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26 CAPÍTULO



× × ×


La Última Despedida ☬☆


      Comprender sus palabras me llevó tiempo, el suficiente como para que el gesto de Reegan se encogiera en una mueca de preocupación y tuviera que agitarme ligeramente para hacerme reaccionar.

      Y cuando la información caló en mi cerebro, mi sistema estalló en pánico.

      —Mi hermano...—Fue lo único que logré articular con la voz rota y temblorosa —Nethan...él es mi...

      Las manos de Reegan tomaron esta vez mi rostro y sentí que sus ojos dorados podían ver mucho más allá.

     —Voy a encontrar a esa persona y le haré regresar a su tierra —Prometió —No va a sufrir ningún daño.

    Asentí mientras sentía mi labio inferior temblar sin control. Mis manos tomaron las suyas aún sobre mis mejillas.

     —Déjame ir —Supliqué —Déjame verlo, déjame decirle adiós.

     Reegan frunció el ceño y cerró los ojos antes de negar.

     —Puede que no sea él —Trató de disuadirme mientras toma mis manos y ponía algo más de distancia entre ambos —Y el Bosque es peligroso Alya, lo que tú encontraste en su interior no es nada comparado a la realidad. Cuando el Bosque no te acepta es mortal.

     Aquello lejos de ayudar a hacerme a la idea de que era mejor quedarme aquí hizo que los pocos nervios que aún me tenía bajo control se dispararan por completo.

     —Sé que es él —Hablé con decisión —Nadie más cruzaría, nadie sería tan estúpido como para siquiera intentarlo —Me planté erguida frente a él, no cambiaría de opinión –Voy a ir.

     Él tomó una larga inspiración y luego clavó su mirada sobre Izzel.

     —Llévala a su habitación, cierra la puerta con llave si hace falta, pero no la dejes seguirnos —Mis labios se abrieron dispuestos a protestar pero cuando intenté articular palabra ningún sonido salió de ellos.

     Horrorizada mis manos tomaron mi garganta y cuando traté de gritar de nuevo nada salió de mi.

     —No lo intentes, no podrás hablar hasta que yo lo decida —Informó Astra quien se colocó junto a Reegan —Llévala a su habitación, ya.

     Esta vez Izzel, quien aún me miraba indeciso, finalmente tomó mi brazo y comenzó a girar de mi en dirección a las escaleras.

     Quería suplicar que me soltara, y de hecho lo estaba haciendo pero él no podía oírme, y ni siquiera me miraba, había apartado sus ojos de mí, aunque yo podía ver su rostro, la mueca culpable en su cara.

     Me planté en mi lugar y tiré de mi brazo tratando de escuchar contra la sorprendente fuerza del joven príncipe a quien no podía detener de arrastrarme.

     Mi mano tomó el pomo que decoraba el inicio del pasamanos de la escalera y me tiré al suelo como una maldita niña pequeña. Mis ojos volvieron a los de Reegan y debía ser tal la desesperación en mi gesto que este se giró una vez más hacia la morena quien ahora se estaba colocando una capa de tela negra.

     —Deshazlo —Ordenó con rapidez —Devuelve su voz, ahora.

     —La tendrás gritando por horas, puede que días —Protestó esta en respuesta.

     —Astra, ahora —Definitivamente no le importaban mis gritos porque la decisión en su voz me hizo temblar, Astra lo miró con el ceño fruncido y casi molesta por el tono.

     —Por favor —Mi voz regresó en un suspiro ahogado —Por favor no pude despedirme de él —Necesitaba intentarlo, una última vez —Izzel trató de tirar de mí con suavidad, casi como si él me tuviera suplicando a mi que no tratara de pelear más —Nunca volveré a verlo, por favor...

     Y con lo que quise creer que era genuino dolor y compasión escritos en el rostro, Reegan negó una vez más.

     —Lo siento —Murmuró antes de darse la vuelta y romper nuestro contacto visual—Que no salga del palacio, Izzel.

     Sin más caminó hacia el exterior del palacio por las enormes puertas blancas, Thyran y Astra lo siguieron veloces, ambos preparados para la cabalgata hasta la frontera.

     —¡Suéltame! —Grité desesperada mientras las lágrimas caían por mis mejillas —¡Suéltame Izzel tengo que ir!

    Él tiró de nuevo de mi y esta vez no pude luchar contra la fuerza de sus brazos.

     Levantó mi cuerpo como si no pesara absolutamente nada y me cargó sobre su hombro con total confianza.

     —Alyathy mi hermano tiene razón —Su voz era casi un susurro, como si tener que retenerme de alguna manera le escoltara doloroso —El Bosque es más peligroso dE lo que piensa. No sé cómo lo viviste pero fue benevolente contigo si solo encontraste a ese libro sombra.

     —¡Es mi maldito hermano, Izzel! —Gruñí mientras golpeaba su espalda y veía los escalones pasar —¡El nunca creyó en los cuentos, él no sabe los que hay!

     —¡Ni tú tampoco por el amor de Karch! —Me soltó rápidamente cuando llegamos a lo alto de las escaleras.

     El movimiento fue tan repentino que mis pies no lograron estabilizarme y yo misma, con un traspiés perdí el equilibrio para acabar cayendo de culo sobre la gruesa alfombra del pasillo.

     Izzel se agachó enseguida con el rostro lleno de preocupación.

     —¿Estás bien? —Preguntó mientras tendía sus manos para ayudarme a levantarme.

    Entre lágrimas lo miré con un odio que no podía tratar de disimular.

     Aparté su mano de un golpe sordo y me quedé allí, sentada en el suelo con el pelo revuelto y el vestido igual de desastroso.

    —Cuando me marché mi padre tuvo que encerrarlo en su habitación porque él no dejó de pelear por mi —Sollocé mientras ocultaba mi rostro entre mis manos —Tuvieron que encerrarlo con llave porque nadie era capaz de detenerlo. Él trató de salvarme, él rogó que le dieran mi lugar.

     —Alyathy...

     No le permitiría cortarme, no cuando necesitaba liberar tanto de mi.

     —Nethan siempre me protegió. Incluso cuando éramos unos malditos críos y no tenía que hacerlo —Sorbí mi nariz y sollocé con más fuerza si acaso eso era posible —Apenas es unos minutos mayor que yo y aún así, aún cuando no tenía el deber de protegerme, siempre lo hizo. Siempre peleó por mí. Siempre me apoyó.

     Izzel se dejó caer sobre la alfombra justo frente a mí, su mano rozó vagamente la falda de mi vestido.

     —Y no tuve la oportunidad de agradecerle todo eso —Aparté las manos de mi rostro y miré directamente al chico frente a mi —No me molesté en hacerlo porque dentro de mí siempre tuve la esperanza y la estúpida idea de que volvería a verle.  Porque creí que podría decírselo después...

     Izzel agachó la mirada y pude ver la emoción viva brillar en sus ojos, en las lágrimas que se acumulaban en ellos.

     —Es él —Afirmé con toda la determinación que cabía en mi ser —Se que es él, y necesito verlo una última vez, necesito decirle lo mucho que le agradezco siempre haber cuidado de mi, y necesito que sepa que estoy bien, que puede dejar de preocuparse —Esta vez fui yo quien tomó sus manos. Izzel me miró y luego agachó la mirada a nuestras manos entrelazadas —Por favor —Supliqué una vez más —Déjame ir. Por favor,

     Él cerró los ojos y tragó saliva, yo sentí el sabor salado de las lágrimas bajar por mi garganta y revolver mi estómago.

     —Mi hermano me matará —Respondió mientras levantaba la mirada y me miraba directamente —Pero si yo estuviera en tu lugar querría que me permitieran despedirme de él una última vez.

     Solté un suspiró entrecortado y me lencé sobre él para envolverlo en un abrazo.

     —Gracias, gracias, gracias —Murmuré una y otra vez mientras lo estrujaba con fuerza contra mi —Gracias.

     Izzel rió suavemente y me recibió con la misma fuerza.

     —Vamos, necesitarás algo más cómodo que eso para montar hasta la frontera —Dijo mientras me separaba de él y con una gran agilidad se puso en pie —Si partimos ahora llegaremos casi al amanecer, pero tenemos que salir ya y rezar de que nadie lo encuentre antes que nosotros.

     Tomé la mano que me extendió y rápidamente me impulsé hasta quedar de pie.

     —Te daré algo de mi ropa, es más útil que la decenas de vestidos que te ha comprado mi hermano —Con mi mano un entre la suya me condujo hasta las escaleras d e nuevo y esta vez subimos hacia el tercer piso el cual aún no había pisado.

     Cerryn me había informado que ahí arriba estaban las estancias privadas de Reegan e Izzel, y yo había decidido que hasta que ninguno de ellos me diera permiso de subir, yo no lo haría.

     Izzel me arrastró escaleras arriba y en el único pasillo que se presentó ante nosotros aparecieron dos puertas, una a la derecha y otra a la izquierda, él nos llevó a la de la izquierda. Tras esta se abría un piso completamente nuevo y abierto. Era casi como si hubieras tomado dos habitaciones como la mia, la cual ya era intensamente espaciosa, y la hubieras sumado a otra.

    Me indicó que esperara un segundo y fue directo hacia un armario demasiado inmenso como para pertenecer a una única persona.

    —Con los años se acumula tanta ropa que a veces piensas que nunca te servirá para nada —Explicó mientras jugaba entre las perchas más profundas —Pero nunca se sabe cuando una princesa humana va a necesitar la ropa de cuando tenías cincuenta años.

     Sacó una percha de la cual colgaba una camisa negra y sonrió complacido, se giró hacia mí y la tendió en mi dirección. Debajo de la camisa, colgado de la propia percha había un pantalón del mismo color oscuro.

     —Póntelo —Señaló una puerta a nuestra derecha —Ahí está el baño, mientras te buscaré unas botas.

     Asentí sin salir aún de mi estado de asombro y nerviosismo. Caminé la corta distancia hasta el baño el cual cuando entré en el me di cuenta que era casi igual de inmenso que mi habitación. Me cambié de ropa lo más rápido que me fue posible, y una parte de mia graderío que los hombres dahaarys tuvieran el afán de dejarse el cabello largo porque tomé prestado del lavamanos una cinta de cuero con la que até mi cabello en una coleta en la parte trasera de mi cabeza.

     Cuando salí del baño Izzel se estaba colocando una camisa nueva, y los pantalones ya se los había cambiado. Todas las prendas negras.

     —Esas serán tus botas, no sé qué talla tienes exactamente pero creo que te servirán —Observé el par de zapatos a los pies de la inmensa cama que decoraba el centro de la estancia.

     Me apresuré a colocármelas, y aunque me apretaba ligeramente, no dije nada. No iba a perder el tiempo en ponerme cómoda.

     —¿Lista? —Preguntó mientras él también ataba su largo cabello cobrizo con una de las tiras de cuero.

    Asentí.

    Ambos nos lanzamos hacia el pasillo de nuevo, para cuando llegamos al inicio de las escaleras en el gran recibidor Khalyn y Cerryn ya estaban allí. La más joven de las dos con los ojos ligeramente llorosos y los dedos entre sus labios mordiendo nerviosamente sus uñas.

    —No deberíais ir —Protestó la mayor de las dos —Debéis esperar al regreso del rey, el sabrá manejar la situación.

     Las manos de Khalyn tomaron las mías y pude ver la súplica en sus ojos. Y quizás tuviera razón, seguramente el Bosque era más peligroso de lo que yo quisiera llegar a imaginar pero no podía quedarme quieta.

    No sabía si quizás era mi última oportunidad para ver a mi hermano.

    —Volveré —Prometí con decisión —Pero no puedo obedecer, no esta vez.

     Sin detenerme a escuchar una nueva súplica de su parte y un sollozo ahogado de Cerryn solté sus manos y me di la vuelta para caminar a toda prisa hacia el patio. Las puertas ya estaban abiertas por lo que en cuanto me asomé a las escaleras de mármol blanco pude ver los dos animales preparados.

     —No podremos detenernos ni un solo instante si queremos alcanzarlos —Izzel alzó en sus manos dos inmensas botas de agua —Mantenlo junto a ti todo el tiempo, no podremos parar a rellenarlas.

     Tendió una en mi dirección y yo la tomé, mientras bajaba los escalones crucé la cerré sobre mi torso y la aseguré en su lugar.

     —¡Esperad! —Cerryn fue quien salió corriendo hacia nosotros bajando las escaleras a toda prisa con una prenda entre sus manos —¡Príncipe! ¡Señorita!

     Llegó hasta mi justo cuando finalmente había subido sobre mi animal y me afianzaba a las riendas.

     Cerryn extendió la prenda en mi dirección y el corazón se me derritió dentro del pecho al darme cuenta de que era la chaqueta de Nethan, la que mi padre me había dado como último regalo por parte de mi hermano.

     La tomé entre mis manos.

     —Gracias —Murmuré hacia la adolescente mientras hundía mis brazos en las mangas y la colocaba sobre mis hombros —Gracias de verdad.

    Ella sintió con una sonrisa nerviosa y temblorosa.

     Khalyn la alcanzó y la hizo retroceder justo cuando Izzel y yo dimos la orden a nuestros animales de avanzar. Las puertas del palacio se abrieron para nosotros y sin mirar atrás, galope en ayuda de mi hermano.

     Para cuando finalmente la primera línea de árboles del Bosque apareció frente a nosotros el amanecer amenazaba con despuntar sobre ella.

    Todo mi cuerpo gritaba de dolor y juraría que podía sentir mi corazón palpitar más en mi garganta que en mi pecho. Los caballos, a juzgar por sus respiraciones y casi a trompicones, no debían de estar mejor que nosotros.

    Izzel quien iba al frente por tan solo un par de metros, desmontó de su animal mientras daba un sorbo a su bota, cuando sus pies tocaron el suelo rodeó al animal y dejó que el líquido cristalino cayera sobre el hocico de este quien rápidamente buscó el alivio en ella.

    —Puedo tratar de comunicarme con el Bosque —Murmuró con la voz ronca y agitada.

    La bota dejó caer unas últimas gotas y él sin esperar a que esta cayera al suelo dejó caer también el objeto, acto seguido y rápido como a mi me era imposible moverme por el dolor de haber estado montando durante horas, colocó su mano sobre la certeza de uno de los árboles más cercanos.

    Las krohemitas comenzaron a brillar intensamente bajo el brillo perpetuo de sus brazaletes.

     —No deben de estar muy lejos —Murmuré mientras tragaba lo último de mi propia bota de agua. Limpié mis labios con la manga de la chaqueta de Nethan —¿Puedes rastrear mientras nos movemos?

    Mi mano se asegura sobre la daga que cuelga de mi cintura, esa que el mismo Reegan se había encargado de darme en su momento y que alguna de mis doncellas se había encargado de guardar en uno de los bolsillos de la chaqueta.

    La última vez no me había servido de mucho y rogaba para que ahora no tuviera que usarlo pero mejor algo que nada.
Izzel se tomó unos segundos más. Con el ceño fruncido hizo que la madera bajo su toque se retorciera y un crujido, semejante al de los huesos rompiéndose, salió del árbol antes de que él se separara y me mirara sonriente.

    —Hacia el norte —Señaló.

    Yo sonreí orgullosa aunque sin dejar el nerviosismo de lado y me lancé una vez más hacia el interior del Bosque.

    No me importaba ir casi a ciegas, la luna apenas iluminaba el camino entre la maleza y las frondosas copas de los árboles, sin embargo, Izzel no había dejado que su magia se apagara y el destello de sus runas doradas lograba ayudarme a acertar en mis pasos. Sin embargo, aúna sí mantuve mis manos extendidas frente a mi y estas me ayudaban a esquivar ramas las cuales me pasaban desapercibida mientras casi corría entre los enzarzados caminos.

    Cuando dejamos de escuchar el sonido de los caballos a nuestra espalda algo más llenó el silencio, algo que me hizo detenerme un segundo haciendo que Izzel quien caminaba a mi espalda, se chocara conmigo.

    —¿Alyathy? ¿Has visto algo? —No contesté a sus preguntas mientras trataba de poner atención a  aquel pequeño sonido.

     Era casi como un tintineo que rápidamente identifiqué como algo que solo yo podía escuchar. Era aquella extraña melodía que ya conocía, en una tonalidad mucho más baja y casi lúgubre, con un compás mucho más rápido sin embargo.

     Un escalofrió me recorrió la espalda ante aquella sensación y sin dudarlo ni un segundo seguí el sonido que nos hizo girar hacia la derecha.

    —¡Alyathy! —Ignoró los llamados confusos de Izzel quien me sigue apresurado.

     Me enfoco únicamente en esa melodía y en cómo con cada paso o traspiés esta se intensifica brutalmente mientras nos adentramos más y más en la penumbra del Bosque.

     La oscuridad es tanta y tan intensa que las krohemitas de Izzel apenas logran iluminar nada, pero eso no me define.
Aquella sensación ya me había conducido hacia Reegan una vez, quería confiar que ahora era igual.

     Pasaron unos cuantos minutos en los que simplemente seguimos avanzando cuando esta vez fue Izzel quien se detuvo. Lo miré atentamente mientras esta vez se agachaba y hundía sus manos en la tierra.

     Un olor y regusto metálicos me indicaron que no estábamos realmente lejos de la frontera sobrenatural que albergaba este lugar.

     —El rastro de mi hermano se ha desviado pero puedo sentir a alguien más —Su ceño se frunció y algo sombrío recorrió su rostro cuando alzó la mirada en midnirección —No deberíamos seguir por aquí, de reíamos seguir el rastro de mi hermano y...

     —¿Qué mierdas hacéis vosotros dos aquí? —Ambos nos dimos la vuelta inmediatamente cuando una voz conocida rugió entre la oscuridad.

    Los ojos negros de Thalor cayeron sobre mi figura auqnue rápidamente viajaron a Izzel.

     —¿Lo habéis encontrado? ¿Al humano? —Cuestioné rápidamente mientras daba un paso en su dirección.

     La atención del lord volvió a mi y no me pasó la mezcla de desagrado y sorpresa escrita en sus facciones pero no tenía tiempo para tratar de demostrarle que yo no era el monstruo que creía.

    La melodía estaba alzándose en mi interior y sus notas gritaban que debía darme prisa.

    El rubio arrastró una de sus manos por su rostro y la otra, la que brillaba con sutileza pero ayudaba a iluminar el espacio, se aferró a la empuñadura del arma en su cintura.

     —Aún no, esa sabandija es realmente estúpida si cree que puede esconderse por más tiempo —Una sonrisa maliciosa llenó sus labios —Por desgracia Reegan ha dado órdenes estrictas de atraparlo con vida.

     Mi mirada viajó esta vez tras él. Al contrario que Reegan quien había partido con al menos una docena de hombres, Thalor estaba completamente solo. Este pareció notar mi curiosidad ante el tema porque rápidamente volvió a hablar.

    —No os sorprendáis, niña —Hizo especial enfásis en esa última palabra haciéndome tensar la mandíbula —Alguien como yo no necesita un puñado de guardias para que cuiden su espalda.

    Ignoré por completo su estúpido alarde y miré a Izzel quien me devolvió la mirada al instante.

     —Debemos seguir, necesito encontrarlo primero —Traté de volver a ponerme en marcha pero no llegué ni siquiera a dar un paso antes de que la mano del rubio tirara de mi deteniéndome por completo.

     —¿A dónde crees que vas? ¿Acaso estás loca? —Había mucho más horror y molestia en su rostro que sorpresa esta vez —El Bosque no es un jardín por el cual pasear a tus anchas.

    Molesta tiré de mi brazo para deshacerme de su agarre y estaba apunto de gritar algo sobre que se metiera en sus propios asuntos cuando las palabras murieron en mi garganta en cuanto lo vi.

    Apenas pude percibirlo por el rabillo del ojo, una silueta corriendo despavorida. Una figura muy pequeña, la de un niño.

    Thalor miró sobre si misma hacia el punto donde yo miraba fijamente y frunció el ceño con confusión.

    Lo miré y luego a Izzel, los dos estaban quietos, expectantes de que lo que había llamado mi atención volviera a ocurrir, y en efecto, lo hizo.

     Esta vez unos metros más adelante de nuevo la figura se lanzó entre la maleza y esta vez le acompañó un sollozo infantil que me hizo temblar.

    Una sensación agridulce se implantó en mi garganta porque aunque afortunadamente no era Nethan quien se había aventurado al Bosque era una pequeño niño que debía de estar siendo presa del más profundo de los pánicos al verse perseguido por criaturas inmortales.

     No lo pensé dos veces. Los hombres que dejé atrás gritaron en cuanto notaron mi figura comenzar a correr tras el pequeño, no escuché sus peticiones de que me detuviera.

     Sin importarme si ambos me seguían o no me enfoqué en seguir al pequeño que, aunque era rápido no lograba salir de mi rango de visión.

     Este se deslizó por una pequeña pendiente que yo no vi y pude sentir el escozor en las palmas de mis manos cuando trastabillé y caí por ella arrastrándome a lo largo de unos metros.

    La intensidad de la oscuridad aumenta cuando la figura se adentra en lo que parece una cueva, una que podría albergar cualquier tipo de bestia por lo que no dudó en gritar en su dirección.

     —¡Soy la princesa de Etria! —Exclamo desesperada —¡Soy humana! ¡No entres ahí! ¡Soy humana!

      La figura del pequeño se detiene en la entrada de la cueva, pero por culpa de la oscuridad, cuando se gira no pude ver su rostro, solo la tonalidad clara de su piel.

     —Está bien —Murmuré con la voz entrecortada por culpa de mi torpe respiración —Soy como tú, por favor vuelve aquí, es peligroso entrar ahí.

     Dí dos pequeños pasos acercándome a él, tratando de no asustarlo.

     —¡Estúpida, detente! —La figura y voz de Thalor aparecieron a mi espalda en lo alto de la pendiente. Me di la vuelta para mirarlo y el horror llenaba cada una de sus facciones —¡Eso no es un niño! ¡Aléjate, ahora!

     Cuando me giré de nuevo para encarar al niño, el brillo que emana ahora Thalor de todo su cuerpo me permitió ver lo que me hizo querer gritar.

     Mi cuerpo se congeló y el grito de horror murió en mi garganta mientras mis ojos observan a la bestia frente a mi.

     No había ningún niño, no, en su lugar algo que se asemeja a uno está de pie frente a mí, su boca era antinaturalmente grande y llena de afilados dientes de un color amarillento, casi como si se estuvieran pudriendo. Su piel no era pálida, era de un color grisáceo casi como si en realidad lo que sea que fuera estuviera muerto, y sus ojos. Dios. Eran dos pozos vacíos, no había ojos, solo cuencas vacías.

     Di un paso hacia atrás pero no fue lo suficientemente rápido, en cuanto me moví, esa cosa se lanzó en mi dirección.

     Cerré los ojos esperando el golpe mortal de la garras que salían de sus extremidades pero en su lugar solo sentí como un peso muerto empujarme y luego caer sobre mi haciendo que cualquier rastro de oxígeno en mis pulmones desapareciera. Mi cabeza golpeó con fuerza el suelo y mi visión se llenó de pequeños puntos negros.

     —¡Cerrad los ojos, ya! —Hago lo que logró percibir del rugido que Thalor suelta antes de que la noche se vuelva día gracias a su magia.

     Por lo que me parecen unos segundos interminables puedo percibir el ardor de la luz que desprende llenar el lugar y mis oídos captan un grito agónico tan agudo que me hacen llevar ambas manos a mis oídos para tratar de disminuir su intensidad.

     Cuando este cesó, también lo hace gradualmente la luz hasta que ya no soy capaz de notarla a través de mis párpados cerrados.

    Cuando alejó mis manos de mis oídos esta vez no es un grito lo que me hace reaccionar, es el sonido de la sangre brotando a borbotones y una respiración entrecortada.

    Abro los ojos y lo veo, el cuerpo que me cubre y el cual se sacude con cada intento de respirar que hace.

    Al principio mi única reacción es empujarlo pero entonces lo noto, el emblema grabado en la manga de su camisa rota y sucia, mi cuerpo se detiene y entra en shock,mis ojos viajarán hasta la cabeza y el corazón se me detiene dentro del pecho.

     El mundo se detiene por un segundo mientras mis brazos se extienden para tomar sus mejillas y poder girar su cara para poder observarlo correctamente.

      Es la figura de Thalor la que desciende rápidamente y me ayuda a apartar el cuerpo de mi, sin embargo cuando trata de ayudarme a ponerme en pie yo no le dejo, en su lugar mis manos se aferran a las del hombre que se está desangrando en el suelo.

     —No, no, no, no —Murmruo mientras soy incapaz de concebir lo que estoy viendo, la sangre que cada segundo empapa más mis manos —No, no no, no.

    —¡Thalor! —Puedo percibir vagamente la voz de Reegan el sonido de él y sus hombres llegar hasta lo alto de la pendiente —¿Qué narices es...

    La voz del rey muere cuando sus ojos se encuentran con los míos.

     —¡Sálvalo! —Suplico mientras colocó mis manos sobre la fuente de sagre que brota del pecho de mi padre —¡SÁLVALO!

     Las lágrimas descienden por mi rostro sin control mientras agachó la mirada hacia el hombre que me dio la vida. Está tumbado sobre su espalda, la sangre que brota de su pecho es tanta que ya no queda rincón de su camisa que sea de color blanco, y sus ojos...Sus ojos solo me miran a mi.

      —Oh dios —Sollozo mientras hago más presión sobre su pecho —¡REEGAN!

      Los ojos llenos de lágrimas de mi padre toman un cálido brillo mientras sus labios, también manchados de la sangre que brota de su garganta, sonríen para mi.

      —Mi niña... —Su mano se alza temblorosa hasta posarse en mi mejilla.

      Niego suavemente mientras vuelvo a alzar la mirada a mi espalda, Reegan está descendiendo la pendiente a toda prisa, sus ojos dorados brillando como nunca antes al igual que la a krohemitas en su piel.

     —Te he encontrado...—La voz de mi padre no es más que un quejido atragantado —Lo he hecho...

     Sorbo mi nariz mientras muevo mis manos para tratar de abarcar la mayor cantidad de espacio posible para taponar, pero es imposible, hay tanta sangre, el destrozo es tan horrible que no hay manera.

     Observó con horror como su piel ha perdido cualquier tipo de color en tan solo segundos.

     —Estás bien —Murmuro entre llantos —Vas a estar bien.

     Me doy la vuelta de nuevo y esta vez Thalor está frente a Reegan, están murmurando algo y puedo ver la duda en los ojos del rey, puedo ver cómo sea lo que sea que le está diciendo el rubio es algo que lo ha obligado a detenerse.

      —Por favor —Suplico en un hilo de voz.

     Necesito que lo salve, incluso si ha roto un pacto de paz de centenares de años.
 
      —Le prometí que te llevaría a casa...—El corazón se me destroza cuando los ojos de mi padre caen sobre el medallón que cuelga de mi cuello —Te quiero Alya...Te he querido... desde que supe que... existías.

     Apenas puedo entender sus palabras, apenas puede hablar sin atragantarse con su propia sangre.

      —Yo también te quiero —Murmuró mientras siento el sabor salado de las lágrimas adentrarse en mi garganta –Por favor, no digas nada. Solo aguanta un poco, por favor.

     —¡Es una locura! —Escucho a Thalor protestar —¡Estás rompiendo tus propias leyes!

     Segundos después, Reegan está frente a mí, arrodillado frente a mi padre.

     Sus ojos se dirigen rápidamente al baño de sangre en su pecho y sin dudarlo ni un segundo coloca sus manos sobre las mías, me apartó rápidamente y entonces él se ilumina por completo.

     El brillo de sus krohemitas es tan intenso que me obligan a colocar una mano sobre mis ojos para no quedarme ciega. Las espirales se esparcen por su piel hasta alcanzar su rostro incluso, se remueven con fuerza y el flujo de magia es tan rápido e intenso que estoy segura de que esto debe ser incluso doloroso para él. Sin embargo, no se detiene.

     Durante por lo menos un minuto él lanza toda su magia hacia el cuerpo de mi padre, pero por alguna razón esta no parece estar haciendo nada y la sangre sigue brotando sin control.

      Reegan se deja caer sobre su talones con la respiración acelerada y la mirada perdida, Izzel se coloca rápidamente a su espalda e impide que este se desmaye en su lugar.

     Sé que no va haber otro intento, que si no ha logrado salvarlo en este momento nada lo va a hacer.

      Mi mirada vuelve a recaer sobre mi padre y aún con todo lo que acaba de pasar, él solo me mira a mi. Mi rostro se encoge y me agachó sobre él, mis brazos lo rodean y sollozo con fuerza mientras una de mis manos toma la suya.

      Él había venido a buscarme, había atravesado la frontera por mi.

     —No te abandoné...—Levanté vagamente la cabeza y aunque sus ojos estaban fijos en mí, él no podía verme.

     Sonrió ligeramente en una mueca completamente ensayada tratando de mantenerme fuerte, no quiero que su último recuerdo sea de mi llorando. No quiero que se vaya sintiéndose destrozado.

     —Cuidé de ellos, mi amor —Confundida por sus palabras dejé que su mano, débil y temblorosa se posara sobre mi mejilla —Hice lo que prometí.

     Y pude entenderlo, en el brillo anhelante de sus ojos, en el amor que albergaba su mirada. Él estaba lejos de ver a su hija, quien se reflejaba en su mirada no era yo, era mi madre.

     El nudo en mi garganta se intensificó y estrechó tanto que apenas podía respirar. Aún así, mi mano acarició de la misma manera su rostro y limpié el rastro de lágrimas en el, aunque en su lugar quedó impregnado el rastro de su propia sangre.

     —Gracias —Murmuré con un hilo de voz mientras volvía a agacharme contra él y juntaba nuestra frentes —Gracias por todo.

     Su mano se deslizó hasta caer inerte en el suelo, y cuando mis manos se posaron de nuevo sobre su pecho, ya no había ningún tipo de latido bajo sus costillas.

     La melodía que había resonado con fuerza en mi cabeza se fue apagando progresivamente hasta que no hubo más que silencio.

     Lloré sobre el cuerpo muerto de mi padre mientras los primeros rayos de sol nos alcanzaban. Grité con toda la fuerza, frustración y dolor que el nudo de mi garganta libero cuando la realidad se posó sobre mi como un bloque de cemento. Era un peso aplastante que no me permitía respirar.

     Unos brazos me tomaron con cuidado y me apartaron de mi padre con suavidad. No peleé cuando los labios de Reegan se acercaron a mi oído y comenzó a susurrar algo que no podía entender, algo semejante a un canto en la lengua antigua.

     Mis ojos no podía apartarse de mi padre, de su cuerpo destrozado, de su rostro sonriente y los ojos que solo miraban perdidos al cielo.

      —Está bien —Murmuró Reegan una vez más antes de que mi cuerpo se viera vencido por la situación y mi cabeza comenzará a dejar de ser consciente de la realidad —Te tengo, puedes descansar.

     El sueño y el dolor se hicieron presentes cuando Reegan se levantó cargando mi cuerpo en sus brazos, este volvió a susurrar algo en mi oído antes de que yo cerrara los ojos y dejara la realidad atrás.

     Fuera lo que fuera que pasara después, yo solo deseaba una sola cosa.

     Quería volver a casa.






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