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8

—¿Qué ha pasado? ¿No te ha gustado la fiesta?

Liam me mira durante un breve segundo antes de fijar sus ojos de nuevo en la carretera. Apenas ha tardado unos minutos en venir a por mí al Empire, rescatándome de algo que ni yo misma sé determinar. Mi ánimo ha mejorado considerablemente en cuanto le he visto disfrazado como un catrín mexicano, con un traje negro que le sienta espectacular y la cara pintada al detalle. Esa ha sido la señal que esperaba para saber que tiene un plan este Halloween, y estoy segura de que va a ser una pasada.

—¿La verdad? —pregunto en forma de suspiro y él asiente sin apartar los ojos de la carretera—. Estaba bailando con un tío de mi clase, rodeada de esa gente que me importa una mierda en una fiesta sin diferencias a las que ya he asistido durante los últimos cuatro años y lo primero que pensé fue en lo bien que me lo pasé la otra noche contigo. Estaba segura de que tus amigos y tú tendríais un plan mil veces mejor que el mío esta noche y quería estar contigo.

—¿Ves? Te dije que te enseñaría a vivir de verdad y sigo manteniendo mi promesa. Cada día conmigo será mejor que el anterior.

—Al principio no te creí, ¿sabes? He hecho un millón de cosas a lo largo de mi vida gracias al dinero del que dispongo. He viajado a un montón de países, ido de fiesta de todas las maneras que podrían ocurrírsele a cualquiera y conocido a todo tipo de gente, pero nunca había salido de mi zona de comfort.

Liam gira el rostro para mirarme y una amplia sonrisa se abre camino, enmarcada por esos hoyuelos tan adorables. Me resulta un gesto muy cómico a la par que atractivo teniendo en cuenta el maquillaje de esqueleto que adorna su cara y me encuentro imitando su expresión. Parece mentira que alguien con una vida tan parecida a la mía haya tenido experiencias radicalmente opuestas.

—Hace años que me di cuenta de lo encorsetado que vivía. Me gustaba seguir los pasos de mi padre en los negocios y disfrutar de los lujos que mi nivel de vida me brindaba, pero quería más, ¿sabes? Me preguntaba cómo sería vivir una vida distinta a la mía, con experiencias que me parecían divertidas, pero sin arriesgar mi reputación ni mi realidad.

—Y por eso decidiste marcarte un Hannah Montana, ¿no? ¿Dónde guardas la peluca? —bromeo entre risas.

—Qué graciosa estás hoy, Sailor Moon. ¿No tienes un universo que salvar?

—Perdona, pero soy Sailor Mars, culturízate un poquito —le riño con falsa gravedad antes de sonreír—. Bueno, ¿qué plan tienes hoy para mí?

—No cuela, muñeca espacial. Lo único que has de saber es que, si quieres participar activamente en la noche de hoy, tienes que cambiarte. No es que no crea que estás espectacular vestida de anime, pero el lugar a dónde vamos hoy tiene una temática específica y no es precisamente la de muñeca espacial sexy.

—¿Y cuál es?

—Piensa un poco, seguro que lo adivinas —responde con su clásica media sonrisa que rezuma sarcasmo.

Yo suelto un bufido antes de volver a fijarme en lo único obvio: su traje y maquillaje de catrín mexicano. Ya que él lleva esa apariencia para esta noche, supongo que iremos a un lugar con temática mexicana o latinoamericana en general. Haciendo honor a la verdad, en Estados Unidos no es muy común encontrarse con gente que sepa diferenciar entre los países hispanos, así que no sé qué esperar.

—Vale, vamos a un lugar con temática de catrines y catrinas, tal vez mexicano o latinoamericano. ¿De dónde esperas que saque yo un traje acorde con el evento?

—A ver, ¿qué tipo de cita sería yo si no te trajese lo que necesitas?

—¿Cómo? —pregunto completamente fuera de combate—. ¿Sabías que te iba a llamar esta noche? Pero si no lo sabía ni yo.

—Bueno, no exactamente. Para hacer honor a la verdad, planeaba invitarte a venir más adelante en la noche. Tenía tu vestido y el maquillaje guardados en el coche en caso de que aceptaras mi propuesta.

Su confesión me sorprende y le miro con los ojos ligeramente más abiertos. Su expresión de disculpa resulta cómica tras el maquillaje y rompo a reír. Siempre es sencillo terminar con una sonrisa en la cara cuando estoy con Liam. No me hace falta pensar, solo disfrutar.

Hacía mucho tiempo que no me relajaba tanto con alguien.

—Vaya, así que no soy la única que tenía ganas de verte esta noche, ¿eh? El niño pijo me echaba de menos, ¡pero qué cosita tan adorable! —arrullo burlonamente, alargando mi mano para pellizcarle la mejilla como si fuese una abuela con su nieto.

—¡Eh, eh, que no he sido yo el que ha llamado desesperado! Además, ¿cuándo he negado que quisiera verte? Por algo he venido, sino me hubiera inventado una excusa.

—Admite que te morías por verme, no pasa nada. Hubieras venido a la fiesta de Hayden a llevarme en volandas como el Príncipe Encantador, rescatándome del grupo de trolls y orcos de nariz operada y lenguas viperinas.

—¿Todo eso hubiera hecho? —Liam rompe a reír, un sonido musical que me impide quitarle los ojos de encima—. ¿No crees que me sobreestimas?

—¿Es que no hubieras emprendido una búsqueda heroica para sacarme de allí?

Liam me mira durante un breve instante y esboza una sonrisa que derrocha carisma.

—¿Por ti? Hubiera matado al dragón por pasar una noche más contigo.

—¿Estás listo? Porque voy a salir ya, así que prepara tus mejores exclamaciones de incredulidad porque las vas a necesitar —aviso alzando un poco la voz.

Mientras hablo, me encuentro de pie frente al espejo. Una catrina con una diadema de rosas negras y rojas me devuelve la mirada, con un vestido como aquellos utilizados para bailar tango abrazando cada curva de su cuerpo. A pesar de que he sido yo la que se ha maquillado, me cuesta pensar que soy yo la persona reflejada. Mentiría si no dijera que estoy espectacular, lista para celebrar Halloween y el Día de Muertos si me apurasen. No sé qué puede tener preparado Liam, pero este vestido es increíblemente sugerente y no precisamente para una fiesta universitaria.

—¡Tengo mi lista de cien cumplidos preparada para recitarlos uno a uno, milady! ¡Ardo en deseos de ver lo espectacularmente guapa que estás! —Oigo sus gritos burlones a través de la puerta cerrada y suelto una pequeña risita antes de abrir la puerta.

—Aquí está su cita de esta noche, señor Hale.

Los ojos de Liam doblan su tamaño al posarse sobre mi cuerpo, analizando cada centímetro del mismo como si no quisiera olvidarlo jamás. Durante unos segundos, lo que hace es admirarme en silencio, pero pronto se recompone y suelta un suspiro dramático, colocando las manos sobre su corazón como si le hubieran disparado.

—¡Oh, Dios! ¿Pero quién es este ángel que me bendice esta noche con su presencia? ¡Una verdadera belleza latina! —exclama con todo el dramatismo del mundo, diciendo la última frase en un español con acento pésimo.

—Primero, no soy latinoamericana, soy española. No seas una denuncia viva al sistema educativo estadounidense —río pegándole un golpazo en el hombro—. Y segundo, con tanto drama voy a terminar por pensar que te estás riendo de mí.

Liam pone los ojos en blanco y, sin avisar, atrae mi cuerpo al suyo para posar sus labios sobre los míos. No lo pienso dos veces antes de rodear su cuello con mis brazos y devolverle el beso, disfrutando de la suavidad de sus labios de esta forma tan espontánea.

Es Liam el que se separa primero, dejando un beso sobre mi frente antes de sonreír de nuevo. Doy gracias a que el maquillaje parece ser a prueba de bombas, porque ninguno de nuestros rostros ha quedado arruinado.

—¿Responde eso a tu pregunta? —comenta con esa media sonrisa juguetona tan característica suya.

—¿Si digo que no, volverás a hacerlo?

—Venga, mi querida catrina, vámonos —Liam ríe y niega con la cabeza, tomando mi mano y camina conmigo hasta el piso inferior de su apartamento—. Iman y Stevie nos están esperando con los demás.

—¿Voy a conocer a más amigos tuyos?

—Hoy los conocerás a todos, sí. ¿Por qué, no te apetece?

—Al contrario, ¡quiero hacerlo! Iman y Stevie son maravillosos, así que el resto deben de ser igual de divertidos.

—Yo no tengo amigos aburridos, muñeca espacial.

—¿Es que se me va a quedar ese mote de por vida? —pregunto divertida una vez entramos en el ascensor—. ¡Ya ni siquiera voy disfrazada de Sailor Mars!

—Bueno, entonces lo acortaremos por comodidad... muñeca.

Ay, ¿pero qué tienen los hermanos Hale con ponerme motes cariñosos en Halloween?

Antes de entrar en el enorme edificio, ya siento la energía vibrando en el ambiente, desprendiéndose de cada una de las personas que están en su interior. Cada pareja está vestida de formas distintas, pero en todos veo un elemento común: la indumentaria de todo el mundo es acorde a la usada para bailar.

Hemos vuelto al Bronx, pero esta vez, nadie se está escondiendo para evitar que la policía descubra sus actividades clandestinas. La gente está entrando en el gran edificio de ladrillo muy emocionada, nerviosa por lo que van a hacer esta noche. A pesar de que ya podía imaginarme qué íbamos a hacer esta noche cuando Liam me dio el vestido, el letrero de la fachada me ha proporcionado todas las pistas que me faltaban.

"Ritmos de Latinoamérica: escuela de danza."

—¿Me estás trayendo a una escuela de baile a las siete de la noche en Halloween? ¿Qué me he perdido? —pregunto entre risas mientras entramos junto con tantas otras parejas.

—Espero que sepas bailar, porque estamos a punto de presentarnos al quinto concurso de danza de esta escuela. Es uno de los lugares más famosos del Bronx y este certamen tiene mucho prestigio, así que no puedes dejarme en ridículo.

Mis ojos doblan su tamaño al alzar el rostro para mirarle, claramente nerviosa ante lo que acaba de decir. Sé bailar muchos tipos de danzas, ya sean bailes de salón en pareja o algo más moderno, pero siento mucha presión al saber que es un concurso tan importante, especialmente si Liam ha puesto sus esperanzas de vencer en mí.

—Eh... A ver, yo sé bailar, pero no sé si soy la persona adecuada para... —Mis balbuceos nerviosos son interrumpidos por su risa musical y un beso que posa sobre mi cabeza—. ¿Me estás vacilando?

—¡Pues claro que te estoy vacilando! —ríe antes de apuntarnos rápidamente en uno de los mostradores cercanos, guiándome hacia una puerta de doble hoja tras la que deduzco estará el gran salón de baile—. Es cierto que es un concurso, pero no es nada importante. Se organiza por diversión y cualquiera puede apuntarse, venimos par divertirnos.

—Eres un idiota.

Mi gruñido viene acompañado por un golpazo en sus costillas que solo le hace reír más alto. No me da tiempo a insultarle más, porque un huracán dorado se abalanza sobre mí, dejándome completamente confusa. Tal vez solo haya visto a Iman una vez, pero esas trenzas y su energía vibrante son inconfundibles.

—¡Alexa, no sabíamos si vendrías! Nuestro bebé pijo nos dijo que te invitaría, pero que tendrías planes e igual no podrías acercarte. ¡Me alegra que decidieras venir!

—Yo también me alegro mucho de verte, ¡estás verdaderamente preciosa! —alabo una vez da un paso atrás y puedo ver cómo va vestida.

Iman parece directamente salida de los años veinte. Su vestido corto de tirantes que deja a la vista sus largas y esbeltas piernas está cubierto por flecos dorados, a conjunto con las extensiones que forman sus trenzas. No lleva el pelo corto, pero sí tiene la clásica diadema de aquella época.

—¡¿Y lo dices tú, reina de los muertos?! ¡Pareces una jodida diosa!

—Estoy de acuerdo con la señorita, milady. —La voz, teñida por un acento que pretende ser elegante, viene de mi izquierda y me giro, encontrándome con Stevie. Lleva puesto un traje a juego con la indumentaria de Iman y alcanza mi mano para besar el dorso—. Es usted una de las beldades más exuberantes que hay en esta sala.

—Se lo agradezco, distinguido caballero —respondo con una pequeña reverencia, tratando de aguantarme la risa.

—Don Chillin, le pido que deje de intentar robar mi cita de esta noche y derroche todos sus encantos con la suya —interviene Liam colocando un brazo alrededor de mi cintura, claramente bromeando con nosotros.

Stevie rompe a reír y me fijo en que la actitud que tiene con Iman no es en absoluto romántica, sino amistosa exclusivamente. Liam no me ha dicho nada, pero no creo que estén en una relación ni lo quieran. Parecen el ejemplo perfecto de dos mejores amigos de toda la vida.

En ese momento, escuchamos una voz a través de la megafonía indicándonos que entremos en el gran salón donde se celebrará el concurso. Liam coge mi mano y camino junto a él, sin saber muy bien qué tengo que hacer. No nos hemos preparado ningún número concreto, así que espero que bailemos algo conocido y tengamos buena química en la pista.

—A ver, muñeca, vamos a tener dos opciones para bailar. La primera canción que he elegido es "La vida es un carnaval", de Celia Cruz. Es una canción de salsa muy popular, así que no creo que nos cueste mucho. En segundo lugar, he escogido "La cumparsita", uno de los tangos más famosos del mundo. ¿Qué te parece?

—Ignoraré el hecho de que la salsa fue originada en Cuba y el tango en Argentina, por lo que no sé por qué vamos vestidos de catrines mexicanos —respondo aguantando la risa antes de esbozar una sonrisa de alivio—. ¡Y me alegro por ambas opciones, se me dan de cine! ¿Cómo sabías que este plan me gustaría? ¿Qué hubiera pasado si no me gustara bailar?

—Nada. Me lo habrías dicho al entrar y no nos hubiera apuntado. Este espectáculo también merece la pena aunque no participes, así que nos lo hubiéramos pasado en grande igual viendo a las parejas bailar.

—Así que lo tenías todo pensado, ¿eh? —digo con una sonrisa antes de sentarme alrededor de la pista de baile con Iman y Stevie.

—Claro que lo tengo todo pensado, quiero que los días y las noches que pases conmigo se te queden en la cabeza. No quiero que tu felicidad sea pasajera.

Yo alzo la mirada para encontrarme con la suya y esbozo una sonrisa antes de posar mi cabeza sobre su hombro. Un hombre y una mujer pronto salen al escenario entre aplausos y vítores, deduzco que serán los presentadores. Ambos anuncian en qué consistirá la velada con acento latinoamericano, probablemente colombiano según alcanzo a distinguir. Siento como si estuviese metida en un gran tanque de agua mientras transcurren las presentaciones y los primeros bailes debido a los nervios que dominan mi organismo.

Sí, se me da razonablemente bien bailar salsa y tango, especialmente dos canciones tan conocidas y practicadas, pero no puedo evitar pensar en todo lo que podría salir mal. Supongo que, siendo tan perfeccionista como soy en todos los aspectos de mi vida, tengo miedo a hacer el ridículo, especialmente frente a personas que no conozco. La mano de Liam sobre la mía me reconforta y me proporciona el calor que necesito para calmar un poco los nervios, pero estos solo crecen cuando escucho nuestros nombres siendo anunciados por los presentadores.

Es Liam el que tira de mí suavemente para acompañarme al centro de la pista, lo cual hago mientras miro a mi alrededor. Extrañamente, al ver tanta gente a mi alrededor, me crezco un poco. Sé que se me da bien bailar y, aunque no conozca a nadie, no voy a hacer el ridículo. Voy a bailar como los ángeles y vamos a ganar este concurso.

En cuanto escucho las primeras notas de la música, todo se difumina a mi alrededor y lo único que veo es a Liam mirándome como un torero encararía a un miura antes de darle la estocada final. Yo le imito y tomo su mano en el mismo instante en el que la voz de Celia Cruz comienza a sonar.

Mis caderas se mueven como nunca, combinándose con el juego de pies característico de la salsa. Me sorprende comprobar lo bien que se mueve Liam, elegante como un gato a la par que sensual. Nuestros cuerpos se mueven con una sincronización comparable a la de practicar juntos durante años y los vítores pronto inundan la sala. La salsa es un baile que combina la sensualidad con rapidez, así que nuestros cuerpos se rozan durante breves instantes mientras Liam me hace girar, saltar y moverme por toda la pista.

Al identificar las últimas notas de la canción, me pego al cuerpo de mi pareja de baile y giro antes de dejarme caer sobre su brazo, rodeando su cuello con el mío hasta que casi rozo el suelo. Los aplausos retumban por toda la sala en cuanto terminamos y yo suelto un pequeño chillido antes de abrazar a Liam.

—¡Has estado espectacular, como un soplo de aire fresco en verano! —alaba Liam antes de inclinarse y posar un rápido beso sobre mis labios.

—¡¿Y tú?! ¡Nunca habría imaginado que sabes bailar de esa manera!

Entre risas, Liam y yo volvemos a la grada, chorreando felicidad por los cuatro costados. Aquí está otra vez la euforia, invadiendo mi cuerpo como si acabase de recibir una descarga eléctrica. Bailar con alguien con quien congenio tan bien me ha hecho ascender a las nubes en apenas unos minutos.

—¡Tía, has estado espectacular! —dice Iman con la sonrisa brillando en su precioso rostro—. ¡Liam siempre ha bailado bien, pero comparado contigo es un pato mareado!

—Gracias, Iman, pero concedámosle más mérito porque hemos congeniado mejor de lo que esperaba.

—Yo ya sabía que teníamos química, pero no sabía que tanta —ríe Liam antes de acercarse discretamente a mi oreja—. Estoy deseando ver qué tal se nos da el tango...

El rosa tiñe mis mejillas al escuchar su susurro sugerente y agradezco que los presentadores llamen al escenario a Iman y a Stevie para evitar que se den cuenta de lo que está pasando entre Liam y yo. Parece ser que van a bailar un charlestón y quiero prestar atención, pero alguien tiene otros planes.

La mano de Liam descansa sobre mi pierna desnuda y su dedo gordo traza círculos en mi piel perezosamente. Mis mejillas siguen rojas y trato de no pensar en su tacto, en nuestro baile, en su boca y mucho menos en el tango que estamos a punto de bailar, pero se me hace imposible.

Hacía mucho que nadie encendía mi cuerpo de esta manera y ya apenas me acordaba de cómo se sentía.

Su mano asciende por mi muslo y mi cabeza gira con tal rapidez que podría haberme roto el cuello con ese simple movimiento. Mis ojos son una clara advertencia y un grito silencioso que le pregunta en qué demonios está pensando, pero mi corazón late completamente desbocado.

—Eres un aburrimiento, muñeca —susurra burlonamente antes de apartar la mano.

Apenas tengo tiempo de recomponerme antes de que la canción termine y nos toque aplaudir y vitorear por nuestra pareja de amigos, tratando de recompensar la poca atención que les hemos prestado.

—¿Es que eres perfecta en todo? —le pregunto a Iman, creyendo firmemente que debe de ser una diosa en un cuerpo humano.

—Vamos, ¡no hay para tanto! —asegura entre risas—. Desde luego no bailo tan bien como tú, eso lo puede afirmar cualquiera.

Antes de que pueda protestar, escucho a los presentadores anunciando nuestros nombres y el tango que estamos a punto de bailar, y mi corazón vuelve a desatarse como un caballo de carreras.

Liam me coge de la mano y andamos de nuevo hasta la pista. La electricidad que hay entre nosotros aumenta cuando nuestros cuerpos se tocan y al separarnos para comenzar, la tensión entre nosotros es prácticamente tangible. La música comienza y avanzo hacia Liam de esa forma tan sensual y seductora que caracteriza este baile. El juego de pies, la mirada, la tensión... Todo ello es necesario para construir un hermoso tango desde el principio. Liam juega su papel a la perfección, mirando al suelo hasta que su mano vuela hasta mi vientre y me gira, haciendo que nuestros ojos se encuentren.

Y entonces, comienza.

Liam y yo nos movemos con la fluidez y elegancia que caracteriza al agua, convirtiéndonos en uno sin que nuestros cuerpos se toquen. Mis pies se mueven a la perfección, dejando que me guíe mientras la sensualidad aumenta con el ritmo de la canción. La mano de Liam en mi cintura me quema, causando que mi cuerpo actúe sin prestarle ningún tipo de atención a la cabeza. Ahora mismo solo existimos Liam y yo moviéndonos al son de la sensualidad.

Nuestros ojos no se encuentran en ningún momento de la canción, pero nuestros cuerpos no dejan de pegarse y apartarse, como si estuvieran tentándose el uno al otro. Sus pies se entrelazan con los míos hasta que, en un solo movimiento certero, Liam me inclina hasta que mi cabeza casi toca el suelo, dejando que su cuerpo siga el arco que ha formado el mío.

Y es ahí cuando, por primera vez desde que comenzamos a bailar, nuestros ojos se encuentran.

Esos zafiros de un azul hermoso, tan brillante y lleno de promesas, me observan como si pudieran ver cada pedazo de mi alma. Nunca algo sin vida me había transmitido tanto en milisegundos, encendiendo cada gota de mi ser.

"¿Nunca, conejita? ¿Estás segura de eso?"

Mis labios no tardan en encontrar a los de Liam, fundiéndose en un beso cargado de pasión y palabras que jamás se dirán en voz alta.

¡Hooola!

En primer lugar, a todas las personas latinoamericanas que me lean, espero no haberla cagado con las referencias a vuestro país 😅. Me he informado sobre los catrines y he visto vídeos de baile de salsa y tango, pero si me equivoqué en algo, ¡que no os preocupe decírmelo!

Y ahora... ¡¿qué os ha parecido la primera parte de la noche de Halloween?! Estos dos se traen algo entre manos...
Y Ace, hace tiempo que no escucho su nombre 😓 ¿se estará olvidando Alexa de él?

No soltéis el aire todavía que aún queda la segunda parte de la noche... 😉

Os leo! ❤️

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