Al entrar en el despacho de William esa misma tarde y verle a él esperándome junto a Bruce Hale, siento ganas de darme la vuelta y salir por donde he entrado. El bufete hace ya tiempo que ha quedado vacío, por lo que somos los únicos aquí, cosa que ya parece costumbre dada nuestra investigación paralela al trabajo. Por fortuna, Liam también está sentado a la mesa con ambos hombres y verle me recuerda a Ace, la razón por la que estoy dispuesta a aguantar esta situación.
—Tengo información —anuncio mientras tomo asiento junto a mi mejor amigo, sin mirar a nadie en particular—. He estado hablando con Ace sobre los Monacelli y toda su estrategia para terminar con él, y he descubierto cosas bastante interesantes.
—Vaya, parece que el bala perdida de mi hijo ya ha conseguido engancharte otra vez en sus redes. No voy a decir que no me lo esperaba, pero casi pensaba que después de estar con Liam tomarías mejores decisiones, señorita Arden.
—Señor Hale, no he venido aquí a discutir mis decisiones amorosas ni...
—Papá —me corta Liam, su voz sonando como un látigo que hace enmudecer a la sala—. He intentado dejar pasar tus estúpidos comentarios durante estos días para evitar conflictos entre este extraño grupo que ya de por sí apenas se sostiene por sí mismo, pero ya es suficiente. No voy a permitir que creas que tienes algún tipo de potestad para hablarle a nadie así, y menos a Alexa, y tampoco estoy dispuesto a escucharte decir esas tonterías sobre mi hermano. Antes de venir, te dije que no te quería aquí por mucha ayuda que puedas brindarnos si ibas a aprovechar para comportarte de esta manera, y lo mantengo. Por lo tanto, lo dejo en tus manos: ¿prefieres quedarte y comportarte como un hombre respetuoso o marcharte y dejar de ver a otro hijo para siempre?
El ultimátum de Liam me pilla por sorpresa y tengo que emplear toda mi fuerza de voluntad para evitar ponerme a aplaudir. Estas últimas semanas, ya me había acostumbrado a los comentarios estúpidos de Bruce, y William, Liam y yo teníamos una especie de acuerdo no hablado para ignorarle completamente. No solo su discurso me ha sorprendido, sino el hecho de que parece dispuesto a cortar todos los lazos con su padre por sus comentarios acerca de su hermano y de mí.
Bruce le dirige una mirada de asombro a su hijo, que intenta disimular con su usual expresión de petulancia después de un breve segundo. Sé perfectamente que su enorme orgullo se ha visto dañado por ese ultimátum y también que no está dispuesto a perder a su ojito derecho por nada del mundo. Ahora bien, ¿será más importante para Bruce su orgullo o su propio hijo?
—Discúlpame, Alexa —dice finalmente el hombre, mirándome con unos ojos azules que echan chispas de rabia al tener que pronunciar las temidas disculpas—. Siento haberme comportado de esta manera, está completamente fuera de lugar. Prometo que, a partir de ahora, me limitaré a centrar mi atención en el caso que nos ocupa exclusivamente.
—Acepto tus disculpas. Será mejor para todos que dejemos a un lado cualquier aspecto personal y nos dediquemos a solucionar este embrollo cuanto antes.
—Estoy de acuerdo —dice William y puedo ver su frente perlada de sudor, probablemente al tratar de armarse de valor para plantarle cara a Bruce, sin éxito por su cobardía—. Ahora que hemos dejado estas estúpidas rencillas atrás, ¿qué tal si nos cuentas lo que sabes, Alexa? Nosotros también tenemos noticias.
—Resulta que en el mundo de las peleas no se ve nada bien que trasciendan los conflictos a la vida real porque eso pone en riesgo todo lo que hacen. En su día, Luca se metió él solo en la boca del lobo al tratar de ir contra Ace y por eso acabó en la cárcel, y ahora está intentando vengarse. Ninguna de las personas importantes de ese mundillo está contentas con Luca y ahora que él ha decidido sacarlo todo a la vida real, van a ir a por él. Eso es bueno porque tenemos aliados, pero malo hasta cierto punto porque no sabemos quiénes son ni lo que van a hacer. Tal vez sean personas importantes en el mundo empresarial, criminales, personas normales y corrientes... Lo único seguro es que van a por él de una forma u otra.
—Sí, eso tiene bastante relación con lo que hemos descubierto —comenta Liam con una amplia sonrisa antes de sacar su iPad para mostrarnos una serie de capturas de pantalla—. Como ya sabes, le comenté a Stevie y compañía todo esto para que investigaran lo que pudieran. Alguien anónimo se puso en contacto con él y le dijo que ya tenían una diana puesta sobre la cabeza de Luca. Están dispuestos a ayudarnos en lo posible para no mancharse las manos, pero han acompañado su oferta con una amenaza: si en el proceso que estamos llevando incriminamos a algún miembro de ese mundillo, vendrán a por nosotros personalmente.
—¿Quién es Stevie?
—Nadie, papá. No te metas en mis círculos sociales.
—Conozco a todos tus compañeros de universidad, ¿por qué no me presentas a ese tal Stevie? Parece un buen amigo tuyo, me gustaría invitarle a cenar en casa algún día.
—Papá, deja de ser una maruja.
La curiosa discusión entre padre e hijo casi me hace romper a reír, especialmente al imaginarme a Stevie cenando en un entorno como es la casa de Bruce Hale. Está claro que Liam mantiene su segunda vida completamente oculta de su padre y hasta cierto punto, me resulta entrañable imaginar a Bruce con un delantal de abuela trayendo una bandeja de galletas a Liam y sus amigos.
Tan solo me gustaría que esa actitud fuese igual para ambos hijos. Y que no fuera un gilipollas redomado, claro.
—Entonces tengo una idea de lo que podríamos hacer. Brooke no tardaría nada en descubrir todas las ilegalidades de los Monacelli como empresa si trabaja junto a ti, William. Con tus contactos y su talento, tendríais un caso preparado en un periquete. Por otro lado, Bruce y Liam os tendríais que encargar de sacar todas las pruebas posibles de estas ilegalidades y proteger a Ace de cualquier ataque, ya sea en forma de caso judicial o ataque violento. Tenemos que conseguir incriminar a Luca sin salpicar a Ace de ninguna forma.
—Eso está hecho, hija. Si no es inconveniente para Brooke, podría venir hoy mismo y trabajar con nosotros. Si no es posible, mañana mismo podría concertar una cita con ella, pero creo que sería mejor trabajar en grupo. Voy a asegurarme de que todas las personas a mi cargo con cierta importancia en el mundo legal trabajen en este caso hasta que esté resuelto. Haré todo lo que esté en mi mano para ayudar a tu... ¿amigo... especial...?
—Yo hablaré con Stevie y conseguiré todas esas pruebas lo antes posible —interviene Liam, sonriendo ligeramente al escuchar las palabras de mi padre—. Mientras mi padre y yo hacemos nuestra parte, también ayudaré a Brooke con todo lo que pueda conseguir en ese otro ámbito. Cuantos más seamos, mejor.
—Y yo me voy a asegurar de que nadie toque mi empresa ni mi apellido, lo que supongo que significa defender con uñas y dientes a mi primogénito una vez más. Si alguno de esos idiotas se piensa que puede hacer algo contra mi empresa, descubrirá la razón por la que nadie quiere buscarse problemas conmigo.
Los tres hombres intercambian miradas de decisión, dispuestos a empezar con nuestra labor cuanto antes. Podría decirse que somos una especie de Escuadrón Suicida extraño con distintas razones para llegar a una misma meta. Liam y yo queremos ayudar a Ace y obviamente evitar la amenaza sobre mi vida, William espera poder tener una relación conmigo ayudándome tras habérselo pedido y Bruce..., bueno, Bruce es idiota y no tengo ni idea de cómo funciona la mente de ese tipo de personas.
Unos minutos más tarde, Brooke está sentada a la mesa junto a William, mostrándole todo lo que tiene hasta el momento en su portátil personal. Como ya es costumbre desde hace semanas, todos trabajamos codo con codo hasta que nuestros ojos empiezan a escocernos y nuestras cabezas no dan más de sí. El reloj marca casi medianoche cuando recogemos nuestras cosas y emprendemos nuestro camino fuera del edificio. Brooke se ha marchado antes, ya que una vez dispone de la información, puede trabajar sola desde casa perfectamente. Liam y yo salimos juntos y estar junto a mi mejor amigo me hace recordar una conversación que tengo pendiente con él. No sé si este es el mejor momento para sacarla a colación, pero si no lo hago ahora, voy a seguir posponiéndolo de forma estúpida.
—Liam, me gustaría hablar contigo de una cosa...
—¿Vas a decirme que Papá Noel son los padres? Porque ya me lo olía, ¿sabes? Eso de recorrer el mundo en un trineo tirado por renos voladores no me suena del todo convincente.
—¡Ya sabes que Papá Noel es un mago, no cuestiones su magia! —le regaño con una pequeña sonrisa, sintiendo parte de la tensión abandonando mi cuerpo al recordar que es Liam, el chico encantador y comprensivo, y no un imbécil cualquiera—. ¿Recuerdas que en san Valentín volví con Ace y hablamos de todo lo que ha ocurrido este último año?
—Sí, claro, y me alegré mucho por vosotros. ¿Es que ha ocurrido algo malo?
—No, no es eso. La verdad es que..., bueno, te conté casi todo sobre lo que hablamos, pero me faltó incluir un tema que quería tratar más a fondo contigo. He hablado contigo acerca de esto varias veces y probablemente no tengas inconveniente, pero...
—Lex, mírame —dice Liam con calma, aprovechando que estamos en el ascensor para sonreírme—. A estas alturas puedes decirme lo que quieras, ya lo sabes. No te voy a prometer que acceda a todo lo que me pidas, porque tengo opinión propia, pero sí te escucharé y mantendré la mente abierta pase lo que pase.
—Vale, pero si me dices que no, lo entenderé y no te presionaré. Si quieres mandarme a la mierda, hazlo —digo con seriedad antes de salir del ascensor y parar frente a su coche para hablar con tranquilidad—. Verás, le he comentado a Ace la posibilidad de que ambos os sentéis a hablar sobre vuestra relación. Sois los dos hombres más importantes de mi vida; sois buenas personas, amables, comprensivos y maravillosos. Sé que nunca os habéis llevado bien, pero hace tanto tiempo que no habláis que pensé... pensé que tal vez estaría bien que os conocierais como sois ahora y a ver qué pasa. Ambos podríais explicar vuestros puntos de vista e intentar entenderos un poco mejor. No espero que os convirtáis en mejores amigos ni nada por el estilo, solo me gustaría que os dierais una oportunidad. Una simple conversación..., ¿qué me dices?
Liam no me quita los ojos de encima mientras suelto mi discurso de forma atropellada, incapaz de mirar a un mismo punto durante más de cinco segundos. Al igual que cuando tuve esta conversación con Ace hace unos días, no sé cómo va a reaccionar Liam a mi petición. Tal vez él no sienta el odio de su hermano mayor, pero tampoco le tiene en alta estima, y menos dadas las circunstancias actuales.
—Bueno, ya sabes que yo no odio a Ace y nunca he entendido por qué se comportaba de esa forma en el pasado, pero después de todo lo que ha pasado... —Liam hace una pausa, tratando de ordenar sus pensamientos o encontrar la forma correcta de expresar lo que se le pasa por la cabeza—. Te he visto sufrir tanto por él estos últimos meses por su comportamiento que ha sido inevitable empezar a sentir rechazo por él. Además, no ayuda en absoluto el hecho de que, dado que todavía siento algo por ti y estáis saliendo, es natural que esté celoso.
—No te preocupes entonces, lo entiendo perfectamente si no quieres hablar con él. Necesitaba preguntároslo a los dos porque me parece una pena que no os llevéis bien cuando ambos sois tan buenos y...
—Eh, eh, para el carro —dice, interrumpiendo mi tensa divagación con una pequeña sonrisa—. No he dicho que no fuera a hacerlo. De hecho, teniendo en cuenta que es tan importante para ti y que él ha accedido a hablar y no a apuñalarme, estoy segura de que seré perfectamente capaz de tener una conversación civilizada con él. Además, tampoco es para tanto, ¿sabes? Si tú has sido capaz de perdonarle y estás bien con él, yo tendré que superar mis celos y seguir con mi vida, que tampoco se muere nadie.
Una sonrisa se abre paso entre sus hoyuelos al hablar y no puedo evitar sonreír de vuelta. La perspectiva de ver un posible primer paso hacia la reconciliación, por muy lejana que esté esta e incluso tal vez no llegue nunca, me hace inmensamente feliz.
—Bueno, pues..., ¿qué te parece si quedamos los tres mañana en mi casa a las cinco?
—Allí estaré, dispuesto a todo.
•
El tercer suspiro de Ace se cuela más hondo en mi cabeza que los anteriores. La tensión que noto en su cuerpo tampoco ayuda para ignorarlo, especialmente cuando aprieta la mandíbula y los puños instintivamente. Hasta cierto punto, agradezco que Eric y sus amigos de Los Ángeles hayan pospuesto su llegada a mañana, porque no creo que fuera una buena idea tener esta conversación mientras Ace estuviera con el mono.
—Ace, si no quieres hacer esto ahora, podemos cancelarlo. No quiero que lo pases mal.
—No, no, quiero hacerlo hoy. Quiero decir, no me importa cuándo, pero quiero y tengo que hacerlo en algún momento —responde y cuando se gira para mirarme, noto cómo se destensa notablemente e incluso hace un amago de sonreír—. Cuanto antes, mejor, ¿no? Además, vas a estar tú aquí y eso suprime prácticamente todas mis ganas de estrangularle.
—Sé que ambos sois capaces de comportaros como dos seres humanos civiles y educados, pero también os he visto hacer el idiota como chavales de doce años, así que te digo lo mismo que le dije a él: si habéis aceptado hacer esto es para mantener una conversación civilizada y pacífica, no para jugar a la lucha libre. Repito, os lo he dicho a los dos.
—Vale, mamá, seré un niño bueno si luego me das un premio —responde con una sonrisa de niño inocente que oculta las intenciones más traviesas.
No puedo evitar romper a reír al verle y le doy un golpe en el brazo antes de escuchar el timbre.
—Deja de ser un guarro y respira hondo que ya ha llegado.
Al abrir la puerta y ver a Liam, siento la necesidad de seguir con la mano en la puerta para evitar ponerme a temblar como si me hubiera electrocutado con un enchufe. Mi mejor amigo tampoco parece relajado, aunque sí me devuelve la sonrisa.
—Hola, muñe-, esto... Alexa. Hola, Alexa.
—Hola, Liam. Pasa, siéntate donde quieras.
Liam entra en mi salón y es la primera vez que veo a ambos hermanos en la misma habitación intercambiando una mirada. Por un momento casi siento que el suelo se cae bajo mis pies, especialmente cuando veo a Ace levantarse con esa expresión tensa que es incapaz de enmascarar. También me doy cuenta de la enorme diferencia física que hay entre ambos hombres. Mientras que Liam tiene un cuerpo delgado y fuerte, fruto de ejercitarse de vez en cuando, Ace es más alto y mucho más grande, especialmente después de haber estado entrenándose como una bestia el último año.
No puedo evitar pensar que, si Ace quisiera, podría mandar a Liam volando de vuelta a Los Ángeles sin ninguna dificultad.
—Hola, Ace. Me... me alegro de verte —saluda Liam y le ofrece la mano para que este la estreche.
Los ojos de Ace miran su mano un breve instante y estoy segura de que no va a aceptarla hasta que me mira y finalmente la estrecha durante apenas un segundo.
—Hola.
—Bueno, los dos sabéis por qué estamos todos aquí, concretamente yo —digo, tratando de evitar la tensión y el silencio inicial para empezar a conversar como Dios manda—. Estoy aquí para evitar que la conversación derive en una pelea. Confío en vosotros para comportaros como hombres adultos, así que adelante. ¿Quién quiere empezar?
Mis ojos van de un hermano a otro tras preguntar, notando la rabia que sale del cuerpo de Ace y la tensión de Liam. Incluso cuando nos sentamos, Liam en el sillón a nuestra izquierda y Ace a mi lado en el sofá, casi puedo ver estos sentimientos flotando en el ambiente. Al mirar a mi mejor amigo, este suspira y finalmente sus ojos se cruzan directamente con los de su hermano.
—Ace, siento mucho que lo pasaras tan mal durante nuestra infancia. No quiero que pienses que me estoy burlando de ti o que quiero pincharte, pero te quiero hacer una pregunta importante para intentar entenderte. ¿Qué es lo que hice para que me odies tanto?
—Ah, así que es verdad que no lo sabes. Los privilegios de hijo favorito son más poderosos de lo que pensaba —responde Ace con un tono tan frío que casi siento un escalofrío—. Te has respondido tú mismo, ¿no es gracioso? Ese idiota que puso el semen que me creo y tú me habéis ignorado desde que naciste, especialmente desde que murió mamá. Está muy bien lo de lamerle el culo a tu padre y recibir todo el amor, pero lo de pegarme la patada hasta quedar permanentemente en un segundo plano pues no me hizo mucha ilusión, qué quieres que te diga. Está bien que te hayas acordado de que tienes un hermano veintiún años después, aunque solo haya sido porque querías hacerte a mi novia.
No puedo evitar mirarle con los ojos como platos durante un breve instante antes de colocar mi mano sobre la suya, tratando de calmarle. Ace está acostumbrado a los insultos y descalificativos cuando discute, especialmente cuando está tan enfadado, así que eso es algo que no voy a poder suprimir, pero sí puedo intentar paliarlo.
—¡Pero si yo siempre quise llevarme bien contigo! —exclama Liam con el ceño fruncido—. Desde niño solo quería parecerme a ti y estar contigo, pero entonces mamá murió y tú empezaste a meterte en líos. Apenas estabas en casa y cuando estabas, solo hablabas para gritarnos a papá o a mí. ¡No fui yo el que te ignoro, fuiste tú!
—¡¿Pero qué coño dices de salir por ahí a buscar problemas?! ¡¿Estás ciego o solo eres más idiota de lo que pensaba?! ¡Lo que hacía era salir de esa puta casa en la que solo me dirigíais la palabra para mencionar lo inferior que era a ti y lo mal hijo que era! ¡Hice exactamente lo que queríais y me largué de esa puta familia de idiotas pretenciosos!
—¡Pues para no querer tener nada que ver con nosotros, bien que te aprovechabas de papá para salvarte de comisaria cada puta noche y sacarle el dinero para gastarlo en drogas, coches y gilipolleces!
Antes de que Ace se levante, anticipo su movimiento y estrecho su mano con tanta fuerza que me hago daño yo misma.
—¡Bueno, vale ya! —interrumpo a ambos hombres que respiran con la fuerza de dos bisontes encabritados por la rabia que bulle en su interior—. No pienso sentarme aquí y mirar cómo os peleáis. Si estamos aquí es para solucionar los problemas del pasado, ¡no para crear más! Así que si lo único que queréis es tiraros los trapos sucios a la cara, ambos podéis marcharos de mi casa y asumiré que sois incapaces de ser cordiales el uno con el otro.
Ambos hombres se fulminan con la mirada, sentados en el borde de sus respectivos sillones como si estuvieran a punto de abalanzarse el uno sobre el otro para arrancarse la cabeza. Yo no me amedrento y continúo mirándolos a ambos con expresión firme, esperando a que uno de los dos reaccione de alguna manera que no sea violenta o agresiva.
—Tienes razón, amor —dice Ace finalmente tras unos tensos minutos que parecen horas, estrechando mi mano ligeramente en una silenciosa muestra de buena voluntad—. Liam, Lex, disculpadme por perder los nervios. Soy un adulto y puedo decir las cosas sin pegar gritos e insultar.
—Sí, yo también os pido perdón a ambos. Prometo que a partir de ahora estaré receptivo y mantendré la calma.
—Bien, ahora que hemos vuelto a ser seres civilizados, volvamos a empezar. Ace, ¿te gustaría decirle algo a Liam?
—Para responder a su pregunta anterior con mejores formas, diré que me dolió más que nada que replicase el comportamiento de nuestro padre. Cuando tú naciste, él me ignoró completamente y pasaste a ser su único hijo, ¿sabes? Solo me quedaba mamá y cuando ella murió, sentí que ya no me quedaba familia. Sí, me comporté como un adolescente idiota e irreflexivo, pero ya he pagado por ese error y me gustaría pensar que he mejorado como persona. A pesar de eso, sigue doliendo y eso no lo puedo cambiar de la noche a la mañana.
Al mirar a Ace, sonrío ampliamente, orgullosa al escucharle expresarse con tranquilidad. Él me devuelve la sonrisa de forma tímida, sin soltar mi mano.
—Liam, ¿quieres decirle algo a Ace?
—Que lo siento mucho, de corazón —murmura el hermano menor, mirándonos a ambos alternativamente con verdadera culpa reflejada en sus iris azules—. Nunca me di cuenta de lo que hacía papá cuando era pequeño. Solo te veía a ti distanciarte y él me decía que era porque no querías tener nada que ver con nosotros. Yo le creía, claro, ¿cómo no iba a creer a mi propio padre? Veía a mi hermano mayor, mi ídolo y referente, meterse en una vida terrible a pesar de tener todas las oportunidades del mundo y le creía. Hace tiempo que he visto que papá no era el angelito que creía que era cuando era pequeño y ahora lo veo más todavía. Te pido disculpas, Ace, con toda mi alma. Echo... echo de menos a mi hermano mayor.
Mi visión empieza a nublarse por las lágrimas y me aguanto para no interrumpir el momento con mis sollozos, a pesar de que la emoción casi se desborda de mi cuerpo. Veo que Liam también parece a punto de llorar y al girarme a mirar a Ace, su expresión de frialdad ahora se empieza a suavizar a medida que pasan los silenciosos segundos. Cuando pienso que no va a responder, Ace esboza una sonrisa pequeña, pero sincera.
—Yo... Yo también echo de menos a mi hermano pequeño.
¡Hola, amores!
Pues no sé vosotros, pero he llorado escribiendo este capítulo 🥹. Igual solo es el primer paso de un largo camino hacia la reconciliación, pero es demasiado para mi corazón 🥺.
¿Qué os parece la idea de reconciliación? ¿Creéis que es posible?
Os leo! ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro