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30 CAPÍTULO


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Preparaciones ☬☆



—Que bonita y dulce estampa —Fue la estridente y repentina voz femenina la que me hizo retorcerme entre las sábanas y entreabrir los ojos —Nunca había visto a una princesa comportarse tan vulgarmente.

Cerryn y Khalyn, ambas a mis lados se despertaron seguida y fue la marcha repentina de sus siluetas lo que me hizo finalmente despertar y enderezarme sobre la cama.

Astra estaba de pie frente a mí, con su silueta enfundada en un trozo de tela aún más pequeño que la última vez que habíamos tenido que vernos.

Cuando se inclinó ligeramente para estirar su mano y apartar un mechón que se había escapado de mi trenza para llevarlo hasta mi a oreja tuve miedo de que sus pechos se escaparan de su lugar y me enfoqué en mirar únicamente su rostro.

—¿Qué hacéis en mi habitación? —Interrogué evidentemente molesta mientras retrocedía para alejarme de su toque. Mi voz aún ronca y adormecida —¿Quien os ha dado el permiso para entrar?

La mujer de piel negra se enderezó de nuevo y colocó ambas manos en su cadera, alzó suavemente los hombros y sonrió.

—Yo misma, por supuesto —Respondió con diversión —He estado esperando una semana entera a que te dignaras a salir de estas cuatro paredes pero dado que no ha sido así, he decidido entrar por mi cuenta.

Mis ojos corrieron a Cerryn y Khalyn quienes se habían quedado estáticas a unos pocos pasos de la puerta. Ambas tenían una expresión pálida y avergonzada en su rostro, como si el hecho de que Astra la hubiera pillado durmiendo fuera una falta gravísima.

—Fuera —Bufé notablemente molesta mientras me ponía en pie —Fuera de mi habitación, ahora.

La mujer me miró de arriba abajo.

—Había olvidado lo mucho que os dejáis afectar por la muerte los humanos —Apreté los dientes y mis manos se convirtieron en puños —¿Vas permanecer como un alma en pena hoy a pesar de todo lo que Reegan ha hecho para que tú puedas disfrutar de nuestra mayor celebración? ¿Realmente eres tan egoísta?

Tragué saliva y no pude evitar agachar la mirada avergonzada.

—Yo no pedí que hiciera nada por mí —Volví a levantarla mirada y mis ojos recayeron sobre los suyos.Su violeta parecía más vivo que la última vez, más claro y brillante —No le debo nada.

Una gran mentira. Le debía mi vida.

—Por desgracia, el ser solidario con los desfavorecidos es una de las grandes fallas de nuestro rey —Esta se dio la vuelta y su mirada recorrió la extensión de la habitación mientras caminaba hacia la cómoda frente a ambas —Y otra que tú tienes al parecer es la ingratitud —Se volvió a dar la vuelta y sus manos se apoyaron en la madera clara haciendo un intenso contraste junto a la luz clara del amanecer —Le debes todo. Si no hubiera sido por él y su fanatismo por ayudar a todo el mundo estarías muerta desde el momento en que te encontró en ese Bosque.

Tragué saliva y aunque quería apartar la mirada completamente avergonzada no lo hice. Mantuve mis ojos sobre los suyos, y en la ferocidad que estos desprendían.

—En este lado del Bosque no eres nada más que un mejor juguete de cristal, el cual en el momento en que dejé de ser entretenido puede ser destruido tan sencillamente como el chasquear los dedos —El sonido del gesto hizo eco dentro de mi cabeza y todos los músculos de mis cuerpo se tensaron. Una parte de mi no pudo evitar sentir terror al ver como las krohemitas de su piel comenzaban a iluminarse —Y créeme, no tengo la intención de ser la villana en tu narrativa. Sé que eres distinta a los últimos humanos que llegué a conocer.

Esta volvió a caminar en mi dirección sin embargo, cuando se detuvo a escasos centímetros de mi, yo no podía reaccionar, todo mi cuerpo estaba siendo sometido a ella. Su magia me mantenía inmóvil en mi lugar.

—Cualquier de ellos habría comenzado a llorar hace minutos —Una sonrisa casi orgullosa creció en sus labios mientras su mano tomaba mi barbilla —Ninguno se hubiera atrevido a ordenarme como tú lo has hecho y eso...—Un sonido semejante a un ronroneo se escapó de su garganta —Me fascina, querida princesita.

Su mano me soltó y con ella el control de mi cuerpo volvió a pertenecerme por completo.

Instintivamente di un paso atrás, no huyendo si no marcando una distancia.

No tenía ni idea de cuáles eran la intenciones de esta persona pero no me iba a dejar manejar a su antojo.

—¿Has venido solo para chantajearme emocionalmente? —Cuestioné aún con un tono distante y frío, mostrando los dientes a modo de amenaza —Si es así, no te servirá de nada.

La mujer rodó los ojos y se agitó las trenzas interminables que descendían por su espalda un poco más allá de sus caderas.

—Lo que estoy tratando de hacer es que abras los malditos ojos —Bufó —Si vas a vivir aquí por el resto de tu existencia es mejor que comprendas que en tu caso, tu tiempo es efímero. Aprovecha el momento maldita sea.

Mis brazos se relajaron vagamente y me fue imposible no mirarla confundida.

—¿Por qué insistes en que acuda a ese baile? —No podía comprenderlo —No te caigo bien.

Su rostro se relajó y sus hombros cayeron.

—Porque aún lo creas o no, no soy una mala persona —Con un gesto de cabeza señaló la puerta, a lo que había más allá de ella —Me preocupo por los que llamó amigos, y créeme, no sé qué pasó entre vosotros, pero Reegan lleva cuatro días pareciendo una jodida alma en pena, así que ponte un vestido, maquíllate para quitarte esa cara de muerta, y dale un puto baile.

Sin más que decir se dio la vuelta y con su contoneante caminar salió de la habitación por completo sin mirar atrás.

Yo me quedé estática en mi lugar por lo que sentí fue una eternidad.

¿Realmente él había estado tan afectado por nuestra última conversación? ¿Acaso lo había herido tan gravemente con mis palabras?

Suspiré y deslicé la mirada a ambas doncellas, aún quietas en el mismo lugar, las dos con los ojos fijos en mí.

—No sé qué hacer —Suspiré frustrada mientras daba un paso hacia atrás y me dejaba caer de nuevo sobre la cama —Oh por la Madre ¿Qué se supone que debo de hacer?

—Hacer lo que deseéis, señorita —Los ojos de Khalyn cayeron sobre los míos con la más absoluta sinceridad —No le debéis nada al rey, al menos no esta noche.

—Las decisiones de excluir a los nobles opositores de los humanos fue de su decisión —Continuó Cerryn con una dulce sonrisa —No le pedisteis nada.

—Pero lo hizo por mí —Suspiré cansada —Y sé que tengo que disculparme. En realidad, siento como si yo le debería mi presencia —Un nudo de algo que no podía describir me cerró la garganta —Y en realidad...

Cerré los ojos, solté una bocanada de aire  y con ella, en mis palabras, se escapó un sentimiento tan pesado como agradable que había estado guardando dentro de mí durante días.

—En realidad quiero ir —Mordí el interior de mis mejillas —Me muero por ver cómo son los bailes para vosotros, quiero ponerme uno de esos hermosos vestidos que arregláis para mi y dejarme peinar y maquillar.

—Señorita...—No permití que Cerryn me interrumpiera porque aún no había terminado de confesarme.

—Y lo que más quiero hacer es bailar con él —La noticia de vió de ser tal sorpresa que incluso sus respiraciones se silenciaron —Sé que es una estupidez, que debería de avergonzarme por tener estas tontas ilusiones y deseos cuando estoy comprometida pero...—Oculté mi rostro bajo mis brazos demasiado convencida de que no sería capaz de soportar las lágrimas de impotencia y vergüenza —No puedo evitar sentir la necesidad de estar cerca. —Las últimas palabras escaparon de mi como un susurro estrangulado —Lo echo de menos.

No había ni una sola mentira. Era una realidad que durante estos días había tratado de dividir con un regusto amargo. El tiempo se había hecho eterno y por primera vez desde mi llegada, el mundo a este lado del Bosque se había sentido frío y solitario incluso cuando no lo había estado.

Izzel me había visitado diariamente, Khalyn y Cerryn habían estado pegadas a mi como un molusco a las rocas, incluso Thyran se había dejado pasar aunque no había entrado realmente a la habitación.

Pero la ausencia de Reegan, una figura que de una forma u otra había estado presente durante todo el tiempo que llevaba en este lugar, había sido algo demoledor. Me había golpeado como una ola gélida e impasible.

Su cercanía me transmitía una tranquilidad que no había conocido antes, ni siquiera junto a Kessarn.

Y no quería compararlos porque no se sentía correcto pero había algo en Reegan, algo que su ser despertaba en el mío y que no podía encontrar palabras para describir, que nunca antes había sentido con Kessarn.

—¿Estáis enamorada del rey? —Fue la pregunta que Khalyn dejó caer con cierto tipo de inquietud.

No respondí. Porque no era cierto, yo no estaba enamorada de Reegan.

Pero la verdad, Kessarn cada vez se difuminaba más dentro de mi corazón, como una herida que sanaba con el tiempo y se desvanecía por completo.

Y no podía no sentirme culpable por ello. Porque lo amaba, lo había amado durante tanto tiempo que simplemente olvidarlo en tan solo unas semanas se sentía cruel. Pero yo no tenía mando sobre lo que mi corazón sentía por cada persona. Era como si ese órgano cálido y palpitante tuviera conciencia propia y yo no fuera más que una marioneta que se dejaba fácilmente controlar.

—No —Dije tras un largo e intenso minuto —No estoy enamorada de él.

Mi voz no fue un susurro confuso, ni tampoco una queja lastimera. Fue una sentencia contundente, y más que para ellas, fue para mi.

Porque no podía permitírmelo. No podía simplemente dejar todo atrás tan pronto.

Los pasos de una de las mujeres resonaron sobre el duro suelo, sentí su presencia antes de apartar el brazo de mi rostro y poder mirarla.

Era Cerryn quien me miraba con los ojos brillantes.

—Ir al baile, Alyathy —De nuevo, no pude no evitar esbozar una pequeña sonrisa al escuchar mi nombre en sus labios —Ir al baile y aunque sea pedir perdón. Aunque no lo améis, queréis al rey, lo apreciáis lo suficiente como para torturaros por este distanciamiento —Su mano se extendió frente a mi y la observé dubitativa unos cuantos segundos —Solucionar esto ahora y preocuparos del futuro después. Tenéis derecho a disfrutar, incluso durante vuestro duelo.

Mordí mis labios y suspiré.

Extendí mi mano y mis dedos se enrollaron entorno a su mano. Cerryn tiró suavemente de mi para ayudarme a sentarme de nuevo y sonrió, yo le devolví el gesto.

—Gracias —Me giré para mirar a Khalyn —Realmente, muchas gracias.

Esta última alzó los hombros y colocó ambas manos en sus caderas.

—¿Qué quiere que le digamos? —Los labios de la mujer también se ensancharon en una hermosa sonrisa —Es lo que hacen las amigas.

Cerryn cruzó la habitación corriendo y abrió las puertas del baño de par en par antes de darse la vuelta y mirarme sonriente.

—Será una larga mañana —Khalyn caminó hasta ella con el mismo gesto en la cara —Comencemos por un buen baño.

No sé cuanto tiempo exacto estuve dentro del agua, ni mucho menos cuantos aceites, sales y perfumes ambas muchachas rociaron sobre el agua, sobre mi cuerpo y sobre mi cabello. Lo único que realmente sabía es que cuando finalmente salí de la bañera desprendía un dulce y delicioso aroma a manzanas dulces o algo semejante.

Mi piel estaba más brillante y suave de lo que jamás había estado.

—Durante el Solsticio es costumbre que las hembras lleven su cabello suelto —Murmuró Cerryn mientras tomaba el cepillo del tocador y me invitaba a sentarme en mi lugar —Hay toda una etiqueta entorno a el cabello en realidad. Depende de tu peinado quieres decir una cosa u otra.

Observé la mata larga y densa de ondas rubias.

—¿Qué debería llevar yo? —Pregunté dudosa.

—Es regla general que las jóvenes comprometidas lleven su cabello semirecogido, se suelen utilizar trenzas y algunas cintas —Sus manos comenzaron a trabajar habíles con mi cabello —Las mujeres casadas lo llevan recogido en su totalidad, lo adornan con perlas y algunas joyas, las solteras lo llevan en su estado natural.

Observé el rostro dulce de la muchacha a mi espalda y luego mi propio reflejo.

Nunca me había sentido realmente cómoda con mi cabello ya que si no se trataba de una manera cuidadosa y se le dedicaba mimo solo lograba esponjarse y hacerme parecer ridícula.

Sin embargo, mientras mis dedos se enredaban en suaves bucles que modelaban la larga extensión de pelo una sonrisa fue creciendo suavemente en mis labios.

Estaba comprometida, eso era algo innegable fuera el que fuera el reino donde me encontrara.

Amaba a Kessarn, y si el destino nos hubiera sido propicio, puede que estuviera preparándome para en tan solo unas horas jurar nuestro amor frente a toda la corte.

Sin embargo, estaba en Hibarul, el territorio dahaary al otro lado del Bosque. Muy lejos de Etria, de los humanos y de él....

Mordí mis labios y una vez más busqué consejo en Cerryn. Sus ojos brillaban de un modo especial, anticipación de la fiesta que la esperaba en el pueblo y de la emoción que la recorría.

—¿Crees que podrías simplemente darle algo de forma? —Ella asintió siquiera sin pensarlo —Simplememte recoger estos mechones y apartarlos de mi rostro, dejar los rizos naturales pero bonitos.

Mis dedos arrastraron el flequillo detrás de mis orejas creando una pequeña cortina a ambos lados de mi rostro.

—¡Claro que puedo! —Anunció emocionada mientras daba un pequeño salto y se giraba para ver a Khalyn quien regresaba con un montón de tela sobre sus brazos —¡El vestido!

Yo observé la la muchacha a través del espejo.

Eran metros de gasa de un tono blanco puro, pero sin embargo, mientras los rayos del sol de medio día entraban por las grandes puertas de la terraza y ella se movía acomodándolo en la cama, podía observar los destellos dorados. Como pequeñas gotas de agua sobre organza tan fina que apenas era visible.

—Oh por el santo Karch —Murmuré mientras me enderezaba y hacia mi mirada viajar de una de ellas hasta la otra —Es hermoso pero debe de haber sido demasiado caro.

Estaba segura de que ese vestido sería lo más caro que jamás hubiera colocado sobre mi piel y eso que ni siquiera lo había visto por completo.

—En realidad, es un vestido antiguo —Explicó Khalyn desde la cama mientras seguía acomodando la tela y extendiendo los abalorios que parecían acompañarlo —La propia lady Astra me lo ha entregado hace unos instantes mientras trataba de encontrar algo que pudieras usar.

La sorpresa y miedo viajaron a través de mi a la misma velocidad.

Cerryn quien notó mi curiosidad me dio una pequeña sonrisa y dio un paso atrás permitiéndome levantarme.

Caminé rápidamente hasta los pies de la inmensa cama y observé el vestido extendido en ella.

Era revelador, mucho más de lo que nunca había pensado que sería capaz de ser un vestido que yo me pondría pero a su vez... era la pieza de tela más bella que había visto nunca.

No poseía mangas, al menos no más que unos simples trozos de gasa blanca aferrados a unos brazaletes dorados. El corpiño del vestido estaba hecho de plumas, hermosas plumas blancas con pequeños cristales que me recordaban por completo a los fénix de agua.

Una pequeña sonrisa se expandió en mis labios ante tan tonto detalle. Si hubiera estado hecho a propósito...

La falda de gasa blanca se extendía lo suficiente como para crear seguramente una pequeña cola, y desde las caderas, sobre la gasa, caían unas finas capaz de organza dorada bordada con lo que aprecían pequeñas ramas o raices. Esta era lo suficientemente transparente como para parecer casi invisible pero ahí estaba, dando un toque final realmente hermoso.

Mi mano se extendió hasta poder acariciar las hermosas plumas, suaves, reales.

—¿Realmente esa mujer me ha cedido algo así? —Khalyn asintió mientras se extendía para tomar una caja negra con algo de polvo sobre su tapa —¿Por qué haría algo así? Esto debe valer una fortuna.

—Eso no es todo —Su me tón señaló suavemente a un punto junto a la pata de la cama —Tambien me ha dado los zapatazos —Y una sonrisa enorme apareció en sus labios —Y esto...

Cuando Khalyn abrió la caja y mis ojos observaron el contenido no pude evitar que mi mandíbula cayera hasta el suelo.

No solo había un collar dorado hermoso y unos pendientes a juego, no, lo que brillaba en el centro de la caja y destacaba sobre todas las cosas era la corona creada con ramas de oro.

Mis manos la tomaron con la mayor delicadeza posible.

Nunca había visto una cosa semejante. Nunca nada tan hermoso.

Los tallados de las ramas eran tan realistas que por unos pocos segundos dudé si realmente lo que se escondía bajo el oro era madera real. Deposité la joya de nuevo en su caja y observé a las dos doncellas.

—No puedo —Aseguré mientras daba un paso atrás y empujaba suavemente la caja de joyas en dirección a Khalyn de nuevo —Es demasiado,  ni siquiera sé si realmente puedo usar una corona, aquí no soy...

—Sois igual de princesa aquí que en vuestro hogar más allá del bosque —Los ojos de Khalyn cayeron sobre los míos con una determinación abrumadora —La sangre no se diluye con la distancia, señorita.

—Pero...

La mujer negó y tomó mi mano, con un caminar lento y pausado me devolvió hasta el tocador. Me hizo sentar y se colocó a mi espalda, con un pequeño gesto indicó a Cerryn que tomara la corona que descansaba en la caja en sus manos.

La morena observó vacilante a la mayor pero cuando esta se hizo a un lado, ella sonrió y la remplazó a mi espalda.

Sus manos depositaron muy suavemente la corona sobre mi cabeza y una parte de mi, no pudo evitar que mi corazón se detuviera durante unos segundos dentro de mi pecho.

—Lady Astra conoce muy bien los deseos de su majestad —Khalyn tomó los pendientes y procedió a colocarlos en mis orejas humanas—Por eso, ha mandado estas joyas, para que las uséis con total libertad.

No dije nada mientras observaba el oro resplandeciente siendo colocado en mi cuerpo. Los pendientes, en lugar de descender hasta mi cuello, se alzaban asemejando las dos puntas características de los dahaarys con un entramado muy parecido a los bordados del vestido sobre la cama.

El collar era algo más simple, una pequeña cadena dorada con una muy pequeña esmeralda central.

Mis dedos acariciaron el metal sobre mis clavículas.

Era innegable lo bonito que era, lo resplandeciente, nuevo y caro.

Suspiré y les devolví una mirada insegura a ambas mujeres.

—No estoy segura —Khalyn dejó la caja a un lado del tocador, luego se unió a Cerryn a mi espalda —Puede que Reegan lo acepte, que Astra lo acepte, incluso Izzel y Thyran pero ¿y el resto de la corte? —Dejé caer mis hombros levemente, intimidada —¿Qué pensaran ellos de que su rey deje a una humana seguir usando el título de princesa?

—Lo que los demás piensen no debe de afectarle, señorita —Khalyn apoyó sus manos en mis hombros y me hizo enderezarme —Un consejo que me dio mi madre de niña, y que me ha servido de mucho hasta ahora, es que solo debe importarnos la opinión de esos que conocen lo que se esconde bajo nuestro pecho, el resto, nos es indiferente, pues no nos conocen.

Sonreí.

Aunque no era tan sencillo de hacer. La incertidumbre por la miradas que recubiría, el nerviosismo que se acumulaba en mi estómago como una marabunta de lobos hambrientos, el miedo a los problemas que mi egoísmo pudiera ocasionar a otros...

—Llévela —Concluyó Cerryn sonriente mientras se armaba de nuevo con su cepillo —Si no se siente cómoda siempre puede hacerla a un lado, cualquier doncella o sirviente la guardará.

Mordí mi labio inferior y observé una última vez mi reflejo en el espejo, la joya deslumbrante sobre mi cabeza.

—Está bien —Susurré sin soñar realmente decidida —Llevaré la corona, solo esta vez. Una última vez.







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