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5 CAPÍTULO

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꧁☆☬ Dentro del agua ☬☆꧂

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      El sol finalmente había hecho su camino hasta el horizonte y a pesar de que las cortinas cubrían las ventanas los rayos de claridad llegaban hasta mi rostro. Ciertamente no había dormido mucho por lo que no me habían llegado a despertar realmente.

        Me removí entre las sábanas y me di la vuelta para encarar el rostro de mi hermano. Nethan aun estaba dormido, incluso cuando el sol golpeaba contra sus párpados. No estaba segura de cuando él finalmente había caído rendido, cuando yo había cerrado los ojos él aún se mantenía caminando por la habitación con el ceño fruncido y las manos enredadas en su cabello. Mis ojos fueron a la mata rubia, en un tono ligeramente más oscuro que él mío, más dorado, y se esparcía liso sobre la almohada que ocupaba su cabeza. Estiré mi mano y aparté algunos mechones que se habían soltado sobre su rostro durante la noche.

     Lo había dejado crecer durante los últimos meses y la verdad, no le quedaba mal pero, ya era hora de cortarlo un poco. O al menos darle forma.

      Su rostro, por otra parte, era ligeramente diferente a cuando estaba despierto. Dormido se podría incluso decir que tenía una expresión dulce. Me recordaba a cuando aún teníamos diez años y solíamos dormir juntos muchas noches, sobre todo cuando había tormenta. Jamás había entendido su miedo a los rayos pero jamás le había negado un trozo de mi colchón cuando venía corriendo a mi habitación con ese pequeño peluche de oveja colgado de su mano.

      Puede que él fuera el mayor, puede que esos tres minutos de diferencia supusieran algo para el resto pero, para mi no. Para ninguno de los dos suponía nada. Si el tenía miedo a las tormentas y necesitaba compañía para dormir vendría a mi cuarto, si yo tenía pesadillas y necesitaba alguien a quien abrazar para no sentirme sola y aterrada, yo iría a él.

      Siempre había sido así. Quería que siempre fuera así. incluso si al casarme me marchaba de aquí y no podía volver por un tiempo. Si necesitaba a Nethan, vendría a buscarla y si él me necesitaba yo iría a buscarlo.

      Mis ojos se deslizaron entonces a la ventana al otro lado de la habitación. Hacia la fina de árboles lejanos que se podía vislumbrar entre los huecos de la cortina.

      El bosque impediría eso. Me impediría llegar a él si se encontraba al otro lado.

      Jamás había barajado la idea de no poder ver a mi hermano nunca más.

     Un escalofrío me recorrió la espalda. Mi familia...lo eran todo para mi.

      Ante la ausencia de una madre nuestro padre había tenido que hacer todo el trabajo solo. Había casi abandonado su corte por estar junto a nosotros, se había saltado demasiadas reuniones importantes por comer junto a nosotros, por ayudarnos con nuestros deberes.

      La idea de no volver a verlos nunca más...

      —No sé en qué estás pensando pero, déjalo —Mi atención volvió a recaer en Nethan quien ahora tenía los ojos entreabiertos y los frotaba con el dorso de su mano para deshacerse de cualquier rastro de sueño.

      —Que agradable despertar —Bromeé mientras me acomoda de forma lateral entre almohadas y colocaba ambas manos bajo mi cabeza —Tienes la voz de Jhoan el Herrero.

      Nethan sonrió y peinó su cabello vagamente, aún permaneció tumbado.

     —Me temo decirte que tú también, hermanita —Me dio una mirada de reojo —Y dudo que a tu prometido le guste levantarse junto a Jhoan el Herrero después de su noche de bodas.

      Extendí mi mano para despeinarlo de nuevo y enviar su cabello de regreso a su rostro. Nethan protestó y yo sonreí.

     —Ya recuerdo porque dejé de darte permiso para dormir aquí —Se quejó mientras se sentaba sobre el colchón y volvía a peinar su cabello —Eres muy molesta al despertar.

     —Técnicamente no me he despertado —Corregí mientras me sentaba también —Apenas he podido dormir.

      Nethan se quedó en silencio con la mirada fija en las sábanas blancas de la cama.

     Sabía que aún estaba enfadado, era sencillo notarlo porque de nuevo su ceño estaba fruncido de nuevo y las esquinas de sus labios estaban ligeramente curvadas hacia abajo. Yo no podía decir que lo había olvidado. Que ni nuestro padre ni Kessarn hubieran dicho una palabra sobre el Pacto me enfadaba, sobretodo cuando nosotros éramos los protagonistas que sufrirán las consecuencias.

     Podía entender que cualquier otra persona lo hubiera mantenido oculto pero, ¿ellos dos? Nuestro padre podía perder a cualquiera de sus dos hijos y Kessarn, él podía perder a su mejor amigo o a su prometida. Era un precio demasiado alto y aún así, ninguno había dicho nada.

     —¿Tienes miedo? —Pregunté en un susurro —¿Tienes miedo de salir elegido?

     Nethan se giró para lograr dejar sus ojos sobre los míos.

     Conocía sus ojos de memoría, eran del mismo color avellana que los de nuestro padre, con ligeras pizcas de verde que los hacían ver ligeramente más claros a la luz. Los había visto un millón de veces y aun así, mirándolo ahora, sentía que necesitaba un millón de años más para poder recordarlos de memoría.

     —No tenemos que ser nosotros —Respondió con el gesto arrugado en desacuerdo —Hay más herederos, el rey de Orano tiene dos hijos...

     —El príncipe Rodlan tiene doce años, Nethan —Lo interrumpí —Y la princesa apenas tiene unos meses de vida. Ellos no podrían ser elegidos.

    Él negó.

     —Puede que la princesa no pero él sí —Extendí mi mano hasta tomar la suya, mis dedos envolvieron su puño.

     —Tiene doce años, es una locura pensar en mandarlo a él —Su mano se tensó bajo la mía. Sus ojos se desviaron y observaron más allá, al punto que yo había estado observando minutos antes donde el bosque se dejaba ver.

       —¿Y no es una locura todo en sÍ? ¿Por qué no es una locura que tú o yo vayamos?

      Agaché la mirada sin saber bien qué responder.

      —Perdimos la guerra. Está bien, nadie la recuerda a estas alturas —Su mano se deslizó lejos de la mía cuando sacó amables piernas de entre las sábanas y se sentó en el borde de la cama dándome la espalda —¿Pero por qué tenemos que pagar el precio por actos que nosotros ni siquiera llegamos a cometer? ¡No es justo! ¡Yo no maté, robé o hice nada a nadie! ¡No es justo!

      Sus hombros se tensaron y el borde del colchón bajo sus manos se arrugó.

      —Nethan, es inutil enfadarse —Traté de alcanzarlo —Es inutil pasar estos días enfadados, no sabemos si podremos volver a tener algo así, es mejor simplemente seguir adelante.

      Se dio la vuelta y pude verlo realmente enfadado por primera vez en mucho tiempo.

      —¿Cómo quieres que no me enfade? ¡Por dios Alya podríamos perderlo todo! —Sus ojos comenzaron a brillar cuando lagrimas de rabia comenzaron a acumularse en ellos —¡Hasta ayer por la tarde pensaba que podría pasar el resto de mi vida a tu lado! ¡Pensaba que nunca tendría que despedirme de ti por muy lejos que te marcharas!

      El corazón se me encogió dentro del pecho

      —Y ahora...—Se le rompió la voz y la primera lágrima quebró la barrera deslizándose por su mejilla derecha —Ahora no sé si voy a perderte.

      No pude evitarlo, gateé sobre el colchón hasta que mis brazos lograron rodear la figura de Nethan. Su cuerpo se sacudió ligeramente y en cuestión de segundos su brazos también me rodearon.

      Jamás me había acostumbrado a ver a mi hermano llorar por el simple hecho de que jamás lo hacía, y si era así, jamás se mostraba tan vulnerable. No había llorado cuando se rompió el hombro con quince años al caerse del caballo, no lloró cuando recibió su primer corte con la espada con doce, tampoco lloró cuando se le cayó el primer diente con apenas cinco años. Era tan difícil verle llorar que no podía evitar como el corazón se me detenía cada vez que escuchaba un sollozo nuevo venir de él.

      —No puedo hacerme a la idea —Sus lágrimas mojaron el hombro de mi camisón —Me da mucho miedo quedarme solo. Si te elige a ti...no podría soportarlo.

      Durante un largo par de minutos lo dejé desahogarse y luego, poco a poco, tomé su rostro y lo obligué levantar la mirada para que pudiera mirarme a los ojos.

      —Nadie va a estar solo. Nunca —Tragué saliva cuando sentí mi voz comenzar a temblar. Necesitaba llorar pero, si los dos caíamos iba a costar levantarse y no teníamos ese tiempo. Si realmente no se podía hacer nada, si uno era elegido...no iba a pasarme el tiempo que nos quedaba llorando —Incluso si no podemos vernos nunca más, nunca estaremos solos.

      Él no dijo nada, las lágrimas continuaron presentes y sus manos se hicieron puños contra la tela de mi camisón. Las mias dejaron su rastro y una tomó mi su mano, lo obligue a abrir su palma y yo extendí la otra a su lado.

      —Puedes verlo, lo conoces —Agaché la mirada para observar la piel marcada de ambas manos —La distancia no puede romper algo que nació junto, ¿recuerdas?

      Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios cuando él también enfocó su atención en nuestras manos.

      Nuestras marcas de nacimiento eran bastante curiosas. La comadrona había dicho a nuestro padre que era posible que ambos hubiéramos estado tomados unidos en algún punto de nuestras manos durante el embarazo y por eso, la pequeña marca rosada había quedado fija ahí. Siempre nos había resultado gracioso cuando éramos niños como, al unir el lateral de ambas manos parecía formar una estrella o algo parecido a una.

      Durante un largo momento ninguno de los dos dijo nada, simplemente nos quedamos ahí, en silencio observando nuestras manos. Realmente aquella marca de nacimiento no era nada, no era un objeto mágico que anularía cualquier posibilidad de ser elegidos pero...era algo que nos mantendría unidos si así era.

      Era estúpido pensar que esto no iba a acabar mal. Si era cierto que Kessarn salía de la ecuación por su estatus de regente las opciones eran pocas. Un niño de doce años era impensable que saliera elegido, sería imposible para él sobrevivir allí fuera solo. La reina de Oston no tenía herederos por lo que todo el peso caía sobre Nethan y sobre mí.

      Aun así, hice tripas de corazón y me obligue a soltar el nudo de miedo y terror que poco a poco se iba afianzando a mi garganta. Nethan también apreció finalmente tomar las riendas de sus emociones y dejó de llorar aunque sus ojos rojos eran incamuflabes, al igual que el ligero sorbo de nariz que daba cada pocos segundos.

      —Pase lo que pase, estaremos bien —Dijo él rompiendo el silencio —¿Promesa?

      Levantó su mano marcada una vez más dejando el lateral expuesto para mi. Sonreí.

      —Promesa —Uní mi mano a la suya volviendo a formar una vez más la estrella.

      Nethan logró llenar sus mejillas con una sonrisa de verdad.

      Y durante al menos diez minutos más hablamos de tonterías hasta que alguien llamó a la puerta y cuando Nethan le dio paso resultaba ser Yhon, su ayudante, y Olga. Los dos prometimos encontrarnos en una hora, después del desayuno, en la oficina de nuestro padre para tratar de hablar con él, por lo que, después de un corto hasta luego, Olga y yo regresamos a mi habitación.

      La lisa superficie del agua se mecía con cada pequeña gota que dejaba caer de mi dedo de regreso a la bañera. Suspiré y apoyé ambos brazos contra el borde del mármol, mi mirada fija en la ventana a tan solo unos metros y en la visión extensa del bosque un poco más allá.

      Era gracioso en cierta manera pensar que cuando era pequeña había tratado un millón de veces tan solo acercarse para mirar qué había más allá de los arbustos y nunca le habían dejado hacerlo y ahora, esperaban que ella o Nethan lo cruzaran por completo.

      Me removí dentro de la bañera hasta llevar mis rodillas contra mi pecho, mis brazos las rodearon y acariciaron la piel lisa. Por alguna razón, Olga había insistido en que me deshiciera de todo el pelo en mi cuerpo para esta noche, no entendía del todo para que pero tampoco le había llevado la contraría. El proceso era doloroso, esa cera realmente tiraba de la piel pero, ya estaba acostumbrada así que no había sido tan horrible. A su vez también había lavado mi cabello con un jabón que yo no había reconocido, normalmente le pedía que usara uno de jazmín pero esta vez el olor a lavanda había llenado por completo la habitación.

      Mi atención dejó el bosque y viajó al pequeño plato de uvas dejado en la mesita junto a la bañera, extendí mi mano húmeda y tomé la última para llevarla a mi boca. El sabor dulce calmó ligeramente el regusto amargo que había en mi paladar desde el despertar.

      —Vuestro hermano os espera, muchacha —Anunció Olga mientras se acercaba a la bañera con una gran toalla en sus manos —Tendréis un té con vuestro padre en su oficina.

      Miré a la mujer algo confundida mientras me ponía en pie y tomaba su mano para salir de la bañera.

      —¿Sabe que vamos a ir a buscarlo? —Ella asintió mientras extendía la toalla y yo me hundía en ella dejándola rodearme.

      —El propio Nethan le hizo llegar la noticia al rey —Frotó mi piel con delicadeza mientras que daba órdenes con la cabeza a las doncellas a su espalda —Debe ser algo importante si el joven príncipe tiene tanto interés.

      Olga dejó la toalla empapada en manos de una muchacha con el rostro pecoso y tomó la ropa interior que esta le tendía, me ayudó a ponermela y luego me ordenó caminar hasta el tocador. Ni siquiera me había sentado por completo antes de que sus manos fueran a mi cabello ya simplemente húmedo, comenzó a cepillar y a trenzar sin apartar su mirada de mi reflejo en el espejo delante de ambas.

      —¿Ocurre algo, muchacha? —No estaba realmente segura de responder.

      Pasaban muchas cosas en efecto, pero ella no lo sabía, ni siquiera yo debía de saberlo. ¿Estaba bien contárselo? Olga conocía todos mis secretos, y fuera cual fuera el resultado, también le afectaría a ella.

      —No —Dije finalmente con una sonrisa —Es solo un malentendido que queremos resolver cuanto antes.

       Por la mirada seria que me dieron sus ojos castaños sabía que no había creído ninguna de mis palabras pero, sin embargo, no empujó más el tema y simplemente terminó de peinarme y me ayudó a finalmente vestirme.

      Sin mucho más que esperar la misma Olga me acompañó hasta las grandes puertas de la oficina de mi padre, y cuando al tocar recibí un "adelante" ella se excusó y desapareció por el pasillo mientras yo me adentraba a la sala.

      Nada había realmente cambiado en los dieciocho años de vida en los que yo había entrado y salido de este lugar un sin fin de veces. Bueno, quizás algo sí había cambiado y es saque por fin había dejado de haber muñecos de trapo y espadas por todas partes. Finalmente los suelos estaban libres de obstáculos olvidados por niños despistados, y la mesa de centro junto a la chimenea tampoco tenía montañas de dibujos a medio hacer. En su lugar, el único recuerdo que quedaba de esos tiempos era la fina línea roja en la pintura amarillenta de la pared junto a la chimenea. Olga casi había perseguido a Nethan con una escoba después de pillarlo con las manos en la masa dibujando, lo que él decía era la línea de meta de nuestra próxima carrera, en la pared.

      A padre sin embargo nunca le había importado.

      Por el resto de objetos la habitación no era realmente llamativa, un inmenso escritorio junto a los ventanales, una mesa de comedor con doce sillas dispuestas para los mandatarios de la corte, otro pequeño escritorio para el ayudante de padre a unos metros de la amplia mesa. El conjunto de sofás y sillones en el lado izquierdo, y mucha, mucha decoración que estaba segura que ya había estado ahí antes de que nuestro padre colocara esa corona sobre su cabeza.

      —¡PODÍAS HABERLO CONTADO! —Mis ojos recayeron rápidamente en la figura de mi hermano y en la manera en la que hasta el último músculo de su cuerpo estaba tenso —¡Somos tus hijos por dios, merecíamos saberlo!

      Hice mi camino casi en carrera hasta él.

      —Nethan —Mi mano tomó la suya pero él negó molesto y se alejó, sus ojos seguían clavados en nuestro padre.

      Él estaba sentado en su lugar en el otro lado del escritorio con una obvia expresión de angustia y dolor pintada en la cara.

      —Hijo no tenía elección, todos hicimos una promesa de mantenerlo en secreto —Nethan siguió negando —Si la noticia se hacía pública antes de tiempo alguien podría influir en la decisión, alguien podría jugar sucio en la hroa de la selección...

     —¡Pero éramos nosotros! —Volvió a interrumpir el rubio —¡Podías habernos contado a nosotros, dejarnos prepararnos!

      Los ojos de mi padre recayeron sobre mí, no pude sonreir.

      —Nethan tiene razón —Afirmé —Somos tus hijos, sabes que no haríamos nada para influir en la decisión, sabes que no habría trampa. Deberías de habernos contado.

      Pude ver el dolor aumentar pero sin embargo su rostro se mantuvo serio, sus comisuras quietas en una línea recta. Agachó la mirada y sus ojos fueron hacia el marco que, mantenía siempre a la derecha de su escritorio, desde mi lugar no podía ver la imagen pero no me hacía falta sabía bien quién ocupaba ese espacio.

      —Puede que ahora no lo entendéis, sois jóvenes, hay cosas que no llegas a conocer hasta que las vives —Escuché a Nethan bufar con molestia a mi lado —Entiendo que os sintáis heridos ahora pero, no podía ser de otra manera. Hay cosas de este mundo que aun no puedo explicaros.

      —¡Y una meirda! —Las manos de mi hermano golpearon la madera del escritorio cuando se dejó caer contra él.

      —¡Nethan! —Protesté en voz alta, él me ignoró.

      —Durante toda nuestra vida nos habéis atormentado con que le Bosque es lo más peligroso que puede haber en este mundo y ahora quereis que niños sin experiencia entren en él como si nada —La mirada de mi hermano rezumaba tanta ira que me era casi imposible de creer, nunca lo había visto de esa manera —¡Yo sé usar una espada! ¿Pero Alya o el hijo de Julius? ¡Ese niño solo tiene doce años! ¡Ninguno ha usado una espada nunca antes!

      Padre volvió a mirarme y luego, casi con vergüenza agachó la mirada de nuevo.

      —El príncipe Rholdan ha pasado toda la semana con entrenamientos intensivos de espadas y cuchillos. No será suficiente pero...

       —¿Qué? —Nethan se quedó casi estático, solo sus labios aprecian poder moverse —¿Él ha estado entrenando?

       Una carcajada casi ácida brotó de él y luego se giró para mirarme. SUpongo que mi aspecto no debía de ser el mejor porque pude ver como mientras sus ojos me escaneaban su ira aumentaba.

       —¡Él lo sabía! —El rey frente a ambos negó pero Nethan no le permitió hablar —¡Él lo sabía y comenzó a entrenar!

       —No creo que fuera sí —Traté de intervenir mientras sentía el nudo de angustia afianzarse con más fuerza en mi estómago —Quizás...

       —¡Alya por Karch! —Bramó molesto el rubio mientras se daba la vuelta para enfrentarme —¡Él lo sabía! ¡Sabía que Julius había comenzado a entrenar a su hijo por el "y si" y a ti no te dijo nada!

       —Alyathy no será elegida —Trató de defenderse nuestro padre mientras se ponía en pie —La boda se va a celebrar a final de mes, nadie escribiría su nombre...

      —¡Y TÚ QUÉ SABRÁS! —Volvió a gritar mi hermano fuera de sí —¡Que maldita cosa sabrás tú! ¡Merecíamos saberlo y ella merecía una oportunidad! ¡Ahora todo está perdido!

       Mis manos comenzaron a temblar.

        —Nethan...—Mi voz salió en un susurro ahogado.

        Él volvió a girarse en mi dirección.

         —¡Di algo! ¡Grita! ¡Protesta! —Reclamó con los ojos brillantes de lágrimas —¡Acaba de jugar con tu futuro y no estás diciendo nada!

          —Por favor —Traté de mantenerme serena —Calmate, hablemos esto como...

           —¡NO! —Dio un paso atrás cuando de nuevo traté de alcanzarlo —¡No pienso calmarme! ¡Y una mierda!

           Alejé mi mano retrocedí dejándolo gruñir en voz alta, él nos miró a ambos y luego, sin más se dio la vuelta y caminó en casi una carrera hasta la puerta. El golpe que dio la madera al cerrarse me hizo encogerme en mi lugar.

           Jamás había visto a Nethan tan furioso, jamás había perdido los papeles de esa manera.

           La oficina permaneció en silencio por un largo par de minutos que ambos utilizamos para tratar de tranquilizarnos. En ese tiempo mi mirada recayó varias veces sobre padre quien, con la mirada fija en el retrato a su derecha, seguía teniendo el rostro angustiado.

            De alguna manera siempre había sido así de complicado para ellos. Su carácter era tan parecido en tantos aspectos que ante el primer choque, muchas veces todo se descarrilaba y ambos se convertían en volcanes en erupción. Y por extraño que pareciera ese aspecto de ellos me reconfortaba porque, a pesar de sus enfados, ambos llegaban a comprenderse al completo el uno al otro. Yo sin embargo, muchas veces me encontraba casi desamparada con mis emociones.

         Padre me lo había dicho un millón de veces, que, más allá del físico, yo sentía como mi madre. Todo era demasiado profundo para nosotras, a veces tanto que nos costaba realmente decir lo que estábamos pensando. Y prefería mil veces haber podido discutir con ella de la manera en la que padre y Nethan discutían que no haberlo hecho nunca.

        Dios, me hubiera gustado tanto enfadarme con ella alguna vez, poder haberla tenido en frente y simplemente gritarle alguna tontería con la que luego me castigara. pero no podía, porque para empezar ella nunca había estado ahí.

        —No tenía elección —Murmuró padre con la mirada fija aún en el retrato.

        —Si la tenías —Reproche con un tono suave. Él ya sabía que estábamos enfadados, no necesitaba más gritos —Pero ciertamente no estamos en tu posición para entender porque hiciste lo que hiciste. Aunque eso no quita que tengamos el derecho a enfadarnos.

         Él asintió en silencio.

          —Tu madre os lo hubiera contado —Una pequeña sonrisa asomó de sus labios —No hubiera dudado ni un segundo. Incluso cuando lo tuviera prohibido. Ella lo habría hecho.

           Fui yo quien rompió la distancia, rodeé el gran escritorio de madera oscura para finalmente quedar junto al gran billón que él ocupaba. Mis manos tomaron el final del respaldo y mis ojos fueron a la pintura enmarcada que él aún miraba.

            Allí estaba ella, con su cabello rubio completamente suelto y desperdigado sobre sus hombros. Llevaba un simple vestido de color amarillo, de un tono tan claro que apenas se distinguia del tono blancod los de detalles de la pintura. Su piel brillaba, como si hubiera sido pintado en la mañana cuando el sol aún golpeaba con fuerza. Su brazos rodeaban su estómago hinchado y una sonrisa casi tan grande como podría ser una llenaba sus mejillas.

         Cuando apenas era una niña no podía entender porque todo el mundo decía que me parecía tanto ella pero, ahora, cada vez que me miraba al espejo podía ver su nariz, sus cejas y también sus ojos. Era casi como si el universo ya hubiera escrito que ella no se quedaría mucho tiempo aquí y hubiera decidido dejar un recuerdo vivo de ella en mi.

         —No serás elegida —Murmuró de nuevo —No con la boda tan cerca.

         Mis manos se hundieron en la tela del sillón.

          —Si te pones a pensar soy la más dispensable de los tres posibles candidatos —No pude evitar alzar las comisuras cuando noté una pequeña mariposa pegada a la falda del vestido amarillo en el retrato —Nethan es heredero y Rholdan tambien. Yo soy solo una princesa más, Kessarn podría casarse con cualquiera.

            —Alyathy...yo —Lo detuve colocando una mano sobre su hombro.

            Su rostro finalmente se giró para encontrarse con el mio pero yo mantuve los ojo sobre mamá.

             —No estoy enfada porque no me avisaras para al menos entrenar —Él se encogió en su lugar —Incluso con una semana no me hubiera bastado para hacerme siqueira la peso de un arma real.

             Él se mantuvo en silencio.

             —No todo el mundo es bueno papá —Finalmente desvié mi mirada del retrato y encontré los ojos castaños de mi padre, una pequeña capa de humedad había comenzado a cubrir sus ojos —Muchos podrían ver esto como la oportunidad para que los dos reinos más grandes de Asova no se unan. Sé que has tratado de ver el lado positivo —Sonreí y dejé otro suave apretón en su brazo —Pero esta vez te tocaba ser realista y has fallado.

           Volví a dar una mirada general a la habitación, era obvio que era un lugar que se solía mantener recogido pero, conocía a mi padre y ese orden no era ni de lejos algo suyo.

           Había escuchado que había comenzado a dejar más trabajo en manos de sus ayudantes y de los adjuntos al gobierno de Aquion pero, de alguna manera, eso parecía también haber afectado a este lugar. El único punto que se mantenía como siempre, con ese orden desordenado que lo caracterizaba a él era su escritorio.

            —Siento mucho no haberos dicho nada —Se levantó de su lugar obligándome a retroceder y darle espacio. Se giró y aunque no habían pasado más que unas cuantas horas desde que lo había visto por última vez, tenía la sensación de que su figura había encogido y ahora ambos parecíamos medir lo mismo —Tenía la estúpida esperanza de que si no lo creía no pasaría, que no tendría que deciros adiós a ninguno de los dos.

           Extendió sus manos y tomó ambas de las mías, no retrocedí, no rompí el contacto. Sabía que quizás él fuera el que más destrozado saldría de todo esto si alguno de los dos éramos elegidos.

          Desde la muerte de nuestra madre, antes siquiera de que Nethan o yo pudiéramos ser conscientes, él lo había dado todo por nosotros. Había perdido días de sueño si se sumaban todas esas noches donde se había pasado hasta el amanecer velando por nosotros cuando algunos de los dos estaba enfermo, había dejado de viajar tanto hacia las tierras del reino para quedarse en el palacio junto a nosotros. Incluso se había ganado cicatrices cuando él mismo se había nombrado como profesor de esgrima de Nethan al principio.

          Si realmente alguno de los dos tenía que marcharse...no estaba muy segura de si él podría soportar eso.

           Mi mirada conectó con la hilera más allá de los ventanales a nuestra derecha.

           —Papá —Lo llamé. Pude ver el alivio en su rostro. Si realmente estaba enfadada lo llamaba padre, llamarlo de una manera tan cariñosa realmente ayudaba a calmarlo —Una vez nos contaste que mamá había visitado el bosque. ¿Ella realmente lo hizo?

            Él también llevó sus ojos a la naturaleza más allá.

             Su rostro finalmente terminó por suavizarse y sus ojos brillaron más allá de las lágrimas cuando sonrió. Sabía que él la recordaba perfectamente, jamás la había olvidado. Siempre había dicho que alguien como ella no podía olvidarse.

             —Tu madre era...—Una pequeña y suave carcajada le obligó a taparse la boca —Era la desobediencia en persona.

             Observé con cierta fascinación como toda la preocupación de su rostro había parecido esfumarse ante el recuerdo de ella.

              —Ella nació en una familia de la baja nobleza y eso le dio una libertad que nunca quiso abandonar, ni siquiera cuando fuimos nombrados rey y reina —Volvió a darse la vuelta y a enfocar su mirada en el pequeño retrato —Incluso tu abuela solía ponerme de los nervios. Las dos siempre iban de la mano en cuanto a romper reglas se refería.

              Alargó su mano y tomó el pequeño marco de madera, luego hizo un corto gesto con la cabeza.

              Ambos caminamos con un paso tranquilo y suave hasta los sillones, ambos tomamos en mimo sofá y yo me arrime a él para poder ver el pequeño dibujo entre sus manos.

               —Por alguna razón tu abuela tenía cierta obsesión con el bosque y más de una vez desobedeció las órdenes y paseo por sus bordes, más lejos de lo que debería ir cualquiera —Él se dejó caer contra el respaldo, la sonrisa aún bañaba sus mejillas aunque ahora de una manera mucho más suave —Por supuesto tu madre no se quedaba atrás. Decía que todo eso de prohibir la entrada al bosque era una tontería, que no había nada peligroso en él.

            —¿Alguna vez pasó algo? ¿Tuvo que ver con su...muerte?—Su gesto se giró en mi dirección y la sonrisa se difuminó casi por completo, sus facciones se endurecieron por un instante y luego suspiró.

           Normalmente, en las escasas veces que él se atrevía a hablar de nuestra madre aquí es donde se terminaban, cuando preguntabas cual era la razón por la que había muerto.

           —El día en que nacisteis ella y tu abuela fueron al bosque durante la mañana. Al regresar...—Observé cómo sus dedos se tensaron sobre la madera entre ellos —Ella estaba muy pálida y decía que le dolía el estómago, se puso de parto minutos después de llegar al castillo. Obligue a los mejores doctores de todo Asova a acudir, vosotros debíais nacer aun dentro de unas cuantas semanas y ella...había pasado algo, Su estado no era un parto repentino.

            Se tomó un instante y agachó la mirada, su pulgar acarició con suavidad el retrato de madre.

             —Le supliqué a tu abuela que me dijera por qué, qué había pasado —Su voz se apagó, se convirtió en casi un susurro —Quizás si averiguaba qué había ocurrido, solo quizás...podría salvarla.

             —¿Te lo dijo? —Pregunté.

             Él asintió a la vez que dejó escapar un muy pesado suspiro.

              —Dijo que el bosque no las había reconocido —De nuevo, una especie de carcajada mezclado con un suspiro casi enfadado escapó de sus labios. Extendió el retrato en mi dirección y cubrió su rostro con ambas manos. Su cabello de un tono rubio más oscuro que el de Nethan, cayó sobre su frente —Como si eso significara algo.

            Observé el retrato. El sol brillando en su cabello suelto, en sus manos rodeando su enorme estómago, como si estuviera tratando de abrazarnos. En la sonrisa tan sincera en su rostro. No tenía ni idea de quien había sido el encargado de dibujarla, de tomar esta imagen de ella pero, de alguna manera, había logrado hacerla parecer viva dentro de esa pintura.

                 —Jamás me contó que pasó realmente, ni siquiera cuando lloraba frente a ella rogándole que me dejara saber que es lo que había matado a mi esposa —Volvió a mostrar su rostro, sus ojos había, vuelto a estar cubiertos por una fina capa de lágrimas sin derramar —Siempre me dijo que nunca lo entendería. Que alguien como yo nunca podría comprenderlo.

               Y ahí terminó todo. Ninguno de los dos volvió a decir una palabra hasta que alguien rompió el silencio llamando a la puerta y avisando de que mi padre debía de acudir a prepararse para una comida junto al resto de gobernantes.

             Así que, sin más que un simple "hasta luego" ambos nos despedimos dejado que yo fuera la que saliera de la oficina primero, saludando con un sube gesto de cabeza a los mayordomos ayudantes de mi padre y encaminandome al pasillo que me permitía regresar a mi cuarto.

            Para mis sorpresa ni siqueira me vi tentada a girar en el pequeño desvío que me conducía a la habitación de mi hermano. Por muy enfadado que estuviera con padre, era cosa suya aprender a controlarlo por lo que quizás, hasta que comenzará en el baile, le daría su espacio. Luego puede que tratara de convencerlo de calmarse.

            Realmente nadie sabía a ciencia cierta quién sería el elegido, si es que alguien resultaba elegido porque, parece que nadie se había parado a pensar en otra posible elección, no enviar a nadie. Habían pasado casi trescientos años de la Gran Guerra. ¿Alguno de los que vivían al otro lado recordarían el maldito pacto?

            Fuera como fuera hice mi camino escaleras arriba, para cuando llegue al pequeño rellano que daba entrada a mi habitación sorpresivamente me encontraba casi sin aliento. Apenas había pegado ojo esta noche, quizás después de que Olga me trajera algo de comer tendría la oportunidad de dormir unos minutos antes de tener que comenzar a prepararme para esta noche.

            Mi mano viajó al pomo de la puerta pero, no tuve siquiera que girarlo, la puerta estaba abierta. Coloqué mi palma entonces sobre la madera y empujé suavemente.

            Quizás Olga ya había traído mi comida, empapé mi rostro con una sonrisa y levanté la mirada mientras cruzaba el umbral de la puerta.

            —¿Qué has traído de comer, Olga...—La pregunta murió en mis labios cuando me di cuenta que la figura que se mantenía reposada contra la ventana definitivamente no era Olga.

           Se giró al escuchar mi voz y sus ojos azules recayeron sobre mí. Bajo sus ojos no había ningún tipo de ojera como había bajo los de Nethan o bajo los míos pero, de alguna manera, su aspecto parecía mucho más demacrado que el nuestro.

            —Kessarn —Saludé manteniendome en mi lugar.

            Su rostro se iluminó con una sonrisa apagada.

             —Hola, querida.






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