pedazos de carne con una violencia que era casi inhumana.
La bestia rugió de dolor, sacudiéndose con fuerza para intentar librarse de Carnage. Logró lanzar a Natsu al suelo con un golpe de su cola, pero Carnage se levantó rápidamente, una sonrisa torcida en su rostro.
-¿Eso es todo lo que tienes? -dijo, su voz goteando locura. ¡Yo apenas estoy empezando!
Sin dudarlo, se lanzó de nuevo, esta vez directo a la cara de la manticora. Esquivó otro ataque de las garras de la bestia y se subió a su espalda, aferrándose con fuerza a las escamas mientras intentaba llegar a su cuello.
La manticora, sintiendo el peligro inminente, agitó sus alas violentamente y comenzó a elevarse del suelo. Carnage se aferró aún más fuerte, riendo mientras la criatura se levantaba. Estaba completamente fuera de control, impulsado por una sed insaciable de sangre y destrucción.
Pero la manticora, a pesar de la brutalidad de Carnage, no era una presa fácil. Con un rugido desgarrador, comenzó a caer en picada, lanzando a Carnage al suelo una vez más. Esta vez, la caída fue brutal, y Natsu -o más bien, Carnage- sintió el impacto resonar en todo su cuerpo.
Por un momento, el mundo dio vueltas a
su alrededor. Su visión se nubló, y la risa frenética de Carnage se apagó momentáneamente. La manticora no perdió tiempo y, aprovechando la oportunidad, lanzó sus garras hacia Carnage, esta vez golpeándolo directamente en el torso.
Carnage soltó un grito de dolor, pero incluso herido, su risa comenzó a resurgir, esta vez más débil pero igualmente perturbadora. Intentó levantarse, pero la fuerza de la bestia lo superaba.
Por más salvaje y desquiciado que fuera Carnage, la manticora seguía siendo una criatura astuta y feroz. Con un último rugido, la bestia golpeó a Carnage con su aguijón venenoso, enterrándolo profundamente en su hombro.
El dolor fue inmediato y abrasador. La sonrisa de Carnage se desvaneció lentamente mientras su cuerpo comenzaba a entumecerse. Sus movimientos, antes rápidos y letales, se volvieron torpes. La manticora lo había envenenado, y Carnage lo sabía.
-No... no... -gruñó, tratando de levantarse, pero su cuerpo ya no respondía como antes.
El control de Carnage sobre Natsu comenzó a desvanecerse, y el propio Natsu, debilitado y herido, comenzó a recuperar la conciencia. Con su mente nublada por el veneno y la fatiga, Natsu se dio cuenta de que, a pesar de la intervención de Carnage, estaba en una posición desesperada.
La manticora, satisfecha con el golpe final, retrocedió, su pecho inflándose con orgullo mientras observaba el cuerpo inerte de Natsu tirado en el suelo. El aguijón aún goteaba con veneno, y la criatura, confiada, rugió victoriosa mientras se preparaba para alejarse de su presa derrotada.
El cuerpo de Natsu yacía inmóvil, las marcas de las garras y el veneno visibles en su piel pálida. La manticora agitó sus alas y comenzó a caminar lentamente hacia el bosque, creyendo que el cazador había caído.
Pero entonces, un cambio sutil rompió la quietud.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Natsu, una leve contracción en sus músculos, y luego, de repente, un profundo y aterrador gruñido resonó en el aire. No era Natsu ni Carnage. Era algo más.
???: ...
Natsu levantó la cabeza, pero sus ojos no eran los mismos. Un brillo oscuro y feroz los cubría, y su cuerpo había cambiado. Teniendo un aspecto como si toda su piel hubiera desaparecido y dejando ver únicamente los musculos y tejidos de todo su cuerpo, palpitando como si estuvieran llenos de una energía maldita. Su respiración era profunda, pesada, y cada músculo de su cuerpo parecía tensarse al límite.
La manticora retrocedió un paso, sus ojos reflejando una mezcla de confusión y miedo. Había vencido a su oponente, o al menos eso creía, pero lo que ahora veía frente a ella no era el mismo ser. Natsu se había levantado como si hubiera renacido de las sombras, más salvaje, más fuerte y, sobre todo, más imparable.
Ahora con una velocidad y fuerza aumentadas por el misterioso poder que lo recorría, no mostró piedad. Se lanzó sobre la manticora con una ferocidad inigualable, sus puños impactando contra la carne y los huesos de la bestia. Cada golpe era acompañado por un gruñido, cada movimiento de su cuerpo parecía guiado por pura rabia y venganza.
La manticora, debilitada pero aún con vida, intentó defenderse, lanzando zarpazos y golpes con su cola venenosa, pero nada parecía frenar a Natsu en este nuevo estado. Sus movimientos eran casi animales, pero a la vez Calmados, como si hubiera liberado por completo a la calma dentro de él.
Con movimientos rápidos y precisos, esquiva el golpe en el último momento, sujetando el aguijón con una fuerza sobrehumana. Sus dedos lo envuelven como garfios de hierro, y con un grito profundo, lo arranca de cuajo. La manticora lanza un aullido de dolor, retrocediendo mientras un chorro de sangre brota del lugar donde estaba su arma más mortal.
Natsu no da tiempo a la criatura para reaccionar. Cierra la distancia entre ambos y, aprovechando la vulnerabilidad de la manticora, la derriba al suelo con un giro brutal. Su brazo izquierdo rodea el cuello del monstruo en una llave letal, aplicando una presión inhumana. Las piernas de la criatura se agitan frenéticamente, pero su fuerza se desvanece poco a poco mientras Natsu sigue presionando sin piedad, asfixiando a su enemigo. Los rugidos se convierten en gemidos, y en ese momento, Natsu se prepara para el golpe final.
???: Dragon Fang...
??? lanza un golpe con tal fuerza y precisión que al impactar en el craneo de la Manticora parece resonar en todo la zona alrededor el crujido de huesos rompiéndose con un solo impacto.
Un último espasmo sacude a la criatura antes de quedar completamente inerte en el suelo.
??? suelta el cuerpo sin vida y da un paso atrás, respirando con calma. Su mirada aún es fría, casi vacía, mientras contempla los restos de su enemigo. Sin emoción alguna, se da media vuelta, dejando atrás el cadáver de la manticora. Iluminado por la luz tenue del atardecer.
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Y aquí les pregunto.
Que prefieren?
- Dialogo -
O
Personaje: Diálogo
Y de paso que les pareció el capitulo
Bueno
Regular
Malo
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