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25

Llevo parada frente a la puerta del despacho varios minutos que me han parecido horas. Mi cerebro no para de instarme a que llame de una vez, especialmente ahora que la gente a mi alrededor me mira como si fuese un alienígena recién llegada a la Tierra, pero mi estúpido orgullo es el que me mantiene paralizada.

Desde que las chicas y yo llegamos a la conclusión de que William podría ser la clave para empezar a tirar del hilo que es toda la historia de Ace, he estado tratando de evitar este momento a pesar de saber que era la única alternativa. Después de haber vivido más de tres años entre las altas esferas de una de las ciudades más importantes del mundo, sé perfectamente que el poder de un empresario de dudosa legalidad solo puede combatirse con más poder. Tal vez las mafias sean poderosas, pero no dejan de ser negocios encubiertos y fuera de la legalidad. Los empresarios son como las mafias, pero respetados por la sociedad, protegidos por un ejército de abogados sin escrúpulos y el gobierno del país.

En ese momento, la puerta se abre y doy un pequeño salto por la sorpresa, casi chocando con el hombre que estaba a punto de salir de la habitación.

—¡Alexa! —balbucea William, tan sorprendido como yo, ya que supuestamente no quería verle ni en pintura—. ¿Qué haces aquí? Creo que todavía no tenemos ningún caso abierto en el que debamos trabajar juntos.

—No, no vengo por trabajo. Estoy aquí para..., bueno, para pedirte un favor.

—¿Un favor? ¿A mí? ¿Qué necesitas?

William me mira boqueando como un pez bajo el agua, claramente pillado a contrapié por mi petición. Dado que no estoy para irme por las ramas y no es un tema que pueda tratar en medio de la oficina, señalo al interior de su despacho y le sigo para sentarnos uno a cada lado de su mesa.

—A ver, antes de nada, quiero aclarar que sigo manteniendo mi opinión sobre ti como padre, así que he tenido que recurrir a pedirte ayuda porque no me quedaba otra alternativa. No se me ocurre otra persona con el poder y la suficiente inteligencia como para encontrar una solución, por lo que me gustaría dejar a un lado nuestra relación personal para trabajar en esto juntos.

—Claro, ya sabes que yo te ayudaré en lo que necesites. Eres mi hija y te prometí que a partir de ahora sería el padre que siempre has merecido —responde, componiendo su expresión de seriedad y profesionalidad propia de cuando trabaja—. Cuéntame, ¿de qué se trata ese problema y en qué puedo ayudarte?

A pesar de que me he preparado mentalmente para contar todo lo que sé de la forma más clara y concisa posible, me tomo una pausa de unos segundos antes de empezar a hablar. William asiente con gravedad a medida que escucha mi relato y puedo ver la preocupación en sus ojos verdes cuando menciono la posibilidad de que mi propia salud esté en juego. Cuando termino de hablar, él no reacciona directamente ya que probablemente está procesando todo lo que acabo de contarle.

—Me alegro de que me hayas contado esto, Alexa. Si estás en peligro, mi prioridad es evitarlo a toda costa y asegurarme de que este embrollo se soluciona lo más rápido posible —dice William finalmente con genuina preocupación antes de aclararse la garganta—. Ahora, entrando en el caso que acabas de contarme. Lo que necesitas saber es todo lo posible sobre Luca Monacelli y su familia, ¿verdad?

—Bueno, lo primero que tengo que hacer es saber si Ace dice la verdad y en caso afirmativo, corroborar si sus teorías son verdad. No me fío de él, aunque todo lo que me contó junto con lo que yo misma he vivido suena a verdad. Necesito pruebas para creerle después de cómo se ha comportado.

—A ver, personalmente puedo contarte todo lo que yo sé de Luca Monacelli que, por suerte o por desgracia, es bastante —suspira juntando las manos sobre la mesa y mirando hacia el techo, como si buscase toda esa información entre todo lo que ocupa su mente—. Los Monacelli son la oveja negra del mundo empresarial y tienen tan mala fama que ningún bufete estaba dispuesto a representarles. Lo intentaron con nosotros en un pasado y les rechazamos de inmediato. Tal vez los abogados corporativos seamos los que menos corazón tenemos en el mundo judicial, pero defender a esa escoria sería demasiado incluso para nosotros.

—Pero entonces, ¿qué son? ¿Son criminales, empresarios...?

—Ambas. Utilizan sus empresas para mantener una imagen de falsa legalidad y blanquear el dinero. Además, según te ha contado ese chico, parece que el joven Monacelli no es la persona más inteligente de la familia y ha decidido meterse directamente en situaciones ilegales. Eso nos facilitará ir a por él, especialmente si tu... amigo o lo que sea, sabe tantas cosas de él. Ahora bien, necesito saber si no te importa que impliquemos a ese tal Ace o quieres que le mantenga al margen. La estrategia dependerá de eso.

Cuando William menciona la posibilidad de que Ace se meta en problemas legales, tal vez incluso hasta el punto de terminar entre rejas, todos los órganos de mi interior se revuelven de tal forma que siento ganas de vomitarlos. No soy capaz de visualizar a Ace frente a un tribunal solo por protegerme. Si todo lo que dijo es verdad, y cada día me creo más lo que dijo, él dejó su pasado atrás hace mucho tiempo y este idiota vino a dañarle por darle su merecido.

Pero, en el fondo, realmente me da igual. Ace podría haber matado al padre de ese gilipollas y aun así no querría verle en problemas solo por ser él.

—No, no quiero que él esté implicado para nada —declaro con firmeza y el ceño fruncido—. Ace es la víctima de esta situación y se vio obligado a meterse en ese jardín por culpa de ese Luca, según tengo entendido.

—Entonces ya tenemos una idea para nuestra estrategia. Vamos a contar la verdad tal cual ha pasado, pero omitiendo todo aquello que implique a Ace. Siendo el hijo de Bruce Hale, será fácil que esté protegido solo por su apellido.

—Eso espero, porque si Ace termina en problemas graves... No me hago responsable de mis acciones.

Mis ojos van a la hora en la pantalla de mi móvil por enésima vez esta tarde y suspiro al ver que la hora está cada vez más cerca. Ni siquiera sé si me voy a quedar aquí plantada, pero pienso esperar hasta las cinco de la mañana si es necesario, aunque sea enero y en la cima de este edificio haga un frío de mil demonios.

Ha pasado alrededor de una semana desde que Liam confesó lo que sentía por mí y se marchó de mi casa dolido, con toda la razón del mundo. Desde entonces, he estado deseando contactar con él para pedirle perdón de rodillas porque esta vez, sé que la he cagado, y Liam se ha convertido en una persona increíblemente importante para mí. Le echo muchísimo de menos después de haber compartido prácticamente cada día de estos últimos meses con él, así que noto su falta en cada cosa que hago. Me duele el alma solo de pensar en cómo se debe de sentir y haría lo que fuera por arreglar lo que yo misma he dañado.

Tras dejar pasar un tiempo prudencial y confirmar con las chicas que era suficiente para dejarle el espacio que necesita, le he mandado un mensaje citándole en la enorme plataforma del edificio Edge a las cinco de la tarde para ver el atardecer. Quería emular esa noche tan bonita que pasamos en el edificio de Times Square, así que he alquilado esa especie de balcón y subido un sofá como hizo Liam para mí en Halloween. Hace horas que le he enviado el mensaje y aunque quedan cinco minutos para las cinco, no he recibido respuesta. No sé si aparecerá o no, pero esperaré toda la noche si es necesario porque merece la pena.

Justo en ese instante, veo una figura bajando las escaleras para llegar a la plataforma y el nudo que se había formado en mi estómago se deshace ligeramente. Puede que Liam solo haya venido para gritarme, insultarme o decirme que no quiere saber nada de mí, pero ha venido y eso es todo lo que me importa.

—Hola —murmuro con cautela cuando Liam se para frente a mí—. Tengo muchas cosas que decirte, probablemente estemos mejor sentados, si quieres. También traje mantas.

—Veo que te he pegado la maravillosa costumbre de subir mobiliario a edificios aleatorios.

Su pequeña broma me hace soltar una risa nerviosa mientras me siento junto a él en el sofá. A juzgar por su expresión, Liam no parece particularmente enfadado, sino más bien dolido y... ¿avergonzado?

—Quería que vieras que esa noche en Times Square significó mucho para mí —murmuro antes de respirar hondo y mirarle a los ojos para empezar a hablar—. Lo siento mucho, Liam. Siento haberte tratado como mi novio sin serlo, siento no haber pensado en tus sentimientos y siento de todo corazón no poder enamorarme de ti. Eres un hombre maravilloso, el chico perfecto en todos los sentidos, y eso me hizo creer incluso a mí que estaba enamorada de ti. Una persona buena como tú no merece que alguien le trate como te he tratado, sin ningún tipo de empatía. Estuve tanto tiempo queriendo eliminar a Ace de mi vida que no me paré a pensar si todavía sentía algo por él. Cuando me dijiste todo eso el otro día no quería creerte, pero tenías razón. Por poco que me guste admitirlo, Ace sigue ocupando un hueco en mi corazón y no deja espacio para nadie más. Si no quieres perdonarme, lo entenderé y lo respetaré, pero solo quería que tuvieras las disculpas que te mereces.

Liam me mira a los ojos en todo momento mientras hablo, tragando saliva cuando menciono mis sentimientos por su hermano. Su dolor y tristeza son claras en esos iris azules incluso a pesar de la poca luz, pero espero poder ver algún día esa chispa de alegría infantil otra vez.

—Yo también lo siento, Alexa. —Sus palabras me pillan totalmente por sorpresa y no puedo evitar mirarle con los ojos como platos, sin entender nada. Antes de que pueda procesar sus primeras palabras, Liam continúa hablando sin dejar de mirarme—. Yo siempre supe lo que sentías por Ace aunque no me lo dijeras. Se notaba cada vez que hablabas de él, cada vez que me mirabas y le veías en mis ojos. Fui un idiota al pensar que podría conseguir que le olvidaras, como si tuviera quince años y fuese un celoso idiota. Supongo que eso es exactamente lo que he sido todo este tiempo: un celoso idiota. Quería hacerte feliz, sí, pero también estaba convencido de que estar conmigo sería lo mejor para conseguirlo. Me siento un inmaduro de mierda por haber caminado yo solo dentro de este zarzal y luego quejarme por haberme pinchado. Yo también te pido disculpas porque me he comportado como un crío y no te lo mereces. Mentiría si dijera que me da igual si no estamos juntos porque sigo sintiendo algo por ti, pero me importas lo suficiente como para querer estar a tu lado, aunque sea como amigo.

Su discurso me pilla completamente desprevenida, ya que en ningún momento he llegado a pensar que Liam había cometido un error. Incluso ahora, tras escuchar su visión de todo y disculparse por su forma de actuar, no me siento dolida por nada. Tal vez sea porque mi culpa anula cualquier sentimiento negativo hacia él por mínimo que sea, pero tampoco me quiero parar a pensarlo. Parece que tanto él como yo queremos seguir juntos, aunque sea como amigos, y ambos hemos ofrecido nuestras respectivas disculpas sin aceptar las del otro todavía.

—Liam, no puedo perdonarte porque no hay nada que perdonar. No podemos controlar lo que sentimos ni por quién lo sentimos. Vale, sí, actuar movido por celos está mal, pero no creo que hicieras nada malo. Te gusto y estoy soltera, es normal que quisieras intentar tener algo conmigo. Lo que no es normal es que yo siga sintiendo algo por un tío que me dejó y por el que no supe nada durante un año. Soy idiota, pero el corazón quiere lo que quiere, supongo, no importa lo estúpido que sea.

—Pues yo tampoco tengo nada que perdonar —sentencia él y no puedo evitar sonreír, ya que parecemos dos cabezotas evitando culparnos el uno al otro—. Sí, me duele que no estés enamorada de mí, pero no tengo cinco años, por amor de Dios. Sé que el amor no correspondido es más común que el correspondido y he tenido mala suerte esta vez. Pero se pasa, ¿sabes? El amor se pasa y solo tengo que esperar sin actuar movido por los celos como un adolescente idiota. No prometo comportarme siempre de forma racional, pero sí puedo prometer que lo intentaré.

Liam esboza esa sonrisa adorable que tanto me gusta ver en su rostro, el único aliciente que necesito para salvar la distancia entre ambos y fundirme en un abrazo con él. Él me recibe sin discusión y por primera vez en una semana, siento que todos los malos sentimientos desaparecen de un plumazo.

—Entonces digamos que ambos estamos perdonados y nos perdonamos el uno al otro —digo con una sonrisa antes de separarme ligeramente para mirarle a los ojos—. Así que, ¿amigos...?

Extiendo la mano hacia él como una niña pequeña que acaba de hacer las paces con el niño que le tiró del pelo en el colegio, pero Liam la estrecha entre risas y asiente.

—Amigos —responde antes de recordar algo y fruncir el ceño—. Por cierto, ¿qué querías el otro día? ¿Qué fue lo que te contó Ace que te dejó tan tocada?

—Ay, Dios, ni te lo imaginas. Prepárate porque parece que estoy en una película de Tarantino...

La historia brota de mi interior como si hubiera ensayado el discurso, probablemente porque se la conté a William hace nada. Liam me escucha con la boca abierta por la sorpresa, pero cuando termino, una expresión resuelta se refleja en su rostro.

—Pues me alegro de que me lo contaras porque ya tienes un aliado más en esto. Bueno, dos, de hecho.

—¿Dos? —pregunto, confusa—. ¿A quién te refieres?

Liam se encoge de hombros y se limita a sonreír misteriosamente.

—Nos vemos a tu oficina el lunes a las ocho de la mañana. Tengo que presentarte a alguien.

—¿Y quién te dijo que vendría con él?

Mi padre formula su pregunta de forma ligeramente distinta por enésima vez desde que he llegado a la oficina esta mañana. He procurado venir media hora antes de las ocho para explicarle rápidamente lo de Liam y ahora nos encontramos a cinco minutos de la hora estipulada mirando los ascensores en el vestíbulo como dos idiotas.

—William, por decimoquinta vez: no me dio detalles. Solo me dijo que tenía que presentarme a alguien, así que lo único que sé es que no conozco a esa persona.

—Bueno, espero que sea trigo limpio. Confío en Liam Hale porque es cliente nuestro y tu amigo, pero puedo dejar de confiar en él y su acompañante igual de rápido —declara con el ceño fruncido.

—Vale, deja de actuar como una especie de padre sobreprotector o te excluyo de este plan por mucho que puedas ayudarme.

Mi padre me mira con una ceja alzada y puedo distinguir el amago de una sonrisa escondida en sus labios, lo cual me hace sonreír a mí también. Parecemos una especie de dúo cómico de la tele cada vez que hablamos ahora que estamos en una especie de tregua, como Epi y Blas.

Antes de que William pueda responder, escuchamos el sonido del ascensor abriéndose en nuestra planta. Ambos giramos la cabeza como dos búhos endemoniados, lo cual ha asustado anteriormente a más de un trabajador que ha decidido llegar pronto a la oficina, pero esta vez, veo a Liam salir de uno de los ascensores, seguido por un hombre que me resulta extrañamente familiar.

—Señor Hale, buenos días. Alexa me ha hablado mucho de usted —dice William estrechándole la mano a Liam antes de ofrecérsela al hombre—. Buenos días, soy William Arden, encantado.

En ese momento, los recién llegados se encuentran a apenas un metro de nosotros, el uno junto al otro. Ambos tienen la misma postura, la misma estructura facial y... los mismos ojos. Una alarma se enciende en mi cabeza inmediatamente en cuanto me doy cuenta de que estoy delante de la versión adulta de lo que sería una mezcla entre Ace y Liam Hale.

Y solo hay una persona que pueda ajustarse a esta descripción.

—Igualmente, señor Arden —responde el hombre antes de esbozar una sonrisa adornada por dos hoyuelos que no esperaba ver en un hombre de mediana edad—. Yo soy Bruce Hale.

¡Holitaaa!

Parece que tenemos un compa nuevo en la ciudad, ¿eh? Supongo que es un buen momento para repetir: éramos pocos y parió la abuela 😂

¿Qué os pareció la conversación entre Liam y Alexa? ¿Y cómo creéis que será el angelito Bruce Hale?

Os leo! ❤️

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