Euphoria ✧ I
Tengo 19 años, bueno, casi 20. En septiembre los cumplo. Qué emoción, nótese el sarcasmo. Realmente no me interesa mi cumpleaños, nunca fue la gran cosa para mí. Simplemente creces un año más y ni lo sientes en el momento. La gente piensa que es un día especial porque supuestamente es tú día. Y pasan con la expectativa de que todo les va a salir bien ese día y se desilusionan en grande cuando no pasa. Así que lo mejor es no ilusionarse demasiado para no salir tan lastimados, porque es curioso, ya que normalmente el día de tu cumpleaños es cuando peor lo pasas. En mi opinión, como estamos con esa creencia de que todo saldrá bien, la mínima cosa mala hace que todo se vaya a la mierda.
En fin. Estoy en mi último año de secundaria. Gracias al cielo, porque ya no aguanto un segundo más en ese colegio de mierda. Lo detesto mucho. Es interesante como en los primeros años te sientes con energía y lleno de vida, dispuesto a dar todo de ti. Mirando a tu alrededor, bien emocionado y nervioso, pensando "Wow, el colegio. Qué genial, ya soy grande". Y después en los últimos años sólo cuentas los días cómo un preso en una cárcel —literalmente— para salir de ahí. Lo peor de todo esque estoy solo, sí tengo algunos amigos y así. Pero me siento prácticamente así desde que él se fue.
Nada es lo mismo sin Jimin.
Park Jimin es mi mejor amigo.
Casi de toda la vida, nos conocimos justamente al inicio del colegio. Éramos compañeros. Yo era muy tímido y antisocial para hablarle a alguien, y él era la persona más sociable y amable del mundo.
Nuestro primer encuentro fue demasiado predecible, pero curioso.
Un día estaba comiendo un chicle, tranquilamente mientras intentaba prestar atención en clase, cuando en un momento la profesora se fue y todos comenzaron a hablar. Jimin se encontraba en los pupitres de al frente, como el presidente de la clase y el buen estudiante que era. Hablando con varias chicas que obviamente estaban encantadas con él. Y yo pues, estaba en el fondo, cómo siempre. Aislado de todos y teniendo notas pasables, pero no excelentes. Por el aburrimiento comencé a hacer garabatos en la última hoja de mi cuaderno, mientras escuchaba música.
Entonces siento la presencia de alguien al lado mío, pero no le presto atención. Me da igual, sin embargo no pude evitar mirar cuando escuché a esa persona hablarme. Levanté la vista del cuaderno, topándome con los ojos sorprendidos de Jimin mirarme.
—¿Qué dijiste? —pregunté de manera tosca, sacándome un audífono del oído. Realmente detestaba que me interrumpieran al dibujar.
—Dibujas precioso —me respondió, aún con su mirada sorprendida, observando de esa manera también mi simple garabato que para él era como una obra de Miguel Ángel o que se yo.
Parpadeé y mi expresión se suavizó inconscientemente, sintiéndome avergonzado y tímido de repente.
—Oh, gracias... —murmuré bajo, bajando la cabeza devuelta al cuaderno.
Estuve a punto de ponerme mi audífono de nuevo, pero su voz resonó de nuevo en mis oídos.
—¿Cómo te llamas?
—Soy Jungkook —respondí mirándole.
Él sonrió.
—Yo me llamo Jimin —me tendió una mano.
La miré con sorpresa y después de unos segundos la tomé. Su mano era suave y pequeña a comparación de la mía. Eso me pareció adorable.
—Sí, ya lo sabía. Eres muy popular —dije al soltar su mano.
—No lo creo —frunció el ceño y después pareció oler algo cerca mío, para después mirarme con ilusión— ¿Tienes chicles?
Yo no respondí, sólo le miré atentamente mientras masticaba y hacia una bomba con mi chicle. Dándole una suficiente respuesta con ello.
Jimin se emocionó.
—Oh, no sabes lo que amo los chicles. ¿Podrías regalarme uno, porfavor? —me miró tierno.
Asentí tranquilamente con la cabeza y saqué el pequeño paquete de mi sudadera y le extendí uno.
—¡Gracias! Eres muy amable, Jungkook. Fue un placer conocerte, nos vemos.
Y dicho esto se alejó devuelta a su asiento. Tiempo después volvimos hablar, y luego otra, y otra, y otra vez. Hasta que de un momento a otro nos volvimos inseparables. Jimin me había confesado que aquella vez que me habló era simplemente para pedirme un chicle, ya que vió desde lejos que estaba comiendo uno y el quería también. Sólo que después de eso comencé a llamarle la atención ya que era el único que no hablaba con nadie y quería ser mi amigo. Y vaya que lo logró, aunque costó mucho pues yo era —soy— muy cerrado y difícil de tratar aveces, aún no entiendo cómo no se rindió y me dejó botado.
En ese entonces éramos unos críos de 13 y 14 años, Jimin es mayor que yo por un año. Por eso esque no está ahora conmigo, cómo antes. Aunque también es más por mi culpa porque perdí un año. Lo que me hizo retrasarme y él avanzar, hasta ir a la universidad. Donde está ahora. Estudiando gastronomía, él ama cocinar. Y lo hace muy bien, su sueño es trabajar en una importante cadena de restaurantes o, soñando más, abrir el suyo propio. Estoy seguro de que lo conseguirá, tiene demasiado talento. Extraño cuando iba a su casa y me cocinaba, realmente disfrutaba verlo cocinar, ver su carita de concentración cuando lo hacía o como iba de un lado a otro, sabiéndose las recetas de memoria.
Ahora casi no le veo por lo mismo, porque él está muy ocupado con sus estudios y yo con los míos. Ambos tenemos presión encima, lo único que nos mantiene en contacto son las redes sociales.
Jimin es mi mejor amigo.
Prácticamente siempre ha estado ahí para mí, en los momentos en que me siento como una pura mierda, hasta en los que quiero estallar de felicidad. Él siempre a estado ahí. Y yo siempre he estado ahí para él. Nos contamos de todo y hacemos de todo juntos, somos inseparables. Un perfecto dúo. Pues yo era el antisocial e introvertido y él, el sociable y extrovertido. No puedo imaginarme a otra persona ocupando ese puesto que no sea él. Nos hemos visto crecer mutuamente, me tranquiliza saber que a pesar de todo siempre lo voy a tener en mi vida.
Pero, hay algo más.
Sí, Jimin es mi mejor amigo.
Pero yo estoy enamorado de él.
Y sí, soy gay.
Me di cuenta exactamente en el año que no pasé, dehecho esa fue la razón por la que lo perdí. Pues en ese año me había dado cuenta de algo que había estado negando desde hace mucho tiempo a mi mismo, y era que me gustaran los chicos. Y bien, lo logré difícilmente aceptar.
Sin embargo todo se fue abajo cuando me enteré que me gustaba Jimin.
No, no, no y no.
¿Porqué de todos los hombres existentes en el mundo tenía que ser él?
Aquella persona que es lo más heterosexual que hay, aquella persona que tengo tan cerca y veía todos los días. Aquella persona que es mi mejor amigo.
Aquella persona que más amo con todo mi corazón.
Porque es lo único que tengo, es lo único valioso que tengo en mi miserable vida. Desde que mi padre murió, mi mamá entró en depresión y si antes era una mala madre, ahora lo fue peor. Me trataba como un cerdo del matadero, pero yo me defendía con palabras aunque me doliera. Y todo comenzó desde que me refugié en las drogas. Era la única manera que encontré para superar la muerte de mi padre, la mejor persona que pudo haber pisado este planeta. Al menos no superar, pero sí olvidar. Aunque sea por unas horas, mi mente se alejaba de todo. Olvidaba que existían todos y odiaba a todos.
Excepto Jimin.
Me drogaba por la muerte de mi padre, por el desprecio de mi madre al verme llegar a las cuatro de la mañana en ese estado, me drogaba por estar perdiendo mis estudios en esto y por ende mi futuro. Pero principalmente me drogaba para olvidar el hecho de que amaba a Jimin pero que nunca lo iba a querer cómo quería. Porque el nunca me iba a amar de la misma forma en la que yo lo hago. Porque el siempre me iba a ver como su mejor amigo, como su hermano del alma. Y no como yo lo veo. Cómo mi salvación, cómo la única persona que me ayuda e insista a continuar y no acabar con todo.
Como varias veces he intentado hacer.
Lastimosamente Jimin estuvo presente en una. Un día estábamos en mi habitación y en esas épocas yo me autolesionaba, era estúpido. Pero me funcionaba aunque sea en el momento, era una época en la que usaba camisas de manga largas o más sweeters de los que acostumbraba a usar. Era para que nadie notara las cicatrices en mis brazos o espalda, específicamente Jimin. Él no tenía que saber nada sobre esto. No tenía que saber esta estupidez que hacía. O si no me mataría y se decepcionaría enormemente. No hubiese soportado eso. Su decepción, su enojo.
Estábamos viendo una película en mi cama, comenzamos a bromear sobre esta, como siempre hacemos. Y en un momento de mucho movimiento el derrama su bebida encima de mí. Yo le grito e insulto mientras él se muere de la risa. Entonces me levanto, regañadientes, y me quito sin pensar el abrigo negro que llevaba, quedándome desnudo de arriba. Era normal para nosotros dos cambiarnos enfrente del otro, tan normal que ni siquiera me había dado cuenta del error que había cometido.
Hasta que él abruptamente dejó de reír.
Yo me extrañé, mientras limpiaba mi abrigo. Hasta que noté las cicatrices en mis brazos y lo recordé. Inmediatamente mi corazón se detuvo y volteó hacia Jimin.
Su expresión es de una pasmada, me mira pálido y con los ojos y boca entreabiertos. Completamente inmóvil. No sé si estaba peor yo.
—J-Jungkook... ¿Q-qué...?-
—Porfavor, no es lo que piensas —le interrumpí inútilmente.
En ese momento me asusté, entre en pánico literalmente. Una crisis la cuál se apoderó totalmente de mí, el miedo de perderlo o que se decepcionara de mí más grande que todos mis sentidos. Esto no tenía que pasar, no estaba en mis planes, ni siquiera había pensando en un discurso si el llegase a descubrirlo porque tenía mentalizado que nunca lo haría. No sabía que hacer o decir, mi corazón latía demasiado rápido.
Jamás me había sentido con tanto miedo en mi vida.
Jimin relajó un poco más su expresión sorprendida, observando todo mi cuerpo mientras su mirada se tornaba sería.
—Jungkook, ¿qué has hecho? —preguntó con la voz más dura y seca que le escuché decir en mi vida.
Y yo en ese momento me quebré, ya está. La había cagado, estaba pasando y Jimin se había decepcionado de mí. Todo se había ido a la mierda. Todo en mi vida era una mierda en ese momento.
—L-Lo siento... —supliqué con los ojos llenos de lágrimas y la voz completamente rota como mi alma en ese momento. Mis labios temblaban, mis manos también lo hacían. Estaba inestable, mucho. Estaba débil, derrotado por el miedo— Lo siento tanto, r-realmente lo lamento...
Jimin me miró sorprendido de nuevo y negó con la cabeza.
—¿Cómo pudiste hacerlo? ¿Porqué no me dijiste? Y-Yo... no puedo creer que hicieras esto, sabiendo lo mal que opino sobre esto y-
En ese momento me quebré totalmente al ver sus ojos llenos de decepción, de molestia y dolor. Mis piernas perdieron su fuerza y caí al suelo de rodillas, escondiendo mi rostro en el suelo mientras rompía en llanto.
—¡Lo siento! —era lo único que podía decir junto a mis fuertes sollozos— Mierda, lo siento tanto, Jimin. P-Perdóname, te lo suplico. No me dejes.
Ya no tenía nada. Toda mi vida era un completo desastre, todo era mi culpa.
Inmediatamente siento cómo alguien se tira al suelo a mi lado y luego cómo unos brazos me rodean y me atraen hacia su cuerpo. Es Jimin, puedo sentirlo y olerlo. Me pone la cabeza débilmente sobre su regazo mientras yo me aferró fuertemente a él, sin dejar de llorar. No podía, no podía dejar de hacerlo, todo se me había juntado y simplemente en ese momento dejé salir todo. Me estaba desahogando. Jimin me abrazó la espalda desnuda, me rodeó con su calidez característica de él y a pesar de estar llena de heridas sentí cómo repartía pequeños besos en ella. Y su otra mano acariciarme suavemente mi cabello castaño, en un intento de relajarme. Él siempre había sido así de cariñoso, pero ese día su tacto y cercanía me dolía más que nada. Sin embargo no quería que se alejara, por eso me aferraba a sus piernas, a su cintura, a su cuerpo. Sin querer dejarlo ir por nada del mundo.
Mi llanto era lo único que se escuchaba en mi habitación, mi voz completamente rota y llena de dolor. Lo único que le decía a Jimin entre sollozos es que no me dejara, que lo sentía demasiado y que me perdonara.
—Jungkook, porfavor... T-Tranquilo... —decía entrecortado mi mejor amigo, sin soltarme. Pues él también estaba llorando, supongo que era normal al ver mi estado tan lamentable. Podía sentir cómo estaba angustiado por no saber qué hacer— N-no voy a dejarte, no pienses eso, Jungkookie, p-porfavor...
Yo sólo lloraba y lloraba. Repitiendo lo mismo hasta que mi voz se cansó. Jimin también estuvo hablándome, diciendo también lo mismo. Negando todo lo que yo decía. Y sin dejar de dar caricias y consuelo. Pasamos largos minutos en el piso, hasta que logre tranquilizarme un poco. Entonces él insistió en levantarme y me sentó al borde de la cama, lo vi moverse por toda mi habitación. Buscando algodón, alcohol y una camisa negra. Yo sólo lo observaba débilmente en silencio, con mis ojos y nariz rojos, y las lágrimas secas en mis mejillas. Podía ver la preocupación en sus ojos, cómo sus manos le temblaban ligeramente al intentar curar mis heridas las cuáles eran recientes por eso su color tan rojo y desagradable. Y me sentí peor, al ponerlo en esta situación. Soy de lo peor.
Jimin sabe que me drogo, sabe que fumo, sabe que mi familia está prácticamente destruida, pero no sabía sobre esto.
—¿Porqué no me dijiste? —preguntó con voz dolida después de un silencio mientras pasaba el algodón por mi espalda, haciendo que soltara un pequeño gruñido de dolor. Igualmente no respondí— ¿Porqué me ocultaste todo esto? Si se supone que nos contábamos todo, Jungkook...
—No quería decepcionarte —finalmente confesé, sin ser capaz de mirarle— Y sé que lo estás ahora. Decepcionado y enojado...
—No lo estoy —respondió de inmediato— Sólo... me duele que me lo hayas ocultado por tanto tiempo. Estoy molesto, pero conmigo mismo... Por haber sido tan ciego, por ni siquiera sospecharlo. Mierda, hubiese podido evitarlo... —terminó con voz rota.
Inmediatamente mi corazón dolió y me volteé a verlo asustado, viendo exactamente sus ojos llorosos y nariz roja.
—No —solté, negando varias veces con la cabeza— No, Jimin. No te culpes por esto, no es tu culpa, es mía. No quiero que te sientas mal por mis estúpidas acciones...
Jimin comenzó a llorar.
—N-No sabía que estabas tan mal... No pensaba que fueses a llegar a este punto, yo no creí que tú estuvieras tan mal... S-si te veías cómo siempre, tranquilo y normal. ¿C-Cómo esque no me di cuenta? —negó con la cabeza— ¿Porqué no me dijiste nada, joder? —volvió a repetir, mirándome dolido.
Yo cada vez sentía que me quebraba más. Que mi corazón dolía más.
—No quería meterte en mis problemas... No quería que te sintieras mal por mí, como ahora. Jimin, lo lamento. Realmente lo siento... —ya mi vista se volvía a nublar.
Mierda, odiaba ver a Jimin llorar. Y peor por mi culpa. Todo lo que hacía era una mierda y sólo la cagaba.
—¿Qué hubiese pasado s-si un día te sobrepasas? —comenzó con voz cortada y débil— ¿Qué hubiera pasado si la herida es más profunda de lo planeado y te desangrases? —jadeó agudamente, mirando a su alrededor con ojos llorosos— ¿Qué hubiese pasado si te hubiera perdido en el peor de los casos? —finalizó en un hilo de voz.
Sentí mi corazón destrozarse, pedazo por pedazo, trozo por trozo. Por eso no quería principalmente que Jimin supiese sobre esto, él tenía una idea muy paranoica de la autolesión. Todo eso le aterraba y ponía los pelos de punta. Lo prohibía y temía rotundamente. Y con la mayor razón.
Si hace diez años, su hermana mayor se suicidó cortándonse la venas de forma vertical en la tina del baño. Muriendo desangrada allí, al estar sola en la casa. Jimin tenía 10 años cuando todo pasó, por suerte no fue quién la encontró, si no su madre. Pero si tuvo que escuchar los gritos y sollozos de sus padres mientras le decían que no entrara y se quedara en su habitación. Algo que le generó un fuerte trauma, que aún seguía permanente.
No quiero pensar lo mal y asustado que se debe de sentir ahora por mi culpa. Por eso no quería, joder. Por eso Jimin no debía de saberlo. Pero ahora todo se había ido a la mierda. Y él lo sabía, él lo sabe ahora.
Con la camisa ya puesta, me lancé a abrazarlo cuando rompió en llanto. Sentí sus uñas arrugar con fuerza mi cabeza, y sus lágrimas en mi cuello, aferrándose fuertemente a mí.
—No vuelvas a hacerlo, Jungkook. P-Porfavor, no lo hagas de nuevo... Promételo, porfavor. Promete que no lo harás nunca más en tu vida, porfavor...
Yo también comencé a llorar.
—L-Lo prometo...
No sé porqué sentía esas palabras como falsas, no sé porque no sentí que lo dije verdaderamente. No sé porqué sentí que le estaba mintiendo. Quería prometérselo y se lo estaba haciendo, pero algo dentro de mí me decía, "deja de mentir". No quería escuchar esa voz, decidí no hacerlo. Por ahora.
Así que ese día terminamos acostados en la cama, abrazados mientras hablábamos de nuestros pensamientos. Jimin me abrazaba de la cintura mientras reposaba su cabeza en mi pecho y yo sólo le rodeaba con mis brazos. No era una posición que los mejores amigos, al menos hombres, harían. Pero nosotros habíamos concluido una vez que no éramos mejores amigos, éramos amigos íntimos. Muy cercanos. Ese tipo de cercanías siempre las hemos tenido. Ya era costumbre, aunque ahora es diferente pues él lo siente cómo algo normal cuándo yo simplemente no puedo controlar mi corazón acelerado o la pequeña emoción que siento cuando está cerca mío. Al final terminamos hablando de los viejos tiempos y de recuerdos divertidos. Talvéz para aligerar el ambiente pesado, talvéz para calmarnos los dos y hacer que todo volviese como antes.
Cómo los mejores amigos que somos.
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