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7

Halloween.

Esa sola palabra me trae recuerdos agridulces, aunque sorprendentemente ya apenas noto los pinchazos en el pecho. El mayor responsable de esto es el tiempo, que todo lo cura como bien dice el dicho. Pero estos últimos días he tenido otro ayudante externo que ha supuesto un subidón de adrenalina del que espero no recuperarme pronto, y este tiene nombre y apellidos: Liam Hale.

Aún siento la resaca de nuestra escapada nocturna al Bronx hace una semana y me encuentro mucho más contenta al afrontar lo que se me pone por delante cada día. A pesar de que no he vuelto a ver a Liam desde entonces, sigo estando de buen humor gracias a él.

Hoy, por ejemplo, tiene lugar la tan famosa fiesta de Halloween de Hayden y apenas me duelen los recuerdos de lo ocurrido en la celebración del año pasado. De hecho, se podría decir que estoy emocionada por salir con mis amigas y ver qué nos depara la noche, aunque una parte de mí no para de hacerse una pregunta

¿Qué tendrá Liam preparado en esa segunda vida para celebrar esta fecha?

Seguro que Stevie, Iman y él van a hacer una pasada de plan con todos esos amigos que tienen en el barrio. Llevo toda la semana reprimiendo mis ganas de mandarle un mensaje para preguntarle, porque no quiero parecer una suerte de acosadora, así que me contento con mis cavilaciones.

Pero necesito otro chute de adrenalina, volver a sentir esa euforia que no sentía desde que otro hombre con ojos de ese mismo azul zafiro puso mi mundo patas arriba. Casi me siento como una yonqui, adicta a esa droga invisible que me hace sentir viva.

Al llegar hoy a la oficina y consultar mi agenda he visto que no tengo ninguna reunión con Liam hasta la semana que viene. Mi desilusión ha sido tal que hasta Trevor se ha dado cuenta, aunque le he ahuyentado con una mentira a medias: el hecho de que tendría que reunirme con William para trabajar esta mañana. Eso nunca me pone de buen humor y ya empecé el día con una predisposición completamente negativa.

La mañana ha ido como cabría esperar. William se ha limitado a hablar sobre trabajo y a ejercer de mentor, aprovechando cada mínimo detalle para tratar de acercarse a mí. Yo sigo sin permitir que una sola grieta aparezca en mi muro infranqueable, evitando todos sus acercamientos como si de puñaladas se tratasen. Pero ya van casi dos meses de intentos sin descanso y William parece tener ganas de seguir insistiendo durante años si es necesario.

—Creo que con esto ya está, señor Arden —comento una vez terminamos de revisar la información de un nuevo caso—. El lunes veremos si algo ha cambiado o tenemos que apretarle más las tuercas al demandante.

—Alexa, espera.

Dios, ¿es que no va a cansarse nunca?

—¿Sí, señor Arden?

—He estado hablando con tu madre. Bueno, tratando de hablar cada vez más con ella. Me gustaría que me concedieras cinco minutos, no pido más, para hacerte una petición. Si me permites hablar contigo ahora, te prometo que trataré de no volver a ser tan pesado y te dejaré tu espacio. Si quieres acercarte a mí en el futuro, podrás hacerlo, pero yo dejaré de agobiarte. Te lo prometo.

William es listo, de eso no hay duda. Después de tantas semanas tratando de acercarse a mí por todos los medios, por fin ha dado en el clavo. No sé qué es lo que quiere de mí exactamente, pero ofrecerme ese espacio que llevo pidiéndole tanto tiempo es exactamente lo que quiero. Realmente debe de necesitar decirme lo que sea que quiere decirme para poner esa oferta sobre la mesa.

—Te escucho.

—Verás, desde que viniste a trabajar aquí, he estado pensando en todas las malas decisiones que he tomado con respecto a tu madre y a ti —murmura William sin mirarme, aún sentado tras su escritorio—. Te lo he dicho muchas veces, pero me arrepiento mucho de mi forma de actuar y si pudiera, lo haría todo de otra manera. Por desgracia, no puedo volver atrás en el tiempo, así que de ahora en adelante voy a intentar resarcir todo el daño que os he hecho. He conseguido hablar un par de veces por teléfono con tu madre, pero no quiere saber nada de mí, cosa totalmente comprensible. En una de esas llamadas, a tu madre se le escapó que la razón por la que la odias es porque te ocultó lo que hice durante años.

William hace una pausa y yo noto cómo mi ceño se frunce al saber que María, aunque fuera por error, le ha revelado una de mis intimidades al hombre que odio. No importa cuántas veces le diga que se olvide de mí, esa mujer nunca va a dejar de atormentarme.

—Muy bien, ¿y qué?

—Quiero hacerte una petición, rogarte si es necesario. Te ruego que... Te ruego que le des una oportunidad a tu madre. Sé que lo que hizo fue doloroso para ti, pero ponte en su lugar. Ella solo quería protegerte, tratar de que tu infancia no fuese dolorosa al saber que tu padre que yo me había marchado. Tal vez no fue la mejor idea, pero en todo momento ella estaba mirando por tu bienestar. Ella no tiene la culpa de nada, el único villano de esta historia soy yo.

El breve discurso de William me deja perpleja, aunque no le permito ver ni un ápice de emoción en la máscara que es mi rostro ahora. Cuando me ha exigido que le escuchara con tanto ímpetu, no pensé que sería para romper una lanza a favor de mi madre. Este hecho no solo me sorprende, sino que también me irrita. ¿Quién se cree que es para pedirme algo después de olvidarse de mi existencia durante veintiún años? ¿Cómo se atreve a ponerme a mí como villana cuando él es el que ha dejado una estela de dolor a su paso?

—Tienes razón, William —respondo, y mis palabras hacen que una expresión de agradable sorpresa se forme en su atractivo rostro, expresión que no va a durar demasiado—. Tú eres el villano de esta historia y no tienes ningún derecho a pedirme nada. He estado viviendo mi vida sin padre durante veintiún años y no tengo inconveniente con seguir de esta manera, así que ahora, si me disculpas y cumples con tu promesa, me voy a marchar y agradecería que me dejaras en paz.

William no trata de pararme cuando camino hacia la puerta de su despacho y lo agradezco con creces. No quiero malgastar ni un segundo más de mi vida pensando en él, ni mucho menos hablando con él. Solo quiero seguir con mi trabajo hasta que llegue el momento de marcharme a casa y prepararme para la fiesta de Halloween de esta noche.

Al llegar a mi cubículo, encuentro a Trevor comiendo en mi silla, situación que me hace soltar una pequeña carcajada. No importa lo enfadada que esté, Trevor siempre consigue sacarme una sonrisa.

—Veo que alguien ha hablado con su donante de semen —comenta con una sonrisa empática—. ¿Quieres hablar de ello o tratamos un tema más agradable?

—No te ofendas, pero prefiero no dedicarle ni un solo pensamiento más a ese idiota. No quiero que me arruine el día, especialmente hoy que es Halloween.

—Ah, ¿así que a nuestra querida Lex le gusta Halloween? —pregunta mientras se levanta para sentarse sobre mi mesa y dejarme sitio para comer—. ¿Cuál es tu plan para hoy? A ver, es una pregunta retórica, toda la ciudad sabe lo que hacéis hoy los alumnos de Hayden.

—Pues las chicas y yo teníamos pensado ir a la fiesta de Hayden como todos los años. Vamos a disfrazarnos de las distintas Sailors, del anime Sailor Moon, incluso ya tengo mi disfraz de Sailor Mars. La verdad es que tengo muchas ganas de verlas, especialmente a Brooke. Tuvo un problema con su familia y quiero saber si ha podido solucionarlo.

—¿Un problema? ¿Qué ha pasado?

—¿Recuerdas que Brooke y Gigi están saliendo, verdad? —pregunto y Trevor asiente, prestándome mucha atención—. Pues aún no le han dicho nada a ninguno de sus padres porque tienen miedo de la reacción que puedan tener. El otro día, Brooke tanteó a su madre acerca del tema y tuvo una reacción bastante negativa. No sabemos muy bien qué hacer para ayudar.

Mi amigo suspira con pesadumbre, comprendiendo al momento la gravedad de nuestro dilema. Le he hablado muchas veces de mis amigas y su reticencia a confesar su sexualidad y ambos estamos de acuerdo en que nadie debería tener miedo jamás a ser como es.

—No sé si mi consejo puede serle útil a alguien, pero yo esperaría un poco. Seguiría tanteando el terreno poco a poco, indirectamente haciendo que se acostumbren al hecho de que es completamente normal ser homosexual. Estoy seguro de que, siendo sus padres, acabarán queriendo a su hija de cualquier manera.

—Sí, eso es lo que les he dicho yo. —Trevor y yo nos miramos con una sonrisa, entendiéndonos sin palabras. No nos conocemos desde hace tanto, pero hemos encajado como dos perfectas piezas de puzle—. Espero poder darte buenas noticias en breve.

—Tranquila, Lex. Estoy seguro de que la vida pronto te dará un respiro.

—Hoy he estado hablando con Trevor sobre el problema que tienes con tus padres y está de acuerdo con nosotras. Cree que lo mejor será ir poco a poco y que seguro que le va a dar igual porque te quieren.

Mis palabras hacen que Brooke se gire en mi dirección y me mire con una sonrisa triste. Gigi y Cher asienten con la cabeza, profiriendo palabras de ánimo y sonrisas cálidas para que nuestra amiga vea lo arropada que está.

Ya son entorno a las ocho de la tarde y las cuatro nos encontramos dentro de una limusina vestidas como las distintas chicas de la serie Sailor Moon. Cher es la protagonista, como no podría ser de otra manera; Gigi es Sailor Venus, Brooke es Sailor Jupiter y yo soy Sailor Mars. Hemos puesto mucho trabajo en nuestros trajes y estamos muy emocionadas por asistir a la fiesta de Halloween. Este año se celebrará en el club Empire y, por primera vez desde que asisto a Hayden, agradezco que no se celebre nunca en el mismo sitio. El Apollo me traería demasiados recuerdos en estas fechas.

—Dile a Trevor que le agradezco su preocupación y que voy a haceros caso. De hecho, el plan ha comenzado ya, ¿sabéis? —dice Brooke y su sonrisa se torna un poco más segura—. Poco a poco estoy viendo cómo reaccionan mis padres a la representación LGTB de distintas series, películas y programas, haciendo algunas preguntas y comentarios... De momento la cosa sigue bastante estancada, pero espero que avance. Lo último que quiero es tener una mala relación con mis padres.

—Como alguien que tiene unos padres nefastos, te aseguro que ese no va a ser tu caso. Conozco a tus padres y estoy segura de que ellos te aman seas como seas. Seguramente nuestros temores son infundados y en unos meses estaremos recordando estas preocupaciones entre risas —aseguro tomando a Brooke de la mano y estrechándosela con fuerza.

—¡Eso es! Tus padres son geniales, ¡les va a dar igual que te guste una cosa u otra! ¡Tú no te preocupes y céntrate en todos los chupitos que vas a meterte en el cuerpo hoy!

Las palabras a voz en grito de Cher nos hacen soltar chillidos de aprobación, subiendo el volumen de la música para cantar. No tardamos en llegar al Empire y entramos dando saltos, entre risas, mientras algunas cámaras nos toman fotos. Cómo no, la prensa quiere hasta el último detalle de la fiesta de los niños pijos de Nueva York.

Al entrar vamos directas a la barra, sintiendo cómo todos los pares de ojos del local van directos a nuestras figuras. Estamos acostumbradas a ser el centro de atención y lo bien que vamos hoy no es para menos, por supuesto. Pedimos tres chupitos para cada una del tirón, dispuestas a comernos el mundo en una noche.

—¡Por el amor, sea entre quien sea! —chilla Gigi alzando su vasito y todas gritamos y bebemos.

—Bueno, chicas, hace tiempo que no me pillo una de mis borracheras legendarias, así que si tenéis que pararme los pies, sed totalmente libres de hacerlo —advierto antes de alzar el segundo vaso y acabar con él—. ¡Por los amores que una vez fueron y jamás volverán a ser!

Mis amigas corean mis palabras y pronto terminamos también con el tercer chupito. Soy yo la primera que coge de las manos a mis amigas y empieza a arrastrar sus cuerpos hasta la pista de baile. Necesito quemar el alcohol que acabo de meterme en la sangre y disfrutar de una fiesta, especialmente tras la cantidad de cosas que han sucedido en apenas dos meses.

No, no les he dicho nada a mis amigas acerca de lo que sea que sucediera la semana pasada entre Liam y yo. Siento que lo que compartimos esa noche en el Bronx, no solo los besos sino los sentimientos que compartimos pertenecen a otra parte de mi vida. Tal vez esté haciendo lo mismo que Liam y desarrollando una doble vida: una Alexa que estudia en Hayden y hace las prácticas en una famosa firma de abogados, y otra que sale por la noche en busca de esos deliciosos momentos de pura euforia.

Pero, ¿por qué elegir? ¿Por qué dividir las dos vidas y no disfrutar de cada momento, igual que solía hacer? ¿Realmente es tan complicado?

—¡Vamos, Lex, enséñale al mundo cómo te mueves! —anima Cher, sacándome del trance de golpe.

Mis caderas empiezan a moverse al ritmo de la canción, concretamente de Toxic, de Britney Spears, y no tardo en perderme en una de mis canciones favoritas. La gente a mi alrededor se difumina y una amplia sonrisa domina mi rostro mientras me muevo sensualmente al ritmo de la canción.

De repente, noto unas manos en mi cintura y abro los ojos, encontrándome con un chico de mi curso. Él aparta las manos respetuosamente, pero me mira con una media sonrisa, esperando que siga bailando con él.

—¿Qué, Arden? ¿Te animas?

No tengo ni que pensar antes de asentir y empezar a mover mi cuerpo contra el suyo, ignorando cualquier pensamiento que pueda emerger en mi cabeza. Solo quiero pasar un buen rato, tal vez ligar con John, este chico agradable que me ha pedido bailar, y pasar tan buena noche de Halloween como el año pasado.

Como el año pasado...

"Ay, conejita, ¿recuerdas lo bien que lo pasamos esa noche? Ni siquiera nos habíamos besado aún, pero me moría de ganas después de verte bailar en la barra."

Esa voz que conozco tan bien me sorprende tanto que casi tropiezo con mis propios pies. Como era de esperar, no hay ni rastro del supuesto emisor, y no pierdo el tiempo buscándole. Es más, cierro los ojos de nuevo y bailo con más ímpetu contra John, tratando de borrar el recuerdo con el tacto de otro hombre.

"Fue una noche muy especial para mí, ¿sabes? No estábamos juntos, incluso aún fingíamos odiarnos, pero tumbados bajo las estrellas en la terraza, yo ya sabía que necesitaba que fueras mía."

No puedo más.

Sintiendo cómo la sangre asciende a mis mejillas a toda velocidad, separo mi cuerpo del de John y me lanzó en dirección a la salida, sin saber muy bien a dónde voy. Necesito salir, pero no de este club, sino de mí misma. Necesito escapar de mis propios pensamientos y de esa estúpida necesidad que tiene mi cabeza de recordarme a alguien que se ha marchado y ya no va a volver.

Y solo se me ocurre una persona capaz de sacarme de aquí.

—Liam —balbuceo en cuanto escucho su voz al otro lado de la línea—. ¿Qué planes tienes esta noche?

¡Holita!

Bueno, pues Halloween ha llegado una vez más a Hayden y la noche no ha hecho más que empezar...

¿Qué opináis de la conversación de Alexa con su padre y la petición que le ha hecho? ¿Qué creéis que estará haciendo Liam?

Parece que nuestra chica no supera esos ojos azules...

Os leo! ❤️

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