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10 & 11

Capítulo 10: Ventanas Al Infinito

Natsu estaba tumbado en su cama, el ambiente de su habitación era tranquilo pero cargado con una extraña sensación de rutina. El silencio era roto únicamente por el sonido de las páginas del Codex de Hechizos Perdidos al pasar, un tomo antiguo que había encontrado en una de las clases de Ever After High.

Había algo en la magia que siempre lo atraía, aunque en aquel momento no buscaba aprender un nuevo hechizo con algún propósito concreto. Simplemente hojeaba el libro, dejando que su mente divagara en busca de algo que captara su atención. Sin embargo, la monotonía lo envolvía como una densa niebla, y todo lo que veía parecía repetitivo, intrascendente.

Pasó una página más, dejando escapar un suspiro. Pero entonces, algo le llamó la atención.Natsu estaba tumbado en su cama, el ambiente de su habitación era tranquilo pero cargado con una extraña sensación de rutina. El silencio era roto únicamente por el sonido de las páginas del Codex de Hechizos Perdidos al pasar, un tomo antiguo que había encontrado en una de las clases de Ever After High.

Había algo en la magia que siempre lo atraía, aunque en aquel momento no buscaba aprender un nuevo hechizo con algún propósito concreto. Simplemente hojeaba el libro, dejando que su mente divagara en busca de algo que captara su atención. Sin embargo, la monotonía lo envolvía como una densa niebla, y todo lo que veía parecía repetitivo, intrascendente.

Pasó una página más, dejando escapar un suspiro. Pero entonces, algo le llamó la atención.

"Ventanas al Infinito", decía el título en la parte superior de la página. Natsu frunció el ceño mientras sus ojos se detenían en la intrincada ilustración que acompañaba la descripción del hechizo. Era una puerta luminosa, rodeada por estrellas y formas que parecían escapar de los bordes de la imagen.

El texto, escrito en una caligrafía antigua, hablaba de un hechizo raro, uno que permitía al usuario ver más allá de los límites del tiempo y el espacio. Las "Ventanas al Infinito" ofrecían una visión de todos los posibles futuros, pasados y realidades alternativas, dándole al hechicero un vistazo de lo que era, lo que podía ser... y lo que nunca sería."Ventanas al Infinito", decía el título en la parte superior de la página. Natsu frunció el ceño mientras sus ojos se detenían en la intrincada ilustración que acompañaba la descripción del hechizo. Era una puerta luminosa, rodeada por estrellas y formas que parecían escapar de los bordes de la imagen.

"Este hechizo suena... peligroso," pensó Natsu, su interés despertando a pesar de sí mismo. No era como los hechizos convencionales. La magia aquí no se trataba solo de crear o destruir, sino de observar lo inobservable. ¿Qué tan lejos podría llegar si decidía realizarlo? ¿Y qué consecuencias traería?

A medida que leía la descripción del hechizo, notó una advertencia en la parte inferior de la página:

"Las Ventanas al Infinito revelan más de lo que el alma puede soportar. Quien observe a través de ellas deberá enfrentarse no solo al conocimiento, sino a las posibles sombras que puedan surgir de su interior."

Natsu sonrió con una mezcla de desafío e inquietud. Las advertencias nunca lo habían detenido antes, y aunque parte de él sabía que lo más prudente sería cerrar el libro y seguir con su día, otra parte, más curiosa y ambiciosa, lo incitaba a intentarlo.

"¿Qué es lo peor que puede pasar?", se dijo, ignorando el peso de las palabras que acababa de leer.

Natsu se inclinó sobre el Codex de Hechizos Perdidos, sus ojos repasando cada línea del texto que describía el hechizo. "Ventanas al Infinito" no solo permitía mirar a través del tiempo y el espacio, sino que abría pequeñas brechas a otros universos, permitiendo vislumbrar fragmentos de realidades alternas, algunas cercanas a la suya, otras completamente extrañas y desconocidas.

La idea de asomarse a otros mundos lo intrigaba. ¿Qué versiones de él mismo podrían existir en esas otras realidades? ¿Cómo sería su vida si hubiera tomado decisiones diferentes? ¿O si ciertos eventos en su pasado nunca hubieran ocurrido? Había infinitas posibilidades.

El hechizo parecía simple en teoría: unas palabras mágicas, un gesto con las manos, y las ventanas se abrirían brevemente, permitiendo ver destellos de esos otros universos. Sin embargo, la advertencia seguía resonando en su mente. Las "posibles sombras" que el hechizo mencionaba le daban una sensación inquietante, como si algo más allá del simple conocimiento pudiera atravesar esas ventanas.

A pesar de la advertencia, Natsu no pudo resistir la tentación. Cerró los ojos por un momento, concentrándose. Luego, con un movimiento decidido, comenzó a recitar las palabras del hechizo. Las sílabas antiguas resonaron en su habitación, el aire a su alrededor pareció vibrar con una energía desconocida.El hechizo parecía simple en teoría: unas palabras mágicas, un gesto con las manos, y las ventanas se abrirían brevemente, permitiendo ver destellos de esos otros universos. Sin embargo, la advertencia seguía resonando en su mente. Las "posibles sombras" que el hechizo mencionaba le daban una sensación inquietante, como si algo más allá del simple conocimiento pudiera atravesar esas ventanas.

A pesar de la advertencia, Natsu no pudo resistir la tentación. Cerró los ojos por un momento, concentrándose. Luego, con un movimiento decidido, comenzó a recitar las palabras del hechizo. Las sílabas antiguas resonaron en su habitación, el aire a su alrededor pareció vibrar con una energía desconocida.

Frente a él, el espacio comenzó a distorsionarse. Primero, un pequeño brillo, como una chispa, apareció en el aire. Luego, esa chispa se expandió, formando una ventana circular, no más grande que un espejo. A través de esa ventana, Natsu pudo ver algo increíble.

Era él, pero no como se conocía. En esa realidad alterna, Natsu llevaba una armadura negra brillante, sus ojos resplandecían con un poder oscuro. Estaba en medio de una batalla, rodeado por criaturas que parecían sombras vivientes. Este otro Natsu parecía mucho más brutal, más despiadado, y comandaba a las criaturas con una autoridad que lo hizo sentir incómodo.

La ventana desapareció antes de que pudiera procesar más detalles, y una nueva se abrió. Esta vez, vio un mundo completamente diferente, donde no había magia, solo tecnología avanzada. En esta versión de sí mismo, Natsu parecía ser un inventor o científico, trabajando con máquinas enormes, mientras extraños artefactos flotaban a su alrededor.

Las ventanas siguieron abriéndose una tras otra, mostrando versiones alternativas de él mismo, algunos como héroes, otros como villanos, y otros aún completamente diferentes a quien él era en su realidad.

Pero lo que más lo sorprendió fue una última ventana, una que lo dejó inmóvil. A través de ella, vio una versión de sí mismo que no parecía tener ningún poder, ningún destino extraordinario. Era un Natsu ordinario, viviendo una vida sencilla en un pequeño pueblo. No había aventuras, no había luchas épicas, solo... paz.

Antes de que pudiera comprender del todo lo que estaba viendo, la ventana desapareció, y el hechizo se desvaneció, dejando la habitación en un inquietante silencio.

Natsu se quedó mirando el espacio vacío donde las ventanas habían estado, sus pensamientos dando vueltas. Había visto versiones de sí mismo que nunca había imaginado, realidades que le eran completamente ajenas. Pero, ¿qué significaba todo eso? ¿Y qué consecuencias traerían esos vislumbres?

Mientras las ventanas seguían apareciendo una tras otra, algo comenzó a cambiar. Las imágenes que Natsu veía a través de ellas se distorsionaban, los colores se volvían oscuros y las formas comenzaban a retorcerse de maneras antinaturales. Las ventanas, que antes eran claras y nítidas, ahora se agrietaban y descomponían como si algo estuviera corrompiéndolas desde el otro lado.

Un escalofrío recorrió la espalda de Natsu. El aire en la habitación se volvió denso, y una sensación de peligro lo envolvió. Algo andaba mal, muy mal.

Antes de que pudiera reaccionar, todas las ventanas se rompieron a la vez, desapareciendo en una explosión de energía oscura. El silencio que siguió fue tan profundo que Natsu sintió como si el mundo hubiera dejado de existir por un instante. Luego, justo en el centro de su habitación, apareció una nueva brecha.

No era una simple ventana como las anteriores. Este era un portal, y no cualquier portal. Era enorme, de un rojo intenso, pulsante como si fuera un latido de alguna bestia colosal. De su centro emanaba una energía que hacía vibrar todo a su alrededor, y Natsu sintió la fuerza gravitatoria que empezaba a tirar de él.

El portal comenzó a girar lentamente, succionando el aire, los objetos de la habitación, y todo lo que estuviera a su alcance. Libros, sillas y hasta las cortinas fueron arrastradas por la fuerza imparable del vórtice. Natsu trató de retroceder, aferrándose a lo que pudiera para mantenerse en su lugar, pero la atracción era demasiado fuerte. Era como si el propio universo estuviera tratando de tragárselo.

- ¡¿Qué demonios...?! - murmuró, tratando de concentrarse en un contrahechizo, pero las palabras se le escapaban mientras luchaba por mantenerse firme.

La gravedad del portal aumentó, jalándolo más y más. Sintió sus pies perder el suelo, su cuerpo flotando mientras era absorbido lentamente hacia el centro de la tormenta roja. El vórtice lo envolvía por completo, tirando de él con una intensidad indescriptible.

Sin poder resistirse más, Natsu fue arrastrado hacia el interior del portal, su grito de frustración se ahogó en el rugido ensordecedor de la energía que lo rodeaba. El mundo se desvaneció en un torbellino de rojo y negro, y la última cosa que vio fue su habitación desapareciendo mientras caía al vacío desconocido.

Y entonces, todo se apagó.

Lo que sea que había invocado con ese hechizo, no era simplemente una ventana a otros universos... era algo mucho más oscuro y peligroso, algo que lo había llevado a un lugar más allá de cualquier cosa que pudiera haber imaginado.

Y ahora, estaba atrapado en él.

El vacío duró lo que parecieron eternos segundos de desorientación. Natsu flotaba en la oscuridad, sin ningún sentido de dirección ni tiempo. Pero, de repente, sintió una sacudida violenta, como si algo lo empujara hacia afuera. El portal, que lo había succionado con tanta fuerza, ahora lo escupía de vuelta al mundo.

Con un estruendo, Natsu fue lanzado contra el suelo con brutalidad. El impacto le cortó el aire de los pulmones y el dolor se extendió por todo su cuerpo. Tosió, tratando de recuperar la respiración mientras yacía boca abajo sobre una superficie fría y áspera.

Cuando finalmente logró incorporarse, aún aturdido por la caída, alzó la vista y lo que vio lo dejó sin palabras.

Estaba de pie en lo que una vez debió haber sido una ciudad, pero ahora era poco más que un montón de ruinas. Los edificios estaban destrozados, algunos completamente derrumbados, otros aún de pie, pero agrietados y deformados, como si hubieran sufrido siglos de abandono. Las calles estaban cubiertas de escombros, y no se veía ningún signo de vida. Todo estaba impregnado de un ambiente de desolación.

El cielo sobre él era de un gris apagado, con nubes densas y oscuras que bloqueaban cualquier rastro de luz solar. Había algo profundamente perturbador en esa atmósfera; no solo era un lugar destruido, sino que parecía estar cargado con una energía opresiva, como si la esperanza misma hubiera sido arrancada de la realidad.

Un viento gélido sopló, levantando polvo y cenizas en el aire. El silbido de ese viento era la única cosa que rompía el silencio inquietante que envolvía la ciudad. Natsu sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal, no solo por el frío, sino por la sensación de vacío que lo rodeaba. Este no era el mundo del que había venido. No había magia vibrante ni cuentos épicos en este lugar. Aquí, todo parecía muerto o en proceso de morir.

- ¿Dónde... demonios estoy? - susurró para sí, intentando procesar lo que veía.

El portal lo había lanzado a un lugar devastado, pero no tenía idea de si estaba en una dimensión alterna o si había viajado a un futuro distante. ¿Era esto el resultado de alguna catástrofe? ¿Una versión posible de su propio mundo que había sido destruida?

Natsu dio un paso adelante, pero sus piernas aún temblaban por la fatiga. Sentía una extraña opresión en el pecho, como si el mismo aire de ese lugar estuviera contaminado con una energía tóxica. Cada rincón de la ciudad irradiaba decadencia, no solo física, sino emocional, como si algo en esa dimensión succionara el ánimo de cualquier ser viviente.

El hechizo... ¿qué había hecho mal?

Mientras avanzaba lentamente por la calle destruida, su mente trabajaba en exceso tratando de encontrar respuestas. Había abierto una ventana a otros universos, pero en algún momento, las cosas se habían salido de control. Y ahora estaba aquí, en medio de este lugar infernal. Necesitaba encontrar una manera de regresar, pero antes de eso, tenía que entender dónde estaba y qué peligros acechaban en esta tierra.

Cada paso que daba resonaba en el vacío, y aunque no había visto a ninguna criatura o persona, la sensación de que algo lo observaba desde las sombras era constante. Natsu sabía que no estaba solo en este lugar.

El aire se volvió más pesado, y en la distancia, el sonido de un derrumbe rompió el silencio.

Natsu avanzó con cautela, sus sentidos alerta ante la inquietante soledad que lo rodeaba. Pero, de repente, un destello brillante rompió la oscuridad a su alrededor. Un disparo de plasma pasó silbando cerca de su cabeza, estallando contra un edificio en ruinas y llenando el aire de fragmentos y humo.

Con el corazón latiendo con fuerza, Natsu giró rápidamente, buscando la fuente de ese ataque. Ante él, un grupo de caballeros apareció, todos vestidos con armaduras plateadas que reflejaban un brillo verdoso, muy parecido a la que había visto alguna vez en Merlin. Sus rostros estaban ocultos tras visores oscuros, pero la postura firme y decidida de cada uno dejaba claro que eran guerreros.

Cada uno de ellos empuñaba armas futuristas que lanzaban rayos de energía verde, disparando contra un grupo de monstruos que se aproximaban. Estas criaturas eran grotescas, formadas por una mezcla de magia roja y morada, con cuerpos amorfos y distorsionados que parecían vibrar con una energía oscura. Cada vez que uno de esos monstruos era alcanzado por un disparo, estallaba en una nube de chispas y fragmentos de energía mágica que dejaban un rastro de descomposición a su paso.

Natsu observó la escena con creciente asombro, pero lo que realmente captó su atención fue el líder del grupo de caballeros. Con un aire de autoridad, un joven que era sorprendentemente parecido a Merlin guiaba a los demás. Su cabello era de un rubio brillante y sus ojos reflejaban una determinación feroz. A pesar de ser más joven, había algo en su postura que lo hacía parecer experimentado, como si hubiera enfrentado innumerables batallas.

- ¡Cubrid las flancos! ¡No dejéis que se acerquen! - ordenó Merlin con una voz firme y resonante.

Natsu sintió que un impulso de acción lo atravesaba, queriendo unirse a la pelea. Pero antes de que pudiera moverse, se dio cuenta de que las criaturas se acercaban rápidamente, y el sonido de sus gritos resonaba como una cacofonía de pesadillas. Se sentía abrumado por la situación, pero sabía que debía hacer algo.

¿Qué estaban haciendo esos caballeros aquí? ¿Era este un mundo que había sido salvado por Merlin en el pasado? Las preguntas llenaban su mente, y la confusión se acumulaba a medida que veía cómo los caballeros luchaban con valentía.

El grupo de caballeros se movía en perfecta sincronización, disparando ráfagas de energía a los monstruos. Natsu notó que uno de los monstruos se estaba acercando peligrosamente, con un brillo amenazante en sus ojos.

Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia adelante, utilizando su agilidad para esquivar el ataque. Se encontraba tan cerca de los caballeros que, al ver su valentía, se atrevió a gritar:

- ¡Hey! ¡¿Puedo ayudar?!

Merlin lo miró por un momento, su expresión seria. En ese breve instante, Natsu sintió que el tiempo se detenía. Pero, antes de que pudiera recibir respuesta, otro disparo de plasma pasó rozando su cabeza y el joven líder asintió brevemente.

- ¡Únete a nosotros! ¡Cúbreme! - dijo Merlin, y con eso, Natsu se sintió impulsado a actuar.

Armándose de valor, se lanzó hacia el combate, aprovechando su habilidad y reflejos para esquivar los ataques de los monstruos mientras buscaba un objeto contundente entre los escombros. Su corazón latía con fuerza en su pecho; aunque había llegado a un lugar aterrador y desconocido, había una chispa de esperanza en unirse a esta lucha.

Mientras los caballeros seguían disparando, Natsu se sintió cada vez más decidido a demostrar su valía. ¿Podría ser este el camino para entender no solo lo que le había traído a este mundo, sino también descubrir lo que significaba ser un héroe en medio del caos?

Con determinación renovada, se lanzó hacia adelante, decidido a hacer su parte en esta batalla entre la luz y la oscuridad.

Mientras Natsu avanzaba hacia el grupo de monstruos, su corazón latía con fuerza y la adrenalina corría por sus venas. Estaba decidido a demostrar su valentía y ayudar a los caballeros, pero justo cuando estaba a punto de atacar a uno de los monstruos deformes, algo sorprendente sucedió.

El monstruo se detuvo en seco, su cuerpo temblando antes de inclinarse hacia adelante en una postura de sumisión. Natsu frunció el ceño, confundido por la reacción inesperada. Miró a su alrededor, observando cómo otros monstruos, que antes parecían agresivos y descontrolados, también comenzaron a detenerse y a inclinarse.

-¿Qué...? - murmuró, completamente desconcertado.

A su lado, los caballeros intercambiaron miradas de sorpresa y desconfianza. La tensión en el aire era palpable, y por un instante, todo quedó en silencio, interrumpido únicamente por los ecos lejanos de la batalla.

Sin embargo, el joven Merlin, aún centrado en la lucha, pareció reaccionar ante la adrenalina y la extraña situación. Sus ojos se abrieron de par en par, y en un tono que resonaba con desconcierto, llamó a Natsu:

-¡Darkness! ¡¿Eres tú?!-

La palabra resonó en la mente de Natsu como un eco oscuro. Darkness... era un nombre que nunca había escuchado antes, pero en ese momento, sentía que había una conexión inexplicable con esa designación. Sin embargo, antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, el joven Merlin se lanzó hacia él con una rapidez sorprendente.

Sin un segundo de advertencia, Merlin golpeó a Natsu en la cara con un puñetazo certero, noqueándolo instantáneamente. El mundo a su alrededor se volvió negro y giratorio mientras caía al suelo, su mente girando en confusión.

La última imagen que vio antes de perder la conciencia fue la de los caballeros manteniendo sus armas listas, mirando con sorpresa tanto a los monstruos como a su propio líder, que parecía luchar con su propia confusión y determinación.

La oscuridad se disipó lentamente mientras Natsu comenzaba a recuperar la conciencia. Su cabeza le dolía, y un leve zumbido llenaba su mente. Cuando finalmente abrió los ojos, se encontró en una oficina austera, con paredes de metal grisáceo y una tenue luz que iluminaba el espacio. Lo más desconcertante era que estaba encadenado a una silla, sus muñecas firmemente sujetas por manillas frías y metálicas.

Natsu parpadeó varias veces, tratando de despejar la confusión. Al otro lado de un escritorio, lo esperaba Merlin, el joven que lo había noqueado. Su expresión era grave y seria, y en su mano sostenía un arma de plasma que brillaba con un resplandor verde, como el mismo color que la armadura de los caballeros que había visto antes.

- ¿Cómo es que te ves más joven? - preguntó Merlin, su voz fría y calculadora mientras examinaba a Natsu. Su mirada reflejaba un desprecio apenas disimulado. - No me importa si eres un niño perdido o un engañador. Eres un extraño en un lugar que no te pertenece.

Natsu se removió en la silla, intentando comprender la situación. Había un aire de tensión entre ellos, y sentía la necesidad de aclarar su identidad.

- No entiendo... - dijo Natsu, su voz temblando ligeramente. - ¿Qué quieres decir? No soy Darkness. Soy Natsu, y no sé por qué me llamas así.

Merlin frunció el ceño, manteniendo su mirada fija en Natsu mientras daba un paso más cerca, el arma de plasma lista para usar.

- No me tomes por tonto. Hay algo que no encaja. Tu presencia en el campo de batalla, la forma en que esos monstruos te reconocieron... No puedo ignorarlo. ¿Por qué te llaman Darkness?

Natsu sintió que la presión aumentaba sobre él. La confusión y el temor comenzaban a mezclarse en su mente. Aun así, sabía que tenía que ser honesto.

- No sé por qué, pero creo que hay algo más grande aquí. No tengo recuerdos de ser alguien llamado Darkness. Solo sé que abrí un portal y terminé aquí.

Merlin lo observó con atención, como si intentara escudriñar sus palabras en busca de una mentira.

- Si intentas jugar conmigo, no dudaré en usar esta arma - advirtió, su tono gélido como el metal que sostenía. - No necesito otra amenaza en este mundo.

Natsu sintió un nudo en su estómago. No quería ser considerado una amenaza, pero estaba atrapado en esta situación sin una forma clara de demostrar su inocencia.

- Te prometo que no soy un peligro. Solo quiero regresar a casa.

Merlin apretó los labios, indeciso, pero la desconfianza seguía presente en su mirada.

- Tu presencia ya ha causado suficiente caos. ¿Qué hay de tu vínculo con esos monstruos? ¿Cómo lograste que se detuvieran?

- No lo sé. Era como si ellos pudieran reconocer algo en mí, pero no tengo idea de qué es. Puede que tenga que ver con... con algo en mi pasado que desconozco - respondió Natsu, sintiendo la presión de la situación asfixiante.

Finalmente, Merlin bajó lentamente el arma, aunque todavía parecía estar en guardia, como un depredador listo para atacar.

- Quizás no estés mintiendo, pero no puedo arriesgarme. Debes demostrar que no eres un peligro para nosotros. A partir de ahora, estarás bajo vigilancia.

Natsu sintió una mezcla de alivio y frustración al escuchar esto. No tenía otra opción que cooperar si quería entender lo que estaba sucediendo.

- Está bien, haré lo que sea necesario. Pero necesito saber más sobre este lugar y por qué me llaman Darkness.

Merlin asintió lentamente, aún dudando, pero al menos había un rayo de esperanza en la conversación. Con un movimiento, se giró hacia una consola en el escritorio y comenzó a teclear rápidamente.

- Vamos a ver si podemos descubrir la verdad detrás de tu identidad. Pero ten cuidado, Darkness... No me hagas usar este arma. No dudaré en hacer lo que sea necesario para proteger a mi mundo.

Natsu se quedó en silencio, contemplando las palabras de Merlin. En su interior, la lucha entre su identidad y el misterioso nombre resonaba. Sabía que su viaje apenas comenzaba, y que el camino por delante estaría lleno de peligros y revelaciones inesperadas. Sin embargo, también había una parte de él que estaba dispuesta a explorar este nuevo mundo, a encontrar respuestas, y tal vez, a descubrir la verdad que tanto había buscado.

Merlin cerró la consola y se levantó, gesticulando con un movimiento de la mano hacia la puerta de la oficina.

- Ven, quiero que veas algo - dijo, guiando a Natsu hacia un balcón que se extendía a lo largo de una de las paredes de la habitación. La luz tenue se desvaneció gradualmente mientras se acercaban al borde, y el aire estaba impregnado de una sensación de inquietud.

Cuando Natsu salió al balcón, lo que vio lo dejó sin aliento. A lo lejos, un enorme y aterrador castillo negro se alzaba contra el horizonte gris, con torres puntiagudas que se recortaban en la bruma. El castillo parecía pulsar con una energía oscura, y su forma imponente daba la sensación de que estaba vivo, como si observara cada movimiento de quienes se atrevían a mirar.

- Este es el castillo de Darkness - dijo Merlin, su voz cargada de desdén. - Un lugar que solía estar bajo tu dominio.

Natsu frunció el ceño, tratando de asimilar lo que estaba viendo. Junto al castillo, los edificios de la ciudad estaban adornados con carteles desgastados, que mostraban su imagen como un Natsu adulto, con una expresión sombría. Las letras, grandes y amenazadoras, proclamaban: "Arrodíllate ante el Rey Darkness".

- Esto no puede ser real... - murmuró Natsu, su corazón latiendo con fuerza. ¿Por qué su imagen estaba en esos carteles? ¿Qué había hecho Darkness?

Merlin se cruzó de brazos, observando la reacción de Natsu con una mezcla de curiosidad y desprecio.

- Esa es la razón por la que no puedo confiar en ti - continuó. - Tu alter ego ha traído ruina y destrucción a este mundo. La gente te teme, y por una buena razón.

Natsu sintió una punzada de dolor al escuchar esas palabras. No era responsable de lo que había hecho Darkness, y sin embargo, ahora se encontraba atrapado en el legado de ese ser.

- No soy él, - replicó Natsu con firmeza, aunque su voz temblaba. - No tengo ningún control sobre lo que hizo. Estoy aquí buscando respuestas, no para causar más problemas.

Merlin lo miró con desdén, como si dudara de la sinceridad de sus palabras.

- Las respuestas vendrán, pero deberás demostrar que no eres una amenaza. Si no, te verás enfrentado a las consecuencias.

A lo lejos, el castillo negro parecía emitir un destello ominoso, como si estuviera consciente de su presencia. Natsu sintió un escalofrío recorrer su espalda, una mezcla de temor y determinación llenando su ser.

- Si Darkness es quien ha hecho tanto daño, entonces debo detenerlo - dijo, decidido a no dejar que su otra personalidad definiera su futuro.

Merlin levantó una ceja, sorprendiendo a Natsu con su respuesta.

- Eso es lo que se espera de un Rey. Pero lo que no comprendes es que enfrentarte a tu propio pasado es un camino lleno de peligros.

Natsu se mantuvo en silencio, sintiendo la presión de las palabras de Merlin. Tenía que encontrar la forma de liberar su verdadero yo y dejar atrás la sombra que Darkness había dejado sobre él. Pero para ello, necesitaría la ayuda de aquellos que le temían.

- ¿Qué tengo que hacer? - preguntó, su voz resonando con un nuevo propósito.

Merlin sonrió levemente, como si viera un atisbo de esperanza en la determinación de Natsu.

- Primero, debes ganarte la confianza de quienes te rodean. Ellos son la clave para entender lo que realmente sucedió y cómo puedes detener a Darkness. Pero ten cuidado, hay quienes están dispuestos a arrodillarse ante él.

Con esas palabras, Natsu miró hacia el horizonte, su mente llena de preguntas y decisiones. Sabía que el camino sería difícil, pero no se detendría hasta desentrañar la verdad detrás de su otra personalidad y encontrar la manera de evitar que Darkness volviera a amenazar a alguien más.

Antes de poder continuar la charla entre ambos. En la base militar de Merlin y los rebeldes. Del cielo caen más monstruos de magia roja morada. Y entre ellos caen creando un gran cráter una armadura de aspecto imponente. Merlin de inmediato reconoce que es Darkness

Al caer esa imponente armadura, el impacto sacude la base militar, levantando polvo y escombros a su alrededor. Merlin, con los ojos fijos en el cráter recién formado, palidece al reconocer al ser que emerge entre los monstruos.

-Darkness... - murmuró con incredulidad, tomando su arma de plasma con fuerza. La tensión en el aire creció al darse cuenta de que no solo los monstruos rojos y morados eran una amenaza, sino que él había llegado.

Mientras la figura de Darkness se alzaba del cráter, los soldados de Merlin se preparaban para la batalla. Pero había algo diferente en la forma en que se movían los monstruos a su alrededor: en lugar de atacar inmediatamente, se inclinaban en señal de obediencia, dejando claro quién era su verdadero maestro.

-Todos, en guardia! - gritó Merlin, su voz llena de una mezcla de ira y temor. "No dejen que se acerque. ¡Defiendan la base!"

La figura de Darkness, completamente envuelta en su armadura negra y roja, irradiaba un poder que parecía aplastar el aire a su alrededor. El brillo carmesí en sus ojos y las líneas de energía mística que recorrían su cuerpo dejaban claro que no era una simple entidad.

Este no era el Natsu que había conocido. Esto era la verdadera encarnación del caos, el Rey Darkness.

Darkness no pierde tiempo. Con un destello de energía oscura, desaparece del cráter y reaparece frente a Merlin y Natsu en un abrir y cerrar de ojos. El aire alrededor suyo parece distorsionarse, como si la realidad misma retrocediera ante su presencia.

-Merlin, viejo tonto... -murmura Darkness con una voz profunda y cargada de desprecio-. Siempre intentas detener lo inevitable.

Antes de que Merlin pueda reaccionar, Darkness lo golpea con una brutal ola de energía oscura, enviándolo volando hacia una pared cercana. El impacto es tan fuerte que el suelo retumba, y el cuerpo de Merlin cae inconsciente entre los escombros. El silencio momentáneo es roto solo por el sonido de los soldados rebeldes corriendo y preparándose para defenderse, aunque el miedo les nubla el juicio.

Ahora solo quedan Darkness y Natsu, frente a frente.

Darkness inclina su cabeza ligeramente, observando a Natsu con un interés malicioso.

-Así que... este es el aspecto que tomé antes de convertirme en lo que soy. -Darkness sonríe, su tono lleno de una extraña mezcla de reconocimiento y desdén-. Es irónico verte así, tan... incompleto.

Natsu, confundido y todavía aturdido por todo lo que está sucediendo, no puede apartar los ojos de su reflejo más oscuro. Darkness lo rodea, como un depredador que analiza a su presa, y con cada paso, Natsu siente que una parte de sí mismo responde a esa oscura energía, como si estuvieran conectados de una forma mucho más profunda de lo que jamás imaginó.

-Tú y yo somos lo mismo. -afirma Darkness, con una sonrisa retorcida-. Solo que yo soy lo que tú temes ser. Y al final, inevitablemente, serás como yo.

Darkness, con un movimiento fluido y casi sobrenatural, comienza a despojarse de su imponente armadura. Las placas oscuras y brillantes se desintegran y se apartan de su cuerpo como si fueran parte de su misma piel, revelando su verdadera forma. Frente a Natsu, la figura que emerge es sorprendentemente familiar, pero al mismo tiempo, perturbadoramente distinta.

La versión sin armadura de Darkness, tal como se muestra en la imagen, parece casi humana, pero con un aura de pura malicia y poder oscuro. Sus ojos morados brillan con una intensidad malévola, y su cabello largo y negro cae libremente sobre su abrigo, que está cubierto de hebillas y púas. La sonrisa en su rostro es la de alguien que disfruta del caos y la destrucción.

Darkness da unos pasos hacia Natsu, su mirada evaluando cada movimiento nervioso de su contraparte más joven.

-¿Sorprendido? -pregunta Darkness con un tono burlón-. Esta es la verdadera forma de lo que te convertirás. Un rey temido, imparable, y completamente libre de las limitaciones del bien y del mal.

Natsu, aún procesando todo lo que está sucediendo, siente cómo una parte de él resuena con la presencia de Darkness, como si una conexión profunda e inescapable los uniera.

Darkness, con una sonrisa fría y calculada, levanta ligeramente su mano derecha, haciendo un pequeño ademán en el aire. Una fuerza invisible e implacable se cierne sobre Natsu, y antes de que pueda siquiera procesar lo que está sucediendo, siente cómo su conciencia comienza a desvanecerse. Sus piernas flaquean, y su visión se oscurece lentamente.

-Es mejor que descanses, pequeño rey. -murmura Darkness con una mezcla de burla y paternalismo-. Pronto entenderás quién eres realmente.

Natsu, sin poder resistirse, cae al suelo inconsciente. Darkness lo observa un momento más, antes de desaparecer en la penumbra, dejando el cuerpo inerte de su contraparte joven a merced del caos que lo rodea.

Capítulo 11: Reino de Caós

Natsu abre los ojos con dificultad, su cuerpo se siente pesado, como si cada músculo estuviera atrapado en cadenas invisibles que le impiden moverse. Todo a su alrededor está oscuro, salvo por un tenue resplandor rojo que ilumina débilmente la vasta sala en la que se encuentra. Frente a él, destaca una enorme figura imponente.

Darkness, sentado en un trono de obsidiana, tan elegante como intimidante, lo observa con una calma perturbadora. Los detalles del trono parecen esculpidos por manos malignas, con curvas agudas y detalles en rojo que palpitan, como si el trono mismo estuviera vivo y compartiera la malicia de su dueño. El aura que lo rodea es densa, casi asfixiante, y el silencio en la sala amplifica la presencia de Darkness.

El rostro de Natsu está rígido, incapaz de mover siquiera los dedos, mientras sus ojos se encuentran con los de Darkness. En la mirada del rey del caos hay una mezcla de desdén y expectativa.

-Despiertas... finalmente -dice Darkness, su voz profunda resonando por la sala-. Bienvenido a tu reino.

En un instante, la mirada cruel de Shriek hacia Natsu se desvaneció, como si él dejara de existir por completo para ella. Su atención se dirigió a Darkness, y sus ojos, que antes brillaban con malicia, ahora centelleaban con ira.

-¡Tu hija está desobedeciendo nuevamente! -soltó Shriek, su voz subiendo de tono con frustración-. Aria no está cumpliendo con lo que debe hacer. Ha estado interfiriendo con nuestras fuerzas, ayudando a los débiles... ¡haciendo el bien! -escupió la última palabra como si fuera veneno.

Darkness, aún recostado en su imponente trono de obsidiana, levantó una ceja, visiblemente menos perturbado por las acciones de su hija que Shriek.

-¿Aria? -repitió Darkness en un tono de indiferencia-. Siempre ha sido... difícil de moldear. Pero no te preocupes, mi reina. Ella aprenderá con el tiempo.

Shriek apretó los dientes, sus ojos destellando de furia.

-¡No podemos permitirnos que siga haciendo eso! -exclamó, moviéndose alrededor de él con impaciencia-. Está socavando todo lo que hemos construido. ¡Los demás empiezan a murmurar, a dudar! ¿Qué pasará cuando más de nuestros subordinados comiencen a seguir su ejemplo? ¡Esto es inaceptable!

Darkness se inclinó ligeramente hacia adelante, su mirada oscura y calculadora observando a Shriek.

-Aria es nuestra hija, Shriek. -dijo con calma-. Podemos moldearla, pero tiene nuestra sangre. Tarde o temprano, comprenderá su lugar.

Shriek lo miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo relajado que estaba.

-¡No es suficiente! -replicó, su furia evidente-. Si sigue ayudando a los débiles y defendiendo lo que queda de la resistencia, ¡se convertirá en una amenaza para todo nuestro reino de caos!

Natsu, aún paralizado, observaba el intercambio con una mezcla de sorpresa y confusión. Aria... ¿la hija de ellos dos? ¿Y estaba haciendo lo contrario a lo que representaban Darkness y Shriek? Algo en su interior se removió, aunque no podía moverse, comenzaba a comprender que no todo en este reino estaba tan grabado en piedra como Darkness quería hacerle creer.

Natsu, aún desconcertado, logró reunir las fuerzas necesarias para formular una pregunta, aunque la confusión en su voz era evidente.

-¿Cómo es posible que tenga una hija...? -murmuró con esfuerzo, tratando de procesar lo que acababa de escuchar sobre Aria.

Pero antes de que pudiera continuar, Shriek giró su mirada afilada hacia él, y sin mediar palabra, abrió la boca y lanzó un desgarrador grito sónico. El sonido era ensordecedor, una onda expansiva que atravesó el aire como una tormenta imparable. Natsu sintió un dolor agudo en su cabeza, como si el grito estuviera desgarrando sus pensamientos, obligándolo a callar.

Darkness, desde su trono, observó la escena con una mezcla de placer y una leve molestia. Su sonrisa se ensanchó mientras veía a su esposa desplegar su poder, como si disfrutara de la demostración de dominio. Pero al mismo tiempo, había un destello en sus ojos, un brillo casi imperceptible de irritación por la intensidad del ataque.

-Basta, Shriek. -dijo Darkness finalmente, con una voz calmada pero firme-. No queremos matarlo... aún.

Shriek cerró la boca abruptamente, pero no sin antes lanzar una última mirada de desprecio hacia Natsu. Darkness se acomodó de nuevo en su trono, relajándose mientras el eco del grito de Shriek todavía resonaba en las paredes oscuras de la sala.

-Perdónala, -dijo Darkness con un tono burlón, dirigiéndose a Natsu-. A veces mi reina se deja llevar... pero creo que te has ganado ese castigo, ¿no crees?

Natsu, todavía afectado por el dolor del grito, apenas podía procesar lo que acababa de suceder. Su mente estaba nublada, y las preguntas que tenía sobre este retorcido mundo seguían sin respuesta, cada vez más confusas con cada segundo que pasaba en este reino de caos.

Natsu, debilitado por el grito de Shriek y las revelaciones abrumadoras, cayó en la inconsciencia, sumido en un oscuro vacío. No supo cuánto tiempo pasó hasta que, finalmente, sus ojos se abrieron lentamente. Lo primero que sintió fue el frío metal de las cadenas que lo mantenían prisionero, sus manos y pies sujetos a la pared de piedra de lo que parecía ser un calabozo.

La oscuridad del lugar era apenas interrumpida por una pequeña lámpara de aceite en una esquina, proyectando sombras distorsionadas sobre las paredes húmedas. Natsu intentó moverse, pero las cadenas lo mantenían firmemente sujeto. Justo en ese momento, escuchó unos pasos ligeros acercándose.

Frente a él, una figura delgada apareció desde las sombras. Se trataba de una joven, tal vez en sus últimos años de adolescencia, con una bandeja en sus manos. Su cabello largo caía en suaves ondas, y sus ojos, aunque serenos, parecían reflejar una profunda tristeza. Con movimientos delicados, la joven se acercó y dejó la bandeja frente a él. La comida parecía simple, pero era lo único que había visto desde su llegada.

-Buenos días, prisionero, -dijo la joven en un tono suave y formal, inclinando levemente la cabeza-. Mi nombre es Aria, o como me conocen aquí, la princesa Arianna Queen.

Natsu la miró fijamente, procesando lentamente sus palabras. La sorpresa lo golpeó de nuevo, pero esta vez no fue un grito o un ataque lo que lo dejó sin habla, sino la simple revelación de quién era la chica frente a él. ¿Esta era la hija de Darkness y Shriek? ¿La misma que, según Shriek, estaba mostrando actos de bondad en un reino de caos?

-¿Arianna...? -preguntó Natsu en voz baja, con incredulidad.

Aria asintió, sin perder su compostura, pero había algo en su mirada, una chispa que parecía contradecir el mundo en el que vivía.

-Así es. Soy su hija... aunque no comparto sus ideales. -Su tono se suavizó, revelando un matiz de compasión-. Lamento lo que estás pasando. No debería ser así.

Natsu observó a la joven, todavía encadenado y vulnerable, pero algo en su voz le hizo sentir que no estaba completamente solo en este retorcido reino. Aria, o Arianna, no era como sus padres. Y quizá, solo quizá, podría ser la clave para entender lo que realmente estaba ocurriendo en este mundo caótico.

Aria se sentó frente a Natsu, dejando la bandeja con comida a un lado, mientras la tenue luz de la lámpara proyectaba sombras que bailaban sobre las paredes del calabozo. Aunque sus palabras eran tranquilas, su rostro reflejaba una tristeza profunda, como si cargar con el peso de este mundo devastado fuera una carga que no podía soltar.

-Este mundo..., -comenzó, con un suspiro pesado-. Lo que ves aquí es solo una fracción de lo que Darkness ha hecho. Desde que tengo memoria, él ha sido el rey absoluto, gobernando cada rincón de este reino... y mucho más.

Natsu, todavía recuperándose del shock, la miraba, atento a cada palabra. Sus cadenas parecían pesar menos mientras escuchaba a Aria hablar con tanta franqueza.

-Darkness gobierna desde siempre, -continuó ella-. No hay rincones donde su dominio no alcance. Los gigantes, el reino marino, el de las nieves... incluso el País de las Maravillas. Todos cayeron bajo su poder. Nadie ha sido capaz de enfrentarlo.

Aria hizo una pausa, sus ojos vagando por el suelo como si recordar los eventos la consumiera por dentro.

-Destruyó a todos los villanos de los cuentos, -dijo con una voz temblorosa, pero firme-. No porque quisiera traer paz, sino porque no deseaba que nadie más pudiera desafiar su reinado. En este mundo, solo Darkness puede ser la fuente del mal, el único soberano. Nadie tiene permitido competir.

Natsu sintió una punzada en el estómago. ¿Todos los villanos...? ¿Esos a los que se suponía que debían enfrentarse los futuros héroes de Ever After High?

-¿Y los demás? -preguntó Natsu, su voz rota por la incertidumbre-. ¿Qué pasó con los estudiantes... los maestros...?

Aria lo miró a los ojos, y por un breve momento, pareció que ella también compartía su dolor.

-No lo sé, -respondió, apretando los puños-. Desde que Darkness se apoderó de todo, nunca más se supo de los estudiantes ni de los maestros de Ever After High. Algunos dicen que los desterró a dimensiones olvidadas, otros que los mantiene prisioneros en algún lugar de este castillo o peor. Pero nadie lo sabe con certeza. Lo único que es seguro es que todos los héroes y villanos de los cuentos que conocimos están desaparecidos. Y aquellos que alguna vez se alzaron contra Darkness... ya no están aquí.

El silencio llenó el calabozo, y Natsu se dio cuenta de que la lucha en este mundo era mucho más devastadora de lo que jamás hubiera imaginado. Darkness no solo había creado un reino de caos, sino que también había erradicado cualquier posibilidad de resistencia, moldeando el mundo entero a su voluntad.

-¿Cómo puedes vivir en un lugar así...? -murmuró Natsu, casi para sí mismo.

-No es vida, -dijo Aria, bajando la mirada-. Es solo supervivencia. Pero yo... yo no soy como ellos. -Volvió a levantar la vista, esta vez con una chispa de determinación en sus ojos-. Estoy aquí para hacer lo que sea necesario. Incluso si eso significa enfrentar a mi propio padre.

Natsu sintió que algo despertaba dentro de él. Aria no era solo una simple princesa atrapada en un reino oscuro; ella era una esperanza.

La atmósfera en el calabozo se tornó tensa cuando las pesadas puertas de hierro se abrieron de golpe. Dos figuras enormes, monstruos cubiertos en una bruma de magia roja, irrumpieron en la celda de Natsu. Sus cuerpos eran una amalgama de músculos y sombras, con ojos que brillaban como brasas en medio de la oscuridad. Sin decir una palabra, se abalanzaron sobre él, sujetándolo con una fuerza imposible de resistir.

Natsu intentó luchar, pero las cadenas y su estado de debilidad le impidieron hacer algo más que forcejear inútilmente. Aria, quien había estado mostrando una postura más firme momentos antes, cambió su actitud en un instante. Su rostro, antes suave y lleno de tristeza, ahora mostraba una sonrisa fría y calculadora, muy similar a la de sus padres.

-No te preocupes, Natsu, -dijo Aria con una voz que ahora sonaba mucho más siniestra-. Todo esto es parte del juego. Verás lo que realmente es este mundo.

Sin más palabras, Aria siguió a los monstruos, caminando con elegancia, pero con un aire oscuro que la hacía parecer más una princesa del caos que la joven que había mostrado un atisbo de esperanza minutos atrás. La incertidumbre se apoderó de Natsu, mientras era arrastrado por los corredores del castillo, su destino aún desconocido.

Tras lo que parecieron varios minutos, las enormes puertas de hierro se abrieron de nuevo, revelando una vasta arena. La luz del sol se filtraba a través de las nubes oscuras en lo alto, iluminando el espacio central rodeado de gradas. La arena estaba desierta, salvo por una plataforma elevada donde un trono macabro de obsidiana negra, adornado con detalles rojos, se alzaba en el centro de la atención. Allí, Darkness estaba sentado, con Shriek a su lado, ambos observando con una mezcla de interés y crueldad.

A su alrededor, figuras encapuchadas vestidas con túnicas negras y máscaras rojas ocupaban los asientos cercanos. Permanecían inmóviles, como si fueran parte de una ceremonia oscura que estaba a punto de comenzar. Los ojos de las máscaras brillaban intensamente, observando cada movimiento de Natsu mientras los monstruos lo colocaban en el centro de la arena.

Darkness, con su típica sonrisa perturbadora, se inclinó ligeramente hacia adelante en su trono, sus ojos brillando con diversión. Shriek observaba con una mezcla de desdén y satisfacción, mientras acariciaba su trono con una mano, mostrando su claro dominio sobre la situación.

-Bienvenido, Natsu, -dijo Darkness, su voz resonando en todo el coliseo con una autoridad absoluta-. Esta es una tradición en mi reino, una muestra de poder. Aquí es donde aquellos que buscan desafiarme... o entretenerme... encuentran su lugar.

Natsu apenas podía moverse, los grilletes mágicos aún lo sujetaban, pero su mente estaba trabajando rápidamente, buscando una forma de salir de esta situación. Mientras tanto, Aria se acercó lentamente al lado de Darkness y Shriek, su rostro mostrando ahora una oscura y macabra satisfacción.

La arena estaba lista, y Natsu sabía que lo que estaba por suceder no sería nada fácil. Este era el reino de Darkness, y la única regla que parecía regir allí era el caos.

La atmósfera en la arena se tornó aún más pesada cuando Darkness se levantó lentamente de su trono de obsidiana. Cada movimiento que hacía parecía deliberado, calculado para maximizar el impacto en aquellos que lo observaban. El murmullo de las figuras encapuchadas se desvaneció en un silencio sepulcral mientras la imponente presencia de Darkness tomaba el control del lugar.

Se adelantó hacia el borde de la plataforma, con sus ojos fríos fijos en Natsu, quien aún estaba encadenado en el centro de la arena. Darkness extendió una mano, señalando a Natsu con desprecio mientras su voz resonaba con una autoridad oscura que parecía reverberar en cada rincón del coliseo.

-Subditos míos, -dijo Darkness con tono firme y amenazante-. Hoy nos reunimos para presenciar la justicia de nuestro reino. Este impostor ha infringido mis leyes, se ha atrevido a desafiar mi autoridad... y por eso, pagará con su vida.

Los encapuchados asintieron en silencio, sus rostros ocultos tras las máscaras, pero sus miradas llenas de devoción. Shriek, a su lado, sonreía con un deleite retorcido, mientras que Aria observaba la escena con un interés más complejo, como si estuviera sopesando lo que estaba por suceder.

Darkness dio un paso adelante, su imponente figura eclipsando cualquier otra presencia en la arena. Con un gesto rápido de su mano, las cadenas que sujetaban a Natsu desaparecieron, pero este seguía paralizado por una fuerza mágica que lo mantenía de rodillas.

-Pero, como es costumbre en mi reino, no será yo quien lo ejecute. No. Dejaré que mi campeona le dé su merecido.

Las palabras de Darkness flotaron en el aire, cargadas de expectativa. Desde una de las entradas laterales de la arena, una figura emergió. Su presencia era tan amenazante como la de Darkness, pero en lugar de la fría autoridad de él, esta irradiaba una energía frenética y caótica. Scream, su campeona.

Scream era una guerrera imponente, se caracteriza por su apariencia imponente y aterradora. Tiene una forma humanoide, pero su cuerpo está cubierto completamente por el simbionte, lo que le da una textura viscosa y orgánica. Su color principal es el amarillo intenso, con marcas y patrones rojos que recorren su cuerpo de manera irregular, lo que resalta su naturaleza caótica y agresiva.

Su Cabello es largo, fluido y está compuesto completamente por filamentos vivos del simbionte, que parecen serpentear de manera constante. Este "cabello" puede ser utilizado como arma, extendiéndose y moviéndose a voluntad.

Su rostro es siniestro, con ojos blancos grandes y sin pupilas que emiten una sensación de vacío. La boca está llena de afilados colmillos y una lengua larga

-Mi campeona, Scream, -anunció con satisfacción-, te aseguro que tu sufrimiento será breve, pero intenso. Disfruta tu última pelea, Natsu, porque hoy conocerás el verdadero poder del caos.

El retumbar de los tambores resonó en la arena, anunciando el inicio del combate. Scream se posicionó, lista para atacar. Natsu, aún débil y confundido, sabía que estaba a punto de enfrentar a una fuerza imparable en este mundo donde las reglas del caos dominaban todo.

Los encapuchados y figuras del público observaban con una mezcla de fascinación y terror, mientras Darkness permanecía de pie, disfrutando de cada momento, sabiendo que Natsu estaba frente a algo que nunca podría derrotar... al menos, no sin una intervención inesperada.

La batalla comenzó sin previo aviso. En el instante en que Darkness dio la señal, Scream se lanzó hacia Natsu como un animal desatado, sus movimientos eran erráticos, salvajes, y completamente impredecibles. Se abalanzaba de un lado a otro con velocidad inhumana, el simbionte ondulando y expandiéndose como una masa viva que buscaba atrapar a su presa. Las garras afiladas de Scream cortaban el aire con un sonido que parecía desgarrar el mismo espacio.

Natsu apenas pudo reaccionar cuando Scream le lanzó un golpe rápido y devastador. A duras penas logró esquivarlo, pero las garras de Scream rasgaron su ropa, dejando una sensación gélida en su piel. Cada ataque de Scream no seguía ninguna forma o patrón que pudiera anticiparse; cada movimiento era un caos controlado. A pesar de su ferocidad, había una inteligencia oscura detrás de sus acciones.

Scream no le daba respiro, girando en el aire como una bestia salvaje, atacando desde todos los ángulos. Cada vez que Natsu intentaba contraatacar, el simbionte de Scream cambiaba de forma, bloqueando o desviando sus golpes. Era como luchar contra una sombra que no tenía forma definida. Las ráfagas de energía sonora que lanzaba distorsionaban el entorno, haciendo que Natsu sintiera sus oídos punzar por la intensidad.

-Eres débil, Natsu, -rió Scream, mientras lo empujaba hacia atrás con una ráfaga de energía. Su voz resonaba en la arena, llena de malicia-. No tienes ninguna oportunidad contra mí.

Natsu trató de mantenerse firme, su mente trabajando rápidamente para encontrar una forma de enfrentar a Scream, pero la naturaleza salvaje de su oponente hacía que cualquier estrategia pareciera inútil. En un momento, Scream lanzó una serie de golpes rápidos y brutales, sus garras rasgando el aire alrededor de Natsu, cortando pequeñas heridas en su piel, mientras su simbionte intentaba envolverlo.

Cada ataque de Scream parecía estar lleno de odio y placer por la destrucción, como si disfrutara de cada segundo de la pelea. Los espectadores observaban en silencio, las figuras encapuchadas no mostraban emoción, pero la presencia de Darkness y Shriek, ambos mirando desde lo alto con expresiones de triunfo, hacía que la presión en el aire se sintiera aún más pesada.

Cada ataque de Scream parecía estar lleno de odio y placer por la destrucción, como si disfrutara de cada segundo de la pelea. Los espectadores observaban en silencio, las figuras encapuchadas no mostraban emoción, pero la presencia de Darkness y Shriek, ambos mirando desde lo alto con expresiones de triunfo, hacía que la presión en el aire se sintiera aún más pesada.

-¿Qué pasa, 'héroe'? -se burló Scream, balanceando su cuerpo hacia atrás antes de lanzar otra ráfaga de energía sónica hacia él-. ¿No eres el mismo que ha enfrentado monstruos antes? ¡Demuestra que mereces vivir!

Natsu sabía que estaba contra las cuerdas, y que necesitaba encontrar una forma de romper el frenesí de su oponente, o no sobreviviría mucho más tiempo.

Scream continuaba su ataque sin descanso, arrinconando a Natsu contra los límites de la arena, sus movimientos desenfrenados golpeando una y otra vez. Natsu, cada vez más agotado, se dio cuenta de que no podía seguir mucho tiempo más. Su única opción era permitir que Carnage tomara el control. Sabía que hacerlo era peligroso, pero enfrentarse a una amenaza como Scream en su estado actual solo lo llevaría a la derrota.

Con un suspiro profundo, Natsu cerró los ojos por un breve momento, dejando que la otra parte de su ser, esa personalidad más oscura y despiadada, emergiera. Sintió cómo el simbionte de Carnage comenzaba a recorrer su cuerpo, la familiar sensación de su poder extendiéndose por sus músculos, sus sentidos agudizándose y su mente perdiendo el control poco a poco. La sonrisa macabra de Carnage se dibujó en su rostro.

-Es mi turno, -dijo con una voz más grave y distorsionada, sus ojos brillando con una intensidad peligrosa. El cuerpo de Natsu ahora estaba cubierto por la forma simbionte de Carnage, una mezcla de rojo oscuro y negro que ondulaba y vibraba con un poder visceral.

Scream, por primera vez, se detuvo por un segundo al ver el cambio en su oponente, su mirada fija en la transformación.

-¿Qué es esto? -rugió Scream, claramente confundida pero también emocionada por la nueva forma de su enemigo.

-Oh, querida, -rió Carnage con un tono burlón y salvaje, su voz resonando por toda la arena-, no sabes lo que te espera.

Con una rapidez abrumadora, Carnage se lanzó hacia Scream, sus tentáculos simbióticos emergiendo de su cuerpo como látigos, envolviendo a su oponente antes de que pudiera reaccionar. A diferencia de Natsu, Carnage no dudaba, no mostraba compasión ni preocupación por la destrucción que causaba. Cada movimiento estaba lleno de una sed de caos.

Los dos simbiontes chocaron en una batalla frenética, ambos monstruos envolviendo y golpeándose el uno al otro. Los ataques de Scream, que antes habían sido imposibles de anticipar, ahora eran bloqueados por Carnage con una facilidad escalofriante. Carnage jugaba con Scream, burlándose de ella con cada ataque bloqueado o desviado, disfrutando cada segundo de la batalla.

-¡Más, más, más! -gritó Carnage, riendo mientras golpeaba a Scream contra el suelo, el impacto creando un cráter bajo ellos. ¿Es esto todo lo que tienes? ¡Quiero ver más destrucción!

Scream, en su rabia, trató de contraatacar, lanzando ráfagas sónicas que distorsionaban el aire a su alrededor, pero Carnage las absorbió como si fueran meras molestias. La energía vibraba en el cuerpo de Carnage, alimentando su sed de caos.

-Patético, -gruñó Carnage, lanzando a Scream por los aires antes de atraparla nuevamente con sus tentáculos y estrellarla contra el suelo.

Los espectadores en la arena observaban con asombro y temor. Ni siquiera Darkness, sentado en su trono, apartaba la vista de la escena, mientras Shriek mostraba una sonrisa satisfecha al ver la carnicería que se desarrollaba

La batalla ahora estaba completamente del lado de Carnage, y él lo sabía. Scream estaba acorralada, su ferocidad disminuyendo ante la imparable furia de su oponente. Mientras Carnage se preparaba para el golpe final, Natsu, en su interior, comenzó a luchar para retomar el control. Sabía que, si permitía que Carnage siguiera, no habría vuelta atrás.

En un parpadeo, Darkness se materializó en medio de la arena, interponiéndose entre Carnage y Scream. Sin decir una palabra, levantó la mano y un poderoso destello de energía oscura envolvió a Carnage, lanzándolo violentamente contra el muro de la arena. El impacto resonó en toda la estructura, y Carnage gruñó con furia, luchando por liberarse de los escombros.

Antes de que Carnage pudiera contraatacar, Darkness giró rápidamente hacia Scream, arrodillándose junto a ella. Su semblante, normalmente frío y calculador, mostró una emoción inesperada: preocupación. Con una delicadeza completamente fuera de lugar en la atmósfera violenta de la arena, Darkness levantó a Scream, sosteniéndola en sus brazos.

-Poppy... -murmuró Darkness, su voz revelando una mezcla de afecto y angustia-, ¿estás bien?

Natsu, atrapado dentro de su propio cuerpo mientras Carnage aún trataba de retomar el control, se quedó paralizado al escuchar ese nombre. El horror lo recorrió de inmediato, su mente incapaz de procesar lo que acababa de presenciar.

-¿Poppy...? No... No puede ser... -Natsu susurró en su mente, su voz quebrándose por la incredulidad.

Ante él, Darkness, el imponente y aterrador ser que gobernaba este mundo, sostenía a Scream con una ternura que jamás habría esperado. Pero lo más devastador para Natsu era la revelación de la identidad de la criatura que había estado luchando salvajemente contra él: Scream no era otra que Poppy O'Hair, alguien a quien él había considerado cercana, una amiga, alguien que jamás imaginó ver transformada de esa manera.

El rostro de Carnage, aún presente en el cuerpo de Natsu, se tensó, momentáneamente afectado por los sentimientos del verdadero Natsu. El simbionte incluso parecía confundido por un instante, pero su naturaleza caótica no lo permitiría detenerse por mucho tiempo.

-¿Poppy...? -repitió Natsu, aún en shock-. ¿Qué te han hecho?

Darkness, notando la expresión perturbada en Natsu, lo miró con una mezcla de burla y frialdad.

-Sí, ella es Poppy, -dijo Darkness, su voz profunda resonando en la arena-, o al menos, lo que queda de ella. Aquí, en mi reino, ella es Scream, mi campeona y mi aliada.

Con una leve sonrisa, Darkness volvió su atención a Scream, acariciando su rostro con una suavidad inquietante.

-Ha sido una leal sirviente... y mucho más.

Natsu apenas podía procesar lo que estaba escuchando. ¿Cómo era posible que la alegre y enérgica Poppy se hubiera convertido en esta criatura salvaje y descontrolada? ¿Qué le había hecho este mundo, qué le había hecho Darkness, para transformarla de esta manera?

Dentro de él, Carnage también se mantenía en silencio, como si incluso el simbionte reconociera lo impactante de la situación. Pero Natsu sabía que pronto perdería el control completamente si no hacía algo rápido.

-Poppy... -susurró una vez más, incapaz de apartar la mirada de la devastadora escena frente a él.

Natsu, aún atrapado en el cuerpo compartido con Carnage, sentía cómo las fuerzas comenzaban a abandonarlo. La mezcla de emociones -horror, incredulidad, y el caos que representaba su vínculo con el simbionte- lo abrumaba más allá de lo que podía soportar. Su mente trataba desesperadamente de procesar la verdad que acababa de descubrir, pero su cuerpo ya no le respondía.

-Poppy... -susurró una última vez antes de que sus rodillas cedieran.

La visión de Darkness y Scream, ahora Poppy, se desvanecía frente a él mientras sentía la oscuridad apoderarse de su consciencia. Carnage retrocedía lentamente, como si también se viera afectado por el colapso físico de Natsu, dejando finalmente al chico con el control, aunque ya era demasiado tarde.

Sus párpados se cerraron mientras caía al suelo de la arena. Su último pensamiento fue un eco de preguntas sin respuesta: ¿Cómo había llegado todo a esto? ¿Qué le haría ahora Darkness? ¿Y qué le había hecho a Poppy para convertirla en Scream?

Antes de perder el conocimiento por completo, pudo oír la risa sombría de Darkness resonando en la arena, como un recordatorio de su impotencia en este reino de caos.

La oscuridad lo consumió, llevándolo nuevamente a un abismo sin fondo, donde ninguna respuesta parecía posible.

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Continuará.

9821 palabras en estos dos capítulos.

Dejen su estrella.

Por cierto, lo olvide pero aquí les dejo algunas imágenes que iba a colocar pero lo olvide

Darkness:

La armadura de Darkness:

Aria/Arianna:

Los monstruos de Magia creados por Darkness:

(Un detallito que olvide colocar es que Darkness tiene 37, Shriek tiene 36. Y Aria tiene 17)

Ahora si, nos vemos en los siguientes capítulos.

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