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Gracias o No


" Las maniobras militares son el resultado de los planes y las estrategias en la manera más ventajosa para ganar." 


Eso es lo que había leído Giyuu en uno de los libros que tenía el General en su habitación pocos días antes, la señorita Kanroji aseguraba que el juego de la seducción era como una guerra; así que no le pareció tan descabellado buscar consejos en sus libros. 


Era lógica propia, todo ser con sentido común pensaría antes de actuar y crearía planes para llegar a sus grandes anhelos de manera segura. 


Él tuvo un plan para ganarse el respeto de los Tomioka, trabajo y estudio como si esa fuera su única razón de ser, llegó a lo más alto del servicio del palacio de la misma manera. Incluso toda esa misión era un gran plan, se supone que todo eso era una actuación y su presa tenía que venir por él directo a sus garras, por ninguna razón tenía que ser él quién fuera corriendo a sus brazos. 


Veía la larga cadena en el piso junto con el candado, tragando saliva, sin poder creer lo que acababa de pasar su mirada no podía levantarse de ese lugar. 


— Lo logré... — Murmuró casi sin voz. 


Dio unos pasos cortos hacia atrás sin importarle lo más mínimo su pie desnudo pisando la tierra húmeda y las hojas naranjas que cubrían el lugar. 


— ¡¿Qué haces?! ¡Corre! — Escuchó la voz alterada del Capitán del otro lado, lo que le trajo de nuevo a la realidad. 


Se detuvo y miro que los grilletes seguían conectados a sus muñecas con signos de que no eran la cosa más cómoda del mundo. La gran cadena estaba suelta, pero pasaba alrededor del árbol varias veces.


Apretó sus labios, maldiciendo internamente para correr al árbol y tratar de desenredar la cadena desesperado, recordando quién era y que estaba haciendo esos momentos. 


Él era Tomioka Giyuu, mayordomo real de Stella y de la familia Kocho, quién fue ordenado seducir al alfa detrás de él y rescatar a la señorita Kanroji Mitsuri. Él no podía dudar, las órdenes de su Reina eran su ley y si ella ordenaba que fuera el Omega en apuros que debía ser salvado por un desconocido, él lo haría su vida. 


Él era un mayordomo, no había órden que no pudiera cumplir, incluso si habían cosas que no podía hacer moriría haciéndolas, pues desde que él se había puesto el traje oscuro y sus guantes ya había dejado de ser un humano y solo era un herramienta para servir a su ama; sin importar que costará o que tan difícil fuera. 


Cuando logró tomar lo más que pudo de toda la cadena de hierro que pesaba en sus manos más que todos sus pecados juntos y más, pudo escuchar los ladridos de los perros cerca, Zenitsu y Genya ya debían estar de regreso. 


— No puede ser... — Murmuró, sabiendo que no se iba a ver nada bien que se haya soltado. 


Se iba a dar la vuelta y pretender correr lo más que pudiera de nuevo, no le quedaba de otra, si estaba lograda pasar sería un milagro y más con la cadena más pesada que la anterior. Sin embargo, sucedió algo que no se esperaba. De la nada sus pies no estaban tocando la húmeda tierra y todo estaba de cabeza con su cara contra una tela de uniforme. 


— ¡Vamos! — La voz del sureño sonaba decidida y se lanzó a correr. 


Le estaba cargado sobre su hombro, como si fuera un saco de papas cualquiera y no pesará nada incluso con las cadenas encima.


En ese momento hubo tres cosas que se dio cuenta cuando trataba de alzar un poco su cabeza, viendo cómo su sombrero caía en la suciedad del bosque y se escucharon Gritos de Genya y Zenitsu. 


1. Había conocido piedras más románticas que el capitán. 


2. Era increíblemente fuerte, esos músculos que se cargaba no eran solo de adorno. Podía sentir su gran brazo izquierdo sostenerlo alrededor de la cintura sobre su hombro. 


3. Su plan era una maravilla, más cuando veía la cara de horror de Genya cuando el capitán salto como nada sobre la frontera de roca volviendo a su tierra a salvo. 


— ¡DEVUELVE A ESE OMEGA! ¡HIJO DE PUTA! — El gritó de Genya sonaba desesperado y resonó por todo el bosque seguro alertando a más de uno. 


— ¡Ni soñando! — Dijo casi en un todo de burla el mayor. 


— ¡ESTO NO SE VA A QUEDAR ASÍ! — Gruñó el joven alfa, deteniéndose ante el pequeño muro de roca. — ¡Cuando mi hermano se entere de esto, habrá una gran respuesta de nuestra...


— Dile a tu hermano, que no me interesa — Bajando al Omega de su hombro para luego subirlo a su cabello como si no fuera gran peso. — Además, ambos sabemos que le hice un favor a ese pobre chico. 


Giyuu solo parpadeo varias veces, asegurándose que nada de esto era un sueño loco que había tenido al quedarse dormido al lado del árbol esperando que vinieran a quitar el candado que le apresaba. 


— ¡TÚ... 


El Omega no escucho nada más, el alfa también se había montado en el caballo y se fueron galopando dejando a los dos jóvenes solo y gritando. 


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Estaba sin habla. 


Para ser honesto, Giyuu todavía no procesaba todo lo que le había pasado. Ni siquiera procesaba que había más luz del sol, tal vez el triple en el lado del sur. 


Los árboles eran pequeños, la mitad de los arbustos, otros que no debían llegar a los dos metros y medio, con troncos flacos y ramas finas que sostenían hojas pequeñas y delgadas; en comparación a los árboles del norte que los troncos eran masivos, con hojas del tamaño de la palma de una mano la más pequeña, tan espesos y tan altos que creaban cúpulas donde a veces no entraba la luz solar en toda su intensidad. 


Todo era tan extraño, tan incómodo. 


Nunca se imaginó que fuera así o tan pronto su ida al Sur, estaba tan ineseguro y asustado ya que si una cosa era obvia de toda aparte de su supuesto rescate, es que el capitán solo lo había salvado por una inmensa lástima que había sentido a su persona. 


No sabía que decir, no sabía que hacer, nada de lo que había leído en su vida le había preparado para un momento para eso. 


— No deberías tener miedo, ya estás lejos de él — La voz del capitán era neutra. 


No había calidez de un amante, no había la furia de un guerrero y menos el desprecio de un habitante de esa isla a alguien como él. 


— ¡¿Eh?! — Su voz lo tomó por sorpresa. 


Ya no estaban cabalgando juntos, después que se alejaron lo suficiente, este se bajó se inmediato para tomar las riendas y guiarlos caminando, Giyuu solo apretaba la cadena que seguía con él y se negaba a soltar pronto. 


— ¿A donde se fue toda esa actitud? ¿Ahora a donde se fueron todos esos comentarios?


Preguntó el Alfa, no mostraba curiosidad alguna y ni siquiera volteaba a verlo, solo seguía caminando tranquilo avanzando como si no le hubiera secuestrado minutos antes. 


Sintió algo de vergüenza, porque era verdad, parecía que un ratón había comido su lengua y no era lo correcto en esa situación, solo es que no sabía cómo reaccionar o que decir. Aclaró su garganta y miro al frente también sin agachar su mirada. 


— Lo siento... Yo... ¿Estoy soñando? 


Murmuró lo último viendo todo el paisaje hacia delante, como podía ver el cielo azul con bastante claridad. Una leve risa melódica salió de los labios del alfa que por fin volteo a ver su cara. 


— No, no estás soñando y se dice Gracias — Dijo de inmediato con orgullo. 


— ¿Por qué? — Intervinó de inmediato Giyuu. 


Eso hizo que el alfa se detuviera y el caballo también, la sonrisa se había quitado de su boca y la confusión ahora reinaba en su rostro. 


— ¿Cómo que por qué? — Soltó de inmediato mirando hacia arriba donde estaba sentado el Omega con una postura perfecta a pesar de estar con una pesada cadena en sus manos. — Salve tu vida. 


— No lo hizo— Declaró el Omega. 


— ¡¿Cómo que no?! — Ahora estaba indignado — Literalmente saque tu trasero de este lugar y me dices que no salve tu vida. Te aleje del monstruo que es Shinazugawa Sanemi, que por lo vista aún tienes marcas de el. 


Sus palabras cada vez se llenaban más de odio, Giyuu había olvidado las marcas de su cuello y sus muñecas, pero de cerca se debían ver peores para el capitán. 


— Causó una razón válida para que tus vecinos del Norte ataquen a la frontera, lo que podría causar bajas en sus subordinados. Le aseguro señor que yo más que nadie se cual es el daño que puede provocar el General, así que no tiene sentido para mí que usted de todas las personas de esta isla haga algo así por mí. — Aclaró de inmediato — Además, solo vino y prácticamente me secuestro, no lo tome por mal. Pero no le creo en lo más mínimo eso de rescatarme, ni me conoce y yo no le conozco. 


El alfa se quedó callado por un segundo, esas palabras eran ciertas y no las esperaba del Omega. 


— ¡ÉL TE ESTABA TORTURANDO! ¡¿QUIÉN EN SU SANO JUICIO DEJARÍA QUE ESO SUCEDIERA SI PUDIERA HACER ALGO?! — Alzó su voz — ¡Alguien que se haga llamar Alfa no puede dejar pasar algo como eso! 


Giyuu entrecerró los ojos y volteó su mirada al capitán quien le veía como si estuviera loco. 


— Pero usted no es solo un alfa — Razonó el joven de cabello oscuro— Alfa es cualquiera que nazca en ese género, usted es Capitán de un ejército y eso se gana según tengo entendido. 


— ¿Qué quieres decir, Omega? 


— La vida de un simple Omega, no vale tanto los problemas que tendrá. — Concluyó seguro — Usted debió dejarme atrás.


— ¡¿Qué?! — Soltó casi como si sus palabras le hubieran golpeado. — ¡¿Qué demonios estás diciendo?! ¡¿Eres estupido?! — El alfa llevó su mano a su propia cara y la paso por ella con frustración — Te juro que por el sol mismo, si vuelves a decir una cosa tan estúpida como tu vida no vale tanto tendremos un serio problema tu y yo. 


— ¡Lo siento! — Se defendió de inmediato — Es que no comprendo, no se supone que usted tiene que poner a los suyos primero que bueno a los que a los... 


No dijo nada más pero vio directo al brazo oculto por la chaqueta del uniforme del capitán, aludiendo que él no era como el alfa. 


— Lo hecho, hecho esta — Concluyó firme — Fuera quién fuera, hubiese sido el mismo resultado, no voy a dejar que ningún maldito norteño haga lo que se le dé la gana y más cuando está haciendo algo indebido... Además, no eres cualquier Omega. 


— ¿Ah? 


— Eres el Omega del bastardo de Shinazugawa, debe estar ardiendo de furia cuando se enteré que te arrebate de sus brazos — Dijo con una sonrisa traviesa en sus labios. 


El Omega solo apretó los labios y no dijo más nada, lo podía ver en los ojos del alfa, esas no eran sus únicas razones. No podian ser las únicas, alguien tan infantil y con decisiones tan... inadecuadas para su puesto no debería ser alguien de alguien que le ha causado tanto malestar al General. Todo eso hacia que sus nervios crecieran a un más y desconfiar más de ese hombre. 


Giyuu miró la melena hermosa de Yuki, la yegua del capitán que estaba siendo su transporte dándose cuenta que sabía tanto de él y a la vez tan poco. 


Sabito era un enigma, uno que no tenía la energía de resolver, pero debía hacerlo ya que su vida ahora estaba en sus manos. 


— Gracias... — Se tragó su orgullo. 


— De nada. — Contestó más complacido para continuar a su travesía. 


Giyuu solo miraba como con facilidad a lo lejos se veía el fuerte de las olas y suspiró sin saber que hacer, ahora es que le quedaba un camino enorme que recorrer. 





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