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42 CAPÍTULO




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Bienvenida

Astra no se había equivocado, y ciertamente estaba fascinada por el reflejo que él espejo dis pensaba para mí.

La túnica definitivamente mostraba mucha piel, demasiada, pero no me sentía para nada desnuda pues aquellos espacios
de color carne habían sido cubiertos pormpintura dorada qué resplandecía bajo la luz de los candelabros.

Krohemitas. Eso es lo que Cerryn había dibujado a lo largo de mis brazos, sobre mis clavículas y mi estómago. Líneas que se retorcían unas sobre otras en un amasijo extrañamente agradable a la vista.

La pintura se extendía desde mi cuello hasta mis propios pies, los cuales había calzado con unas simples alpargatas del mismo tono blanquecino de la túnica.

Cuando ya había estado casi vestida por completo Astra había aparecido en la habitación de nuevo después de una larga ausencia en la que ella misma se había vestido. Su túnica era mucho más reveladora que la mía, la parte delantera dejaba la vista completa de sus piernas y solo los cortos dobladillos de la tela ocultaban sus caderas. La parte superior, que en mi cuerpo se veía como una franja sobre mis pechos y otra algo más fina y suelta que cruzaba por mi torso en ella se había convertido en una única pieza que cubría escasa piel.

Aún me sentía escandalizada al verla, al solo pensar que saldría así vestida al exterior. Pero comenzaba a entender que eso era ella. Desparpajo y seguridad como nadie. Algo egocéntrica también, pero amable y a veces, divertida si era sincera.

Astra era hermosa en cualquier aspecto físico que se pudiera pensar. Sus curvas bien amoldadas, sus rasgos dulces pero fijos y letales. Su largo cabello rastado que caía más allá de sus caderas y estaba decorado con preciosos detalles dorados. Y a pesar de ello, de que era imposible no desear devorarla con la mirada, no había visto a nadie aún mirarla de esa manera. A excepción de Thyran durante el solsticio claro está.

Cada vez que había visto a alguien mirarla de reojo, solo había podido observar admiración e incluso algunas veces, intimidación.

Apenas había podido verla pelear en el ataque, pero sí que había espiado el patio de entrenamiento durante esta semana y la había encontrado allí un par de veces, entrenando junto a Thyran y otros caballeros.

Si Astra era malditamente hermosa, era mucho más letal.

Sus poderes no se limitaban a los de las cortes, ella no controlaba la tierra como Reegan o la luz como Thalor. Ella iba mucho más allá.

La había visto golpear a hombres sin siquiera tocarlos, la había visto levantar espadas con solo un chasquido de sus dedos y hacer que el aliento se esfumara de los pulmones de su contrincante con tan solo una sonrisa. Por supuesto, todo esto acompañado de golpes que derribarían incluso al más fuerte.

Era más baja que cualquiera de los hombres con los que había peleado, por lo que sus tiempos de reacción eran mucho más rápido. Era como una flecha.

—¡Daría Prisca! —Apuró esta misma mientras se aferraba las cintas de sus sandalias alrededor de su gemelos —A este paso nos perderemos el encendido de la hoguera.

Khalyn cepilló con sus dedos mi cabello para despeinar los rizos que había hecho anteriormente con las tenacillas y sonrió mientras miraba orgullosa su trabajo.

Me miré de arriba abajo una vez más.

Iba simple, dentro de lo que cabe. La túnica blanca destacaba en el contraste de piedra amarilla de la habitación, sus detalles dorados apenas visibles le daban un aspecto más fino. Mi cabello caía suelto en una cascada de rizos retocados con cuidado, a la altura de mis sienes una pequeña diadema de oro. Astra llevaba una muy parecida.

Según las palabras de Cerryn, era la única joya que se podía vestir en esta noche, y era para identificarnos como parte de la comitiva real.

Me era imposible no compararla con la corona que había usado en Etria alguna vez. Esta se sentía liviana y casi imperceptible a pesar de su forma curva que se asemejaba a las ramas de los árboles y la manera que terminaba casi sobre el centro de mi frente. La que había usado en lo que alguna vez había sido mi hogar jamás se había sentido así. Siempre había pesado.

Mis ojos se deslizaron al colgante que caía delicadamente sobre la esquina del espejo., luego bajaron hasta el pequeño cesto donde se encontraba el anillo con el enorme zafiro en su interior.

Tragué saliva y levanté la mirada de nuevo, esta vez mirando a través del espejo a la mujer a mi espalda.

—¿Estoy bien? —Me giré lentamente y dejé que sus ojos violetas me observaran de arriba abajo.

Una sonrisa ladeada creció en su rostro.

—No estás nada mal —Rodé los ojos pero mantuve mi sonrisa —Creo que Reegan estará muy contento esta noche. Finalmente te dejas ver.

Un escalofrío me recorrió la espalda y de un segundo a otro los nervios que había logrado suprimir un par de horas antes volvieron a aferrarse a la boca de mienstómago.

—Ahora venga —Astra avanzó hasta mí y sin esperar un segundo enredó su brazo con el mío —Hemos dejado pasar el desfiles porque no estabas lista, pero no voy a perderme la hoguera —Rápidamente me vi caminando tras ella sin poder resistirme a su acelerado caminar —¡Aún tenemos que subir hasta el claro!

Me giré rápidamente y observé a Cerryn y Khalyn caminar también caminaban apresuradas tras nosotras. Ellas se habían cambiado a las túnicas ceremoniales antes de que yo saliera del baño. Las suyas eran mucho más sencillas que las que vestíamos nosotras, pero era innegable que ambas se veían hermosas con cualquier cosa que se pusieran.

—¡Vamos! ¡Vamos!

Astra estaba emocionaba. Más que ninguna. Y me era imposible no pensar que quizás había algo especial en esta celebración que la hacía poder llegar con tanta prisa.

Doblamos el pasillo que nos conducía a las escaleras que daban al inmenso recibidor, pero no dimos ni un paso en este cuando ambas divisamos una figura parada en el umbral del enorme portón principal.

—¡Thyran! —Astra me arrastró con más fuerza hasta que ambas nos detuvimos junto al capitán.

—La hoguera está apunto de empezar —Apuró ente mientras abría la puerta más pequeña y accesible que nos permitía salir.

Di un rápido repaso de su figura. Él también iba vestido con las túnicas. Estas solo cubrían la mitad de su cuerpo dejando a la vista su esculpido torso y también las cicatrices que lo llenaban casi por completo.

Durante un segundo mis ojos conectaron con la mirada viva del él, y pareció percatarse de mi asombro y desconcierto al instante. Thyran extendió una amplia sonrisa antes de tender su mano en mi dirección para invitarme a descender las escaleras.

El empedrado de la calle rápidamente resultó algo molesto bajo la fina suela de mis zapatos, sin embargo esto no duró mucho.
No pude evitar retroceder rápidamente cuando la figura del hombre se sacudió y rápidamente tomó su forma de lobo. Solo lo había visto transformarse una única vez y había estado lo suficientemente lejos como para no ser consciente de su real embargadora.

Era casi tan alto como Astra, su figura era más imponente que la de un caballo y una parte de mi no pudo evitar encogerse de miedo.

—¡Vamos! —Astra se agachó para tomar la túnica ahora en el suelo y la sostuvo con fuerza contra sus manos antes de dar un salto para escalar el lomo de Thyran —¡Vamos a llegar tarde!

Extendió su mano en mi dirección y me observó impaciente mientras se aseguraba sobre este.

Dudé durante un segundo, pero cuando Thyran dirigió su hocico en mi dirección y asintió lentamente tomé la mano de la morena. Un pequeño grito quedó atascado en mi garganta cuando sin siquiera esperar un segundo, el lobo salió disparado. Como pude busque agarrarme en la figura de Astra y mis piernas se tensaron alrededor de la figura de Thyran.

Observé de reojo a mi espalda. Cerryn y Khalyn estaban subiendo a un caballo.

Enfoqué mi mirada entonces al frente y una chispa deslumbrante se prendió en mi corazón al ver lo que llenaba las calles.
Gente que caminaba apresurada entre risas. Todos enfundados en las túnicas de distintos colores brillantes, todos decorados con algún tipo de flor o pintura. Las calles habían sido decoradas con farolillos que titilaban y brillaban con fuerza bañando las calles del pueblo de una hermosa luz dorada.

Avanzamos entre las personas rezagadas ascendiendo por la colina hasta que en cierto punto las casas construidas a partir de la propia piedra de la montaña dejaron de rodearnos. Su lugar lo tomaron árboles altos y de largas ramas, árboles que habían sido decorados con los mimos farolillos y guirnaldas señalando el camino.

Por supuesto, y aunque parecían tratar de esconderse, todo estaba lleno de guardias. Muchos más de lo normal. A pesar de la festividad, Reegan no había olvidado el peligro y había puesto todas las medidas posibles para impedir que algo ocurriera.

Esa había sido una de las razones por las que apenas había podido verlo. Apenas habíamos compartido algunas miradas fugaces entre los pasillos. Apenas había podido escuchar su voz siquiera desde lejos.

Jolgorio se comenzó a escuchar en la lejanía. Música alegre que llenaba y rompía la oscuridad, que calentaba mis huesos y músculos a medida que avanzábamos acercándonos más y más a ella. Cuerdas que se rasgaban sin parar, tambores que golpeaban con más fuerza y avivaban la emoción del corazón que latía bajo mis costillas.

Nunca me había sentido así. Ni siquiera durante el solsticio.

Había algo distinto en el aire esta noche.

Antes siquiera de ser conscientes, estábamos en el lugar. Un enorme claro donde todo el mundo estaba reunido.

Astra me ayudó a bajar del lomo de Thyran y estearina tendió de vuelta la túnica al lobo, la colocó sobre su cuello y este se escabulló rápidamente entre la maleza para transformarse y vestirse de nuevo.

Observé el lugar con el aliento atascado en mi garganta. Había cientos de personas aquí, todas sonreían y reían entre sí. En el centro del enorme claro, una pira de troncos aún sin encender.

La música llenaba todo, la banda tocaba desde el centro, la gente los rodeaba y bailaba alegremente en torno a ellos. Algunos incluso tarareaban la melodía mientras hablaban con sus conocidos y familiares.

El aroma a comida y dulce me llenó los pulmones, debía de haber un puesto en algún punto, pero este lugar era tan grande que apenas podía ver lo que había.

—¡Vamos! —Astra volvió a tirar de mí rápidamente —¡Reegan nos está esperando!

Me dejé arrastrar de nuevo. La morena nos condujo entre la gente, no se paró demasiado pero sí que este día saludos cálidos y emocionados a aquellos que la saludaban. Algunos de ellos también hacían lo propio conmigo y yo les devolvía la sonrisa que no había podido hacer desaparecer desde que habíamos salido del palacio.

No sé cuánto tardamos en cruzar el claro, pero cuando finalmente dejamos la pira a nuestras espalda, yo lo ví a él.

El mundo estaba girando a su alrededor en ese instante. Todos parecían estar escuchando atentamente algo de lo que Reegan parecía hablar entretenido. Había una sonrisa suave y sincera en sus labios. Sus ojos brillaban con emoción mientras trataba de dedicarles su atención a todos, pero en uno de esos momentos cuando trató de mirar a alguien más, nuestras miradas se cruzaron y en ese instante, por un corto segundo, el tiempo pareció detenerse por completo.

Jamás había visto a alguien como él. Algo igual de hermoso.

Igual que Thyran la túnica que él vestía solo cubría la mitad inferior de su cuerpo, aunque Reegan había colocado otro trozo de tela alrededor de su cuello y este descendía por su espalda a modo de capa. Cargaba con algunas joyas, un par de brazaletes en su brazo derecho y de su cuello caía una fina cadena. Su cabello cobrizo caía suelto y descontrolado sobre sus hombros y espalda, este tenía un aire despeinado incluso cuando sobre él se encontraba una corona muy semejante a la que yo usaba.

Su piel parecía impoluta, sus músculos resaltaban bajo la luz de las antorchas que llenaban el espacio de luz. Él tono dorado qué esta había debido de tomar gracias a su tiempo fuera del palacio durante los últimos días lo hacía lucir saludable.

Tragué saliva y me obligué a mi misma a respirar de nuevo cuando él dejó atrás la conversación que hasta ahora había mantenido y comenzó a caminar en nuestra dirección. Sus ojos no se apartaron de mí ni siquiera durante un segundo.

Solo fueron unos segundos los que tardó en cruzar los metros que nos separaban, no pude evitar tragar saliva y alisar la túnica con mis manos inquietas.

Cuando finalmente se detuvo frente a nosotras, fue Astra quien habló primero.

—¡Ya estamos aquí! —Anuncio lo evidente —Podemos empezar la hoguera, ya deben de estar llegando los más rezagados.

Los ojos de Reegan ni siquiera de despegaron de mi cuando este la respondió. Una pequeña parte de mi se sentía como si estuviera siendo devorada.

—¿Thyran?

—Vistiéndose en algún lado, iré a buscarlo —La morena soltó mi brazo y dio un paso atrás —¡Ve preparando a la gente!

Astra se dio la vuelta y con un caminar acelerado caminó de regreso entre la gente en busca del moreno. Me permití observarla durante unos segundos, me permití desviar mi atención de Reegan y casi darle la espalda para darle sentido a lo que remolineaba de manera desordenada dentro de mi cabeza.

—Estas hermosa, Alyathy —El aire pesó en mis pulmones mientras me daba la vuelta y clavaba mis ojos sobre los suyos una vez más.
Eran nuestras primeras palabras en una semana.

—Tú también —Correspondí señalando con la mano temblorosa su figura —Te sienta muy bien este estilo.

Una de sus cejas se alzó cuando mi mirada recayó en sus abdominales aunque rápidamente me corté a mi misma y volví a alzar la mirada. Sé que puede ver la vergüenza bañar mis mejillas por completo, soy plenamente consciente de lo diminuta que me siento a su lado en este momento y que él también lo sabe, pero eso no me impide sonreír ligeramente.

Él es quien rompe la distancia primero. Da un paso al frente y toma mi mano con sutileza, la alza hasta la altura de sus labios y deja un suave beso sobre mi dorso.

—Gracias por venir —Murmura sin despegar sus ojos de mi y aún manteniendo mi mano frente a sus labios —Significa mucho para mi y para mi gente que acudas a estas celebraciones.

—No me lo perdería por nada —Aseguro rápidamente —Esto es....

Una figura se detiene a nuestro lado y rápidamente ambos le dedicamos nuestra atención.

Es una anciana, su figura encogida es algo más baja que la mía por lo que ella debe de alzar la cabeza para poder observarnos a ambos.

—¡Majestad! —La mujer sonríe emocionada.

Su gesto arrugado por el tiempo brilla con una calidez y luz especial. El brillo de sus ojos resulta risueño y la manera en la que esta mira a Reegan está cargada de fascinación.

—Hola, Merghy —Saluda Reegan, su mano desciende pero no suelta la mía. Por el contrario, sus dedos se enredan con los míos y me sostiene suavemente.

Un escalofrío me recorre la espalda y hace que me cosquille el estómago.

—¡Es una bendición de Karch que haya decidido regresar a Hibarul! ¡Usted y su familia! —Los ojos de la mujer viajan rápidamente a mi —¡Así que finalmente os habéis decidido! ¡Felicidades!

Reegan frunce divertido el ceño.

—¿Felicidades? —Cuestiona confundido.

La mujer asiente y extiende sus manos para tomar la que yo aún tengo libre. Acuna mi mano entre las suyas y sonríe mostrando sus dientes blancos mientras su mirada viaja de uno a otro.

—Por fin habéis decidido comprometeros —Abro los ojos con sorpresa y rápidamente entreabro los labios —¿Quién es esta hermosa joven? ¡Su cara me recuerda a alguien importante!

Reegan rápidamente suelta una carcajada. Yo lo miro insegura y nerviosa.

—Ella no es mi prometida —Afirma con un suave susurro —Esta es Alyathy, la humana que cruzó el bosque hace algún tiempo como símbolo del Pacto de Euphatia.

La mujer abre los ojos sorprendida y sus labios se parten dejando soltar un suspiro.

—¡Oh por Karch! —Una de sus manos me suelta y tapa sus labios avergonzada —¡Lo siento mucho! ¡Os veis tan bien juntos que pensaba en otra cosa!

Niego restándole importancia y sonrió.

—Está bien —Afirmó con tranquilidad —Igualmente no os alejáis mucho de mis intenciones.

Reegan me mira de reojo y una parte de mi no puede evitar querer huir y esconderse ante la vergüenza que me llena el sistema.
Él ríe mientras le devuelve la mirada cómplice a la anciana quien sonríe encantada.

—Si nos disculpas —Reegan tomó mi otra mano, la que antes había mantenido sujeta viaja a mi espalda y sus duros dedos rozan la parte baja de mi espalda haciéndome estremecer —El ritual va a comenzar y debo ayudar a Alyathy a colocarse.

La mujer asiente y rápidamente nos invita a marchar.

Reegan me incita a caminar hacia el centro donde Astra, Thyran y Izzel ya se encuentran en posición.

Las personas presentes se han ido agrupando en filas que conforman círculos alrededor de la hoguera, en la primera de ellos, la familia de Reegan. Solo tardamos unos segundos en llegar hasta ellos.

—¡Alyathy! —Izzel Ema recibe rapidamente con una sonrisa que llena su rostro —¡Pareces una más de los nuestros! —Sus ojos me recorren de arriba abajo emocionados —¡Estás increíble!

Sonrió para él.

—Gracias —Reegan, quien aún mantiene su brazo ligeramente  a mi alrededor me incidía que me coloqué a su izquierda, entre él e Izzel.

Observó la pira de troncos alzarse metros sobre nuestras cabezas luego desciendo la mirada al resto del lugar. Todo el mundo nos observa, lo observan a él a Reegan quien da un paso al frente y da la espalda a la pura para poder observar a su pueblo.

Su voz se alza a la vez que la música que lo llenaba todo finalmente se silencia.

—¡Hoy celebramos el regreso a nuestro hogar, la cuna de la familia Hibarul! —El gentío vitorea emocionado mientras Reegan prosigue su discurso —Esta noche nos reunimos aquí para agradecer a la Madre por proteger este lugar, por permitirnos seguir disfrutando de su riqueza tras todo este tiempo.

Izzel es quien toma mi mano y sorprendida observó como todos hacen lo mismo, dar la mano a quien esté a su lado creando una cadena infinita. Todos se conectan.

Reegan camina de regreso hasta su lugar a mi lado y extiende  su mano en mi dirección, yo la observó durante un segundo en silencio antes de enredar mis dedos con los suyos.

Su toque es cálido y la sensación que me recorre el cuerpo me hace suspirar. Al instante, siento un cosquilleo recorrerme los brazos cuando ambos hombres dejan brotar su magia y sus cuerpos se iluminan con la luz dorada de las krohemitas.

Lentamente todos nos inclinamos hasta arrodillamos en el suelo, y lentamente nos inclinamos hacia adelante hasta dejar nuestra frente pegada a la hierba que acaricia mi frente enviando cosquillas que me hacen reír.

Miró de reojo a Reegan y me encuentro su mirada fija en mi. Sus labios están extendidos en una sonrisa y con un pequeño gesto me hace observar mi propio cuerpo.

La pintura brilla. Palpita de la misma manera en la que sus marcas lo hacen.

Siento como la corriente de emoción me llena por completo y no puedo evitar apretar su mano. Este suelta una pequeña carcajada y entonces separa su mano de la mía, Izzel hace lo mismo. Observó atentamente cómo todos entierran sus dedos entre las briznas de hierba y cierran los ojos mientras enfrentan la tierra.

El lugar se llena del canto que todos susurran.

Un canto dulce que me hace enderezarme más no separo mis manos del suelo. Observó la escena con un nudo en la garganta que apenas me permite respirar.

El suelo brilla, el claro se llena de la mezcla deslumbrante de todos los presentes y de las marcas en sus pieles. Dorado, azul, verde, rojo, todos brillan mientras recitan la canción que llena mis oídos.

Algunos golpean el suelo bajo sus cuerpos, dan el ritmo que todo el mundo sigue sin perder un solo instante.

Y solo cuando yo misma empiezo a recitar las palabras que empiezo a reconocer vagamente yo también me iluminó. Es un fulgor vago, quizás inducido por la magia que me rodea por completo, pero mis manos también hacen que la hierba bajo mi cuerpo tome un hermoso color vivo y haga su camino hacia el frente, hacia la enorme pira.

Alzó mi voz acompañando el canto emocionado que crece y crece. Que me hace sentir más viva que nunca, y que acompaña el cosquilleo que cada vez escala más mi cuerpo y envía un revoltijo de emociones a mis entrañas.

Observó,con los ojos que lentamente se me llenan de lágrimas de emoción, como poco a poco los rayos de luz que nacen de cada uno de los presentes culmina en la pira y como en su interior lentamente crece una llama. Una que se alza a medida que el ritmo de las voces crece y me envuelven por completo, a medida que los latidos de mi corazón se aceleran y a medida que mis manos se hunden más y más en la tierra.

La llama se alza, escalar y trepa entre las maderas, las rodea y se hace con ellas por completo.

Siento el corazón desbocado. Mi voz se vuelve quebradiza mientras sigo el tiempo, mientras canto junto a ellos. Mientras el cosquilleo que me recorre se vuelve tan intenso que apenas puedo sentir mis dedos.

Es cuando siento como algo dentro de mí está a punto de liberarse, o de romperse por completo, que la pira estalla en llamas y la multitud estalla en un furor incontenible.

Observó a Izzel levantarse de un salto, lo escuchó celebrar junto a las personas a su alrededor, sé que Reegan también se ha incorporado pero yo soy incapaz. Estoy aún arrodillada en el suelo, observando la enorme pira arder. Sé que estoy llorando, y que la sonrisa en mis labios oculta mucho más que la emoción que me inunda por completo.

Apenas soy consciente o capaz de identificar el mar de sensaciones que me llenan por dentro cuando su figura oculta la visión de la pira.

Reegan se agacha frente a mí y tiende su mano en mi dirección. La sonrisa en sus labios oculta un tinte de preocupación y confusión.

—¿Bailarías conmigo? —Observo su mano, la piel brillante a contra luz. Mi mirada escala hasta sus ojos —¿Me darías el placer de tu compañía esta noche, Alyathy?

No estoy solo enamorada de este lado del bosque.

Tomó su mano y soy yo quien enreda nuestros dedos una vez más.

—Claro que si.




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Os dejó un pequeño fanart de ambos del capítulo de hoy 🫶🏻🤍

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