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Todo era parte de una estrategia como en la guerra.


Incluso el más mínimo grito en esa pequeña isla, podía llegar lo más lejos posible si no se tenía el debido cuidado. 


Eunomia era tan pequeña como tan grande, dependiendo el contexto y de la persona, si eran los chismes, incluso la gran frontera de roca qué era la montaña Wisteria, no servía de gran ayuda. 


Así que había que tener cuidado con la información, incluso la buena, la mala y la falsa por lo lejos que podía llegar en apenas unas horas y como en toda buena guerra, la comunicación y los mensajes que se debían dar al enemigo era una ventaja muy grande si se sabía utilizar. 


— ¡Es un demonio asqueroso! — Decía con furia Kamado Tanjiro — Nezuko, es que cuando lo vea...


— Hermano, no creo que sea correcto que te lances a golpear a una persona como el General del norte — Comentó la menor un poco preocupada. 


— ¡Pero...



— ¡Vaya! Esto si que es extraño — Una voz hizo que pusieran rectos los hermanos Kamado y saludaran a sus superiores — ¿No lo crees, Capitán? No es común de ver a Tanjiro furioso. 


La líder de grupo Makomo estaba al lado del Capitán Urokodaki Sabito, los Kamado estaba regresando de sus guardias nocturnas por la frontera de piedra cuando los superiores se aparecieron en los muros del fuerte de las olas. 


— Si algo ha sacado de los cabales al amable Tanjiro, creo que merece ser mencionado — Aseguró el jefe con una pequeña sonrisa. 


— ¡El General Shinazugawa! — se quejó el joven cadete. 


Aquello hizo hasta gruñir con fastidio a los dos superiores, incluso el Jefe podía sentir un dolor de cabeza venir quitando su sonrisa por completo. Todavía andaba una fiebre de furia por su anterior encuentro con su nemesis, ahora había una queja de uno de los tantos que le traía noticias del norte. 


Si algo estaba seguro en esta vida el capitán, es que todo lo referente a Shinazugawa Sanemi no debía ser algo bueno. Aunque, Makomo siempre insistía qué también era parte su culpa, los dos eran como perros y gatos. No se podían ni ver en pintura y si uno comenzaba algo, el otro lo seguia para continuarlo en una infinita discordia entre ellos. 


— No lo va a creer capitán — Aseguró el chico — Estaba con mi hermana como siempre haciendo nuestras guardias, cuando escuchamos algo inusual por la frontera. 


Eso llamó la atención de inmediato de los superiores, algo fuera de lo normal en la frontera era un asunto de mucha importancia. 


— Si, si — Continuó la joven Nezuko — Es normal que nos encontremos con el cadete Shinazugawa y su superior Yamada que hacen siempre las mismas rondas qué nosotros. Pero estaba vez, escuchamos chillidos y regaños, eran de el superior Murata y el nuevo que les causa problemas. 


Solo había otra persona que le causaba tantos problemas al general como lo hacía el capitán y ese debía ser nadie más y nadie menos que el nieto del antiguo General Agatsuma. 


— Me agrada el rubio, siempre abre su boca demás — Comentó la Líder Makomo con una sonrisa, un error del norte, era una ganancia del sur. — ¿Por qué estaba chillando de nuevo esta vez? 


— Shinazugawa ha perdido toda su decencia como Líder supremo de su fuerte con ese niño. 


Negó Sabito, él tenía un honor fuerte y ver que su enemigo qué por tanto tiempo ha sido su máximo dolor cometer errores era una decepción. 


— Normalmente nunca estoy de acuerdo con Zenitsu, pero esta vez tenía todo su derecho de esas quejas — Continuó Tanjiro con molestia. 


— ¿Cómo ese monstruo puede herir a un omega de ese modo? — Comentó Horrorizada Nezuko. — Al parecer tiene todo la noche torturandolo, qué solo se escuchan gritos de dolor y desesperación en su lado, ni siquiera el señor Muruta pudo negar eso. 


No había que ser ajeno a la situación para no sentir ningún tipo de rabia e impotencia, era una sensación que era casi claustrofobiaca al sentirse atrapado y no poder hacer nada al respecto ante tal injusticia. 


La Líder Makomo se llevó sus manos a su boca con una expresión llena de horror, mientras que Sabito solo apretó su puño pero había algo más que horror en su expresión, había cierta incredulidad. No dudaba de las palabras de sus cadetes, los Kamado eran jóvenes cadetes, su juventud y a veces gran ingenuidad les llevaba a ser terriblemente honestos; debido a eso eran enviados a las rondas de la frontera todo lo que veían y oían del lado norte llegaba a sus oídos, no podían ser influenciados para cambiar los hechos por sus enemigos. 


Sus palabras nunca fallaban y tenían la suerte de ser uno de los pocos que lograban sacar palabras de los soldados de la luna, en especial de Shinazugawa Genya, el hermano menor del general. 


Sin embargo, aunque todo eso apuntaba a ser una verdad. Había algo que no terminaba de cuadrar para él, no había llegado a ser Capitán de todo un batallón solo por su sangre, en el sur no era como los estirados del norte qué se que tenian una madilta jerarquía de nepotismo, en el sur uno tenía que demostrar su valía para llegar a cualquier lugar. Así que después de más 15 años conociendo y enfrentándose a Shinazugawa Sanemi, uno de los pocos hombres del norte qué tenía su reconocimiento, no podía creer que estuviera haciendo algo como eso. 


Shinazugawa podía ser toda la mierda y una piedrita en su zapato qué a veces le causaba más dolor qué respeto, se las había ingeniado para llegar tan lejos en su fuerte incluso con alfas, betas e incluso omegas de sangre más pura qué de la de el por algo, tenía el respeto de sus hombres por tener un gran control incluso en las situaciones más tensas. ¿Qué estuviera golpeando a un omega no tenía sentido para él? 


¿Quién era esa omega? 


Si esa era la pregunta correcta, tal vez se estaba centrado demasiado en la parte incorrecta. No cualquier omega y menos uno si una luna o un sol podría ser dado a alguien de un rango tan alto, menos en Stella. 


No lo había podido ver de cerca, pero incluso de lejos era una belleza, todos comentaban eso, nadie se enojaría tener a un omega hermoso a su lado; incluso al ser un omega masculino qué era problematico ya qué resultaban ser tan poco fértiles qué la mayoría terminaba en casa de placer, este era lo suficientemente bonito para tenerlo al menos de segundo consorte o tercero. ¿Tal vez Shinazugawa lo consideraba una ofensa por su vientre infértil? Era un hecho posible, los del norte no aceptaban más de una pareja. 


Sabito consideraba eso estupido, podrían surgir situaciones como esas. Por eso mucho de los omegas masculinos de los del norte terminaban en el ejército o casas de placer debido a su inutilidad para la procreación, esos pobres omegas en sitios que jamás debian pisar, siendo obligados por los salvajes del norte. 


Pero aun así seguí sin tener sentido para él, sabía que el General apreciaba mucho a su hermano menor que sería el sucesor de su casa y si tenía suerte y el talento de su hermano también el fuerte del Viento. Ahí no había problemas, no atacaría por tan poco a un omega. 


¿Por qué lo estaba haciendo? ¿Era acaso un problema para él? 


Necesitaba saberlo, una debilidad de su enemigo era una oportunidad y más en tiempos tan difíciles. 


Sabito necesitaba saber todo lo que podía de ese omega, si podía tenerlo en sus manos para descrubir los más oscuros secretos de su Nemesis mejor y no temería en volver su herramienta para el éxito a esa cara bonita. 



— Así que ¿Qué ha pasado en el norte para que existan unos cambios tan extraño? — Comentó más tarde desde la muralla principal del fuerte. 


— El General nunca ha sido de ataques indirecto, siempre ha preferido ataques directos y contundentes — Dijo Makomo también, ella también debió notar algo extraño en todo eso — Algo le hizo cambiar. 


— O alguien — Aseguró el jefe mientras veía a lo lejos las pequeñas manchas plateadas de Luz. 



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"Enamorarse no es cuestión de simple magia, sino de la mente. Una vez que conozcas la mente de tu objetivo, y que traces la estrategia consecuente, estarás en mejores condiciones para lanzar sobre ellos un hechizo «mágico». No debes ver el amor como algo puro y hermoso, sino como una guerra, en la cual todo se vale" - Mitsuri Kanroji, Capítulo uno. 


Giyuu gruñó al despertarse al sentir sus músculos arder por todo el esfuerzo de su "actuación" tal vez demasiado realista, aunque había sido el quién lo había exigido así. Si quedaba una marca que no podía ser borrada con facilidad, cuando estuviera del otro lado no dudarían ni un segundo. 


Todo era parte de la estrategia, cada sonrisa era una un movimiento, cada lagrimas era una táctica en esa guerra qué pensaba ganar. Él no era un actor consumado, así que tenía que tomar técnicas más contraproducentes para sacar reacciones qué sea reales. 


Vio su aspecto en el espejo, tenía su labio cortado, su mejilla hinchada entre morada y azul, marcas de manos al rededor de su cuello como si fueran el collar de perlas de mayor valor. Incluso la gargantilla de encaje blanco no lo tapaban bien, podría decirse que las resaltaban aun más. No llevaba ropa muy diferente al día anterior, sino con más detalles de encaje de manera sencilla, una chaquetilla de color azul claro y un sombrero a juego. 


Como si quisiera ocultar sus marcas por vergüenza, aun así era imposible. Incluso si pensaban que eran marcas falsas se darian cuenta de la realidad si tratarán de limpiarlas. 


 Unos niños como Genya o Zenitsu, de ojos muy amables para ser soldados podrían ser engañados con facilidad, por el contrario el Capitán era un Hombre y su enemigo, subestimarlo sería un error garrafal qué no podía darse el lujo de cometer, era extremista; Pero, tenía que pensar que no iba contra cualquier persona, iba contra a alguien que había visto heridas del campo de batalla o entrenamientos de por vida, ir a lo básico era sabotearse a si mismo. 


Tendría que tomar su corazón en sus manos y apretarlo con fuerza para logar su cometido.


Para lograrlo tendría que seducirlo y si algo había aprendido del libro de la señorita Kanroji era algo importante para empezar la seducción y era que al igual que la guerra, estudiar al enemigo, el terreno donde se cometería la batalla y a uno mismo; de esa manera elegir la manera más eficaz para acabar con su adversario. 


O algo así había dicho también el general qué también se había leído libro, Giyuu no era un experto en eso, pero si dos personas tan importantes que habían llegado tan lejos decían eso, debía ser verdad. 


El terreno lo conocía, bueno lo que podía. Muchas cosas del sur seguían siendo un enigma para las personas del norte como viceversa. Así que daría por hecho que sería la frontera donde ocurriría todo. 


Segundo era su enemigo, ¿Quién era el hombre que iba a seducir? 


No era era nadie más y nada menos que uno de los 4 Capitanes en jefe del ejército de Bellum, encargando de la máxima línea de conflicto de toda Eunomia qué era la gran Bahía de las Tormentas, Jefe naval de toda la flota del reino del Sol, había sido tan sorprendente qué como dictaba la tradición el antiguo Capitán adoptó al joven que había sido un huérfano de barrios bajos y se convirtió en su sucesor. 


Joven y guapo, probablemente no debía pasar de los 35. 


Eso pensó el omega esa tarde de otoño mientras caminaba bajo la sombrilla qué sostenía un beta rubio, su nombre era Zenitsu, a su lado estaba Genya, el joven Shinazugawa había rogado por dos horas seguidas al general para sacarlo de su habitación o de la oficina de su hermano donde era "torturado". Estaban en un paseo, el joven alfa trataba de compensar todo lo que había hecho su hermano mostrándole la bahía y la orilla del mar casi después del medio día. 


Era una vista maravillosa, la arena blanca y húmeda qué desaparecía cuando las olas del mar cuando chocaban creando espuma en las aguas azules de distintas tonalidades mientras más se alejaban de la orilla. 


— Entonces Eris viendo toda la destrucción y división qué había formado en Eunomia a la llegada de los dos dioses celestiales, decidido bajar en forma de una gran tormenta y mirar con detenimiento para alimentarse con todo el caos qué ahora expedía estas tierras — Explicaba Zenitsu con una gran sonrisa y sus mejillas sonrojadas — Su morada siempre ha sido la bahía, qué ha es constantemente azotada por Tormentas gracias a su presencia. 


Genya a su lado estaba callado, temblando como si quisiera decir algo, pero se contenía. Debía ser la cadena qué sostenía en sus manos qué le conectaba a los grilletes qué reposaban sus dos manos. 


— Entonces hay tres dioses en la isla — fingió no saber la historia y solo asintió — Pero tengo una semana aquí y no habido ni una tormenta. 


— Son impredecibles, a veces pueden pasar meses sin unas, otra no puede pasar ni un día sin una — Explicó el Beta con seguridad — Llegaste en excelente clima, Gii-Chan. Así puedes ver la hermosura de la bahía. 


— Vaya qué si. 


Su ojo se había puesto peor, menos hinchado y más morado y verde casi desgarrador ver su rostro con una herida así. Aun así lo trababa de ocultar torpemente con su cabello qué no servía de mucho. 


Movió sus pies en la arena, suave; Sin saber exactamente que hacer mientras esperaba. Esa era la tercera vez en la semana que se acercaba a la frontera, la primera vez fue cuando casi se ahoga, la segunda en una donde recorrió el territorio con el General, atado con una cuerda a su caballo mientras caminaba. Habían esperado que el capitán pasara por las mismas zonas que pasaron para poder estar más presente en toda la situación y esa era la tercera, era natural que no lo encontrará en todos y era más natural así. 


— Gillian... Yo — Genya estaba nervioso, no dejaba de verle, más sus heridas. 


Sentía un poco de lastima por el joven, pero era mejor de esa manera. Algún día se enteraría lo que estaba sucediendo, todavía no iba a ser capaz de comprender. 



— Mi hermano... 


— Es una escoria de Alfa— completo Zenitsu sin pena alguna. 


— ¡TU! ¡RATA DEL DEMONIO! — Alzó la voz el menor y el omega solo se encogió. 


No le gustaban los ruidos fuertes y menos tan repentinos e inesperados, él era más de un ambiente relajante, aunque por la reacción de los menores que solo se le quedaron viendo tal vez mal interpretaron todo. 


— ¡Yo lo siento! 


— No pasa... 


— ¡Vaya! — aquella voz sorprendido a todos — De tal palo, tal astilla o en su caso de tal insecto, tal gusano. 


Era alto, tenía una cara con facciones buenas incluso con la gran cicatriz en su mejilla derecha de color rosa, aun no del mismo tono que su cabello, cual era del color de los duraznos si era estudiaba más a fondo, corto y desordenado con mechones a todos lados. El omega se escondió detrás de Genya, pero aun así encogió sus ojos, pues aquel alfa debía ser muy guapo para no verse mal con ese cabello de esa manera. 


— ¡OH NO ES EL OTRO DEMONIO! — El chillido de Zenitsu debió alertar a todos en la isla qué el capitán estaban cerca de la frontera. 


— Ese es mi ronda usa novato — Dijo rodando los ojos ante la actitud del beta. 


Si era su turno de hacer guardia, Giyuu lo sabía muy bien, como sabia que venía después de su entrenamiento matutino con los novatos. 


— ¿Quién es ese? — susurró bajo fingiendo ignorancia. 


— ¡Es el demonio de lado Sur! — Zenitsu temblaba — ¡Tanjiro dice que les hace correr por su lado de la bahía todo el día hasta que los pies le sangran! ¡¿Cómo le puede hacer eso a los preciosos y blancos pies de Nezuko-chan?! 


Todos se quedaron en silencio, nadie pensó que el cobarde beta dijera esas cosas frente al capitán, menos que lo acusará como si nada de ser demonio como una misma pesadilla. 


— ¡Cállate, pendejo! —Genya le dio un gran coscorrón al beta y aun se puso delante de omega con su espada en una mano. 


— Creo que si sueltas la cadena, te seria más fácil todo esto — Insinuó de inmediato. 


— No puedo, son órdenes del General — Replicó Genya de inmediato. 


— No estoy sorprendido, ahora tienen de esclavos a los omegas — Dijo con una pequeña risa — Sin duda son unos monstruos, como dicea cosa amarilla. 


— ¡No es un esclavo! — Bramó el jóven omega 


— ¿En serio? — Dijeron los dos mayores al mismo tiempo. 


En eso Genya se movió dejando su cuerpo a la vista del otro y se volteo para hablar con él con cierto desespero. 


— No, no lo eres... — Su voz fue callendo al darse cuenta como lucia el omega. 


Ropa cuestionable, heridas y moretones a simple vista y más cuando una brisa quitó el cabello de su rostro por un segundo; Sin mencionar la gruesa cadena y grilletes en sus muñecas para que no se escapara, según su hermano por seguridad que estaban tan cerca de la frontera. Pero era algo que no se podía negar, se habían visto esclavos en mejor condición que el omega. 


— ¡¿Qué le ha pasado en su rostro?! — La voz furiosa del capitán saco de sus pensamientos a Genya — ¡¿QUÉ MIERDA ESTÁ HACIENDO SHINAZUGAWA CON ÉL?! 


Qué incluso su enemigo se sintiera asqueado por su situación era un duro golpe para el joven, podía ver ceño fruncido y como esos ojos violetas ardían como la lava misma llena de horror y furia, Incluso el intenso olor de sus feromonas fuera de control para mostrar dominio no era la cosa más acogedora. 


El omega se encogía y trataba de ocultarse, la vergüenza cubría su rostro. Nadie quería ser visto en esa situación y tal vez fue mala idea sacarlo del fuerte, pero en ese momento entendia la acciones de su hermano de enviarlos a un punto cerca de la frontera justo el día que el capitán hacia sus rondas. Para hacerle hervir la sangre de la manera más baja posible. 


— Es hora de irnos — mencionó de inmediato. 


No miro atrás sin importar los gritos del capitán por más sentido que tuvieran sus acusaciones, el debía mantenerse firme a sus ordenes; Sin embargo, fue capaz de ver como el omega miro atrás más de una vez con una mirada triste y desesperada. 


Esperaba que eso no significara nada malo en el futuro. 






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