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Capítulo 4

Monedero excesivamente decorado

Me dirigí hacia el comedor del instituto.

No había mucha cola, pero eso era solo hoy, hoy no era como todos los días.

No tenía mucha hambre, nada anormal en mí, así que dediqué unos minutos para elegir que poner en la bandeja y luego me dirigí a la mesa que teníamos: Aurore, Evelyn y yo.

Le di un mordisco a la manzana y en cuestión de segundos, Aurore apareció y se sentó a mi lado.

Ella tenía la bandeja llena de comida. Un bocata de filete de pollo, puré de patatas, un flan envasado y una botella de Nestea.

Siempre me pregunté como es que la gente siempre tenía tanta hambre, o, a lo mejor, como es que yo siempre tenía tan poca hambre.

- Ahora cuando venga Evelyn tengo que deciros algo estoy segura de que os va a encantar- me comentó, apretando sus dientes con el labio inferior, mientras me sonreía alegre.

Me sorprendió que ya hubiese llegado al comedor, puesto que yo había salido antes de clase.

Decidí no comentarle nada y simplemente asentir lentamente con la cabeza y seguir comiéndome la manzana.

5 minutos después, de hablar de la susodicha, Eve, llegó, y se sentó con una bandeja rellenada con un sándwich de queso y un zumo de naranja natural.

- El profesor quería estar hasta el ultimo segundo explicándonos "la teoría de la relatividad" - dijo aburrida mientras dejaba la bandeja en la mesa y acomodaba su falda antes de sentarse,

Evelyn, era muy delicada, y muy perfeccionista. Y la quería a rabiar.

- Estoy pensando en pedirle salir a Ethan.-dijo Aurore interrumpiendo la conversación animada que estábamos teniendo.

Aurore, A, una de mis mejores amigas, era de pelo negro corto con flequillo recto, tenía unos ojos azules preciosos y la piel muy blanca y pecosa; tenía un hermano pequeño y era atrevida, sarcástica y adoptada.

Al contrario que Eve.

Evelyn, Eve, mi mejor amiga, era de pelo rizado y castaño largo, ojos marrones también preciosos y la piel oscura; tenía solo una madre biológica y era extrovertida, cariñosa y su padre nunca había intentando ponerse en contacto con ella.

Un detalle de ambas es que los viernes puedes ver a Aurore bajo los efectos de los porros y a Evelyn bajo los efectos del alcohol.

- ¡Enhorabuena! - grito Evelyn dando pequeños saltitos sonriendo apliamente.

- Gracias- dijo sonriendo un poco tímida- ¿y tú, Lenny?- dijo girándose hacía mí.

-¿Pero te gusta de verdad? ¿Le conoces? ¿Te gusta tanto como para pedirle salir?- sabía que me iba a recriminar, pero yo sólo quería su felicidad, algo que nunca supe si conseguí alguna vez.

- No me vayas a echar una charla sobre eso por millonésima vez- dijo ella suspirando desesperanzada y mirando a Ethan.

Ella solo le conocía desde hacía dos días, y yo solo pensaba que se estaba precipitando bastante al pedirle salir.

- ¿Te gusta de verdad, o, te gusta la idea que tienes sobre él? - en esos momentos lo único que quería, quise y bueno, quiero ya no, era, que ella fuera feliz sin tener la necesidad de estar con alguien.

Creo que si para quererte necesitas el amor de alguien, eso no es quererte, eso es querer que te quieran, que es distinto.

- Sí-dijo alargándolo lo máximo que pudo- me gusta, bastante, ¿ya? - dijo exasperada alzando sus cejas.

- Es tu decisión- dije levantando los brazos y girándome para coger mi mochila e irme.

- Gracias- dijo sarcástica, mientras hacía lo mismo que yo.

- Solo quiero que seas feliz, A- dije volteándome hacia ella mientras me cargaba la mochila a los hombros.

Ella me sonrió y se despidió de mi con dos besos al igual que con Evelyn, quien había preferido no decir nada para que no hubiera una discusión.

No la culpo, era muy fácil tener una pelea con A,

Y que lo digas.

Me fijé en que A se había dirigido al grupo de E para pedirle hablar a solas.

Y hay estaba mi amiga, haciendo lo que probablemente fuera una tontería, simplemente se habían liado y apenas le conocía.

Pero eso sí.

Que haga con su vida lo que quiera.

Salí por la puerta principal del instituto sacando el monedero excesivamente decorado del bolsillo pequeño.

Conté el dinero que tenía para ver si podía comprarme el libro de Alas Negras de Laura Gallego.

Me gasté casi toda paga del mes en ese libro, le di el billete de 20€ al empleado que atendía y aguardé a que me diera el cambio.

Gastar 14,99€ en un libro, no era nada fuera de lo normal en mí .

Seguro que merecía la pena, siempre la merecía, sobre todo si hablábamos de libros de Laura Gallego.

Salí de la tienda despidiéndome y deseándole una buena tarde al señor que atendía.

Siempre lo hacía, siempre había que ser amable, llevarlo todo con calma y siempre tener el control de lo que pasa.

O eso me había enseñado mi padre.

Al salir me di cuenta de que la tienda donde había comprado el libro estaba justamente enfrente de la floristería de Ka, Caroline, la madre de Aurore.

En realidad no era realmente su madre biológica.

Tras dos años, Ka, había estado intentado concebir hijos después del matrimonio, pero no lo conseguía.

Su marido se divorció de ella, porque decía que ella no se podía quedar embarazada porque "dios la estaba castigando".

Ella al enterarse de que había una bebé huérfana, en el hospicio de su misma calle, la adoptó, y la crió desde que tenía tan solo medio año.

Después de 10 años, se quedo embarazada de alguien, y tuvo a Mike, el hermano pequeño de A.

No se supo bien quien era el padre, pero Caroline si que parecía hacerse una idea de quien podía ser, así que decidió no contárselo a esa persona.

Y después de todo lo que ha hecho Ka por su hija, ella, Aurore, no la trata con el respeto que se merece.

Tiré de la puerta hacia afuera, después de leer el letrero de "ABIERTO" y deseé, que su madre estuviera allí, aunque fuera solo para saludarla.

Me fijé en la cantidad de luz que entraba por los ventanales, los cuales estaban bañados en un producto para que no dañara las plantas en exposición.

Caroline miraba seria unos papeles con las gafas a la mitad de la nariz mientras fruncia el ceño.

Me acerqué mientras miraba asombrada veía con mis propios ojos el talento que Caroline tenía para agrupar las flores en ramos, para que contrastara cada color con el de la otra.

La mayoría de plantas estaban en un vívero muy grande del cuál sólo se podía acceder desde la puerta que había al final del pasillo.

Me fijé en el cartel que estaba puesto en la parte delantera del mostrador, tenía escrito: "se buscan, preferentemente jóvenes, para ayudarnos como Floristas o Jardineros" y la firma de Ka que era una "K", torcida y alargada, y una "a", por encima, en cursiva.

- ¡Lenny!- dijo la madre de A, empujando las gafas con su dedo índice a la parte superior del puente de la nariz- ¡no te había visto entrar!

- Pasaba por aquí y he venido a ver como est...- no pude terminar la frase porque la madre de Aurore se había levantado y me estaba estrechando fuertemente con los brazos.

- ¡Mi niña! ¡Mírala que grande! ¡Y que madura!- se separó un poco para verme- ¡Estás más alta desde la última vez que nos vimos!- le di un beso sonoro en la mejilla y cuando me soltó, me sonrió, dejando ver todos sus dientes blancos y perfectamente alineados.

- ¿Sigue en pie eso que pone en el cartel?- le pregunté mientras me giraba despacio hacia el cartel del escritorio.

- Sí, lo puse esta mañana y ya hemos contratado a un chico- si realmente no pagaban mal y no coincidía con mis otros horarios, no tenía ningún problema en recibir una paga extra.

- ¿Que tengo que hacer para presentarme?- dije cogiendo el cartelito.

- Te hago una entrevista, y, si pienso que estas cualificada para el trabajo, te mando un posible horario, por correo, y podemos negociar luego el salario semanal.

Eran las 5:30 de la tarde cuando salí de la floristería "Fleures pour le monde" al terminar la entrevista.

Creía de verdad que me cogiera, puesto que era amiga de su hija, y yo ya tenía otras experiencias laborales como: niñera, camarera..., y me aferré a la idea de que la siguiente vez que volviera a La Floristería estaría trabajando allí.

Tenía psicóloga a las seis así que me di prisa en llegar a la parada de autobús, la cual estaba vacía.

Parecía que ese autobús, que estaba al final de la calle, esperando a que el semáforo se pusiera en verde, era el 36, el cual tenía que coger para llegar a La Plaza.

Lo había perdido.

Por lo tanto escogí un "atajo", poco fiable, pues nunca antes lo había visto, en la calle paralela a la que me encontraba.

Después de unos largos 20 minutos llegué a La Plaza, donde esperé escuchando música en el móvil, a que fueran las seis, para entrar a mi sesión con Sofía.

Me senté, en ese sillón de cuero sintético suave y alzé la cabeza.

Viendo así a mi psicóloga sentarse, varios segundos después, con el mando del aire acondicionado en la mano.

Me preguntó si quería que lo encendiese, cosa que le agradecí bastante.

Minutos después me preguntó que como estaba, a lo que respondí que "bien" he hizo la pregunta de la semana, literal.

- ¿Cómo te ha ido esta semana? Estudios y eso...

- He hecho un examen de Empresariales y me salido bien, no creo que me vaya a ir mal este trimestre- respondí sincera encogiéndome de hombros.

Ella sonrió y levantó un poco los hombros y esperó que siguiese.

- Y ¿sigues sin querer estar con nadie?- al ver mi cara de confusión rectificó- Que si sigues sin querer estar con alguien en otro sentido que no sea amistad, puesto que si estas en el caso de "no", llevando ya tanto meses sin salir con nadie, supongo que tendré que hacerte de nuevo el test de evaluación porque creo que no estas mej...- no la dejé seguir.

- ¿Te acuerdas de Kara?- ella asintió levantando la mirada de los papeles donde tenía hecho un esquema de mi vida, inclinándose un poco más hacia mí, haciendo que su vieja silla de escritorio crujiera un poco, y provocándome un escalofrío.

- Creo...- dije pensando bien en las palabras que le iba a decir puesto me parecía un paso importante- creo que podría estar empezando a sentir lo mismo que sentía por ella por un chaval de mi clase de Historia del Arte.- Sofia me sonrió ampliamente y vitoreo insonoramente, gestificando con las manos como si un equipo de fútbol acabara de marcar.

Kara Mason, era mi exnovia, la conocí cuando fuimos de viaje durante un mes a las playas de Santa Monica en California, me enamoré de ella, y estuvimos saliendo enserio.

Donde, por cierto, también conocí a mi querido James.

El único inconveniente fue que no pudimos mantener una relación a distancia cuando terminó el viaje.

La sesión transcurrió con tranquilidad y jugamos a un juego de mesa para dar por finalizada la hora.

A la salida se había nublado y habían estado cortando la calle durante la hora que había estado ahí dentro.

Me senté en el escalón de la puerta del centro de psicología a esperar a que una idea alumbrara mi mente.

Que finalmente fue esperar a otro autobús y volver a mi casa.

Tuve que volver a pasar por ese atajo porque la calle estaba cortada por lo tanto no pasaría el autobús.

Quince minutos después apareció, alegrándome un poco.

Me encontraba bastante lejos de casa, durante el trayecto tarareé una cancioncilla y cuando termino la línea, fijaos lo lejos que estaba para que la línea del bus terminase ahí, bajé, y fui andando hasta casa.

Estaba pensando sobre cientos de cosas, cuando las nubes se alejaron unas de otras y dejaron pasar la luz del sol.

La luz que dejaba ver era entre amarilla a una cobriza que hacía que mi pelo se hiciese ver mucho más rubio de lo que era.

Cogí el desvió de la Calle Tulipán.

Habían unas mariposas posadas en las verjas y macetas que asomaban de las ventanas de las casas, que daban vida a la calle Tulipán, aunque generalmente la calle olía a Dama de Noche.

Los arboles de El Bosque a la izquierda de la calle indicaban que quedaba poco para llegar a casa.

Los arboles de El Bosque eran inconmensurables.

Hice un esfuerzo enorme para abrir el cerrojo de la puerta del jardín, que unos segundos intensos después, cedió, como siempre hacía.

Acaricié con la yema de mis dedos varias flores, del pequeño umbral en forma de arco que había cuando llegabas al porche delantero de mi casa.

Uno de mis mayores hobbies era la floricultura, había leído millones de libros sobre flores, me encantaba dibujarlas, y, a algunas, cogerlas recién caídas, para prensarlas y utilizarlas como marca páginas.

Agudicé el oído, juraría que había escuchado algo, algo detrás mía, gire la cabeza hacia ambos lados, era demasiado orgullosa como para admitir que me había dado miedo y seguí caminando lentamente, mirando más hacia detrás que hacía a delante.

Cuando sentí algo arañándome los tobillos.

Pegué un pequeño salto hacia a el lado asustando así a Luz, nuestra gata, mama se negaba a llamarla Lucifer, así que le acortó el nombre, al final acabe acostumbrándome a llamarla Luz.

La acaricié por la parte de la cabeza hasta llegar a el otro extremo haciendo que el gato levantase un poco el trasero para profundizar la caricia.

Abrí la puerta, dejando entrar al gato, quien fue directo al cuenco de la comida, y me relajé.

Un detalle, era, que mi casa olía siempre a lo mismo, incienso, y contrastaba bastante con el olor a madera, del porche.

Aunque, seguramente, pronto, olería a té, ya que que había puesto la tetera mientras me servía unas galletitas crujientes con sabor a miel.

Cuando me di cuenta de que la tetera ya estaba lista, me serví una taza y me la llevé a mi cuarto.

Miré si tenía algún deber o examen importante, y al ver que no había nada cercano, asumí, "un día de descanso", encendí el portátil y escuche la puertecilla de animales.

Baje la escalera y la abrí con el pijama puesto y el té en la mano.

Dejé pasar a, quienes estaban en la puerta, el otro gato, este macho, castrado, y a el perro, a este último tuve que abrirle la puerta entera para que entrara, porque no cabía por la puertecita de gatos, era un perro muy grande para que entrase por ahí.

Empecé a llenar la bañera y puse mi playslist de música, preparé las asignaturas que iba a tener al día siguiente, metiéndolas así en la mochila de Vans Off The Wall, la que utilizaba para el instituto, y la ropa que usaría.

Tenía que esperar hasta que se llenase la bañera hasta arriba, y mientras me dieron ganas de andar por la casa así que hice un pequeño tour de ella.

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Se que este capítulo era bastante cortito, me fijé recién.
Pero es que estoy en semana de exámenes y tengo que aplicarme para no ir a septiembre.
Mañana tendréis probablemente otro capítulo, también cortito.

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