Sin Marca
Regresando al Fuerte del Viento fue bastante incomoda y no solo era la ropa mojada entre ellos. El General lo había dejado en su habitación, pidiendo perdón y le indicó donde estaba el baño, para después salir y cerrar la puerta con llave.
Era más por su seguridad debido que siempre existía un soldado "gracioso" que creía que se podía divertir con el omega del General; a su vez funcionaba bien para iniciar rumores. Pues era natural que lo que sabía de un lado de la Bahía, se supiera del otro.
Después de tomar un baño para limpiar la sal y arena de su cuerpo, cambiar su ropa por una pijama de dormir más cómoda que cubría todo su cuerpo. Miró la habitación.
Sencilla para alguien del poder de Sanemi Shinazugawa, General de todo el ejército de Stella. Aunque el mismo le había dicho que no utilizaba ese lugar ni para dormir, o estaba en el campo entrenado o en la oficina atendiendo asuntos del estado, incluso llegando a tener un sofá que parecía más una cama en su oficina por las mismas razones. Así que él tendría esa habitación para él solo.
Una cama de gran tamaño, un gran armario, una silla, un escritorio sencillo, una alfombra y un espejo; todo eso junto a los dos baules de ropa que había enviado la Reina para su misión, en los próximos días se tenía que ver lo "más apetecible posible" para su posible captura.
Como de costumbre no resistió limpiar, cosas que calmaba sus nervios. Empezó a ordenar y limpiar todo como podía, desde la cama hasta la ropa del General que estaba en el armario por colores primero; aunque después se decidió por lo que parecía que era más de utilidad sobre lo que no, después de todo era un hombre ocupado y ya con esa misión consumía bastante de su tiempo. Todo para poder evitar pensar sobre los baúles y que después de todo, aún no tenía ni mínima idea ¿Quién era a la persona que debía seducir?
Pues el omega solo había logrado alcanzar a escuchar su voz, joven para su suerte y no tener que esforzarse más de la cuenta con caerle bien a alguien que fácilmente podría ser su abuelo.
Pero de ahí, aparte de una mancha rosa su visión. No tenía ni puta idea de cómo lucia. El sol y la sal habían causado estragos en su vista en ese momento.
Urokodaki, le había llamado el General Shinazugawa. Un apellido no tan desconocido para cualquiera que viviera en la isla, debido a que es uno de los clanes más importantes de Bellum.
Incluso en el continente era conocida la historia de cómo el antiguo jefe del Clan Urokodaki se había ganado el respeto de su enemigo, incluso cuando estaban en una guerra interminable. Sin embargo, una gran enfermedad azotaba a la zona norte de la Bahía y en vez de atacar cuando estuvieran débiles, el jefe del clan mando doctores extranjeros una carta esperando su pronta recuperación.
Era un hombre de honor, incluso sus enemigos reconocían su honor como ningún otro. Un caballero que no atacó a su enemigo en su peor estado y espero su recuperación para tener batallas más justas.
— De vez en cuando del otro lado nace alguien que no me provoca nauseas — Mencionó la Reina, mientras revisaba uno de los tantos papeles diarios que recibía — Aunque creo que fue algo más de su código de honor que hospitalidad, después de todo la batalla en la Bahía siempre ha sido así.
Giyuu se quedó callado, tenía una idea rondando en su mente pero aún así decidió callar. Era un caso perdido sugerir amistad o paz verdadera entre ellos, hace tiempo que el omega se había rendido en aquello.
— Viene de generaciónes atrás, su honor es lo más alto y vencer por algo tan simple como sabotear al enemigo no es de ellos.
— Algo muy estúpido, si es que quieren ganar la guerra — Solo mencionó el mayordomo. Tomando la hoja cuando la termino de firmar la Reina y dándole otra.
— Aún más estúpidos nosotros que aceptamos la nobleza de nuestro enemigo y por orgullo tampoco nos rebajamos como ellos — Concordó la Reina.
¿Estúpido o Honorable?
Depende más de la perspectiva, no parecía que sus acciones habían sido pagadas con la misma moneda después de todo.
Por lo tanto, todo parecía indicar que el nuevo jefe de los Urokodaki era alguien que se había ganado el respeto de ellos para confiarlo a él o simplemente se habían cansado y rebajado para que en un futuro el Fuerte de las Olas después de miles de años cayera.
Sea cual fuera la verdadera intención de eso, en ese momento no era de importancia para el mayordomo. Él tomaría esa oportunidad después de todo.
Tal vez esa persona era una buena y no se tendría que preocupar tanto de su bienestar en el Sur, ¿Verdad?
Quería pensar eso. En verdad esperaba eso.
Salió de sus pensamientos, al escuchar la puerta sonar. Se verificó rápidamente frente al espejo, hizo una mueca al ver sus mejillas y puente de la nariz de un color bastante rosado, se había quemado levemente con el sol por la larga exposición que tuvo durante el medio día, sin mencionar que sus muñecas estaban de color rojo intenso por el maltrato. No había nada que pudiera hacer y se sentó correctamente en la silla con una postura perfecta como indicaba el Manual de etiqueta, para decir un leve.
— Adelante.
El sonido del candado afuera de la puerta sonó y esta se abrió mostrando la cara del cadete de horas más temprano con una bandeja y una cara muy sonrojada.
Genya Shinazugawa, el hermano menor del general. Con un corte bastante pintoresco y de cabello oscuro a diferencia de su hermano, era tan alto y fornido como este, incluso tenía varias cicatrices como este por la cara. Pero aún así se notaba que era apenas un muchacho que debería haber pasado apenas de su primer celo. Un Alfa, por el olor casi parecido a su hermano, solo que este olor le recordaba más al preticor.
Sus manos temblaban sosteniendo la bandeja de plata y su vista fija en ella. A Giyuu le dolió más esto que el agua de sal en sus ojos. La postura curvada, la manera incorrecta de agarrar la bandeja, como caminaba sin ver lo demás.
Tuvo que levantar de inmediato, tomar la bandeja él mismo y colocarla en la mesa con delicadeza ¿Cómo no había tirado la bandeja mientras llegaba a la habitación? Un misterio que no queria saber.
— Es...Es la cena y medicina, Nem... El General ordenó traerte esto — Habló con bastante timidez.
Oh si, recordaba que la Reina una vez bromeo de la timidez del Joven Genya con cualquier omega que se le pusiera en frente. Algo bastante tierno si se lo preguntaban, cuando llegara el tiempo de cortejo para ese chico, estaba seguro que saldria más de una historia interesante de eso.
— Muchas gracias — Le dio una leve reverencia.
— El General normalmente no es así, lo juro. No se que le ha pasado, nunca se había comportado con alguien no es nuestro enemigo así, menos con un Omega. Le juro que es muy atento y cariñosos, pero favor perdonelo — Dijo con una rapidez impresionante y se había inclinado en una perfecta reverencia — Seguiré hablando con él para que puede entrar en sus cabales, usted es su futura pareja y nadie merece ese trato...
No se río de esa verborrea que estaba diciendo en defensa de su hermano. No sabía que todo eso era falso, solo 5 personas sabían de todo eso y nadie más se podía enterar. Se sintió un poco mal con él joven por eso, debería ser difícil ver una persona cercana tuya hacer algo incorrecto y no poder detenerlo.
Solo se le quedó viendo unos segundos sin saber que decir.
— Mmmm...
Ignoró el tema, no sabía como abordarlo y dar una respuesta correcta a todo eso. Así que se sentó en su silla y empezó a comer en silencio.
El general lo había dicho, Callado era más útil.
El joven Alfa no decía nada, Giyuu tampoco buscaba conversación. Cuando terminó agradeció por la comida, para agarrar la pequeña botella con un líquido transparente y viscoso. Cuando la pusó en sus muñecas, lo cuales había sido como una bendición.
Genya se llevó la bandeja para cerrar la puerta de nuevo y dejarlo solo en la habitación que era iluminada por unos cuantas hojas brillantes de una fina rama de un árbol de Luna cerca de la ventana.
Se acercó a ella con curiosidad y miro por la ventana que a lo lejos donde las pequeñas manchas de luz plateada de los árboles terminada, empezaban las pequeñas luces Naranjas. Supuso que esas debían ser las piedras que Guerra que iluminaban al Sur, justo del otro lado donde estaban más piedras juntas estaba el Fuerte de las Olas.
Ahí estaba su futuro, que debía buscar.
Pero, ¿Cómo enamoraba a un Alfa? Era su pregunta.
No era tan sencillo como sonaba.
¿Qué si no era del tipo del Jefe del Fuerte del Sur?
¿Le interesaba buscar una pareja?
¿Si no le consideraba atractivo, o peor, consideraba su personalidad aburrida?
Giyuu era aburrido, era un simple mayordomo. No hacía la gran cosa, incluso había gente que lo había comparado a un muñeco si sentimientos que hacía todo su trabajo sin rechistar.
¿Debería cambiar?
¿Qué debería hacer?
Estaba sobrepensando las cosas y así no llegaría a nada, se alejó de la ventana y fue a sus baúles. Ahí había ropa que ordenar y que no había visto, mejor era afrontar ese problema que parecía más fácil. Así que quitó las correas y levantó las tapas.
— Mierda.
Si ahora que veía la ropa era otro problema y sin mencionar que encima de la ropa había una primera edición del libro que estaba causado furor entre el reino.
"La Guía del Amor" por Mitsuri Kanroji.
Agarró el libro entre sus manos, se acercó más a la venta y las hojas del árbol para ver mejor cada página del aquel bendito libro.
Seria una larga noche de lectura.
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Los pantalones se pegaban mucho su piel aunque no le apretaban, era de una tela suave que estiraba bien, era alto y llegaba hasta su ombligo. Marcaba su trasero y su cintura como ninguna prenda jamás lo había hecho, además de que usaba una tela al rededor de su cintura aprentandola, buscando sacar una figura más curva, cosa que no era mucho. La camisa, si es que se le podía llamar camisa dejaba parte alta de su espalda al descubierto como sus brazos y hombros. Siendo de color verde y prácticamente solo cubrían bien todo su pecho y cuello donde se ataba.
Cada una de su ropa era igual o parecida a esa, dejaba partes de él al descubierto pero con modestia, resaltando lo poco que tenía. Todo eso era una obvia venganza por los años que vistió y apretó el corsé a Kocho con firmeza, siempre uso los vestidos correctos para las ocasiones, pero había algunos que apenas se los quito mando a quemar.
Era una dulce venganza para ella y no podía quejarse porque en el libro de la señorita Kanroji decía claramente en la página 17.
"Viste para impresionar, los humanos siempre nos sentimos atraídos a las cosas visualmente placenteras. Consejo, menos es más, así que pocos accesorios y nada demasiado llamativo"
Estaba verificando qué todo su atuendo estuviera impecable, era una costumbre qué nunca se le quitaría después de todo un mayordomo tenía que reflejar la imagen de su maestro. Aunque viendo esos pantalones y lo grande que hacían ver su trasero no lo consideraba impecable, tal vez debía bajar de peso había oído que en el sur prefería que los omegas los más flacos posibles al igual que su tierra natal.
— Haz llamado la atención de él, celebralo — Mencionó el General con una taza de café en sus manos.
Ambos estaban en su oficina desayunando y apenas estaba saliendo el Sol por el alba.
— Si creo que todo eso fue muy difícil de ignorar — Respondió mientras le volvía a llenar la taza de café — Disculpe la costumbre.
— Bueno ahora, necesitamos hacer que le nazca la curiosidad por ti — Indicó el de cabello blanco.
— Disculpe mi incredulidad por sus palabras, mi señor — se atrevió hablar al general con su vista en el piso — Pero, ¿Cómo debo lograr eso?
— Has leído el libro, ¿no? — Le dijo viendo con escrutinio su ropa y sintió algo de vergüenza — La señorita Mitsuri era la flor social de la corte por algo.
Todo el mundo lo sabía, detrás de ese hermoso rostro, estaban unas habilidades sociales tan sobresalientes qué ni su bajo rango social pudo detenerla. Ella era una de las pocas que había subido hasta la cúspide debido a una cosa importante.
"Cada sonrisa tiene un motivo... Eso es lo que piensan ellos, no están del todo equivocados. Pero incluso una sonrisa puede ser un arma filosa y flexible del cual no pueden escapar" Era el la página 20 del libro de la señorita.
Todo lo que había siempre había tenido un motivo, cada sonrisa, cada palabra, cada movimiento cautivador era un movimiento bien planificado. Pues si la frontera era una zona de guerra, la corte de la luna era una y Kanroji Mitsuri fue su gran estratega, cosechando corazones como ninguna otra persona.
— Cada sonrisa tiene un motivo — Repitió de inmediato y el general asintió pasándole unas hojas — Como cada lágrima lo tendrá aquí.
En sus manos reposaba el horario completo de capitán, sus gustos en comidas, sus disgustos, sus hobbies, incluso como habían sido los últimos omegas con quien habían pasado su época de celos.
— Exacto, cada atuendo, cada mechón de tu cabello, cada movimiento — Le explicó con tranquilidad — Tienes que memorizar eso.
— De inmediato.
— Serás Gillian, de Boreas. Mantendremos tu lugar de nacimiento, será difícil ocultarlo — Dijo para levantarse de su asiento e inspeccionar al omega
Si bien sus brazos estaban libres de alguna marca de la Luna o el sol, el General levantó su cabello y justo en la parte donde empezaba su cabello en su nuca había un pequeño mechon blanco. Incluso si lo cortaba, crecería de nuevo y más grande. Todos los de Boreas nacían con una parte de su cabello blanca o totalmente blanca, entre más pura sea su sangre, más blanco sería su cabello.
Giyuu tragó saliva, ese pequeño mechon era algo que quería olvidar y siempre trataba de ocultar con una coleta baja en su cabello. Por eso es que habían dejando su país natal.
Era pequeño ese mechón para la gente de Boreas.
El general ató su cabello en una Cola alta y seguro se veía su parte blanca de su cabello con más claridad. Sus manos temblaron como no lo habían hecho en años, aun así Trago saliva y no dijo nada, no se quejó, no emitió ni un sonido.
Las personas de Stella habían sido tan amables, lo habían aceptado como los suyos, tenía que ayudar de igual manera. En especial al gerenal y a la Reina.
— Serás un omega dado a mi por tu antiguo amo, tu hermana fue tomada por el sur, lo único que quieres hacer es ir a buscarla y salir de esta endemoniada isla — Terminó de arreglar su cabello — abuso de ti al punto que te da igual pasar al sur, incluso con el conocimiento de que uno de ellos puede tomarte para ellos. Piensas que eso sería mejor que estar conmigo.
— Entendido, mi señor.
— Tenemos que haber creer a todos que eso paso — Continuó como si diera ordenes a un soldado y el mayordomo tomo esas palabras como si fueran su ley — Cada día fingiremos el maltrato, ir calentado su sangre de a poco. Así como te exihibire desde lejos, dejando pequeñas unas pistas para que llenen su mente y su curiosidad.
— Haré mi mejor esfuerzo — Dijo con una leve inclinación al general.
— Espero que sepas gritar — le dijo con una sonrisa en su rostro qué trato de ignorar.
— ¿Qué tan alto quiere, Mi señor? — Preguntó de inmediato, para aclarar un poco su garganta.
— Qué resuene en todo el fuerte.
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Los gritos era espantosos, las súplicas daban escalofríos y esos sonidos de golpes, una y otra vez contra la piel de algo. Tal ver era con un cinturón, tal vez con un látigo, pero con los pequeños pasillos del fuerte eran transportados a todos los lugares, desde las cocinas a las mazmorras, de los cañones a las barracas.
— ¡Por favor! — Sollozos incontrolables qué erizaba la piel de los soldados.
— ¡TE DIJE QUE TE CALLARAS! — El gritó hizo temblar la puerta de la oficina.
¡ZAS!
Un golpe contra algo, no era idiota sonaba contra la piel de algo y aun así preferirá no creer en eso. Otro gritó desgarrador salió disparado, haciendo que el estómago de Genya se retorciera.
Ese no era su hermano, no su Nemi. Nunca haría algo así, no lo que había hecho su padre a su madre.
Tenía que salir de ahí, no podía respirar. No cuando ni el mismo podía abrir esa puerta, sus manos temblaban contra el pomo de la puerta, debido a que no solo era su hermano, era su superior y ese era su omega dado por alguien importante de la capital, posiblemente de mayor estatus qué ellos.
Ellos apenas pertenecían a una pequeña familia noble, su hermano era un Lord, ni siquiera un Barón o un marqués. Un noble sin título pues su padre había sido el quinto hijo de un sexto hijo, su hermano había trabajado desde joven para llegar tan lejos pero aun en la capital, aun siendo el general respetado por la reina, sabía que algunos tenían más poder por su títulos qué ellos, si alguien les entregaba a un omega, era su deber qué se uniera a su familia de ahora en adelante.
Debió parecer una ofensa para su hermano, un omega qué ni siquiera era bendito por la Luna. Era una ofensa para cualquiera que un extranjero será ofrecido a él. La sangre de su hermano debía arder por tan humillación, no por el omega, él siempre ha sido tan amable, nunca se enojaría con un omega.
— Es una zorra sin marca — Comentó uno de su compañero de guardia esa noche deteniendo su mano — Por muy bonito que sea, nadie estaría contento con tal ofensa y menos alguien que ha trabajado tan duro por este reino como el general, ¿lo entiendes, Genya?
— Es un omega, no tiene la culpa nada de esto — Respondió de inmediato, aun así dio dos pasos atrás — Ni siquiera debería estar aquí.
— Sigue vivo, eso es mucho — Comentó compañero para indicarle que siguiera su guardia al rededor del fuerte con él — O al menos no esta una casa de placer, no es nada aquí, no pertenece aquí... Tal vez puede incluso qué sea un espía del Sur y el general lo este interrogando.
— ¿Un espía del sur? — De mala gana siguió a su compañero, no podía decir que no. Era su superior — ¿Ni siquiera tiene su marca?
— Bueno ellos acaban de ganar un guerra contra minerva, no sería descabellado pensar que vieran esa cara bonita y lo tomarán como uno de los suyos, lo pasarán por la frontera y le ofrecieran grandes riquezas si les daba una información útil de nosotros — Le explicó con tranquilidad — Es algo que esas ratas podrían hacer, ni siquiera tienen la decencia de no juntarse con los extranjeros ligando su sangre con gente que no es de la isla.
La voz de su superior tenía cierto asco ante de aquello, para las personas de Stella la pureza de la sangre era algo muy importante.
— ¿No la Reina tiene un amante extranjero viviendo en el palacio con ella? — Preguntó confuso.
Era un secreto a voces, la reina tenía a su amante sin marca en el castillo, por eso había promovido leyes qué permitieran más el acceso a los no marcados en el norte. Mejoras económicas, para no dejar que los del sur ganarán en el comercio, insistió ella para que el consejo de nobles aceptara eso. Aunque algunos murmuraban cosas a sus espaldas, cosas que la Señorita Mitsuri había logrado apagar; sin embargo, ella había vuelto a su pueblo natal y sabía que la corte no debía ser fácil en ese momento.
— Esa... — Contuvo sus palabras por respeto a la Reina — Todos saben que su excelencia, la princesa heredera es su sucesora, incluso hay 3 princesas detrás de ella. No hay que preocuparse qué haga o no con... Ese beta sin marca.
— No son tan malos, los sin marca. — Concluyó Genya, sin entender del todo los pensamientos de los demás.
— Genya, por eso sigues de cadate de tercera clase incluso si tienes tiempo y habilidades suficientes para ser uno de primera clase — Dijo negando suspirando decepcionado — No te fíes de ellos, todos ellos pueden ser un enemigo enviado por el sol. No son malos, pero son posibles enemigos y es mejor mantenerlos a fuera por seguridad.
— ¡Ahhgrr! — Otro grito lastimero los alcanzo por el pasillo, eran tan angostos y sin tantas ventanas qué daban buena resonancia.
— No creo que eso sea un posible enemigo — Confesó dudoso — Está tan delgado como un fideo y tan delicado con un papel, he visto omegas de mi edad del doble de su tamaño.
Era una clara exageración, pero para los estándares de el Reino de la luna. Giyuu era pequeño y débil.
— Otra ofensa más — Insistió el cadete — Un omega debe ser tan fuerte como su alfa. Apuesto que ha sido la señorita Kanzaki qué le ha dado ese omega al general, ella no estaba muy contenta la última vez porque no estaba entrenado a su excelencia como es debido.
Por fin salieron a los muros del fuerte viendo la vista nocturna. El cielo lleno de estrellas y la luna brillaba con fuerza dándoles su bendición, dando su energía a los árboles de la luna qué alumbraban su camino.
El joven alfa calló, tragandose su pesar. Viendo como otros soldados estaban tan incómodos como el por los gritos, incluso murmurando sobre eso.
— ¡Es un monstruo! — Chillaba un beta rubio
— Si, si. Ya lo has dicho cientos de veces — Contestó Murata, cadete de primera división.
Genya y su compañero dieron una leve reverencia a su superior, Murata llevaba años ahí, su hermano planeaba subirlo de rango a Líder de su pelotón pronto.
— Buenas noches, Sir — Dijeron ambos.
— Llegan a tiempo, hagan mis rondas mientras yo le enseño al novato qué no debe dormir y hacer sus rondas en la frontera como todos los demás — Demandó de inmediato tomando al rubio por la oreja.— Son órdenes del general.
Era débil, patéticamente débil a la vista de todos. Zenitsu lo único que tenía es el buen nombre de su casa y el honor de su abuelo qué había llegado a ser General en su tiempo. Eso es lo que pensaba Genya, sabía que no estaba limpiando los pisos diariamente por el nombre del antiguo general.
— ¡Usted también es un monstruo, justo como el monstruo blanco! — Lloriqueaba peor que un niño para el disgustó de todos.
Nadie sabía como había pasado el examen de cadete, ni siquiera el nombre de su abuelo podía ayudarle en eso. Aun así estaba ahí con ellos, para disgusto de más de uno.
— Si, señor haremos sus rondas — Respondió de inmediato Genya.
Su compañero le miro con disgusto, pero este le dio una mirada simple señalando ligeramente al rubio como queriendo decir <"Si decimos algo, tal vez no deje a esa como con nosotros"> y su compañero dejo de quejarse. Era mejor acostarse más tarde, que pasar una noche escuchando los chillidos del beta.
— ¡ES HORRIBLE! ¡¿CÓMO PUEDE PEGARLE A UN OMEGA TAN HERMOSOS?! — se quejaba Zenitsu — ¡Es un demonio!
— ¡Ya, cállate! — Murata se lo llevó arrastrando por la oreja, esa noche incluso los del sur se enterararian de todo.
Genya estaba avergonzado hasta más no poder, incluso el débil de Agatsuma Zenitsu era un hombre con más honor en esa situación que su propio hermano.
Una leve molestia empezó a crecer dentro de él. No entendía a su hermano, no lo entendía para nada.
Hablaría con él , necesitaba razonar con él pronto.
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Capitulo sin editar y solo lo subí después de escribir, lo siento por los errores.
Este capítulo cambio drásticamente, pero sentía que tenía que poner bases porque Giyuu es tan leal a la Reina y al General. Ningún reino es mejor, por eso ninguno puede obtener Eunomia por completo.
En el próximo capitulo si será la primera reunión de Giyuu y Sabito. O la primera vez que hablan
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