Luego de mi respuesta tan rápida y cortante, sus miradas se volvieron pesadas sobre mí; ellos se preocupan, y saben que no estoy bien.

—Omma, appa ¿quieren saber qué hicimos ayer?— intervino rápidamente mi amiga, evitando ese tema que no quiero recordar.

—Oh, claro, sorpréndeme— retó su madre cariñosamente.

—¿No deberíamos estar almorzando ya?—preguntó su padre burlón.

—¡Cierto! Vamos al comedor, cielo; chicas, quédense aquí un momento— ordenó.

Asentimos y estando solas en el living, se aproximó a mí para abrazarme.

—Perdón, sé que no quieres hablar de eso, por eso intervine— se disculpó y negué.

—No es tu culpa, Soo, tampoco suya, simplemente no lo sabían. Gracias por interrumpir— agradecí.

—No es nada, te conozco más que a nadie, amiga— expresó luego de alejarse un poco para observarme y sonreír.

—Y..¿qué piensas contarle a tus padres, Ling?— interrogué curiosa.

—¡Chicas, ya pueden venir!— gritó su madre desde el comedor, interrumpiendo mi cuestión.

—Vamos, ya verás— comentó intrigante y nos dirigimos hacia nuestro destino.

Entramos, y ocupamos una silla para empezar a comer; aunque no tenía ganas, pero no desperdiciaría ni rechazaría un alimento.

—¿Qué ibas a contarnos?— interrogó.

—¡Qué chismosa!— se quejó divertida— ¿Recuerdas a un amigo que tenía cuando era pequeña?— su pregunta hizo que su madre frunciera el ceño, intentando recordar— Yo le llamaba "Kookie".

—¡Sí! ¡Te refieres a Jungkook!— exclamó emocionada— sí lo recuerdo, era un niño muy tierno— dijo sonriente— ¿por qué?

—Lo volví a ver, ya de grande— le contó— eso fue lo que hicimos ayer; caminar por las calles de Seúl, y casualmente me lo encontré. Ha cambiado tanto que casi no lo reconozco— habló suspirando.

¿Le gustará en el fondo?

—Estoy impresionada, eso es muy bueno, hijita— aseguró.

—¿En qué aspecto dices que ha cambiado ese niño?— interrogó el padre serio.

—Está muy alto, y guapo, y...— se detuvo al reaccionar lo que estaba a punto de decir.

—¿Muy?

—Atractivo— y con ese adjetivo dió por concluida su descripción física.

—Me muero por verlo Soo, ¿cuándo lo traerás?— interrogó su madre.

—Debería hablar eso con él, omma, de seguro acepta, pues sigue siendo el mismo chico agradable y amable que conocí hace mucho tiempo atrás— aseguró.

—Hablaré con mi futuro yerno— comentó burlona.

¿Por qué me molestó ese comentario?

—¡No! No me gusta Jungkook— negó, tanto su padre como yo suspiramos aliviados, aunque no sé ni porqué lo hice.

—¿Nicole?— me llamó, sacándome de mis pensamientos, reaccioné rápidamente.

—¿Sí?

—¿Así que te has fijado en Jungkook?— me preguntó curiosa, casi me ahogo bebiendo el agua.

—¡No me fijé en él!— negué rápidamente luego de recuperarme de toser.

—Pero él es muy buen partido, deberías intentarlo— agregó Lingsoo y la fulminé con la mirada.

—No, gracias, yo estoy bien así— me defendí, pero varios recuerdos pasados se colaron desinvitados a mi mente, haciéndome recordar cosas horribles— he terminado— expresé levantándome de mi asiento— ¿me darían un momento?— fue lo último que pregunté antes de salir rápidamente de la cocina.

Abrí la puerta principal y caminé hasta donde no me encontrarían; ni yo sé dónde me estaba metiendo.

Después de todo lo que he vivido lo que menos quiero es otra pareja.

Recosté mi espalda con la pared de otra casa cerca, y cubrí mi rostro con mis manos cuando sollozos salieron involuntariamente.

Minutos después, sentí dos manos sobando mis hombros; me negué a observarla.

No era necesario levantar la mirada para saber quién era.

—Si quieres podemos regresar, no estar aquí si te sientes incómoda ¿vale?— me sugirió de la manera atenta y amable.

—Perdón Ling— pedí apenada, aún cubriendo mi rostro.

—No, Nik'— negó y apartó mis manos de mi rostro, haciendo que la viera— tranquila, mis padres entienden, son etapas que no quieres recordar, yo me disculpo contigo por regresarte al pasado— se disculpó.

—No es tu culpa, Ling— expresé más tranquila.

—Recuerda que aquí siempre tendrás a una familia apoyándote ¿vale?— reiteró y asentí para abrazarla, en serio lo quería.

—Te quiero— demostré todo el afecto que le tengo a través de dos palabras y un abrazo.

—Yo más, y lo sabes— respondió.

Claro que lo sé.

—¿Quieres regresar?— cuestionó.

—No, no quiero ser maleducada, me trajiste aquí para pasar tiempo con tus padres, no para irme— negué.

—Si te sientes incómoda nos vamos— dijo.

—No, de hecho me siento bien, sólo me hizo mal recordar todo eso— confesé.

—Entonces, vamos con mis padres y hablamos de otras cosas ¿va?— propuso.

—Sí— asentí.

—Vale, pues, deja las lágrimas en el Caribe, que aquí estás para ser feliz— ordenó felizmente para comenzar a caminar.

¿Será tan fácil olvidar toda la mierda que viví en mi país natal? ¿Realmente podré ser feliz?