Capítulo 27: Hermanos
—¿Cómo es posible...? —murmuraron las amigas de Carmela, alejándose de Tomas.
Decidieron que era mejor irse, ya que Carmela estaba frustrada. No querían tener que soportarla estando así.
Tomas sintió que le restregaban su realidad. El saber que ellos eran quienes lo abandonaron, que lo entregaron al Edén, era un puñal en el pecho.
—No digas tonterías —renegó Carmela de pronto—. Yo no tengo hijo. No tengo que cargar con esa existencia, solo el Edén lo hace.
El chico de ojos verdes apretó los puños. Por un milisegundo creyó que ella se voltearía a mirarlo con otros ojos. Por un milisegundo nada más, conectó sus pensamientos al saber que ella era su mamá. Creyó que le explicaría por qué lo entregó así de fácil, pero solo era un fugaz sueño.
Salió del lugar y Paul lo siguió.
—¿Cómo dices eso? —le recriminó Aria a la mujer—. ¡¿Y por qué los trajiste aquí?!
—No es tu asunto, niña desvergonzada.
Christopher todavía sentía que le faltaba el aire por todo lo que había pasado, así que salió.
Aria fue tras él, preocupada.
—Chris... —lo detuvo.
—Por favor, déjame —murmuró sin darle la cara—. Me dijiste que no te buscara. Tú tampoco lo hagas. Ya he tenido suficiente.
Aria se sintió congelada de golpe por ese tono frío en el que le habló. Algo se había roto dentro de él. Había estado feliz antes, pero ahora era completamente diferente. Solo fue un momento, solo unos instantes en los que lo descuidó.
—¿Por qué te metes en problemas si no te vigilo?
—No necesito que me vigiles. —Siguió de largo sin mirarla todavía, y a ella se le formó un nudo en la garganta.
¿Qué había hecho? ¿Esa mujer lo había tocado y besado en contra de su voluntad por órdenes de Carmela?
—Agradece que van a trabajar juntos —dijo la mujer detrás de ella—. Aunque van a perder.
—Cállate. —Volteó a verla, revelando las lágrimas en sus ojos—. ¿Cómo te atreves a disponer de los chicos? ¡¿Cómo te atreviste a dejar que lo tocaran...?!
—Silencio. Es un Adán, para eso sirve.
—No. Y es el Adán de tu hija.
—Él debe afrontar las consecuencias.
—¡No ha hecho nada para que lo castigues!
—Exacto. Nada. Mi hija no está satisfecha en la cama por su culpa. —Se silenció, pero ya era tarde, ya lo había dicho.
—Quizá no son compatibles porque tú lo escogiste.
Carmela frunció más el ceño y cruzó los brazos. Ya no importaba saber cómo se había enterado de eso, solo le quedaba defender sus ideas que creía correctas.
—Las máquinas no tienen idea. Considero que con que te guste un chico es más que suficiente para que todo lo demás surja.
—No es así. El proyecto Eva...
—El proyecto Eva es una farsa. Pretenden controlar a las mujeres. Prohibirlas de escoger, prohibirlas de probar de todos los hombres que les plazca para decidir si quieren quedarse con uno o si quizá no.
—Es por eso que el proyecto no era para todas, pero si tú has roto el sistema...
—No he roto el sistema. Le encontré fallas y las arreglé para mí. Eso es todo.
—Egoísta. No solo te conformas con Paul, también tomas los hombres de tus amigas.
—No tienes derecho a juzgar lo que yo hago. Soy una mujer adulta. Ahora largo.
Su dron carmesí se puso entre ellas lanzando chispas, y Aria apretó los puños dando un paso hacia atrás.
Paul entró a una habitación que estaba abierta en donde había entrado su hijo.
—Tomas...
—Eres mi padre. ¿Es cierto?
—Sí, hice una prueba genética, no creo que haya errores.
—Y así de fácil me abandonaron ahí.
—No. Por supuesto que no fue fácil.
—No importa, ¡igual lo hicieron!
—Entiende que, como Adán, no tengo facultades para decidir, además, tu mamá...
—Esa mujer no es mi madre —interrumpió con amargura.
Ya que ella lo había negado, él también lo haría.
—Tomas... —Entristeció—. Los niños son tomados por el Edén apenas nacen. No hay opción a conservarlos. Ni siquiera te dejan verlo ni una sola vez luego de la extracción. Las cosas son así.
—No voy a perdonarlos por esto. No sabes lo que viví ahí, aislado, sintiendo que me crearon en vano... Ojalá nunca me hubieran tenido —continuó con la voz quebrada.
Paul suspiró y quiso acercarse, pero Tomas le dio la cara y retrocedió.
—Hijo... —El hombre levantó la mano queriendo tomar su mejilla—. Lo siento.
—No —negó—. No lo sientes, porque no sabes lo que es sentir que no cumples con los requerimientos. No lo sientes porque tú has vivido libre.
Paul se detuvo y bajó la mano.
—No sé qué tan libre sea, pero no importa. No importa si no me perdonas. Lo que me importa es que ahora te conozco, que es algo que no debe suceder, de preferencia, pero lo agradezco. Lo que me importa es que sé que estás bien, que ya saliste de ese lugar. —Bajó la vista un segundo—. Nos veremos por ahí, después de todo, nuestra labor es acompañar a nuestras Evas. Sé un buen Adán. Acompaña a tu hermana en ese concurso, sé que los han puesto juntos.
Salió del lugar y Tomas quedó mirando el suelo. Alguien más entró.
—No deberías decir eso —reprochó Christopher.
El chico plantó los oscuros ojos verdes en su amigo, no de una forma muy amigable.
—No te metas.
—No te entiendo. —Apretó los labios a causa del dolor que le producía tan solo pensar en lo que iba a decir—. Me encantaría poder hablar con mis padres, pero a diferencia de ti, no los tengo cerca...
—No mezcles tu caso con el mío. No son iguales. —Era tanta la impotencia, tristeza y rabia que sentía, que no le importó ser duro.
—Paul es un buen hombre. Créeme que ha hecho lo que ha podido.
Pero Tomas resopló y se giró para dejar de verlo.
—Y tú solo esperaste a que los demás hicieran las cosas por ti.
—No es cierto...
—Siempre has sido el favorito en todo, y de todos... —Apretó la mandíbula un instante—. Mauro siempre te ha seguido. Las mentoras parecían adorarte. Te decían que eras especial...
—Bueno, puedo asegurarte de que todo eso es mentira. A ellas en verdad no les importamos.
—Y Aria... —Volteó para encararlo de nuevo—. ¿Sientes algo por ella?
—Eh... —Bajó la vista un segundo—. Sí.
Tomas suspiró y asintió.
—Bueno. Lo he notado.
—¿Y ella? ¿Crees que sienta algo?
El chico apretó los labios.
—Te recuerdo que es mi Eva.
Eso sorprendió a Christopher.
—Lo sé, por qué...
—Te aconsejo no acercarte más —agregó amenazante con su mirada seria.
El ojiazul quedó sin habla, pero reaccionó y le devolvió el gesto en forma de reto.
—Voy a participar con ella en el concurso —le recordó, olvidando que hacía un rato la había tratado de forma fría.
—Pues a ver si se presenta. Total, te encontró con otra mujer.
Christopher sintió todo su cuerpo escarapelarse al pensar en eso. Quiso escapar, pero no podía. En ese momento había querido salir corriendo, correr por horas y gritar a todo pulmón. Se había sentido asfixiado.
Entonces recordó lo que le dijo a la pelinegra y su cuerpo volvió a enfriarse, olvidando el coraje, olvidando el asco momentáneamente.
***
Aria caminaba un tanto nerviosa, queriendo encontrar a Tomas lo más pronto posible e irse. Miró su brazalete. Había grabado lo que habló con Carmela. Tenía que mostrarle eso en cuanto antes a la líder.
Vio a Christopher salir de una habitación y fue hacia ahí. Él la miró con sorpresa, pero ella pasó por su lado, bajando la vista, y entró. Vio a Tomas y le sonrió apenas.
Chris quedó con los labios entreabiertos.
—Tomas. —La chica se le acercó—. ¿Cómo estás?
El joven suspiró.
—¿Ustedes lo sabían?
—No.
—Yo lo sospeché —murmuró Christopher recostándose contra el marco de la puerta—. Paul me pidió que intentara averiguar sobre ti. En serio. Y bueno, luego supe que aquel hijo salió del Edén, justo al mismo tiempo en el que el sistema indicaba que saliste...
—Esto debería ser común, ¿no? —se preguntó Aria—. ¿Cuántos hijos del Heaven habrá entre nosotros? No me parece justo que, teniendo padres, crezcan en el Edén.
—No suele pasar porque las máquinas los sitúan lejos de su posible familia —dijo alguien más. Andrea estaba al lado de un sorprendido Christopher. Su dron la había llevado a él—. Obviamente sus hermanas, en caso de tenerlas, quedan fuera de sus posibles futuras Evas... —Tensó los labios—. Eres mi hermano... —susurró mirando al chico de ojos verdes.
—Eh... S-sí...
Andrea sonrió a labios cerrados, aunque con tristeza, y se acercó a él.
—Sí te pareces a mamá y papá.
Recordarlos hizo que él frunciera apenas el ceño, pero el abrazo de la chica lo sacó de sus oscuros pensamientos.
Aria, por su lado, pensó en lo que hacía Carmela. Quedaba muy claro que no estaba permitido, pues bien podría haber abusado de su propio hijo o del hijo de alguna de sus amigas sin darse cuenta.
Se le revolvió el estómago. Debía detenerla. Se tocó el brazalete en su muñeca. Lamentablemente, estando Andrea ahí, no podía decir nada.
—¿Cómo quedaste tan cerca de nosotros? —le preguntaba ella a Tomas.
—Aria me escogió.
La chica de cabello rosado se sorprendió y miró de arriba abajo por un segundo a Aria.
—Entonces sí se puede escoger.
—Hicieron una excepción porque yo reclamé —aclaró Aria.
Andrea volvió a mirar a su hermano, sonriente.
—Vamos a trabajar juntos para el concurso.
El chico le correspondió el gesto sonriendo a labios cerrados. Tal vez no era tan malo haberlos encontrado. La chica se veía amable, y estaba feliz por estar a su lado, a diferencia de su madre.
Aria entristeció. No podía delatar a Carmela todavía. Tomas quería que liberaran a los hombres del Edén y, a decir verdad, ella también. Si ocasionaba problemas con Carmela, eran capaces de cancelar todo y regresar a esos chicos al Edén. Ella también lo había "escogido", como Carmela escogió a Christopher.
Quizá debía esperar... Además, en la grabación no estaba muy específico lo que hacía Carmela con los hombres, habían discutido más por el hecho de que había escogido a Chris para su hija.
Resopló.
***
Carmela llevó a Paul a una habitación.
—¡Ahora si te has pasado! —exclamó tirando con brusquedad de su brazo y haciéndole retroceder.
Paul abrió mucho los ojos ante la reacción de su mujer.
—¿Qué sucede? —reclamó sobando su brazo.
Si bien él era más grande y pesado, ella lo había podido mover y le había hecho doler.
—¡No puedo creer que hayas dejado que esto pasara! —Le amenazó con el dedo—. ¡Que sea la última vez! ¡No quiero que te acerques a ese muchacho! ¡A ninguno de ellos!
—¿Por qué? No entiendo, ¡es tu hijo también...!
—¡Silencio! No me alces la voz. Estás advertido. Nunca vuelvas a alzarme la voz, ¡mucho menos en frente de mis amigas!
—Pero tú lo estás haciendo.
—¡Paul!
El hombre apretó los labios y resopló. Bajó la vista y cruzó los brazos.
—Me disculpo.
Carmela dio un jadeo y se llevó la mano a la frente. Dio un respiro hondo, pero apresurado y negó apretando los labios.
—Te estoy perdiendo —sollozó.
—¿Qué? No...
—Prefieres estar con ellos. ¿Te la pasas mejor con ellos?
—¿Qué? Carmela, escúchate. —Negó—. Eres mi Eva, mi prioridad desde siempre.
—Sí bueno, últimamente no parece, solo paras hablando con ellos. Haces tus cosas en secreto, sin decirme nada. Buscaste a este chico sin comunicarme nada.
—Tú te la pasas con otros hombres. Y no es que esté reclamando. Sabes que puedes hacer lo que te plazca sin que importe lo que yo piense, pero solo estaba llevándome bien con ellos, eso es todo. Solo quiero hablar con nuestro hijo.
—Los Adanes no hablan entre ellos. ¿No ves el problema que se hace? Además... —Hizo una mueca—. Es un problema que, por culpa de esa chica, nuestro hijo haya terminado tan cerca de nosotros.
—¿Estás diciendo acaso que lo hubieras llevado a tu cama?
—¡¿Qué cosas hablas?! ¡Ya ves cómo eres! ¡No!
—¿Entonces qué tiene de malo?
—Debe saber que su familia es el Edén. Nosotros estamos desligados de él. No es nuestro hijo.
—¿Cómo puedes decir eso? Lo llevaste en tu cuerpo...
—¡Y fue una molestia! Repito. Es del Edén. Olvida ese asunto. —Dio un hondo respiro y se limpió las lágrimas de los ojos—. Ahora vamos a cenar.
Paul bajó la vista.
La noche caía y había nuevas mesas, esta vez con platos individuales para que todos se sentaran. Carmela ya estaba ahí con sus amigas. Se había disculpado por el vergonzoso escándalo y pidió que por favor mantuvieran discreción. Ellas habían aceptado sin problema.
Ya eran mujeres adultas, disfrutaban de la idea de Carmela, de sus reuniones. No había más que pedir.
Sin embargo, su leve sonrisa se esfumó al ver a Andrea llegar con Tomas, aferrada a su brazo, y sentarse juntos más allá en la muy larga mesa. Era verdad, ahora que trabajarían juntos en el concurso, iban a estar juntos de todas formas.
Resopló molesta por cómo todos sus planes se arruinaron inmediatamente después de pensados. Gruñó bajo. Se había auto saboteado todo el día.
—Aria —Christopher la detuvo antes de que también fuera hacia el primer nivel, a la gran mesa—. Hablemos.
—¿Qué sucede? Hace un rato dijiste que no te buscara.
—Trabajamos juntos en el concurso.
—¿No lo arreglaron?
—No. Y probablemente perdamos, pero quiero pasarlo contigo de todas formas.
Aria lo miró.
—¿Te dijo que, si no estabas con esa mujer, íbamos a perder? —Y era que Gustav le había ofrecido ser una de los ganadores si iba con él aquella vez, así que no se le iba a hacer extraño.
Empezaba a entender cómo funcionaban Carmela y su gente.
—Sí. —Bajó la vista—. Pero fue horrible. N-no me siento bien todavía.
La chica resopló. La amargura al recordar la horrible visión de él debajo de esa mujer semidesnuda, con un cuerpo deslumbrante, muy contrario al de ella. Pensar que lo había tocado, besado, y sabía Dios qué más. Todo eso le cayó en ácido en el estómago.
—He tenido suficiente de besos y manoseos hoy —continuó él con la vista baja—. Pero no me refería a ti...
—Lo lamento. —Se sintió egoísta por, nuevamente, pensar solo en ella.
Cuando se dio cuenta, él ya la rodeaba en brazos.
El chico enterró el rostro por el cuello de ella, respirando hondo en sus cabellos. Se aferró a su fino cuerpo, y ella pudo sentirlo temblar de forma muy imperceptible.
Entristeció y le correspondió el abrazo.
—Lo siento. No voy a alejarme de ti —le aseguró en susurro—. Si te sientes mal, puedes venir a mis brazos.
Christopher sonrió apenas, manteniendo los ojos cerrados, y respiró hondo el aroma de su chica de nuevo, aliviando las feas sensaciones.
—A partir de ahora, los concursantes tienen unos días para hacer sus videos —anunciaba la presentadora.
Muchos veían desde la gran mesa mientras comían una cena ligera.
—Vamos —le dijo Andrea a Tomas, agarrando su antebrazo con ilusión—. Vamos a trabajar en algo. Mi Adán probablemente tenga que estar con tu Eva. —Su sonrisa se esfumó un instante, pero sacudió la cabeza apenas, volviendo a sonreír—. Ya tendré otro de todas formas.
Carmela rodó los ojos al escucharla rendirse así de fácil. A veces se preguntaba si no había heredado esas actitudes de estúpida de su padre.
Resopló pensando en que, al incubarla, debió haber eliminado todos los genes del hombre y trabajar solo los de ella. Total...
Vio a Aria buscar asientos con Christopher y frunció el ceño. Ellos se sentaron y, aunque él parecía algo sombrío, ella le sacó una leve sonrisa al jalar una pequeña fuente con camarones, luego otra con galletas.
La mujer volvió a rodar los ojos. Ese chico no servía para estar con una mujer, al parecer estaba fallado. En ese caso no servía querer retenerlo para su hija, pero sí podía reportarlo al Edén para que lo aislaran.
Algo más llamó su atención. El brazalete de Aria se iluminó muy levemente de un tono rojo. Arqueó una ceja y se llevó la copa de vino a los labios sin dejar de mirarlo.
***
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