Luego del vuelo, llegamos agotadas, pues entre la República de Cuba a Corea Del Sur existe cierta distancia.

Vengo de dicho país, proveniente de la oriental provincia de Santiago de Cuba, donde llevo viviendo mis dieciocho míseros años de vida.

Mientras que mi mejor amiga, LingSoo, es surcoreana, proveniente de Seúl, la capital.
Se mudó a Cuba a la temprana edad de cuatro años. Su padre es coreano, y su madre de mi país natal, por lo que está totalmente mezclada.
Estos se divorciaron, hace unos años atrás, lo cual la destrozó, pues, empezó a vivir con ellos por separado, hasta que regresaron acá, dejándola viviendo sola, pero no se olvidaron de su hija, pues enviaron todo lo necesario y sabía que volverían a encontrarse ya que ella prometió viajar al cumplir sus dieciocho años de vida.

Gracias a ella, gané la habilidad de comunicación en dos idiomas distintos; el español y el coreano. Al principio fue difícil, pero cuando convives mucho tiempo con una persona tan insistente como ella, se te termina pegando.

Me gustaba mucho lo que mi campo de visión captaba; un hermoso paisaje de la bella ciudad de Seúl, sería algo inolvidable.

—¿Kiki? ¿Estás viva?— me llamó, sacándome de mis pensamientos, me hizo mirarla.

—Sí, Ling-ah— afirmé cariñosamente.

—Ah, sabes que aquí sólo hablaremos coreano ¿verdad?— preguntó.

—Soo~...— la llamé tiernamente, implorandl que cambiara de idea; mi coreano no es bueno, y no tengo ganas de relacionarme con nadie, no lo necesitaré.

—Nada de "Soo", señorita— negó firme— va a aprender a comunicarse mejor.

—Aish...¡ya que!— me quejé y ella sonrió.

—Bien.

—¿Dónde vamos?— cuestioné.

—A casa de mi hermana, ahí viviremos, Nicole— aseguró.

—¿Solas?— cuestioné emocionada.

—Tú conmigo, yo contigo— asintió burlona.

—¿Aprovecharás la oportunidad para violarme?— pregunté aparentando temor.

—Puedo violarte ahora mismo, aquí, en este taxi barato— bromeó sensualmente y reí.

—Si vas a hacerlo, por favor, que sea en un Lamborghini— bromeé haciéndola reir.

—Tus deseos son órdenes, darling— dijo.

—Lamento interrumpir su momento amoroso, jovencitas, pero acabamos de llegar— nos interrumpió el señor, quien manejaba el vehículo, apenadas le agradecemos y bajamos.

La casa era hermosa.

—¿Ling?— la llamé y me observó—¿Es aquí?— pregunté.

—Sí, Kiki, es aquí— asintió con una bella sonrisa en su precioso rostro y entramos a admirar el lugar desde dentro.

• 나의 인도하는 빛 •

—Dormiremos juntas— comentó.

—No, tranquila, hay dos habitaciones, no te preocupes— contesté sonriendo forzado.

Tengo pesadillas en las noches, de sucesos que han ocurrido en mi pasado, y normalmente, despierto y mis ojos se llenan de lágrimas, odio recordar esos días.

—Nada de eso, Nicole, dormiremos juntas y punto— ordenó y tomó mi brazo izquierdo y lo levantó para que lo pudiera ver más de cerca— no dejaré que esto vuelva a pasarte nunca— continuó preocupada.

Se refería a mis trazos en la piel; tenía muchos, por cada error que he cometido y cada recuerdo que no puedo borrar. A pesar de que me ayudan a aliviar mi dolor interno, Ling se niega a verme marcada.

—No me he hecho más cortes, Ling, tranquila— negué bajando mi brazo, relajándolo a un lado del cuerpo, como es debido, sonreí— ¿puedo dormir un rato? Estoy agotada— pedí.

—Vale, duerme— asintió luego de suspirar, a ella le duele que no quiera tomar consciencia, pero no puede obligarme— yo no puedo darme ese lujo ahora, tengo cosas que hacer ¿vale?

—Sí, nos vemos en un rato entonces— asentí— te amo, eres my Universe.

—Yo más, tú eres my Heartbeat— contestó.

—Adiós, Ling.

—Nos vemos— se despidió.

¿Dormir? ¿Sola? Imposible.