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C A P I T U L O 3 5

Cuarenta y ocho horas han transcurrido desde el día que Jungkook me hizo sentir diferente.

La confianza entre nosotros había aumentado, al principio sentía vergüenza de que volviera a verme sin tela sobre mi piel, pero resulta que ahora me gusta molestarlo con eso, me divierte.

Aproveché para tomarle una foto a la carta de Jin en su celular, obviamente a escondidas, pues podría preguntarme para qué la quiero, y no puedo arriesgarme; además a él no le gusta que toquen su celular.

He descubierto nuevas cualidades en su personalidades, y me he dado cuenta de que como cualquier persona normal tiene defectos, pero no manchan en ningún sentido su personalidad, en realidad son cosas pequeñas.

Hemos discutido, sí, llevando cinco días como novios oficiales. Es drama por parte de los dos, pero acepto que las mayoría de las "discusiones" las causo yo, es que amo molestarlo, se enoja y luego me disculpo, como mismo él hace conmigo cuando se burla de mí.

No hemos podido salir aún, le digo que puede contestar mensajes o llamadas, pero él se niega a eso, y cuando regresa a su casa intenta no llamar la atención y hacerlo de manera rápida.

Hoy aprovecharía para ver a Namjoon, y mostrarle aquel mensaje, pero me aterraba que ocurriera lo mismo que con Jungkook la última vez que lo ví, pero con alguna otra persona.

Aunque hayan pasado varios días desde su supuesto deceso aún me aterraba ver a los ojos a aquellas personas que verdaderamente deben odiarme.

Lingsoo se encontraba bien, Jungkook me ha mantenido informada, pero aunque eso sea así, no me atrevo.

Ha insistido en que debo verla, y afrontar la situación, pues no estaría distanciada de ella toda la vida; en cambio yo intento obviar esas conversaciones y él se ve obligado a cambiar de tema.

En sí, nuestra relación de cinco días iba bien.

—Preciosa, ¿Te gustaría dormir en mi casa hoy?— cuestionó alistándose para regresar.

—¿En tu casa?— pregunté curiosa.

—Sí, sabes que estoy viviendo solo, mis padres están en Busan— comentó viéndome desde el espejo, pero se volteó para verme de frente— ¿aceptas?

—Suena bien— opiné pensativa, me cuestionaba internamente si aceptar o no, pero finalmente acepté— claro, pero con la condición de que vengas por mí.

—Eso es obvio, no dejaría a mi novia salir sola— negó.

—¿Y tú quién te crees, Jeon?— reté burlona.

—La persona que tanto quieres, ¿no es cierto?— respondió burlón— tú eres mía.

—Bueno, no veo el anillo— negué alzando mi mano, para que se quitara esa idea de la mente.

—¿Tan pronto quieres casarte conmigo, hermosa?— interrogó fingiendo emoción.

—¡Ay! ¡Cállate!— exclamé sonriente, él casi siempre sabía cómo contraatacar en una pelea burlona de estas.

Diarias, por cierto.

Ya me callo— me complació divertido, y ambos sonreímos, en un movimiento inesperado agarró mi cintura— mi pequeña hermosa.

—Anda, conejo, vete— respondí cortante a propósito.

—Eres una pesada— opinó, haciéndome reír y alejarme de él.

—Pero es cierto, pareces un conejito— continué molestándolo.

—No lo soy— negó volviéndose a voltear hacia el espejo con un puchero, y me acerqué para abrazarlo por detrás tiernamente.

—Vale, como digas— expresé rendida, pero aún con esa sonrisa burlona en mi rostro, me puse en la punta de mis pies para dale un beso en la mejilla— pero no niegues que eres muy lindo.

—No, no lo niego— contestó vanidoso.

—Entonces, no niegas que eres un conejito lindo ¿verdad?— volví a molestarlo y me hizo soltarlo, con un movimiento ágil, pero sin llegar a ser brusco conmigo.

—Ya me voy, no puedo aguantar tus bromas toda la mañana— avisó fingiendo molestia.

—Sí, claro, ahora estás molesto ¿verdad?— interrogué sarcásticamente, para volver a acercarme hasta quedar frente a frente, él me observaba con una expresión neutra, mientras yo continuaba con aquella sonrisa que tanto lo molestaba— ¿ya te he dicho que te ves muy sensual cuando te enojas conmigo?— pregunté en un tono suave, aplicando sensualidad.

—¿Qué estás haciendo?— preguntó en el momento que comencé a acariciar sus hombros.

—Nada, hermoso— negué burlona.

—¿Ya puedo irme?— cuestionó inexpresivo.

—¿Estás enojado conmigo?— interrogué fingiendo tristeza.

—No, linda, no— negó luego de suspirar rendido.

—Ah, entonces puedes irte ya— avisé.

—¿Me dejarás irme así?— indagó insultado.

—Sí, ¿qué ocurre?

—¿No te despedirás de mí adecuadamente, Nicole?— dudó.

—Ah, era eso. Adiós ¿no?— verbalicé.

—Ok— contestó ofendido— te responderé igual, bonita— amenazó y se volteó para irse de la casa, con pasos rápidos hacia la puerta principal.

—¡Jungkook, detente!— me quejé divertida.

Él no respondió, hizo caso omiso a mi petición, sólo continuó caminando hasta detenerse para abrir la puerta, donde aproveché para alcanzarlo; lo detuve con un abrazo afectuoso por detrás y sonreí al ver cómo no puso resistencia.

—¿Estás molesto conmigo, daddy?— le pregunté con aquel apodo, sabía que lo ablandaría.

Sentí cómo sonrió, y se volteó hacia mí.

—¿Daddy de repente? ¿Ya no soy un conejo?— preguntó sarcásticamente, y se me escapó una sonrisita.

—Sí, tú eres mi daddy, así lo dejaste claro anoche ¿o no?— cambié el tema para que no se fuera molesto.

—Así es— afirmó para luego besarme cortamente— soy tu daddy, pequeña.

—¿No estás molesto?— pregunté y negó.

—No, ya estoy mejor.

—Pequeño idiota— comenté sonriente— ya, debes irte, nos vemos en la tardecita ¿va?

—Va— asintió con una sonrisa pequeña.

Al ver cómo yo no me movía de mi lugar, decidió tomar las riendas del beso, plantándomelo de manera apasionada.

—Jungkook, debes irte ya— dije entre el beso.

—¿Quieres que me vaya ya?— indagó fingiendo tristeza.

—No, pero guarda energías para esta noche ¿No?— respondí pícaramente, haciéndolo sonreír nuevamente y asentir.

—Nos vemos esta noche, bonita— se despidió.

—Hasta luego, Kookie— fue lo último que dije antes de que abandonara la casa.

Rápidamente subí las escaleras, dispuesta a cambiarme para ver a Namjoon, debía enterarse de la existencia de aquella carta, y saber que el amor de su hermano no ha desaparecido.

Iba a enviársela, pero preferiría hacerlo en persona.

나의 인도하는 빛

Hice sonar el timbre de la casa, dejándome ver en cuestión de segundos a ese chico, Félix.

—Oh, Nicole ¿cómo estás?— preguntó con aquella sonrisa radiante en sus labios.

—Bien, Félix— respondí con la misma simpatía— cansada, pero bien.

—Pasa, Namjoon está dentro— me invitó a entrar.

—Permiso— expresé para adentrarme en su vivienda.

Me adentré en el living, donde se encontraba Namjoon leyendo un libro, al verme rápidamente lo cerró y se acercó.

—Pequeña, te extrañé— comentó para luego abrazarme; muestra afectiva a la cual correspondí inmediatamente.

—Yo también, Namjoonie— expresé alegre.

—Bueno, los dejo para que hablen en paz, estaré arriba si necesitas algo Nam— avisó Félix.

—Vale, gracias— contestó el pelinegro.

Cuando me aseguré de que sólo él me escuchaba decidí comenzar a hablar, pero me interrumpió.

—¿Cómo te ha ido?— interrogó curioso.

Inmediatamente sonreí y solté un suspiro antes de acomodarme en el sofá.

—Ay Nam..— comencé a decir— ...de maravilla— afirmé.

—¡Oh!— exclamó con una mirada pervertida— ¿y eso se debe a...?

—No seré tan extensa, no quiero entrar en detalles, me avergüenza; entre Jungkook y yo ha pasado de todo— expliqué cortamente.

Abrió sus ojos más de la cuenta, claramente sorprendido para luego sonreír dejando ver sus preciosos hoyuelos.

—Entiendo, aunque me hubiera gustado que entraras en detalles— confesó.

—¡Pervertido!— lo regañé divertida, pero él me miró extrañado.

—No quería detalles de sus relaciones, Nicole, me refería a la relación como tal, en realidad— aclaró, haciéndome sentir vergüenza.

—Oh, eso— rectifiqué bajando la mirada apenada— pues, la verdad es un gran chico, y me hace feliz estar a su lado; me cuida mucho y prometió que no permitiría una herida física más, además cuidaría de mi salud mental como pudiera— expliqué y esa estúpida sonrisa se formó en mi rostro, no pude evitarlo.

—¿No te dije que Jungkook era un buen chico?— recordó y asentí— tengo el placer de poder decir: "te lo dije, Nicole".

—Ya, ya, entiendo. Gracias Nam.

—¿Por qué me agradeces tan repentinamente?— cuestionó confundido.

—Porque tú me salvaste, en todos los sentidos. Te debo la vida, en serio, eres la mejor persona— expliqué.

—No, pequeña— negó— sólo quería verte feliz, y ayudarte un poco para que recuperaras la confianza en tí y en los demás— aclaró cariñosamente.

—Te agradezco tu existencia, Namjoon, eso es todo ¿vale?— comenté, con la intención de callarlo si volvía a contradecirme— ahora dame un abrazo— pedí con una sonrisa, obviamente aceptó.

Nadie se resiste a mi ternuna.

—Mi pequeña, me alegra demasiado que seas feliz con él— comentó— yo también lo seré, aunque lejos de la persona que más quiero— continuó, pero esta vez en un tono afligido.

Me separé para observarlo.

—Nam, la verdad es que vine con un propósito específico— expliqué, volviendo más seria la conversación.

—Te escucho.

—Jungkook me mantiene al tanto de lo que ocurre con los chicos y–

—¿Le dijiste a Jungkook la verdad?— me interrumpió inmediatamente.

—¡No! ¿Por quién me tomas?— aclaré ofendida— bueno, la cosa es que me enseñó una carta que te había escrito Jin, por si las cosas se complicaban que te la entregaran.

—¿A mí?— indagó confundido y asentí levemente— pero si Jin no–

—Sí te quiere— afirmé claramente— yo leí la carta, Namjoon.

Él quedó callado, procesando toda la información, entendiendo cada una de mis palabras.

—¿La traes aquí?— cuestionó luego de varios segundos.

—Sí— afirmé para luego sacar mi celular de mi mochila y mostrarle— es esta.

—¿Te molesta si la leo un momento afuera, Nick?— preguntó.

—En lo absoluto, Nam, entiendo que quieras privacidad— negué comprensiva.

—Gracias— fue lo último que dijo antes de levantarse y dirigirse hacia el patio de la casa.

Había demorado un tiempo, pero yo esperaba pacientemente; era mucha información repentina por procesar así que entendí a la perfección su tardanza.

Al rato se acercó, observé sus ojos inmediatamente.

—¿Necesitas un abrazo?— pregunté al ver su rostro afligido.

Asintió con un gesto físico y me acerqué con los brazos abiertos hacia él, correspondió rápidamente y noté cómo se le erizó la piel, claramente estaba guardando esas ganas de desahogarse.

—Si quieres llorar, házlo— indiqué comprensiva— si quieres hablar, háblame, si quieres callar, te pido que no lo hagas, no reserves lo que quieres dejar salir, que sepas que yo estaré aquí para lo que necesites— expliqué.

Él seguía abrazándome, sin decir palabra alguna, pero comprendí aquel silencio al sentir una lágrima deslizarse por mi hombro, proveniente de sus ojos; sonreí desde mi lugar.

—Está bien, está bien desahogarse— expliqué y él apretó un poco su agarre.

—Todo era una farsa, Nicole— susurró.

—Lo era, Nam— afirmé y me alejé— pero lo hizo para protegerte.

—Pero, es que aún no puedo creerlo— expresó incrédulo— creí haberlo perdido por completo, me sentí la persona más horrible.

—No, Nam— negué rápidamente— no lo eres, ni lo fuiste, ni lo serás en la vida; tú eres el mejor hombre de la Tierra, y eso a Jin le queda bastante claro, tanto que puso en riesgo su propia vida para salvar la tuya. Querer es poco en estos casos.

—La verdad es que no sé qué decir o hacer ahora— confesó confundido.

—Ir a buscarlo— propuse.

—No, no puedo apurarme en tomar esa decisión, debo pensar en algo inteligente, así que necesitaré un tiempo— explicó.

—Entiendo. Sabes que me tienes aquí para lo que necesites— recordé.

—Lo sé, hermosura— asintió con una pequeña sonrisa— gracias por informarme.

—No es nada, Nam— negué— bueno, debería irme ya, si Jungkook no me encuentra en casa comenzará a preguntarme un millón de preguntas que prefiero ahorrarme— me justifiqué.

—¿Novio celoso?— cuestionó burlón.

—No, novio curioso— aclaré de la misma manera.

—Sólo se preocupa mucho por las personas que quiere— lo defendió.

—Vale, pero me asfixian tantas preguntas a veces— confesé.

—Entonces te dejo ir con tu novio— autorizó innecesariamente.

—Te dejo que pienses en paz, Nam. Te quiero mucho— expresé.

—Yo más, pequeña— respondió y me abrazó fuertemente— sabes que si necesitas que le dé una lección a Jungkook puedes acercarte a mí.

—Eso no será necesario, yo puedo defenderme sola— contesté burlona igual.

—Vale, cuídate por ahí— se despidió luego de deshacer el abrazo.

—Adiós, Namjoon.

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