Capítulo XVIII (Parte II)
—¿Podría pasar al tocador?— dijo Anne, levantándose de la mesa, presurosa, con toda intención de salir de allí y evitar la tensa situación que se había gestado.
—¡Creo que yo también necesito ir al baño!— anunció Jack, y también se incorporó.
—Con gusto los escolto— respondió Magui.
Luego de aquella declaración y la reacción de los presentes, especialmente de Mónic, lo que más le urgía a la anfitriona era abandonar la Sala.
Steven y su ex novia fueron los únicos que permanecieron en la habitación, pues el ojiverde debía arreglar cuentas con su ella y no le había permitido moverse.
—¡Ahora hablaremos muy seriamente tú y yo!
Aquella frase, formulada por Steven, había sido lo último que Anne había alcanzado a oír antes de retirarse.
Bajo ninguna circunstancia quería estar en los zapatos de su congénere, por varios motivos confluentes.
—¡Eso sí que fue intenso! —expresó Magui una vez que se encontraron en el pasillo. Anne asintió, agradeciendo que la joven exteriorizara el pensamiento colectivo en voz alta—. Su amiga es muy bella ciertamente... ¡Pero se gasta un carácter!
—Supongo que no lo habías pensado bien cuando pusiste sus ojos en ella— señaló Jack, esbozando su típica sonrisa de medialuna, aquella que acentuaba su hoyuelo.
Anne lo codeó sutilmente.
—¡Jack!— musitó.
—No es nada— dijo Magui que no se había molestado por la broma del policía—. Tiene razón. ¡Cambié de orientación sexual pero mis gustos siguen siendo fatales! —en esta ocasión, los tres rieron—. Supongo que lo de ir al sanitario ha sido una excusa— observó la pelirroja. Sus interlocutores asintieron— . En tal caso, puedo mostrarles sus habitaciones, si gustan. Imagino que necesitaran cierto tiempo para ultimar detalles y es mi intención brindarles toda la ayuda posible, empezando por un sitio donde descansar.
Dicho aquello, la joven, empezó a caminar por el pasillo en dirección al elevador que les permitiría ascender al piso superior de la vivienda.
—Has sido muy amable— señaló Anne, agradeciéndole a la chica sus atenciones.
—Realmente valoramos mucho todo lo que haces— añadió Jack, cuando ingresaron al ascensor, que parecía una desmesurada pecera por su forma y transparencia, ya que mantenía la diáfana belleza que el resto de la construcción.
—No hay problema, los amigos de Steven son los míos—repuso Magui—. ¡Adoro a ese chico loco con todo mi corazón! Solo espero que no sea demasiado rudo con su "amiga"—hizo un gesto de comillas con los dedos—. Por su embarazo sobre todo.
—Respecto a eso...—empezó Anne, que sentía que debía aclararle la confusión a Margaret de una buena vez—. Mónic no está encinta realmente. La panza es falsa. Forma parte de nuestro camuflaje—señaló su cabeza, a modo de ejemplo—. Yo tampoco tengo el cabello como un Little Pony, de hecho.
—Me imaginé que el color no era muy de tu estilo—recalcó Magui.
—Tampoco el embarazo es el estilo de Mónic, te lo garantizo— declaró la psiquiatra, y se dispuso a bajar del ascensor.
El piso superior conservaba la moderna elegancia del inferior, excepto por el acabado del cristal, pues se trataba de un vidrio prensado y no liso, con imágenes romboides que daban la impresión de un bajo relieve.
La casa podía parecer frágil a simple vista, pero lo cierto era que aquel espejo que la investía era además de estético, totalmente irrompible, tan impenetrable como un bunker, sin mencionar que la polarización de aquel vitral impedía una visualización desde el exterior hacia el interior de la propiedad.
—Bueno, y ya que andamos con confidencias, tal vez podrías decirnos ¿cómo nos ayudaras exactamente? A parte de con tu hospitalidad, claro–interrumpió Jack, que volvía a su viejo rol de policía y empezaba a realizar las averiguaciones pertinentes.
La momentánea distracción no había podido obnubilar aquel sentido huroneo tan característico en él. De hecho, ansiaba determinar la identidad de la joven, desde que habían puesto un pie en aquella mansión y ese era el momento de hacerlo.
—Seguro— dijo la chica, deteniéndose frente a una portezuela, del mismo matiz inmaculado que lucían las escasas paredes interiores de la vivienda—. Los ayudaré a infiltrarse en el Pentágono.
Minutos después Magui había dejado solos a Jack y a Anne, sin mayores datos, compartiendo la incertidumbre y un mismo cuarto.
"Tal vez los criados están preparando la otra habitación, o tal vez no haya tanto espacio disponible en la casa" pensó inocentemente la doctora, aunque en el fondo sabía que ambas hipótesis eran completamente erróneas y que había cierta lascivia implícita en las acciones de la pelirroja.
—Pienso que el padre de Margaret trabaja en algún área dentro del Departamento de Defensa—soltó Jack, muy convencido. Sin duda, él estaba más interesado en indagar sobre el historial de la amiga de Steven que en resolver la dificultad de compartir un cuarto.
Era notorio que Anne y él no tenían las mismas preocupaciones.
—¿Y por qué no la misma Margaret? — indagó Anne.
—Ella se mostró muy sorprendida cuando Steven le mencionó "los hechos" y su asombro fue genuino— afirmó — . Resulta evidente que no está interiorizada acerca de lo que sucede allí dentro, pero también está claro que puede darnos acceso. ¿Cómo podría hacerlo sino tuviese un vínculo directo con alguien que trabaja ahí? Además está el tema del blindado de su casa— Jack se acercó a la ventana y deslizó las yemas de sus dedos por el grueso vitral—. Papi cuida a los que ama.
—Es...posible...— reconoció la chica, sentándose en el borde de aquella amplía cama triple, cuya base hecha con algún tipo de policarbonato translúcido, generaba la sensación de que la misma estaba suspendida en el aire— . De todas formas, eso no es relevante Jack. Recuerda que ya no estás en tu papel de policía— señaló, desmoralizando al contrario, quien la miró cabizbajo—. No digo que no haya sido brillante tu deducción, pues lo fue —añadió rápidamente, reconociendo que había sido algo brusca en él—. Solo digo que tenemos asuntos más importantes de los que ocuparnos.
—¿Cómo determinar dónde dormiré?— indicó él, astutamente.
Anne tenía que reconocer que era un hombre de mente sagaz, pero no tenía por qué corroborarlo en voz alta, aunque su sonrojo lo hacía por ella.
—Puedo hacerlo en este diván. ¡Sí hasta se ve acogedor! —manifestó, señalando el níveo sofá de cuero ecológico que reposaba junto al ventanal—. Si a la doctora no le trae desagradables recuerdos, claro...
La chica suspiró.
— Ya superé lo de Michelle—comunicó, aunque no muy convencida—. Bueno, estoy en proceso— admitió, mordiendo su labio inferior—. ¿Y qué hay de ti? ¿Cómo vas con lo de tu...?— la frase quedó en suspenso, pues Anne no sabía qué tan frágil podía llegar a ser ese terreno.
¡Por algo la relación se había terminado!
—Yo sí superé a Johanna hace tiempo doctora— dijo él recostándose en el diván.
La mencionada no estaba segura de si aquella postura había sido a priori o si realmente Jack estaba cansado, aunque eso era lo de menos. Lo que agitaba las ansias de la mujer era el hecho de que la charla, que al principio tenía un carácter muy informal, estaba adquiriendo tintes más profundos, y lo más probable era que pronto empezarían a emanar sentimientos que formaban parte del pasado de Jack.
Aquello era similar a una de sus sesiones de terapia, situación que Anne hubiese podido manejar con soltura, de no ser por el pequeño detalle del "vínculo" no declarado, y probablemente no correspondido -según su parecer- que ella había forjado con Jack.
—¿Quieres hablar de ello?— ofreció, a pesar de todos sus pensamientos y emociones.
—¿De cómo la superé? No gracias... Eso removería un pasado que ya enterré—señaló él, enfocando sus ojos en el techo, con la añoranza de unos astros lejanos—. De lo que sí quiero hablar es del periodo que pasé dentro de la habitación del pánico.
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