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66

Cuando Jungkook entró en la farmacia, un infectado le sorprendió desde el suelo. El hombre estaba tirado al lado de la puerta, por lo que ni él ni Yoongi lo vieron al entrar.

Justo al poner el pie en la farmacia el ser se le echó encima, mordiéndole la bota con fuerza. Jungkook se sobresaltó pero reaccionó rápido y le clavó el sable japonés en el cráneo.

«Si me hubiera alcanzado la pierna, habría sido el fin»

Yoongi se encargó de los dos infectados que tenía enfrente. A un joven de cabello castaño le cortó la cabeza con la katana. Al otro, un veinteañero con una camiseta de One Piece le dio una patada en el estómago, lanzándole contra el mostrador para a continuación atravesar su rostro con el filo del arma.

Una señora mayor apareció de repente por detrás de la estantería y consiguió agarrar a Yoongi del brazo. Estuvo a punto de morderle pero el chico de Daegu se soltó a tiempo, dio varios pasos hacia atrás y la decapitó sin titubear.

Yoongi miró hacia la puerta y vio a Jungkook allí parado, con el rostro desencajado.

—¿Estás bien?— el mayor no recibió respuesta, su amigo parecía aturdido —¿Te ha mordido?— preguntó mirándole de arriba a abajo.

—Estoy bien— contestó al fin —Solo ha mordido la bota.

Yoongi sintió un gran alivio al escuchar sus palabras. Todo sucedió tan deprisa que no logró ver si el infectado le había alcanzado.

—Tenemos que tener más cuidado.

Jungkook estaba de acuerdo con el novio de su hermano. Después de matar a los infectados del supermercado se había confiado. Entró en la farmacia con menos tensión de lo habitual, casi relajado y eso estuvo a punto de costarle la vida.

Tener confianza era bueno pero no debía subestimar el peligro.

—Busca antisépticos, analgésicos, antiinflamatorios, todo lo que veas— dijo Yoongi.

Jungkook se obligó a espabilar. No podía darle demasiada importancia a lo que había sucedido, al fin y al cabo seguía vivo. Eso sí, no se lo volvería a tomar a la ligera.

La farmacia contaba con varias estanterías blancas pegadas a la pared. La mayoría estaban vacías pero todavía quedaban productos de cuidado personal, pañales y otros artículos sobre ellas. En el centro se alzaban dos estanterías de tamaño mediano que formaban un pasillo. Al fondo, cerca del mostrador se encontraba la parafarmacia.

Algunas cosas, como botes de protector solar, estaban tiradas por el suelo. Yoongi y Jungkook miraron en las estanterías y en los cajones de detrás del mostrador pero apenas encontraron pastillas para el dolor de cabeza y otros medicamentos de menor importancia.

El mayor decidió mirar en el almacén, quizás aquí tenían más suerte que en el supermercado.

—Jungkook— el menor acudió a su llamada —Voy a abrir la puerta. Salga lo que salga, ya sabes lo que tienes que hacer.

El maknae sujetó la katana con ambas manos. Estaba decidido a rebanarle la cabeza a la primera cosa que saliera de ahí. Yoongi agarró la manilla de la puerta y la giró.

—Está cerrada con llave.

—Aparta.

Yoongi se hizo a un lado y Jungkook le dio una patada debajo del picaporte, pero la puerta no se abrió. En las películas siempre se abrían a la primera pero en la vida real no parecía funcionar tan fácilmente. El menor repitió la acción dos veces más antes de que cediera y se abriera de par en par.

Yoongi estaba preparado por si salía algún infectado, pero de allí no salió nadie. El mayor miró a Jungkook y luego entró con suma precaución.

La imagen con la que se encontró le puso los pelos de punta.

En mitad de la habitación colgaba el cuerpo de un hombre de aproximadamente cuarenta años de edad. La expresión de su rostro era impactante. Parecía horrorizado, como si la muerte le hubiera arrancado la vida sin su consentimiento. Tenía innumerables cortes en los brazos, golpes en la cara y las uñas arrancadas, lo que hacía la escena incluso más difícil de observar.

En el suelo, al lado de una estantería yacía el cadáver de una mujer de la misma edad. Ella también vestía una bata blanca, igual que el hombre. Probablemente eran los empleados o los dueños de la farmacia.

El cuerpo de la mujer también tenía varios golpes y cortes en los brazos, pero las heridas que más destacaban eran las de sus muñecas. Se había desangrado en ese rincón, lentamente, aunque su expresión era diferente a la del hombre. Tenía el rímel corrido, seguramente de haber llorado antes de morir, pero no había sorpresa en su rostro.

—¿Qué ha pasado aquí?— murmuró el maknae para sí mismo.

—Parece que ocurrió recientemente— contestó el mayor en voz baja.

Yoongi y Jungkook se encontraron con otro cadáver justo al lado de la entrada. En el rincón vieron a un hombre sentado sobre un charco de sangre. Tenía un cuchillo clavado en el cuello, el acero le atravesaba la garganta de lado a lado. Algo en la mirada del extraño les pareció inquietante.

—Esto... No ha sido un suicidio, ¿no?— preguntó Jungkook impactado.

—No— Yoongi estudió la escena una vez más —El ataque de los infectados les debió pillar en mitad del trabajo. Probablemente este tipo sea un cliente— señaló al del rincón —Se resguardaron aquí del peligro y algo debió pasar...

—¿Crees que él los mató?

—Viendo la expresión del farmacéutico, de cómo tiene las uñas... No creo que se haya colgado por voluntad propia. Creo que ese tipo los torturó y luego mató al hombre. Seguramente subestimó a la mujer y terminó muriendo a manos de ella.

—¿Entonces por qué se suicidó? Se cortó las venas, ¿no?

—¿Por desesperación? ¿Dolor? ¿Miedo? Estaba encerrada con dos cadáveres, el de su marido y el del asesino de su marido— Yoongi señaló las alianzas que llevaban ambos en los dedos —Con los infectados en la puerta, probablemente decidió terminar con todo.

Jungkook miró a Yoongi a los ojos, lo que estaba diciendo tenía mucho sentido, aunque no llegaba a comprender por qué la farmacéutica no había intentado luchar y salir de allí con vida.

—Huyeron de los infectados para acabar encerrados con un monstruo— dijo el maknae asqueado.

Yoongi se acercó a la otra esquina de la habitación. Había una silla de plástico en un rincón. La cogió con una mano y caminó hacia el centro del almacén. Colocó la silla cerca del cadáver, se subió a ella y con la katana cortó las cuerdas que sujetaban al hombre.

Jungkook vio cómo caía el cadáver al suelo. Su amigo se bajó de la silla, levantó al hombre por debajo de los brazos y arrastró el cuerpo sin vida hasta la estantería donde yacía la mujer.

—No puedo hacer más por ellos— se lamentó Yoongi.

—Ya has hecho suficiente, hyung— Jungkook le dedicó una última mirada a los dueños de la farmacia antes de ponerse a buscar los medicamentos. Aunque la escena le había impactado, no podían perder el tiempo. La idea era regresar a casa antes del atardecer y de momento no habían conseguido gran cosa.

«No podemos volver con las manos vacías»

Al pasar al lado del cadáver del presunto asesino, se percató de que había algo escrito en la pared.

—Dies ist das Reich der Toten— leyó en voz alta.

—¿Qué?— Yoongi le miró con el ceño fruncido —¿En qué idioma me estás hablando?

Jungkook señaló hacia la pared. Las palabras que había pronunciado el menor estaban escritas con sangre.

—Significa "Este es el imperio de los muertos" en alemán.

—Eso no es nada inquietante— contestó con ironía —¿Cómo es que sabes alemán?

—Mi padre decidió que debía estudiar alemán, japonés, inglés y chino. Creyó que me beneficiaria para los negocios de nuestra empresa.

—Para los negocios de la empresa no sé pero para leer citas apocalípticas sí te está valiendo.

Jungkook sonrió por las palabras de Yoongi. Ambos se dieron la vuelta y volvieron a mirar al hombre del cuchillo. Tenía las manos manchadas de sangre, era evidente que aquello era obra suya.

Jungkook se agachó delante del asiático de pelo negro y le miró durante varios segundos a los ojos.

—Los humanos son el peor de los males...— agarró la empuñadura del cuchillo y se lo sacó de cuajo. Era un cuchillo de caza, grande y bien afilado. Jungkook lo limpió en la ropa del desconocido y se lo guardó dentro de la mochila.

—Salgamos de aquí cuanto antes— dijo Yoongi.

En el almacén tuvieron mucha más suerte, las mochilas quedaron rápidamente llenas con todo tipo de medicamentos. No tardaron en salir de allí y volver a la farmacia.

Yoongi se fijó en las estanterías del lugar. Antes se habían limitado a buscar medicamentos pero ahora podían echarle un vistazo a la parafarmacia y a todo lo que quedaba. Haber inspeccionado y limpiado el sitio les daba un poco más de seguridad.

—Lleva las mochilas al coche y trae unas vacías— le pidió el mayor.

Jungkook se colgó la de su amigo al hombro y salió de la farmacia.

Yoongi se quedó mirando los pocos tintes para el cabello que quedaban, algunos sobre la estantería y otros tirados por el suelo.

«¿Y cómo sé yo ahora cuál es el suyo?»

Yoongi suspiró. Estaba en mitad de la nada, en una farmacia abandonada, con varios cuerpos de infectados a su alrededor y tres cadáveres en la habitación de al lado, y ¿qué hacía él? Mirar tintes para el pelo.

—Esto es surrealista...

Pero entre tanta muerte, poder elegir algo tan simple y cotidiano como un tinte para el cabello le daba un poco de normalidad a su vida. Un poco de lo ordinario que tanto extrañaba.

Jungkook volvió a entrar en la farmacia y el mayor seguía delante de la estantería, mirando los colores sin decidirse por uno.

—¿Qué haces?— le preguntó arqueando una ceja.

—¿Sabes cuál es el color que usa tu hermano?

—¿Y cómo voy a saber eso? ¿Por qué no te los llevas todos? No podemos perder el tiempo.

—Tienes razón, total, es gratis— Yoongi metió los tres tintes de rubio en su mochila.

Jungkook aprovechó la ocasión para llevarse los de color castaño. Aunque el padre de los Park les exigía llevar el pelo de color natural para aparentar seriedad y no parecer unos gamberros, el maknae siempre tuvo el deseo de cambiar el tono de su cabello.

Jimin se había teñido el pelo muchas veces y también se había hecho varios piercings en las orejas, provocando en más de una ocasión la ira de su padre. Jungkook quería hacer lo mismo que él, quería teñirse el pelo e incluso hacerse un tatuaje, pero no se atrevía.

Jimin le convenció en Daegu para saltarse las reglas. Le tiñó el pelo en el hotel en el que se alojaban porque Jungkook no quería ir a una peluquería.

Cuando su hermano apareció en Busan con el cabello rubio, su padre se enfadó muchísimo. Por esa razón Jungkook decidió eligir un castaño oscuro, no quería provocar la ira de su padre apareciendo en casa con un color llamativo.

Y ahora el maknae se había resignado a volver a tener el pelo negro, pero dada la oportunidad, ¿por qué no llevarse el que estaba usando? Ese o un tono similar, en realidad daba igual. No quería volver a ser como era antes. No quería ser otra vez ese chico que seguía las órdenes de su padre a rajatabla.

Solo se trataba de un color de pelo pero en realidad era mucho más que eso. Era poder elegir lo que él quería sin tener que doblegarse ante la voluntad de otros.

Yoongi se fijó en los colores que había cogido el maknae. Entre los tonos oscuros también se encontraban algunos claros.

—¿El claro es para Tae?

—Sí... Ya que estamos, quizá quiera usarlo...

—Eres un buen amigo— le sonrió —Si ves algo útil mételo en la mochila.

Jungkook se encargó de mirar en la parte derecha de la farmacia y Yoongi inspeccionó la izquierda. Después de guardar unos cepillos de dientes, desodorante y crema hidratante, se encontró con la sección de preservativos y lubricantes.

Jungkook iba a pasar de largo pero sus pies no se movieron. Al verlos le vino a la mente lo que había hecho en el cuarto de baño de Taehyung. No era la primera vez que se masturbaba, ni tampoco sería la última, pero lo hizo pensando en su amigo y eso sí era raro. Demasiado raro.

Tampoco era el lugar ni el momento más indicado para estar pensando en esas cosas, pero su mente hizo una vez más lo que le dio la gana.

Yoongi había terminado de meter varias cosas en la mochila cuando se percató de que el maknae seguía en el mismo sitio.

—¿Qué haces?— se acercó a él —¿Tienes todo?

—Eh, sí... Sí, claro, tengo todo.

—¿Te queda sitio en la mochila?— preguntó al ver lo que tenía delante.

—Sí, tengo bastante.

Yoongi cogió la mochila de Jungkook y empezó a meter todo lo que quedaba en esa estantería.

—¿P-Pero a dónde vas?— el menor le miró atónito —¿Ni siquiera vas a mirar el tamaño?

—No tengo tiempo para mirar tamaños, sabores, si los preservativos con lubricante son a base de agua o aceites... Ya lo miraré luego.

—No tenemos un camión. ¿No crees que te estás pasando?

—Con los tintes no dijiste eso— le recordó —Además, puedes ojearlo todo en el coche y tirar por la ventanilla lo que no nos sirva.

—¡No voy a lanzar preservativos por la ventanilla!

—¿Por qué no? A los infectados no les importa.

Jungkook se quedó callado. Era cierto que a los infectados les importaba bien poco lo que pudiera lanzar por la ventanilla del coche, aun así le daba vergüenza. Ya era incómodo ver lo que estaba metiendo en su mochila, al fin y al cabo era para usarlo con su hermano, no quería encima tener que seleccionarlo por ellos.

¿Cómo podía tener tanta cara? De Taehyung se podía esperar algo así, ¿pero de Yoongi? Definitivamente eran hermanos.

—Bueno, esto ya está— dijo cerrando la mochila —Si quieres algo de aquí puedes cogerlo.

—¿Qué? ¿Estás loco?— Jungkook alzó la voz más de la cuenta —¿Para qué iba a querer yo eso?

—Baja la voz— Yoongi se levantó del suelo y le miró a los ojos —Me refiero a si quieres guardar algo por si encuentras a alguien. No estaba diciendo otra cosa.

—No gracias. Estoy bien solo, no necesito guardar nada.

«Mentiroso»

—No necesito a nadie.

«¿Y qué hay de Taehyung?»

—¡Quieres callarte de una puñetera vez!

La mirada seria y penetrante que le echó Yoongi dejó a Jungkook desconcertado. El maknae no entendió hasta segundos después que le había gritado a la cara. En realidad esas palabras no iban dirigidas hacia el mayor sino hacia la vocecita de su cabeza. Esa maldita vocecita que parecía disfrutar soltando tonterías en los momentos más inoportunos. Tonterías que le hacían sentir muy incómodo.

—Yoongi hyung... Yo...

Jimin entró de repente en la farmacia, salvando a su hermano pequeño de llevarse una buena bronca.

—¡Tenemos que irnos ahora mismo de aquí! ¡Rápido!

Ni Yoongi ni Jungkook le preguntaron por qué debían salir de allí a toda prisa, la expresión del rubio dejaba claro que algo malo estaba sucediendo en el exterior. 

En este capítulo Jungkook ha aprendido una lección muy importante; confiarse demasiado no le beneficia en nada, al contrario, le puede costar la vida. ¿Le ayudará esto a ser más responsable?

Jimin parece traer malas noticias... ¿Qué está pasado en el exterior? 👀

Espero que estos capítulos (a pesar de la tensión y de la incertidumbre) os estén gustando. El jueves más. 💕

Por cierto, puede que a alguien le haya parecido extraño que los cuerpos de los farmacéuticos y del asesino no se hayan convertido en infectados. Puede que alguien piense "Pero en The Walking Dead..." por eso quiero aclarar que el virus de mi historia no es como el de la serie. Más adelante explicaré cómo se originó y cómo funciona el virus. 😊 Solo quería dejar esto claro para que no os rompáis la cabeza. 😂

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