6 CAPÍTULO
꧁☆☬ Cuentos de nana ☬☆꧂
× × ×
Tenerlo ahí frente a mi realmente me había sorprendido, no había esperado a encontrarme con Kessarn hasta esta noche durante el baile.
Se veía destruido de cierta manera, su cabello estaba aparentemente peinado pero no era así, él siempre lo cepillaba de una manera concreta y no como estaba ahora, bajo sus ojos había ligeras bolsas violetas dejándome saber que no había dormido mucho y además, su ropa estaba demasiado desarreglada como para tratar de aparentar estar bien.
Incluso podía jurar que la camisa era la misma que yo había vestido ayer mientras nos bañamos en la poza, como si hubiera pasado toda la noche fuera y fuera ahora que hubiera regresado al palacio.
—¿Qué haces aquí? —Me fue imposible no sonar sorprendida.
Él dio un paso alejándose de la ventana mientras yo hacía lo mismo adentrándome en la habitación y cerrando la puerta a mi espalda.
—Necesito hablar contigo —Expresó mientras se acercaba poco a poco a mi —Necesito tratar de hacerte entender porque no dije nada.
—Nethan y yo fuimos a hablar con padre, nos explicó todo —Respondí agachando ligeramente la mirada —Sé que os prohibieron decir nada pero...
—No podía permitirme romper esa promesa —Sus manos buscaron las mías cuando finalmente estuvo frente a mi, yo no rechacé el gesto y dejé que su cálido toque las envolviera —Acabo de recibir el cargo, apenas he cumplido con mis deberes como regente...
Podía notar la angustia recorrer sus facciones a medida que explicaba sus razones pero, yo no podía realmente comprenderlo. Sí, era capaz de ponerme en su lugar y comprender la gran carga que el título de regente le suponía pero, íbamos a casarnos...
Iba a convertirme en su esposa en cuestión de días y todo esto podía arruinarlo. Si yo era la elegida nada de la vida que había imaginado a su lado se haría realidad.
¿Esa no era suficiente razón para al menos contármelo a mí? ¿Acaso yo no era lo suficientemente importante como para romper una promesa?
—Me has hecho daño —Suspiré pesadamente sin levantar la mirada —Me hiciste daño guardando ese secreto.
—No tenía opción—Sus manos tomaron las mías con más fuerza y su frente tocó la mía obligándome finalmente a alzar la mirada —No podía permitirme cometer ningún error. Ni siquiera si eso nos destrozaba.
Negué suavemente sintiendo como poco a poco el nudo de malestar que había aparecido en mi garganta al verlo se hacía más fuerte.
Retrocedí despegando mi rostro del suyo, traté de deshacerme del toque de sus manos sobre las mías pero no me lo permitió.
—Lo sé —Traté de alejarme pero él dio un paso al frente cuando yo di uno atrás —De verdad puedo comprender eso pero, vamos a casarnos, vamos a ser una familia y tú decidiste ocultarlo. Podríamos perderlo todo.
Él negó sonriendo, finalmente una de sus manos soltó la mía y está viajó a mi rostro, su pulgar acarició mi mejilla y un escalofrío me recorrió la espalda.
No podía evitar querer rechazar es contacto porque realmente me sentía enfadada con él pero, a su vez, la sola idea de pasar nuestro posibles últimos días distanciados se me hacía una pesadilla.
—¿Entonces no puedes ponerte en mi lugar? ¿No puedes simplemente tratar de comprenderme?
—Kessarn te comprendo, te lo juro.
—No pareces querer hacerlo—Frunció el ceño y alejó su mano de mí—Si lo hicieras no me estarías tratando así, no tendrías que estar enfadada.
—Tengo derecho a enfadarme, me ocultaste algo importante.
Él bufó con fastidio.
—No tenía opción —Volvió a dar un paso frente a mi y sus brazos me rodearon con fuerza —Jamás podría enfadarme contigo si tu hubieras hecho lo que yo. Lo comprendería.
Mis manos treparon por su espalda cuando su abrazo me envolvió por completo.
No podía evitar estar enfada pero, ¿y si realmente había sido así? ¿Y si realmente hubiera habido algo mucho más importante detrás de esa promesa? No era posible que ninguno de los dos, Kessarn y mi padre, hubiera decidido mantenerse en silencio.
—Yo...—Titubeé un poco mientras sentía las lágrimas comenzar a llenar mis ojos —Lo siento, estoy asustada lo siento.
Su mano viajó a mi cabeza y sus dedos acariciaron las hebras rubias con suavidad, mis manos escarbaron en la tela de sus hombros y me aferré con más fuerza a él.
—Está bien —Susurró con alivio contra mi oreja —Está todo bien. Estaremos bien.
La humedad se deslizó por mis mejillas y fue en ese entonces cuando Kessarn me alejó con suavidad, ambas manos rodeando mi rostro y una suave sonrisa en sus labios.
—Eres muy guapa cuando lloras ¿te lo había dicho alguna vez? —Asentí mientras yo misma limpiaba ambos de mis ojos con el dorso de mi mano.
Mi cuerpo se sacudió contra el suyo cuando sus labios se posaron sobre los rastros aún húmedos de mis mejillas, dejando pequeños caminos de besos allá por donde las lágrimas se habían deslizado hasta mis labios.
—¿Qué haces? —Suspiré mientras sus labios permanecían sobre mi piel.
—Besarte.
Sus manos descendieron lentamente, jugando con la piel sensible de mi cuello y descendiendo en un camino hormigueante hasta mi cadera donde finalmente se asentaron Su cuerpo buscó fundirse más con el mío cuando sus labios tomaron los míos por primera vez.
Realmente no estaba segura de si esto estaba bien, de sí besarlo en este momento sintiendo todo lo que sentía en mi interior estaba bien pero, tampoco tenía el valor de rechazarlo.
Kessarn siempre había tratado de minimizar los golpes que hubieran podido llegar a mi vida, siempre había tratado de protegerme de todo y todos. Quizás eso era lo que lo había hecho callar, quizás había sido un simple error.
Mis manos abandonaron su espalda y treparon entre ambos para posarse en su pecho, presioné su cuerpo tratando de darme algo de espacio pero él no parecía querer ceder.
—Kessarn —Protesté aun con sus labios sobre los míos, alejé mi rostro ligeramente buscando una separación —No creo que hacer esto este bien.
Sus labios dejaron los míos pero no me permitió alejarme, en su lugar sus brazos me apretaron con más entusiasmo y sus labios se deslizaron a mi cuello lo que me hizo sentir una corriente helada a lo largo de la espalda.
—Quiero aprovechar nuestro tiempo—Murmuró sin dejar de dar pequeños mordiscos y aspirar mi piel —Quiero cumplir todas nuestras promesas antes de esta noche.
Negué y volví a tratar de empujarlo pero de nuevo, él no pareció inmutarse.
Realmente hacer esto no estaba bien. No cuando no quería besarlo de vuelta, estaba enfadada, no podía mentirme a mi misma, y mucho menos fingir querer besarlo en ese momento. Pero tampoco podía decir que realmente quisiera alejarlo, no cuando todo podía terminarse en un par de horas.
—Kessarn, yo...—Está tan confundida y asustada.
Sus manos comenzaron a jugar peligrosamente con los cordeles que cerraban mi vestido en la espalda y realmente no supe qué hacer en ese momento. No me sentía a gusto con todo esto, no quería que me tocara de la manera en la que lo estaba haciendo pero ¿y si no había otro momento? ¿y si todo esto era a lo máximo que podía aspirar?
El corset se aflojó y su mano escaló contra mi espalda, acariciándola sobre la fina tela del vestido interior. La piel de todo el cuerpo se me puso de gallina y mis manos, desesperadas por aferrarse a algo y dejar de temblar, escarbaron entre los mechones oscuros de su cabello.
—Llevo tanto tiempo deseando hacer esto —Su rostro volvió a mi altura y tus labios tomaron los labios una vez más de una manera desconocida.
Las caricias eran rápidas, casi como si no tuviera tiempo, eran agresivas, mis labios se sentían hinchados y palpitaban cada vez que él los mordía. Sus manos habían finalmente comenzado a tirar de la tela hacia abajo y, aunque el corset aun seguía aferrado a mi cuerpo no estaba lo suficientemente apretado como para no dejar que las prendas se deslizaran bajando por mis hombros hasta dejarlos al desnudo. Un poco más, un ligero tirón más y a la tela dejaría mis pechos a su vista.
Kessarn condujo mi cuerpo hacia atrás obligándome a sostenerme en su cuello para evitar caer.
Cuando mis gemelos tocaron la base de la enorme cama un grito ahogado quedó atrapado en mi garganta cuando él empujó mi cuerpo hacia atrás dejándome caer completamente sobre el colchón.
Observé su imagen frente a mi con un nudo de emociones en la garganta.
Su mirada se había oscurecido varios tonos de una manera que nunca antes había visto, su cabello, con el cual segundos antes yo había estado jugando, estaba completamente desordenado y caía ligeramente sobre su rostro dándole un aire completamente alejado de la elegancia que normalmente lo identificaba. Era casi como ver a un depredador observando a su deliciosa presa.
Un escalofrío de nuevo volvió a cruzar mi espalda cuando Kessarn finalmente, tras unos segundos de observación mutua, se inclinó sobre mí colocando su cuerpo entre mis piernas y sus brazos enmarcaron mi rostro dejándome solamente el enfoque de su rostro sobre el mío.
—Yo...—No estaba segura de que decir o qué hacer.
¿Realmente íbamos a ir más allá? ¿Realmente no teníamos otra opción que aprovechar el tiempo que nos quedaba?
—No digas nada —Murmuró él mientras agacha de nuevo su rostro y lo hundía en el hueco entre mi cuello y mi mandíbula—Deja de hablar.
Una de sus manos viajó a lo largo de mi cuerpo hasta hacerse con el final de la falda que había escalado hasta mi rodilla, sus dedos se hundieron bajo el material y poco a poco fueron subiendo a lo largo de mi pierna hasta que un cosquilleo me recorrió el cuerpo cuando su toque se acercó demasiado a la hendidura entre mis piernas. Las náuseas del nerviosismo me hicieron cerrar los ojos y esperé el contacto tan íntimo de su mano con aquel lugar pero eso no ocurrió, en su lugar se detuvo por completo y su rostro se alejó del mío.
Con un movimiento más rápido de lo que yo misma pudiera haber calculado se puso en pie y arregló su cabello arrastrándolo con ambas manos. Yo aun estaba completamente descolocada por su repentina lejanía que ni siquiera me había incorporado por completo cuando la puerta de la habitación se abrió suavemente.
Olga, con un pequeño carrito repleto de comida, se adentró en la habitación sin percatarse de nuestra presencia.
Con urgencia busqué cubrir de nuevo mis hombros con el vestido y arreglar mi cabello lo suficiente como para al menos tratar de disimular las circunstancias.
Kessarn no esperó a que ella finalmente levantara la mirada y nos encontrará con una mirada culpable en el rostro, se apresuró a la salida y se lanzó escaleras abajo con un paso que quedaba cerca de la carrera.
Olga observó atontada la puerta y luego, sus ojos recayeron en mi.
—¿Princesa? —Mi mirada viajó de ella a la puerta —¿Estáis bien?
Cuando ella caminó en mi dirección y yo levanté las manos para tratar de ocultar el rubor en mis mejillas me percaté que, de nuevo, mi rostro estaba bañado en la humedad.
—Muchacha —Volvió a llamarme la mujer mientras se acuclilló frente a los pies de la cama —¿Qué ha pasado? ¿Habéis discutido con el joven Kessarn?
Negué ligeramente.
¿Por qué estaba llorando de nuevo? ¿Cuándo había comenzado a llorar?
—No... —Murmuré aún demasiado confundida, no conseguía comprender nada de lo que acababa de ocurrir —No hemos discutido...él ha....yo
La mano de Olga escaló hasta mi hombro y subió suavemente más al tela hasta dejarla en el lugar donde había estado en un inicio, cuando escurrí la mirada par observar el esto noté como una pequeña zona de mi piel había tomado un fuerte color rojizo, casi como si me hubiera golpeado o rozado la piel con algo.
Olga volvió a llevar sus ojos castaños hasta los míos y su ceño se frunció ligeramente mientras sus manos tomaban las mías con delicadeza.
—¿Él príncipe ha hecho algo que no debía? —La miré confundida —¿Os ha hecho daño de alguna manera?
Esta vez negué frenéticamente. ¡No! ¡Claro que no! Kessan jamás me haría daño.
—¡No! —Volví a negar pero esta vez en voz alta —No es solo que...
Toda mi atención fue a su rostro.
Olga había envejecido muy bien si lo comparaba con otras personas que vivían en el palacio desde que yo había nacido. Klous, el cocinero, a día de hoy tenía todo el cabello blanco y más arrugas de las que alguien de su edad debería de tener, su piel estaba manchada por el sol y había pequeñas verrugas alrededor su sus ojos.
Olga en su lugar, apenas aparentaba tener los cincuenta y pocos años que debía de tener. Su edad no se alejaba mucho de la de padre y aun así, ella se veía mil veces más joven, como si se hubiera quedado atrapada en unos eternos treinta. Su cabello cobrizo seguía casi impecable aunque lo tuviera cubierto la mayor parte del tiempo, sabía que apenas había un par de canas en esa mata rojiza. Su piel aún era bastante lisa, apenas había un par de marcas de expresión en su gesto, todas indicadores de cuán expresiva era ella misma.
—¿Recuerdas los cuentos que me contabas de niña? —Pregunté agachando la mirada a nuestras manos unidas —¿Todo esos cuentos sobre el Bosque? ¿Los recuerdas?
Ella sonrió levemente y asintió mientras volvía poco a poco a ponerse en pie.
—Claro que los recuerdo muchacha —Tomó asiento junto a mi en el colchón, sus manos no abandonaron las mías en ningún momento —Me hiciste contarlos tantas veces que se quedaron grabados en mi memoria.
Fue inevitable no sentir una calidez embriagadora ante aquellos recuerdos, de ambas dos extendidas en la misma cama en el que estábamos, yo arropada bajo las mantas gruesas de invierno y ella con su característica chaqueta de punto. Siempre le había pedido que me hiciera una pero ella se había excusado diciendo que aquella misma chaqueta no la había hecho ella, si no un viejo amigo que se la había regalado muchos años atrás.
—¿Podrías contarme otra vez la de la Princesa que huyó a los bosques? —Pedí inclinando mi cuerpo hasta que mi cabeza descansó sobre su hombro —Esa que tanto me gustaba.
—¿La de la joven princesa?—Murmuré un sonido de afirmación y ella dejó escapar un muy suave carcajada —También es mi favorita.
—Fue años antes de la Gran Guerra. Más allá de las montañas tra el ahora gran Bosque, existía un pequeño territorio donde el mar era de aguas tan cristalinas que daba igual su profundidad, siempre verías el fondo.
Cerré los ojos y disfruté de las caricias que su pulgar dejaba sobre el dorso de ambas de mis manos.
—En ese pequeño lugar había un palacio y en el palacio había una joven princesa —Su voz se convirtió en una suave melodía que poco a poco logró calmar la avalancha de sensaciones que aun me abordaban por todo lo ocurrido un minuto antes —Todo el mundo conocía a la joven princesa y no solo por lo hermosa que era si no por la peculiaridad de sus dones. Como el resto de su familia, su padre, madre y hermano mellizo, ella podía controlar el agua. Es más, nadie podía realmente hacer las cosas tan hermosas que ella lograba crear. Su poder era tan distinto a los demás como semejante es el agua y el fuego, compartían la misma raíz pero hasta ahí llegaban sus semejanzas.
"Pero lo que nadie sabía es que ese poder era mucho más pesado de lo que la joven princesa podía soportar por eso, más veces de lo que nadie querría reconocer, todo se quebraba y ella no podía controlarlo. Solía escapar a la costa para aliviarlo sin hacer daño a nada ni nadie pero, otras veces no tenía tanta suerte. Nadie comprendía donde nacía el problema por lo que nadie podía hacer nada por ayudarla.
Me acomodé mejor y poco a poco me fui tumbando hasta que mi cabeza finalmente descansó sobre el regazo de Olga, su mano fue rápidamente a mi cabello y hundió sus dedos dejando caricias en mi cuero cabelludo.
—Fuera como fuera, resulta que su padre la había prometido al joven príncipe heredero cuando apenas era una recién nacida y ahora, ya convertida en una adulta, tendría que casarse con él. Ella por su puesto no estaba complacida con la idea, nadie realmente conocía al joven príncipe, este se había pasado toda su vida oculto del mundo en las montañas del norte junto a su madre la reina quien tenía una muy pobre salud. Pero tampoco podía protestar, en su mundo, la gente nunca se casa por amor, algo como eso no existe por lo que los matrimonios por conveniencia son lo usual y, un matrimonio con la familia real era una oportunidad que no podía rechazarse.
"Y tuvo que aceptar por lo que ese mismo día fue llevada hasta la capital para celebrar un enorme banquete donde ella y el joven príncipe finalmente se conocerían. La princesa no podía evitar estar nerviosa, esta misma mañana había tenido un ataque de pánico que había hecho que perdiera el control sobre sus poderes y la cosa no pintaba mejor, por eso, cuando la familia real estaba apunto de aparecer y ella sentía que de nuevo iba a romperse escapó, con ayuda de su guardia personal huyó hasta una terraza donde no pudo evitar dejarlo toda salir.
"Ella pensaba que todo había acabado, que el príncipe la rechazaría por su falta de control pero, una mano cálida y gentil la ayudó a levantarse y cuando ella levantó la mirada, ahí estaba él, el príncipe. Aunque por supuesto ella aun no sabía que era él para ese entonces.
No pude evitar sonreír mientras me giraba para poder quedar boca arriba, mis piernas colgando del alterar de la cama, Olga agachó la mirada y me sonrió de vuelta.
—¿Él lo vio todo? —Pregunté divertida.
Ella dio un suave golpecito en la punta de mi nariz haciéndome reír.
—Sabes la historia tan bien como yo —Protestó con un gesto guasón —Sí, él lo vió todo y fue corriendo a ayudarla incluso sin saber que ella era su futura prometida.
—Entonces le dio un brazalete que la ayudó a controlar su poder y bailaron durante toda la noche haciendo que ella se enamorara de él —Continué rápidamente —Cuéntame cómo terminó cruzando el bosque, ¿por qué quiso huir?
Olga me miró durante unos segundos y de nuevo sus dedos jugaron con los mechones sueltos de mi cabello llevándolos detrás de mi oreja.
—Por amor muchacha —Contestó con un tono ligeramente más apagado, más triste —Ella cruzó la frontera apenas días después de su creación.
—¿Por qué? —Repliqué. Ciertamente nunca había llegado a escuchar el final de la historia, Olga siempre se había empeñado en decirme que me lo contaría cuando pudiera llegar a entenderlo— Si estaba enamorada del príncipe, ¿por qué cruzaría? ¿no era él también un ser mágico?
—No —Respondió para mi sorpresa —Ella no huyó junto al príncipe.
—¿Y con quien se fue?
—Con su guardia. Ella huyó junto a su guardia —Mis ojos se abrieron como platos y me fue imposible no incorporarme de golpe.
—¡Pero ella estaba enamorada del príncipe! ¿Por qué se fue con otro?
Olga sonrió suavemente.
—Porque aunque ella estaba enamorada no significaba que el corazón del príncipe fuera suyo.
Mis hombros cayeron con desilusión.
—Él no estaba enamorado de ella.
Ella asintió dándome la razón.
—Él príncipe tenía un gran apreció por la joven princesa pero no la amaba porque su corazón ya pertenecía a otra mujer —Sus ojos se fijaron en algún punto de la habitación y una sombra de tristeza encubre su brillo por unos cuantos segundos —Pero el amor que él sostenía no podía durar.
—¿Qué? ¿Por qué? —Olga pareció dudar su respuesta pero luego relamió sus labios y volvió a mirarme.
—Porque amaba a una humana y él era un inmortal.
La mujer se puso en pie y caminó hasta tomar el manillar del pequeño carrito que había traído minutos antes, el aroma del caldo de carne y el puré de patata hizo que mi estómago comenzara a rugir. No me había percatado de lo hambrienta que me encontraba hasta que ella no destapó el resto de platos frente a mi y tendió la servilleta en mi dirección.
—Cuéntame porqué la princesa huyó con su guardaespaldas, ¿y qué pasó con el príncipe y la humana? ¿Cómo fue su historia?
Olga volvió a sonreír pero señaló los platos extendidos frente a mí con firmeza.
—Mientras comed, tenemos que prepararos para el baile de esta noche muchacha y no tenemos tanto tiempo.
Rápidamente tomé los cubiertos y comencé a devorar la comida, cuando ella vio que estaba lo suficientemente hundida en mi tarea de comer, prosiguió con su historia.
—La joven princesa sabía que no podía competir contra la mujer humana, daba igual cuánto amara al joven príncipe, ella nunca podría reemplazarla. Y sabía que casarse con él solo le supondría una vida de eterna miseria a los dos porque, incluso cuando la joven humana hubiera muerto, él seguiría amándola a ella. La princesa lo sabía perfectamente, la muerte no sería capaz de separarlos, no a ellos.
Tragué el contenido de mi boca antes de hablar.
—Eso es muy trágico pero es hermoso a la vez —Olga asintió y tomó un pequeño trozo del pan tendido en rodajas sobre una pequeña cesta de mimbre.
—Lo es muchacha. Por eso la princesa, que además había encontrado la manera de finalmente controlar sus poderes, decidió que hora de dejar que ambos fueran libres e ideó un plan para huir. Su problema es que sabía que no podría hacerlo sola, por eso pidió la ayuda de su guardia.
—¿Eran amigos? —Pregunté antes de tomar la copa llena de agua y llevarla a mis labios.
Ella negó.
—No realmente pero no tenía a nadie más a quien recurrir. Su plan era desaparecer por completo, fundirse entre la gente de pueblo y vivir una vida corriente, si recurría a su hermano o cualquier otro inmortal su plan no funcionaría pero, su guardia era humano, él podría ayudarla —Esta vez tomó un trozo de las patas y lo llevó a sus labios —Además, la noticia de que había huido con su guardia funcionaría muy bien para dejar que el rey rompiera su compromiso con el príncipe, liberándolos hacia los dos. Así que lo hizo, tomó algo de dinero, algunos recuerdos y junto a su guardia, desaparecieron de la visión de la corte.
—¿Y la guerra? ¿Ya había comenzado? —Olga negó mientras terminaba el pedazo de patata trinchado en su propio tenedor.
Era una costumbre a la que ya me había adaptado, ella probaba todo lo que yo comía solo por precaución. Un pequeño trozo pero lo suficiente para notar si algo había sido introducido en la comida.
—No. La guerra aún no había empezado cuando ella desapareció pero, el inicio de las revueltas que la causaron si. Ambos, la princesa y el guardia vivieron mucho tiempo como gente normal —De nuevo una suave sonrisa llenó el gesto de la mujer —Le costó mucho adaptarse a la vida de una simple plebeya, sobre todo porque había decidido ocultarse en campamentos humanos al norte del territorio. Gracias a Karch tenía a su guardia para ayudarla a salir de sus errores. Eso los acercó y sí, con el tiempo podría decirse que finalmente se hicieron buenos amigos.
"Cuando se levantó la frontera, El Bosque, ellos quedaron en el lado humano y la princesa se vio obligada a cambiar para poder sobrevivir.
—¿Cambiar? —Pregunté confundida —¿Cómo?
Olga arrugó el gesto y llevó una de sus manos a mi oreja, un cosquilleo me hizo girarme y mirar aún más perdida.
—Se cortó las parejas—El aliento se me escapó de la garganta ¿Qué? —La característica más llamativa de los inmortales son sus orejas donde dos puntas sobresalen dándoles un aspecto más alargado. Ella cortó esa puntas y hizo que sus orejas parecieran humanas.
Yo misma rocé mis orejas horrorizada.
—El guardia se horrorizó y pasó días curando sus heridas. Aquello los unió más si eso era posible. Vivieron juntos por el resto de su vida, él trabajó como paladín hasta que le concedieron un título, no era muy importante pero les daba suficiente dinero para sobrevivir y para que la joven princesa pudiera ocultarse en un lugar cómodo—Pinchó un trozo de la carne ya cortada —Incluso con sus orejas cortadas su belleza sobresalía sobre la de los humanos y él necesitaba seguir protegiéndola.
—¿Qué pasó con ellos? ¿Cómo fue su vida después de la guerra? —Ella sonrió tristemente y su mirada volvió a perderse en algún punto de la habitación.
—Él se enamoró perdidamente de ella con el tiempo, la amaba con locura y se quedó siempre a su lado. Ella siempre amó al príncipe pero, también amó al guardia, con un amor completamente distinto pero el suficiente como para vivir a su lado y tener hijos junto a él. Fueron felices, realmente lo fueron.
Terminé con el plato de patatas y observé el único restante, la carne, arrugué el gesto. Estaba llena.
—¿Y el príncipe y la humana? ¿Qué pasó con ellos?
—Ellos también fueron felices. Hasta que la desgracia los encontró demasiado jóvenes —Olga volvió a enfocar su atención en mi comer —Él jamás pudo casarse con ella, los inmortales jamás habría aceptado a una humana como su reina por eso siempre la mantuvo en secreto. Antes de que la guerra estallara ella se quedó embarazada y dio a luz a un niño.
—¿Un hijo? —Asintió.
—Por desgracia la humana murió en el parto. Aquellos destrozó al joven príncipe que para ese entonces ya había tomado el lugar de su padre, convirtiéndose en rey —Olga limpió sus labios con una pequeña servilleta —Pero se aferró al único recuerdo de la mujer que amaba que le quedaba, su hijo. Lo crió con amor y lo protegió todo lo posible. No se casó nunca más, él realmente seguía enamorado de aquella joven humana. Pero la muerte también lo encontró antes de tiempo. Murió asesinado por la espada de un humano. Ese fue el detonante de la guerra.
Tapé mis labios ante el horror.
—¿Y el pequeño? ¿Qué pasó con él? —Olga alzó los hombros en una respuesta insegura.
—Esa historia es algo que desconozco muchacha. Con suerte alguien se apiadó de él.
La mujer volvió a ponerse en pie sacudiendo el blanco delantal de su uniforme.
Sin más palabras me indicó que comenzaba a ser hora para empezar a prepararme. Realmente no disfrutaba mucho de estos "rituales" que suponían prepararse para un gran banquete. Todo comenzaba con un baño lleno de aceites y sales que me dejaban la piel lisa como un bebe, no me desagradaba pero ya me había dado un baño en la mañana y no es que hubiera sudado ni nada parecido desde entonces, por lo que resultaba un poco engorroso volver a tener que meterme en el agua, sin embargo no protesté cuando Olga comenzó a cepillar mi cabello y a trabajar en él mientras yo me relajaba dentro de la bañera.
Esta noche lo llevaría recogido al aparecer porque trenzó varios mechones y luego el resto lo unió con pinzar y más trenzas, para cuando acabó el pelo se sostenía en mi nuca y solo había un par de mechones que se quedaban sueltos enmarcando mi rostro con rizos perfectos.
Cuando me pidió que finalmente saliera del bañó un par de doncellas más ya habían traído el vestido, una hermosa tela de color durazno de gasa y tul que, a mi parecer era demasiado abombado en las caderas pero, era la moda de la corte así que era lo que tocaba vestir. Pero antes de vestirme tocaba embadurnarme en cremas y más aceites que ser sincera no estaba muy segura que función cumplían más allá de hidratar la piel y dar buen olor, para cuando finalmente pude vestirme y acabar de prepararme el sol ya comenzaba a caer y la habitación se había llenado de una luz anaranjada que hacía destacar el tono rubio de mi cabello.
Estaba tan perdida en mi reflejo en el en lo hermosa que realmente me veía que no noté la presencia de mi hermano hasta que su voz cruzó la habitación.
—A veces realmente sí pareces una princesa —Me giré sobre mi taburete manteniendo una mano sobre el tocado para observarlo a él.
Ambos parecíamos haber sido realmente empujados a nuestro armario y vestidos con nuestras mejores telas. Su traje era de un tono oliva que resaltaba el dorado en su pálida piel, su cabello había sido cuidadosamente peinado dejando su frente a la vista y tan solo un par de cabellos cubriendo sus sienes. Se podía notar el paso de la cuchilla por su mandíbula incluso cuando de manera general el apenas tenía vello en la zona.
Nethan se adentro en la habitación y percibí el aroma a madera y almizcle que desprende, él también debía de haber sido torturado con los aceites y las sales después de todo.
—Tú también pareces un príncipe, a veces —Hice ligeramente más hincapié en la última palabra para hacerlo rabiar y él sonrió ampliamente.
Mi hermano llegó a mi lado y sus ojos se desviaron a la pequeña caja que aún se encontraba cerrada en el alterar del tocador. Él ya había decidido abrir la suya porque la corona ya residía en lo alto de su cabeza. Una simple tira dorada tallada para su decoración, con algunas piedras preciosas que le daban un toque más elegante.
La suya era gruesa, abrí la caja que contenía la mia, fina, sus espirales y líneas de oro eran mucho más finas que las suyas, y había muchas más piedras preciosas en la mía que en la suya. No había mucha diferencia en realidad, se podía ver a leguas que una era la hermana de la otra y al revés.
Arrugué el gesto cuando mis manos se extendieron y tomaron la tiara con cuidado.
—Siempre pones la misma cara cuando tienes que llevarla —Se rio Nethan mientras tomaba el objeto de mis manos y la acomodaba sobre mi cabeza —Creo que jamás te gustará llevarla.
Sus dedos acomodaron los mechones entrelazados de mi cabello para ayudarla a sostenerse, luego, Olga, quien era la única doncella que seguía presente, la terminó de aferrar a mi cabeza con un buen par de pinzas.
—Es molesta —Protesté mientras movía el rostro en varias direcciones para terminar de asegurarse de que esta no se movería —Y a la larga duele.
Nethan rodó los ojos y extendió su mano en mi dirección, no lo hice esperar y me puse en pie dejando que fuera él quien me guiara hacia la puerta.
—Pues deberías acostumbrarte —Murmuró mientras yo me despedía con una sonrisa de Olga y él comenzaba a bajar las escaleras —Pronto llevarás una aún más grande.
El comentario pasó a través de mí como una estaca de hielo pero, sin embargo, no dije nada y ambos bajamos el tramo de escaleras en silencio. No iba a comentarle lo que había pasado con Kessarn unas horas antes, no tenía caso hacerlo, era un tema en el que mi hermano no tendría que inmiscuirse pero, aún tenía que hablar con él sobre lo que iba a ocurrir ahora, sobre qué pasaría si cualquiera de los dos resultaba elegido.
Para cuando finalmente nos encontrábamos en el corredor que conducía al gran salón no pude evitarlo y abrí el tema.
—Nethan —Lo llamé mientras daba un ligero apretón al brazo que del que me sostenía para caminar a su lado —Sobre lo que ha pasado antes...
—No quiero hablar del tema Alya —Me cortó rápidamente —No quiero pensar en ello por ahora.
Me detuve en mi lugar provocando que él también tuviera que hacerlo. Mi mano abandonó su brazo y él me miró con un rostro inexpresivo.
—No puedes pasar estos días enfadado con él, da igual cuales sea el resultado, no podemos permitirnos eso.
—¿Por qué no? —Protestó con notable desagrado —¿Por qué no puedo estar enfadado incluso si salgo elegido? No es como si hubiera cometido un simple error, no es que haya olvidado un regalo de cumpleaños, esto es muy más allá de eso. Lo sabes.
—Pero no deberíamos —Repliqué —No quiero que el último recuerdo de esta familia sea con enfado. No quiero que te marches enfadado o que yo me vaya sabiendo que le guardarás rencor hasta sabe Karch cuánto.
Su ceño se frunció tanto que sus cejas casi llegaron a tocarse.
—Tú no vas a ir a ningún lado —Abrí los ojos con confusión—Da igual cual sea el resultado de esta noche, tú no te vas.
—¿Por qué dices eso? —Cuestioné dando un paso al frente —No puedes hacer nada para evitarlos y es el caso, ¿de qué hablas?
Él negó y su mano buscó la mía para aferrarse con fuerza.
—Me da igual el resultado, no me importa en absoluto lo que voten esa panda de animales de ahí dentro —Su cabeza se agitó señalando el camino que aún faltaba para llegar al gran salón —El único que puede llegar a pisar ese bosque entre nosotros soy yo.
Me quedé estática. ¿Acaso estaba hablando en serio? ¿Realmente estaba diciendo que ignoraba la decisión de todo el reino?
Si él no salía elegido era por una razón. Él era el heredero de Aquion, padre no tardaría en comenzar a entrenarlo para tomar su relevo. Nethan no podía simplemente sacrificarse sin justificación.
—Te has vuelto loco —Di un paso atrás soltando su mano—No puedes hacer lo que te dé la gana. Si soy elegida aceptaré el hecho e iré a ese Bosque.
—Oh vamos —Protestó de nuevo con exasperación —Aunque quisiera sabes que sería una misión suicida. ¡Alya te has pasado toda tu vida dentro de estas cuatro paredes! ¡No serías capaz de aguantar ni un solo día allí fuera!
Sentí la rabia acumularse en mi garganta y el dolor en mi pecho. No sabía cuán inútil me veía ante los ojos de mi propio hermano.
—¿Soy tan simple para ti? ¿Ni un día me das? —Nethan cambió por completo su expresión y pareció darse cuenta de lo dolida que me encontraba por su comentario.
—Alyathy —Trató de volver a tomar mi mano pero yo no se lo permití—Sabes que no te veo de esa manera pero...
—Pero tampoco me ves lo suficientemente fuerte como para salir allí fuera y no morir tropezándome con alguna raíz ¿no? —Di un paso atrás y rodeé su figura para quedar paso por delante de él en dirección al gran salón —Gracias por tu apoyo, supongo.
Sin más me di la vuelta y comencé a andar rápidamente hacia el salón. Nethan siguió mis pasos de cera pidiéndome que me detuviera para hablar pero yo no lo hice hasta que ambos estuvimos frente a las grandes puertas y le pedí al enunciador que hiciera su trabajo.
Nethan se calló finalmente y ambos entramos al salón sin tomarnos de la mano.
Mis ojos buscaron rápidamente a mi padre quien se encontraba sentado en su trono en la tarima al final del salón.
El camino se hizo largo bajo la atenta mirada de los presentes que a juzgar por sus sonrisas y saludos, aun no conocían la verdadera finalidad de la reunión en este lugar.
—Hijos —Saludó padre poniéndose en pie mientras ambos ascendíamos la pequeña escalinata hasta nuestros lugares —Estáis muy elegantes esta noche.
Yo me forcé a sonreír y a caminar hasta él para dejar un suave beso en su mejilla, y por la manera en la que sus manos se aferraron a mis codos manteniéndome unos segundos de más contra él supe aquel gesto significaba mucho para él.
Cuando me retiré Nethan se quedó estático en su lugar.
—Hijo —Padre dio un paso en su dirección y mi hermano no cambió el gesto serio que había adaptado cuando las puertas se abrieron para nosotros, seguía enfadado y el pequeño enfrentamiento que ambos acabamos de tener no mejoraba las cosas —Me alegro de que hayas venido.
Nethan rodó los ojos y bufó.
—No es como si tuviéramos opción de negar nuestra participación en esta estupidez —Sin más se hizo a un lado caminando hasta su pequeño trono.
Ambos teníamos dos asientos a la derecha del gran trono de nuestro padre, no eran más que unas sillas de madera pintadas de dorado pero bueno, eran mejor que nada.
Observé el gesto dolido en el rostros e padre y mi mano se extendió hacia la suya para darle un ligero apretón, él dio un esbozo de sonrisa triste y asintió. Sin más, yo me dirigí a mi propio asiento y tome mi lugar mientras padre se acercaba a las escaleras.
Cuando el muchacho encargado hizo sonar una pequeña melodía con su trompeta, todos los presentes llevaron su atención a mi padre.
—Queridos invitados —Comenzó su discurso —Esta semana ha estado llena de celebraciones y ha sido un auténtico placer compartir mi residencia con todos vosotros. Realmente agradezco vuestra presencia en estos tiempos.
Observé por el rabillo del ojo como Nethan cruzaba sus piernas y comenzaba a jugar con el final del dobladillo de su pantalón. Siempre hacía eso cuando estaba nervioso.
—Sin embargo, en esta última noche tengo algo muy importante que contaros ya que será un hecho histórico —Durante unos segundos se detuvo y aclaró su garganta antes de seguir —Desde hace trescientos años, después de la Gran Guerra que dio como resultado nuestro querido territorio llamado Asova, se ha cumplido un pacto que no todas nuestras generaciones han vivido.
Los ojos de padre giraron en nuestra dirección durante tan solos unos segundos antes de volver a enfrentar a los presentes.
—El pacto dice que cada cien años, en la fecha de la derrota humana, un hijo o hija de un rey soberano deberá ser entregado al bosque como ofrenda de paz a las criaturas que viven más allá. Por eso, a pocos días de la fecha concreta, os reúno hoy para hacer la elección de quien será el elegido que cruzara el bosque en nombre de los humanos.
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