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Flashback


Jungkook entró en el dormitorio de su hermano vistiendo un traje negro de Armani. Se lo habían hecho a medida y le quedaba mejor que a la mayoría de modelos que promocionaban la marca. Unos pocos mechones negros le caían sobre la frente descubierta, dándole un aspecto más maduro y sofisticado.

Jimin silbó al verlo entrar por la puerta. La elegancia del maknae no pasó desapercibida para él.

—Podrías ser modelo de trajes de alta gama— apuntó divertido.

—Y tú podrías ser modelo de comida basura— contestó señalando la pizza margarita con la mirada —¿Por qué no te vienes conmigo?

—¿Ir con tres parejas de sujetavelas cuando puedo tener una cita con Kit Harington y Emilia Clarke?— Jimin arqueó una ceja —Gracias, pero no gracias. Prefiero pasar el sábado viendo Juego de Tronos.

—Te vendría bien salir de aquí— opinó señalando el dormitorio de su hermano con la mano.

Un sofá enorme de color blanco y una mesa de mármol eran lo primero que se veía al entrar por la puerta. El suelo, también de mármol y los ventanales cubiertos por unas cortinas negras, le daban un toque elegante al cuarto. El mueble de la televisión casi ocupaba la pared entera. Justo al lado del mueble se situaba un pasillo que llevaba al dormitorio del rubio, habitación que muy poca gente había llegado a conocer.

—No, lo que te vendría bien es mi compañía. No quieres ir a esa cena y ambos lo sabemos. Deberías quedarte aquí conmigo, disfrutando de esta riquísima pizza y pasar de tu novia y de tus amigos.

—Sabes que no puedo hacer eso— se cruzó de brazos.

—¿Por qué?— mordió el trozo de pizza que sostenía en la mano —Porque lo dice Papá, ¿no?— Jungkook se quedó callado —¿Cuándo vas a dejar de hacer todo lo que dice?

—Tengo que irme.

—Espera— el rubio dejó el trozo de pizza sobre el plato y se limpió las manos con una servilleta —No quedes con nadie el próximo fin de semana. Tú y yo nos vamos de viaje.

—¿De viaje? ¿Otra vez?— el menor parpadeó sorprendido —¿A dónde?

—Es un secreto— sonrió de oreja a oreja —Tienes una cita con tu hermano. Como quedes con alguien te rompo tus figuras de Iron Man, ¿capisci?

—Entendido— Jungkook esbozó una leve sonrisa. Le gustaba la idea de irse de viaje con Jimin. Tenía ganas de salir de Busan y sobre todo tenía ganas de perder a cierta gente de vista.

—Por cierto, ¿Stark o Targaryen?— el rubio tomó un poco de coca cola.

—Stark— contestó sin un ápice de duda.

—Bien— sonrió divertido —Pregúntale a tu novia. Si no contesta Targaryen no es para ti— el menor puso los ojos en blanco —La persona con la que salgas debe contestar Targaryen— insistió —Hazme caso. El lobo y el dragón deben estar juntos.

—Buenas noches, friki— se burló antes de salir del dormitorio.

Jungkook recorrió el pasillo de la mansión hastiado. No tenía ganas de salir a cenar, le habría encantado tumbarse en el sofá de su hermano y quedarse con él a comentar la serie. Nunca la había visto completa, solo capítulos sueltos y Jimin le llevaba insistiendo en verla desde su vuelta de Nueva York.

A Jungkook le apetecía pero entre los estudios y sus obligaciones sociales, no le quedaba tiempo para esas cosas.

Bajó por las escaleras y se encontró a su madre en el vestíbulo. Park Jaehwa era una mujer de rasgos elegantes, con el cabello largo ondulado y de color castaño. Vestía un conjunto de falda y blusa que resaltaba su esbelta figura. La sonrisa sobre su rostro suavizó inmediatamente la expresión de Jungkook.

—Cariño, qué guapo estás— le contempló con emoción —¿Vas a salir?

Jaehwa estaba de pie al lado del piano negro que se situaba bajo las escaleras del vestíbulo. Era uno de los cuatro pianos que tenían los Park en su hogar; la sala de música, la sala de fiestas y el dormitorio de Jaehwa y su marido disponían de otro.

—Sí— se acercó a su madre —Voy a cenar con Yugyeom, Mingyu y las chicas.

—¿Quieres que avise al chófer?

—No hace falta, mamá. Mingyu va a venir a recogerme.

Jaehwa le arregló la corbata con cariño. El maknae no pudo contener su sonrisa. Para él, ella era la mujer más dulce, brillante y hermosa del mundo.

—No vuelvas muy tarde y ten mucho cuidado— le pidió como solía hacer cada vez que su hijo salía de casa.

—Lo tendré, mamá— el claxon del coche de su amigo le hizo girar la cabeza hacia la puerta —No te preocupes, lo pasaré bien.

La Señora Park acompañó a su hijo hasta la entrada. Allí Jungkook se calzó con unos zapatos negros. Luego sacó un abrigo del guardarropas.

—El clima se ha vuelto muy frío en los últimos días— señaló Jaehwa, mientras ayudaba a su hijo a ponerse el abrigo —Es lo normal en otoño pero añoro el calor del verano— le besó en la mejilla —No hagas esperar a tu amigo. Disfruta y sé responsable.

—Lo seré— se abrochó el abrigo negro —Gracias.

—Te quiero— dijo mirándole con mucho amor.

—Yo también te quiero, mamá— Jungkook se despidió mostrando una gran sonrisa.

Al salir al exterior notó el frío de la noche golpear contra su rostro. A diferencia de su madre, él no extrañaba el verano. Los climas fríos eran más de su estilo.

Bajó un par de escalones y se dirigió inmediatamente al Lamborghini blanco de la entrada. Mingyu le recibió con una sonrisa pícara, una sonrisa muy propia de él.

—¿Qué te parece mi nueva adquisición?— le preguntó muy emocionado —Es preciosa, eh.

—Sí— contestó poco impresionado —Igual de bonito que el Ferrari de la semana pasada.

—De verdad, Park, no muestres tanto entusiasmo que podría salirte una almorrana— bufó.

Jungkook le ignoró y se abrochó el cinturón de seguridad. Su amigo no se demoró en poner el vehículo en marcha.

—Lo compré hace tres días. Fue amor a primera vista. No pude resistirme a sus encantos— dijo entre risas —Y tú qué, ¿eh? ¿Qué me cuentas?

—¿Y tu novia?— Jungkook no tenía nada especial que contar, así que hizo lo que solía hacer siempre; contestar con otra pregunta. Con Yugyeom no funcionaba esa estrategia pero Mingyu era diferente.

—Con la tuya. Han ido de compras, ¿es que no lo sabías?

Jungkook se encogió de hombros. Si Sooyoung se lo había dicho, no se acordaba.

—Creo que hoy lo dejaré con Nayeon.

—¿Por qué?— le miró de reojo.

—La cosa se está poniendo demasiado seria y no quiero comprometerme— contestó con la vista clavada en la carretera —No deja de hablar de boda y de tener hijos. Soy demasiado joven para eso. Quiero vivir la vida, ¿sabes? Además, he conocido a otra chica— sonrió al recordarla —Es mucho más divertida y menos recatada que Nayeon. Trabaja en una de las mejores discotecas de Busan. Mis padres me matarían si lo supieran— soltó una carcajada —Pero es tan genial que no puedo dejar de verla.

—¿De verla? ¿Es que ya hay algo entre vosotros?

—La pregunta ofende. Por supuesto que sí.

—Si estás saliendo con alguien no deberías serle infiel— Jungkook miró por la ventanilla.

Igual que Sooyoung, la novia de Mingyu había sido una imposición de su padre. A pesar de saber lo poco que le agradaba Nayeon a su amigo, Jungkook no veía bien que le fuese infiel con otra persona.

—Eso lo dices porque sales con Sooyoung noona. Si ella fuese mi novia yo tampoco pondría los ojos sobre ninguna otra mujer, pero sabes que Nayeon y yo no congeniamos. Jeonghwa noona en cambio es como mi alma gemela.

El hermano de Jimin no dijo nada. Se limitó a dejarle hablar sobre la muchacha. Mingyu parecía entusiasmado, casi enamorado y aunque a Jungkook no le interesaba escuchar todos los detalles, lo prefería a tener que hablar sobre sí mismo.

Cuando llegaron al Hamlet, un restaurante de lujo frecuentado por la alta sociedad coreana, Mingyu le dejó el Lamborghini al aparcacoches.

En el vestíbulo se encontraron con Sooyoung y Nayeon. La novia de Jungkook lucía un vestido largo de color rojo sangre, ceñido al cuerpo y con escote en forma de V. Era un vestido elegante, que pocas personas podían llevar con tanta clase.

Mingyu se quedó mirándola embobado, igual que todos los hombres del lugar. Nayeon agarró la tela de su vestido con estampado de flores, intentado disimular su malestar.

—Estáis muy guapas— dijo Jungkook con cortesía.

Sooyoung le regaló una gran sonrisa; Nayeon solo alzó la vista del suelo.

—Nuestras novias son preciosas— señaló Mingyu, aunque lo dijo pensando en Sooyoung.

Un hombre, que estaba de pie al lado de ellos, se metió en la conversación sin venir a cuento solo para subrayar lo afortunados que eran por tener unas novias tan hermosas.

Jungkook aguantó las ganas de poner los ojos en blanco. Allí nadie era afortunado. Ninguno de los cuatro. Los únicos afortunados de verdad eran Yugyeom y su novia. Lo suyo no era una farsa, entre ellos sí había amor de verdad.

Yugyeom les saludó con ambas manos desde el centro del restaurante. Vestía un traje azul marino, igual que Mingyu, aunque de diferentes diseñadores.

—¡Chicos!— Yugyeom sonrió ampliamente —¡Qué bien que hayáis venido!

Su novia Chaeyoung se arregló un poco el vestido azul de corte imperio antes de levantarse del asiento.

Después de unos saludos amigables entre las chicas, todos tomaron asiento en la mesa que se situaba justo en mitad del restaurante de lujo.

El sitio tenía unas vistas impresionantes hacia la gran ciudad. La decoración, toda de madera le daba un toque cálido, sobre todo con la iluminación que caía desde una columna enorme en forma de árbol. Era un diseño del cual el dueño del restaurante presumía orgulloso.

Las muchachas empezaron a hablar sobre los vestidos que habían comprado para la ocasión mientras Mingyu le desvelaba su nueva adquisición a Yugyeom.

Jungkook se volvió a perder en sus pensamientos. Le gustaba salir con los chicos pero cuando salían con sus novias, todo era diferente. La idea de lanzarse por un puente le resultaba muy atractiva cuando tenían esa clase de cenas.

Una camarera se acercó a la mesa para dejarles las cartas.

—Amor, ¿qué vas a pedir?— le preguntó Sooyoung con dulzura.

—Ahora lo veré— contestó algo cortante.

Sooyoung se apartó resignada. Jungkook no era un novio cariñoso, nunca lo había sido pero en público se comportaba todavía más frío que en privado.

—Qué asco— gruñó Mingyu —Qué gente más enferma.

Jungkook alzó la mirada al escuchar aquellas palabras. Su amigo estaba señalando hacia una de las mesas del fondo. Había dos hombres extranjeros besándose.

—Deberían irse a su país a hacer esas guarradas— insistió el chico —¿Es que no saben que aquí no queremos ver esas porquerías?

—No tienen ningún respeto— comentó Yugyeom con rechazo —Que en su país hagan lo que quieran pero aquí no.

—Ni siquiera nosotros nos besamos en público— advirtió Chaeyoung disgustada —Qué vergüenza.

—Es muy vulgar— añadió Nayeon escandalizada.

Sooyoung se quedó callada, observando la escena en silencio. Los hombres habían terminado de besarse y conversaban en actitud cariñosa. Mingyu se levantó de la silla asqueado. Las burlas y las malas palabras siguieron a pesar de la ausencia del joven.

A Jungkook no le sorprendió la actitud de sus amigos. En una mesa llena de homófobos no esperaba otra cosa.

Al cabo de un rato vio cómo un camarero se acercaba a los extranjeros. El empleado les exigió que se fueran del restaurante y los hombres, visiblemente afectados, decidieron marcharse tras unos minutos de tensión entre ellos.

—Problema resuelto— Mingyu tomó asiento en su sitio.

—¿Ha sido cosa tuya?— preguntó Chaeyoung impresionada.

—No iba a dejar que nos estropeasen la cena.

Los jóvenes celebraron la iniciativa del chico, solo Sooyoung y su novio se mantuvieron al margen.

Jungkook volvió a posar la mirada sobre la carta. No era la primera vez que presenciaba algo así pero, ¿qué podía hacer él? Si esa gente evitara exhibirse en frente de otros, se podrían evitar escenas tan desagradables como esa. ¿Qué necesidad había de besarse en público?

Tras pedir lo que querían cenar mantuvieron una conversación ligera sobre temas poco trascendentales. Sooyoung intentó acercarse varias veces a Jungkook pero él siguió mostrándose seco y distante.

Para el hermano de Jimin fue un alivio cuando los camareros regresaron con el pedido. La comida era lo único que le gustaba de esas citas, aunque el alivio se esfumó en cuanto su mirada se cruzó con la de uno de los camareros. La expresión seria que había mantenido desde que salió de su casa cambió bruscamente al fijarse en el joven que servía a Chaeyoung.

«No puede ser»

El chico de cabello castaño se impresionó tanto con la presencia de Jungkook que desbordó la copa de vino.

—L-Lo siento mucho— se disculpó avergonzado —Ahora mismo lo limpio.

Jungkook no podía quitarle la vista de encima mientras limpiaba el desastre. Al terminar se volvió a disculpar y salió de allí a toda prisa. El menor de los Park no prestó atención a las críticas que surgieron a continuación por parte de sus amigos, se levantó de la silla y fue detrás del camarero.

Sooyoung se sorprendió un poco pero asumió que iba al cuarto de baño.

Jungkook lo siguió por medio restaurante hasta llegar a la cocina. Atravesó el lugar ignorando las quejas de los trabajadores y consiguió alcanzar al muchacho dentro de una pequeña habitación, que resultó ser el cuarto de la limpieza. El maknae cerró la puerta sin apartar la vista de él.

—Sungjae hyung— una sonrisa se dibujó sobre su rostro —Pensé que estaba soñando, pero eres tú de verdad.

El chico no le contestó. A diferencia de Jungkook, él no estaba sonriendo.

—¿Qué haces en Busan? ¿Y por qué estás trabajando de camarero?— preguntó acercándose a él —El uniforme no te pega nada— opinó soltando una pequeña risa risueña.

—¿Vas a actuar como si no lo supieras?

—¿Cómo?— Jungkook se detuvo —Hace años que no te veo. Desde que te fuiste no he vuelto a saber de ti. ¿Por qué no me llamaste?

—¡Corta el rollo!— le exigió —¡¿Has venido a humillarme?!

—¿Humillarte?— repitió desconcertado.

—Ya me lo has quitado todo. ¿Qué más quieres?

—H-Hyung, no sé de qué me estás hablando. ¿Por qué querría humillarte? Eres mi amigo.

—¿Amigo?— escupió con asco —¡Me jodiste la vida!

—¿Por qué dices eso?— Jungkook no entendía nada. No comprendía por qué le estaba acusando de algo tan grave —Fuiste tú el que desapareció de un día para otro. Ni siquiera te despediste de mí. Soy yo el que tiene razones para estar enfadado contigo.

—¡Serás cabrón!— Sungjae lo agarró de la chaqueta del traje y lo empotró contra la pared —¡Tu padre hizo que despidieran al mío! ¡Ninguna empresa le dio trabajo en toda la ciudad! ¡Tu padre movió los hilos para echarnos de Busan!

—¡Eso es mentira! ¡A tu padre le ofrecieron un empleo en Hong Kong y os fuisteis! Yo...

—¿Eso fue lo que te contó?— le cortó —¡Serás imbécil!

—Hyung...

—¡Escúchame imbécil!— lo zarandeó un poco —¡Tu padre nos echó de Busan! ¡Tuvimos que dejar toda nuestra vida e irnos al norte, a Namyangju! ¡Mi padre no consiguió empleo en lo que más amaba, el dinero era escaso y mi madre tuvo que ponerse a trabajar! ¡Mi padre cayó en una profunda depresión, creía que nos había fallado, estaba convencido de que nos iría mejor sin él y se suicidó!

Jungkook se quedó de piedra. La imagen del Señor Yook, un hombre rellenito, de una personalidad amigable le vino inmediatamente a la mente. No podía concebir que ese hombre, al que había visto tantas veces y con el que se había reído en innumerables ocasiones, se había quitado la vida.

—¡Ni siquiera en Namyangju pudo trabajar!— continuó con rabia —¡Tu padre le difamó de tal forma que ninguna empresa lo contrataba! ¡Mi madre no pudo afrontar su suicidio y enfermó gravemente!

—¿Ella...?

—¡Ella también falleció!

A Jungkook se le hizo difícil respirar. No podía asimilar lo que le estaba contando.

—L-Lo siento... Siento lo que os ha pasado— contestó con voz ahogada —Pero mi padre no tiene nada que ver con eso. ¿Por qué os haría algo así? El Señor Yook era un buen empleado suyo, mi padre siempre hablaba bien de él...

—¡Fue por tu culpa!— le acusó sin dejar de mirarle a los ojos.

—¿Qué?— Jungkook se quedó atónito.

—Le dijiste que te besé, ¿verdad? ¡No lo niegues! ¡Ese mismo día despidieron a mi padre! ¡Ese mismo día empezó nuestro infierno y solo porque no pudiste decir la verdad! ¡Le mentiste y me jodiste la vida! ¡Mis padres han muerto por tu puta culpa!— Sungjae lo empujó y el maknae cayó al suelo

Jungkook estaba tan impactado que no conseguía ordenar sus pensamientos. La mirada llena de odio y asco con la que le miraba Sungjae tampoco ayudó a calmar su nerviosismo.

—Hyung... Yo... Te juro que yo...

—Si pudiera volver atrás, nunca te habría hablado en ese parque. Si pudiera volver atrás, habría pasado de largo. Ojalá nunca te hubiera conocido, Jungkook. Eres lo peor que me ha pasado en la vida— sentenció antes de salir de allí dando un portazo.

Jungkook se quedó sentado sobre el frío suelo de baldosa. Sus últimas palabras llenas de dolor y rencor retumbaron durante varios minutos en su cabeza. El chico fue incapaz de moverse.

Parece ser que el Señor Park arruinó la vida de Sungjae y con ello su relación con el maknae. Aunque el chico también hace responsable a Jungkook por lo que le sucedió a su familia. ¿Fue un beso lo que desencadenó todo? Todavía queda mucho por aclarar... 

Por curiosidad. ¿Qué os han parecido los amigos de Jungkook? 

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