
47
Jimin contemplaba el exterior desde la ventana del salón mientras se tomaba un café. Había llovido durante toda la noche pero no quedaba ni rastro del mal tiempo que habían tenido.
El rubio bajó la vista hacia su tobillo. Desde que se lo vendó Jungkook la noche anterior, el dolor había cesado. Notaba un leve pinchazo cuando apoyaba el pie con demasiada fuerza en el suelo pero no tenía molestias al caminar. Lo que realmente le disgustaba era no poder bailar. Jimin se había acostumbrado a hacerlo todos los días, le ayudaba a relajarse y a despejar la mente, pero ahora debía parar. Necesitaba esperar unos cuantos días para volver a esa pequeña rutina que tanto le gustaba.
El chico terminó el café y dejó la taza dentro del fregadero. Al lado de la cafetera había una lista con los alimentos que debían subir de la despensa. Jungkook solía encargarse de ese tipo de tareas pero ahora mismo estaba ocupado, limpiando los baños de los dormitorios del segundo piso.
¿Qué cara estaría poniendo su hermano en ese preciso instante? Jimin sonrió divertido. Seguro que le estaba maldiciendo.
Miró el reloj de la pared, todavía le quedaba tiempo para hacer la comida por lo que decidió echarle una mano al maknae. Cogió la chaqueta deportiva de color rojo que había dejado sobre el sofá y se la puso. Jimin vestía una camiseta blanca de tirantes y un pantalón vaquero roto. El tiempo en la montaña todavía era cambiante.
Bajó las escaleras y caminó por el pasillo para llegar a la despensa, pero se detuvo en frente de la sala de música. Alguien estaba tocando el piano y el menor sabía exactamente de quién se trataba.
La melodía le puso la piel de gallina. Jimin conocía muy bien esa pieza, su madre la había tocado incontables veces para él. Notó que la puerta estaba arrimada, razón por la que el sonido pudo escapar de la sala insonorizada y esparcirse suavemente por el pasillo.
El rubio se asomó con cuidado. Atraído por la belleza de la música observó a Yoongi deslizando los dedos sobre las teclas, sumergido en su propio mundo. Jimin no se había dado cuenta de lo mucho que extrañaba el sonido de aquel instrumento.
Yoongi tocaba con tanta pasión que no podía apartar la vista de él. Se veía en la expresión de su rostro lo mucho que disfrutaba de la música. El menor nunca le había visto tan deslumbrante.
Su corazón empezó a latir con más fuerza. Estaba tan hechizado por lo que estaba presenciando que ni siquiera se percató de que la melodía había cesado. Yoongi levantó la vista y vio a Jimin de pie en mitad de la habitación.
—¿Qué haces aquí?— preguntó con brusquedad.
—Yo...
—Teníamos un acuerdo— se levantó de inmediato —¡No deberías estar aquí!
—Lo siento— dijo en voz baja. Se había olvidado por completo de la promesa que le había hecho —No he podido evitarlo, mis pies se han movido solos.
—No soy el flautista de Hamelín.
—No, pero tienes el mismo efecto— le miró a los ojos —Claro de luna es mi pieza favorita, hyung. Mi madre suele tocarla para mí— puso las manos en posición de rezo y le miró con pena —Perdóname.
—Está bien— suspiró. ¿Cómo podía enfadarse con él? Parecía un cachorro —Te perdono.
—Hyung— Jimin le sonrió de forma angelical —¿Podrías tocarla otra vez?
—No.
—¿Por qué?— preguntó disgustado.
—No quiero.
—Pero no la he podido escuchar completa— se quejó.
—No es mi problema.
—Venga, no te cuesta nada.
—Te has adelantado a nuestro acuerdo— señaló —Ya no pienso tocar más para ti— Yoongi pasó a su lado.
—No seas así— Jimin lo agarró de la camisa negra —Sé que he hecho mal pero hyung, ¿tienes idea de lo bien que tocas?— le miró a los ojos —Me has puesto los pelos de punta, eso no lo consigue cualquiera. Tienes un talento increíble— Yoongi no dijo nada, solo le observó —Han pasado muchos alumnos por nuestra casa pero te digo que tú eres diferente. Si mi madre estuviera aquí diría lo mismo— le tiró un poco de la camisa —Créeme.
El mayor apartó la mirada. Escuchar esas palabras de la boca de Jimin le había hecho muy feliz. Intentaba disimular pero le resultó difícil no expresar lo halagado que se sentía.
—Solo una vez más— le suplicó —Te lo pido por favor.
—Vale— metió las manos en los bolsillos del pantalón negro.
—¿De verdad?— el menor sonrió ampliamente —¡Vale!
Jimin se quedó de pie al lado del instrumento mientras su amigo tomaba asiento.
—Siéntate a mi lado.
—¿En serio?— le miró sorprendido —¿Puedo?
—Si no quieres no lo hagas— se encogió de hombros —No hace falta.
Antes de terminar la frase ya se había acomodado a su lado. El rubio le sonrió y Yoongi no pudo evitar contagiarse de su alegría.
—Por fin sonríes— Jimin tocó una tecla —Deberías sonreír siempre.
Yoongi le miró de reojo. Ya no se veía tan tenso, parecía estar más relajado que días atrás. Definitivamente había aprendido a tomarse las cosas con más calma.
—¿Sabes tocar el piano?— le preguntó con curiosidad.
—No.
—¿No?— frunció el ceño —¿Por qué?
—Nunca me ha interesado— Jimin vio cómo cambiaba la cara de Yoongi, parecía ofendido —¿Qué?
—Tener una madre pianista y no aprender a tocar el piano es un auténtico crimen.
—Desde tu punto de vista seguro que lo es, pero a mí lo que me apasiona de verdad es el baile— le explicó —Prefiero expresarme con el cuerpo.
—Seguro que te expresas de maravilla— susurró para sí mismo.
—¿Qué?
—Digo que seguro que se te da de maravilla.
—Cuando se cure mi tobillo podrás comprobarlo— le sonrió.
Yoongi no lo expresó pero en realidad estaba entusiasmado. Tenía muchas ganas de verle bailar.
—¿Cómo está tu tobillo?— le preguntó —¿Te duele?
—No me duele— tocó otra tecla diferente —Estará curado en unos pocos días.
—¿Por qué no me dijiste nada en el bosque?— Yoongi había pasado horas pensando en eso. No entendía por qué Jimin no había contado con él.
—Porque podía aguantarlo— dejó de tocar y le miró —Hyung, no es la primera vez que me pasa. He sufrido tantas lesiones practicando que esto no es nada.
—No debiste ocultarlo.
—Lo siento— puso las manos en posición de rezo —Perdóname.
—Sabes que eso no te va a funcionar siempre, ¿no?
—Tenía que intentarlo— se rió. El menor miró hacia otro lado. No se lo había dicho porque estaba intentando mantener las distancias con él. Jimin seguía sin olvidar los sentimientos que le había provocado. Quería evitar el contacto físico con Yoongi para prevenir una situación similar a la que había vivido.
—Eres incorregible— sonrió —Voy a empezar.
Jimin se quedó quieto y miró a su amigo. Parecía estar muy concentrado. A los pocos segundos puso las manos sobre las teclas y empezó a tocar. El rubio sintió cómo se le erizaba el vello de los brazos.
A Jimin le encantaba la música clásica. Aunque no había aprendido a tocar el piano disfrutaba mucho del sonido de ese instrumento. Le atraía tanto que hasta había utilizado algunas piezas para sus coreografías de baile en la academia.
Alzó la vista y se encontró con los ojos de Yoongi. Su mirada le pareció cautivadora. Jimin no sabía lo que era pero había algo en él que cambiaba cuando tocaba el piano. El chico de Daegu no tardó en volver a fijar su mirada sobre la partitura.
Jimin no había mentido cuando le dijo que él era diferente. Yoongi poseía una técnica exquisita pero también era sentimiento y emoción. Conseguía hacer llegar la música al que la escuchaba. Transmitía un mensaje profundo con su manera de acariciar las teclas.
El sonido era tan hermoso que sintió la necesidad de cerrar los ojos para prestarle todavía más atención.
Un recuerdo apareció en la mente de Jimin. Su madre estaba tocando el piano mientras él y Jungkook la escuchaban sentados en el suelo, al lado de la chimenea de su casa de Busan. El menor sonrió. Era uno de sus recuerdos favoritos aunque hacía tiempo que no pensaba en él.
¿Cuántos años habían pasado? Él y Jungkook eran niños por aquel entonces y aun así recordaba ese día de Chuseok como uno de los más felices de su vida. Jimin tenía una relación muy especial con su madre, ella siempre le había apoyado en todo.
Yoongi seguía muy concentrado en la música. Cuando comenzó a tocar estaba nervioso pero esos nervios fueron disminuyendo lentamente hasta desaparecer por completo. Quería tocar para Jimin, había estado practicando para transmitirle con su música todo lo que no era capaz de decirle con palabras.
Hacía mucho tiempo que no tocaba para alguien pero la emoción que sentía en ese mismo instante era diferente de lo que había sentido en otras ocasiones. Claro de Luna era la pieza favorita de Jimin y Yoongi la estaba tocando con todo el corazón.
Quería mostrarle la mejor versión de sí mismo, quería hacerle llegar lo especial que era para él. Se esforzó en poner todo el alma en esa obra maestra y se sintió tan satisfecho con el resultado, que terminó la pieza con una gran sonrisa en la boca.
Yoongi giró la cabeza y miró a Jimin a la cara. El chico seguía sentado a su lado, tenía la mirada fija en el piano y los ojos oscuros llenos de lágrimas.
—Jimin...
—Ah, hyung— al escuchar la voz de su amigo reaccionó. Se limpió las lágrimas con la mano y le sonrió —De verdad, tocas demasiado bien. Me he emocionado y todo— le miró —Eres increíble.
Yoongi no podría decir qué fue exactamente lo que le impulsó en ese momento. Pasó el brazo por la cintura del menor y le agarró con firmeza. No apartó la mirada cuando le puso la otra mano en la mejilla, ni tampoco cuando fue acercando su boca hacia la suya.
Presionó sus labios sobre los de Jimin con delicadeza. Había deseado probar esos labios carnosos desde hace mucho tiempo. La boca del menor sabía a café y a Yoongi le pareció el sabor más delicioso del mundo.
Le besó con suavidad y ternura. Jimin tardó pero terminó correspondiendo al beso con la misma delicadeza que estaba teniendo el mayor. Yoongi se tuvo que contener para no elevar el ritmo del beso.
Se separó lentamente de él, abrió los ojos y contempló su rostro. Jimin tenía las mejillas ligeramente sonrojadas y la boca un poco abierta. Todavía seguía con los ojos cerrados aunque no tardó en abrirlos. Ambos se miraron sin decir ni una sola palabra.
Yoongi pasó el pulgar sobre el labio inferior del chico. No había quitado la mano de su mejilla ni tampoco de su cintura. Estaban tan cerca el uno del otro que podían notar la respiración del contrario sobre sus rostros.
Jimin volvió a cerrar los ojos y el mayor lo tomó como una invitación a seguir explorando su boca. Apartó el pulgar de sus labios y se acercó para volver a besarle. En ese mismo instante se escuchó un ruido muy fuerte. Ambos se separaron de inmediato. El sonido venía del pasillo.
—Voy a mirar.
Jimin no dijo nada, solo asintió con la cabeza. Se quedó sentado mientras el mayor se levantaba para comprobar lo que sucedía. Salió de la habitación y se encontró con su hermano de frente. Había tres cajas tiradas por el suelo y Taehyung estaba agachado, recogiendo el contenido que había caído.
—Tae, ¿qué haces?
—Recoger lo que se me ha caído.
—Eso ya lo veo— dijo inquieto —¿Se puede saber por qué estás cargando con tres cajas a la vez?
—Quería ahorrar tiempo y esfuerzo— suspiró —Hyung, esta casa es enorme. Parece que nunca terminas de limpiarla y Jungkook no se esmera en absoluto— se quejó —Es desesperante...
—Ya bueno— le interrumpió —Vosotros os lo habéis buscado. Recoge todo y lárgate.
—¿Y esas prisas?— le miró sorprendido.
—Quiero seguir tocando el piano— contestó molesto.
—¿Es por eso o escondes algo?— le dijo con una mirada traviesa.
—No tengo paciencia para aguantar tus tonterías.
—Pues ayúdame a recoger esto y así podrás librarte de mí.
Yoongi no quería ayudar a su hermano, quería volver con Jimin y seguir donde lo habían dejado. El mayor miró a Taehyung, parecía un caracol recogiendo las cosas. Se agachó y empezó a meter el contenido desparramado en las cajas.
—¡Oh hyung, eres rápido!— se sorprendió.
—Deja de mirar y ponte las pilas.
—Vale, vale.
Entre los dos no tardaron demasiado tiempo en dejar todo recogido, aunque para Yoongi había sido una eternidad.
—Sube las cajas de una en una— le dijo con tono autoritario —No seas bestia.
—Vaaale— contestó alargando la palabra con desgana.
Taehyung cargó con una caja y se fue caminando hacia las escaleras. Yoongi observó cómo se alejaba y luego se quedó parado en frente de la habitación.
Había intentado confesarle sus sentimientos en muchas ocasiones pero siempre se había echado para atrás. Y justo cuando no tenía intención de hacerlo, cuando ni siquiera se le pasó por la mente, se lanzó sin ningún tipo de temor.
Yoongi suspiró. Por fin lo había conseguido, por fin había dado el paso. Ahora ya no podía volver atrás.
El mayor estaba un poco nervioso por lo que le iba a decir pero también estaba más seguro. La reacción de Jimin le dio confianza. El rubio no solo se quedó a su lado, también correspondió al beso.
Yoongi volvió a respirar profundamente. Después de tanto dolor por fin le estaba sucediendo algo bueno. Abrió la puerta con ilusión y entró con paso firme.
—Solo era Tae— dijo —Se le...
El joven se quedó sin habla. La habitación estaba completamente vacía. Jimin se había ido.
¡¡Llegó el momento!! ❤️ ¡¡Por fin!! Yoongi se ha atrevido a dar el paso, aunque se ha saltado las palabras para plantarle directamente un beso a Jimin. 😘😂 Eso sí, ahora ya no hay vuelta atrás. ¿Pero y Jimin? ¿Por qué ha desaparecido de repente? ¿Qué creéis? 👀
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