Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18

—¿Estás segura de que está bien que vaya a pasar las Navidades con vosotras? Es la celebración de las fiestas con tus amigas, igual no quieren que esté yo allí.

Las palabras de Liam me hacen esbozar una pequeña sonrisa de ternura, especialmente tras ver su expresión de genuina preocupación. No es el primer comentario acerca de este tema por su parte y no me canso de decirle que no hay ningún tipo de problema.

Hoy es Nochebuena y Gigi y Brooke nos han invitado a su nuevo apartamento para celebrar las fiestas juntas. Todas hemos aceptado, por supuesto, no solo porque somos mejores amigas, sino por la situación familiar que ambas están viviendo. Hay veces que nuestra familia de sangre nos da la espalda y te sientes abandonado, pero los amigos de verdad no se alejarán de tu lado. Siempre he pensado que la familia no son las personas con las que naces, sino con las que decides compartir los momentos cruciales de tu vida sin temor a que se marchen.

—Ya te he dicho que Gigi ha especificado que vengas si quieres y que podías incluso traer a tus amigos. En Acción de Gracias se lo pasaron muy bien con todos y no tienen por qué invitaros si no quieren, así que si te han dicho que puedes ir, es porque quieren.

—Bueno, Stevie y los demás van a pasar las fiestas con sus familias pero les diré a las chicas que habrían estado encantados de venir. Nosotros también nos lo pasamos muy bien en Acción de Gracias, y eso que los chicos siempre están clamando lo mucho que odian a los pijos de Manhattan —confiesa Liam entre risas.

—Pues ahora tienen como amigos a un montón de los jóvenes más esnobs y pijos de la ciudad, así que van a tener que cambiar de opinión o dejar de vernos —bromeo.

—No van a tener ningún problema con su nuevo grupo de amigos, eso tenlo por seguro. Llevamos siendo amigos desde que era un adolescente privilegiado que se empeñaba en meterse allá donde supuestamente no debía. Hay poca gente más esnob que yo y son mis mejores amigos.

—Sí, la verdad es que esa improbable amistad entre vosotros me sorprendió cuando vi lo diferente que erais todos —comento pensativa aunque la sonrisa no abandona mi rostro—. Conozco mucha gente de mi universidad que tiene prejuicios contra aquellos con menos dinero, asqueados por los miembros de la sociedad distintos a ellos. Supongo que ese recelo hacia otra clase social puede funcionar por ambos lados y me resulta muy curioso. Al final, quitando a dos o tres idiotas con la mente cerrada, si nos despojaran de todo lo que tenemos a nuestro alrededor, nos daríamos cuenta de que somos todos iguales.

—Es una reflexión interesante y yo también llegué a la misma conclusión en su día. La verdad es que llegué a sentirme muy mal porque yo elijo vivir como ellos en contadas ocasiones mientras que ellos no tienen elección. De hecho, yo les ofrecí dinero a todos al principio como buenos amigos míos que son en caso de que lo necesitaran, pero se negaron en rotundo. Ahora que les conozco más a fondo, les entiendo. Pueden vivir con normalidad, sin pasar hambre, con posibilidad de acceder a los estudios que quieren y con un techo sobre sus cabezas. Para ellos un ofrecimiento como el que les hice puede resultar limosna y ofenderles, aunque entendieron que yo no tenía ninguna mala intención.

—Les entiendo, la verdad, pero yo les haría llegar el dinero costara lo que costase si alguna vez viese que lo necesitasen de verdad. A nosotros nos sobra y no tiene sentido acumularlo si tus amigos pueden necesitarlo. No es más que dinero, y yo valoro más a mis amigos que a un puñado de billetes —comento con vehemencia—. De hecho, eso es lo que hemos hecho con Gigi y Brooke. Por mucho que se han quejado, todas les hemos ofrecido todo lo necesario después de lo que pasó con su familia.

—Porque cuando aquellos con los que compartes sangre te dan la espalda, los amigos deben estar ahí para sostenerte y convertirse en tu familia de verdad.

Liam sonríe al comentarlo antes de aparcar en el lugar indicado del nuevo edificio de apartamentos de las chicas. Busco su mano de camino al ascensor y llamo a la puerta cuando llegamos al rellano indicado, esbozando una amplia sonrisa al ver a Brooke abriendo la puerta.

—¡Hola, parejita! Pasad, ya ha llegado todo el mundo y la cena está prácticamente lista.

—Os he traído el vino español que tanto os gusta aunque solo tengo una botella. No quiero aguantar otro pedo navideño que Papá Noel sigue pendiente para ver quién pertenece a la lista de niños buenos y quién a la de niños malos —aviso con una falsa expresión de gravedad.

—¡Entonces a Travis debería traerle una enfermedad venérea!

El grito de Cher se oye sobre cualquier otro ruido y nos hace estallar en carcajadas mientras dejamos los abrigos y nos sentamos a la mesa con el resto. Un olor delicioso sale de la cocina y reconozco las recetas estrella de Gigi y Brooke: pollo tikka masala y sopa de tortellini. Son platos atípicos para la ocasión, pero supongo que la situación tampoco es la normal y estamos aquí para divertirnos y disfrutar.

—Sé que esto va a sonar fatal, pero no puedo evitar decirlo —dice Jordan con una vehemencia dramática que indica que está de broma, como casi siempre—. Liam, tío, me alegro de que hayas venido porque esto de ser el único tío a veces es un poquito...

—Un poquito... ¿qué, cariño? Vamos, continua la frase —interrumpe Cher con una sonrisa que es casi un puñalada.

—Eh..., ¡un poquito agotador! ¡Ya está, ya lo he dicho!

—Antes de que alguna de vosotras se lance a la yugular del pobre hombre, intentad recordar la última vez que estuvisteis solas con un grupo de al menos cinco tíos y decidme que no hubierais deseado tener una amiga para salvaros de tanta testosterona acumulada —dice Liam, saliendo inmediatamente en defensa de su colega masculino.

Todas nos paramos unos breves segundos a pensar y ponernos en la situación descrita antes de reaccionar exactamente al mismo tiempo y de igual forma: esbozando expresiones de profundo asco que nos salen del mismo corazón.

—Pues aunque a nosotros no nos da asco estar con vosotras, sí que tenemos dificultad para encajar en las conversaciones que tenéis. Sonará a tópico y lo que queráis, pero es verdad —aclara Jordan con la inocencia pintada en el rostro—. Y voy a pasar por alto ese asco que os damos porque a veces a mí también me da asco estar con algunos tíos.

—¡Es que nosotras no hablamos de cómo nos gustaría doblar a Beyoncé sobre la mesa y hacer todo tipo de guarrerías con ella en plan muñeca de plástico!

—¡¿Ah, no?! ¡Entonces, ¿quién era la que ayer mismo aseguró que pagaría al menos diez millones por montar a Chris Hemsworth cual caballo salvaje de las praderas?! —contraataca Jordan a su novia con un resoplido.

Nosotras nos callamos al instante, recordando todas las guarradas que hemos dicho alguna vez sobre los hombres que nos gustan y nuestras mejillas se tiñen de un rojo cada vez más violento al ver nuestras vergüenzas aireadas delante de nuestras narices.

—Bueno, entonces dejémoslo en que todos somos animales en el fondo y nuestros instintos a veces nos hacen actuar como tales —intervengo para calmar las aguas, notando cómo las sonrisas vuelven a aparecer en nuestros labios—. Mientras que nadie monte ni doble a nadie sin consentimiento, no pasa nada.

—¿Podéis dejar de hablar de animaladas mientras estáis sentados a la mesa? Le quitáis el apetito a cualquiera —suspira Gigi dramáticamente mientras Brooke y ella nos traen la cena, todo con un aspecto delicioso.

—Joder, todo esto tiene una pinta increíble. Esto es comida italiana y eso... comida india, ¿verdad? Me encanta este despliegue de culturas, rompe mucho con la tradición de Navidad americana.

—Son nuestros platos favoritos y este panda de gorrones los adoran —le responde Brooke a Liam mientras el resto empieza a comer como si les fuera la vida en ello—. Fíjate, ya han dejado de sacarse los ojos solo para engullir todo lo que puedan. Dicen que la música amansa a las fieras, pero lo que de verdad las aplaca es la comida, ya lo ves.

Liam ríe y empieza a comer mientras el resto prácticamente hemos engullido hasta la vajilla también. La conversación acerca de la histórica rivalidad existente entre ambos desde el inicio de los tiempos continua de forma distendida, entre risas y chascarrillos, y me alegro al ver que Gigi y Brooke parecen estar pasándolo genial. Yo misma llevo varios años pasando todas las fiestas completamente sola y sé que puede llegar a hacerse cuesta arriba a veces, pero su situación es distinta. Recibir ese horrible trato por parte de la familia que te había querido hasta que fuiste sincero acerca de tu orientación sexual debe ser un golpe durísimo, así que nosotras tenemos que estar a su lado en estos momentos.

—¡Estaba todo buenísimo, de verdad! He comido tanto que creo que no voy a cenar en dos días —alabo mientras todos menos las dueñas de la casa recogemos la mesa, evitando que ellas recojan dado que han organizado todo.

—Ha sido un placer, pero la próxima vez me aseguraré de comprar una vajilla comestible para que podáis engullirlo todo directamente sin necesidad de fregarlo después.

El comentario de Gigi viene acompañado por un coro de risas por nuestra parte y un sonido que ninguno esperábamos: el timbre. Nos miramos con sorpresa, muestra de que ninguno estábamos esperando a alguien, mientras Brooke se acerca a la puerta.

—¿Al final venían tus amigos, Liam? —pregunta su novia, recibiendo un gesto negativo con la cabeza.

Brooke abre la puerta con una amplia sonrisa que se le resquebraja en cuanto ve a las personas que esperan tras la puerta. Sin más miramientos, cierra de un portazo y todos acudimos a su lado para ver cuál es el problema.

—¿Quién es, cariño? —pregunta Gigi con preocupación al ver cómo el rostro de su novia se ha vuelto blanco.

—Brooke, creo que deberías escucharles.

La voz de Jordan nos sorprende a todos y le miramos con confusión cuando se acerca para abrir la puerta de nuevo, dejando entrar a cuatro personas que conozco muy bien: los padres de Gigi y los padres de Brooke y Jordan. Las chicas les miran con sorpresa primero y una rabia candente que se vuelve cada vez más violenta a medida que pasan los segundos.

—¿Es que tú tienes algo que ver con esto? —pregunta la aludida, mirando con ira a su hermano—. ¡Te invito a mi casa por Navidad y les dices dónde estoy viviendo ahora a estos retrógrados para que continúen martirizándome, como si no hubiéramos tenido suficiente!

—Cari-... Brooke. —Todas las cabezas giran en dirección a Maya, la madre de Brooke, que da un pequeño y atemorizado paso hacia su hija con una verdadera expresión de pena profunda—. No venimos aquí para pelearnos, ni mucho menos. Venimos para suplicaros... —Su voz se quiebra por un sollozo y su marido le agarra la mano como apoyo antes de que continúe—. Venimos para suplicaros que nos perdonéis.

—Sé que no nos merecemos un segundo de vuestro tiempo después de lo mal que nos hemos portado, pero queríamos intentarlo para poder pedir perdón como os merecéis —añade el padre de Gigi.

Las caras de los cuatro adultos son máscaras de la más honda tristeza y culpabilidad. Les conozco lo suficiente como para saber que sus sentimientos son sinceros, pero no me termino de fiar de todo después de todo lo que le han hecho sufrir a mis dos amigas. Con discreción, cojo a mis amigos de los brazos y nos alejamos, dejándoles cierta privacidad pero sin alejarnos lo suficiente en caso de que sea necesario intervenir. Es una situación muy espinosa y debemos dejar que nuestras amigas tomen sus propias decisiones.

Gigi y Brooke se miran y noto cómo tratan de dejar a un lado todos los malos sentimientos que nublan sus pensamientos para tratar de tomar una decisión complicada en apenas unos segundos. Sus manos se unen y ambas se giran para mirar a sus padres, manteniendo expresiones neutrales y aparentemente indiferentes.

—Está bien, os dejamos hablar, pero no vamos a tolerar ninguna falta de respeto, y mucho menos en nuestra propia casa. Un ataque y os marcháis fuera de aquí, ¿está claro? —pregunta Brooke antes de hacer un gesto hacia las sillas para que todos tomen asiento.

Un incómodo silencio se instala en la enorme sala y la tensión es tal que podría cortarse con un cuchillo. Lo único que rompe la larga pausa son los ligeros sollozos de ambas madres, que tratan de suprimirlos como buenamente pueden para poder empezar a hablar.

—En primer lugar, nos gustaría pediros perdón a ambas por haber reaccionado de forma tan nefasta al conocer vuestra orientación sexual —empieza Christopher, el padre de Brooke, con calma y tristeza—. Los cuatro hemos estado hablando entre nosotros y con Jordan, y nos hemos dado cuenta de lo retrógrados e irrespetuosos que hemos sido. No voy a excusar de dónde venía nuestro pensamiento porque no tenía ninguna razón de ser, así que solo me queda rogar que nos disculpéis. Os quiero a las dos, de corazón, y me alegro de que hayáis encontrado en la otra un amor tan bonito.

—Lo siento de corazón, hijas —dice su mujer entre suaves sollozos—. Dejé que mis prejuicios estuvieran por encima de mi amor por mi propia hija y no creo que pueda perdonarme por ello nunca. Dios siempre ha predicado el amor y la aceptación al prójimo sea quién sea y yo he pecado al no seguir esta enseñanza, ni más ni menos que con mi propia hija. Acepto mi penitencia, pero quiero que sepáis que lo siento de verdad y os querré pase lo que pase.

La voz de Maya se quiebra en un gran sollozo y cubre gran parte de su rostro con un pañuelo que utiliza para secar sus lágrimas. Veo un rastro de pena en los ojos de Brooke y sé que se siente mal por sus padres a pesar de toda la situación. Tengo que aguantar las ganas de salir corriendo a darle un abrazo a mi amiga y dejar que todo siga el curso que tiene que seguir.

—Hija, ya sabes cómo nos han criado nuestras respectivas familias —interviene ahora John, el padre de Gigi—. Cuando éramos jóvenes, cualquiera que se saliera de la norma en la estúpida sociedad encorsetada y elitista de Manhattan debía ser silenciado, como un apestado. Ahora veo que adopté esa horrible característica de mis padres y he hecho sufrir a mi hija, lo que más quiero en este mundo, en base a unos valores tan corrompidos y retrógrados. Te ruego que me perdones, hija mía. Decide lo que quieras acerca de tu vida porque yo voy a apoyarte y quererte hasta que me muera.

—Yo también quiero pedirte perdón de corazón, a ambas, de hecho. Estos estúpidos prejuicios y costumbres de los idiotas que están a nuestro alrededor nos han hecho comportarnos como monstruos y me arrepiento mucho por haber prestado más atención a lo que podrían pensar un grupo de falsos e idiotas que a los sentimientos de mi preciosa hija. Se cómo quieras ser con toda la libertad del mundo, Gigi. Brooke es una chica maravillosa y no se me ocurre nadie mejor para ti —dice Lillian, su mujer, y la última de los cuatro padres en hablar.

La sala vuelve a sumirse en un silencio total, aunque esta vez la sensación es distinta. Los rostros de los participantes en la conversación muestran una mezcla de tristeza y amor, probablemente la chispa que pueda iniciar una futura reconciliación, o al menos eso espero. Las disculpas han sido completamente sinceras y sé lo mucho que mis amigas aman a sus padres, así que podría afirmar casi con toda seguridad que habrá una reconciliación. Tal vez no hoy ni mañana, pero en un futuro no tan lejano, seguro que sí.

—Yo os perdono —dice Gigi, rompiendo el silencio. La joven rubia se levanta y coge las manos de los cuatro padre durante un breve instante, esbozando una pequeña sonrisa entre las lágrimas que brotan de sus ojos—. No me gusta guardarle rencor a nadie y mucho menos a alguien a quien quiero tanto como a vosotros. Sé que vuestras disculpas son sinceras y los sentimientos feos solo traen cosas peores. No quiero arrastrar más enfados innecesarios cuando ya no existe un problema.

—Gracias, mi amor, gracias de corazón... —solloza su madre, besando sus manos brevemente cuando esta las sostiene.

—Acepto vuestras disculpas y no quiero hacer que este problema crezca —interviene Brooke con el conflicto pintado en el rostro—. Pero sigo estando enfadada y os pido que respetéis eso, porque los sentimientos no se pueden evitar. Eso no quiere decir que vaya a dejar de hablar con vosotros ni nada, simplemente que no voy a volver a estar con vosotros como antes de un día para otro. Necesitaré más conversación y tiempo para que mi enfado desaparezca y poder recuperar la relación que tuvimos en el pasado. Eso es a lo que aspiro, a volver a estar como antes.

—Sí, claro, lo entendemos perfectamente, hija. Estaremos aquí para ti siempre que nos necesites y os daremos a las dos el espacio que queráis. Haremos todo lo que sea necesario para que volváis a querernos como antes —responde su padre.

—No, papá, ahí te equivocas. —Las palabras de su hija le hacen palidecer por el miedo, pero esta sonríe y se acerca a él con los brazos abiertos—. Nunca hemos dejado de quereros, ni un solo segundo de nuestra vida.

Al llegar a casa, una amplia sonrisa domina mi rostro. Liam y yo hemos estado hablando de lo que ha pasado de camino a nuestras casas y estamos de acuerdo en que ha sido el mejor regalo de Navidad anticipado que podríamos haber recibido. Hemos decidido irnos poco después para dejar espacio a las dos familias, pero sé que todo va bien y no podría estar más feliz. Me alegro de que mis mejores amigas tengan por fin el apoyo y amor tan merecido por parte de sus familias.

Estoy completamente a rebosar de comida y esto me hace ir directa a la cama, olvidando completamente que es Nochebuena y mañana, como no podía ser de otra manera, Navidad. Supongo que volveremos a reunirnos para darnos los regalos y le he comprado algo a Liam, pero mi cabeza evita el recuerdo de las últimas Navidades mientras me ayuda a caer en los brazos de Morfeo en el mismo instante en el que me cobijo bajo las sábanas.

A la mañana siguiente, me levanto con una sonrisa y corro bajo mi árbol, saltando de felicidad al ver todos los paquetes que hay bajo él que yo misma puse ayer antes de irme a casa de las chicas. Mis regalos a mí misma consisten básicamente en ropa y zapatos que me encantan y recibo como si fueran del mismo Papá Noel.

Mientras sostengo una caja de zapatos, algo capta mi mirada en la terraza. Concretamente, en la terraza vecina. Un rojo muy intenso parece cabecear al son del viento y me levanto con el ceño fruncido por la confusión. Al coger mi abrigo, compruebo que no se trata de Ace antes de salir y ver qué demonios pasa. La escena que me espera fuera me deja completamente fuera de juego.

Un Santa Claus hinchable se encuentra junto a un árbol de Navidad en la terraza vecina, a apenas un milímetro del cristal que las separa. Bajo ambos, hay un solo paquete envuelto en rojo metálico. Sobre él, veo una tarjeta con un mensaje breve escrito con una caligrafía que conozco bastante bien.

"De Papá Noel, para Alexa Arden. Te deseo unas felices Navidades".

Mi cabeza me grita que no abra el paquete y vuelva dentro de mi casa, pero mis manos empiezan a romper el papel rojo antes de que pueda pararme a pensar en lo que estoy haciendo. En apenas unos segundos, en mis manos tengo una caja con otra nota pegada a la tapa en la que leo: "manipular con cuidado". Siguiendo lo que pone, abro la caja con sumo cuidado y el contenido me deja completamente sin palabras.

Una primera edición de "Orgullo y prejuicio".

Tapándome la boca con la mano debido a la emoción, abro cuidadosamente la tapa y veo una pequeña nota en el interior, escrita con la misma caligrafía, pero con mucho más cuidado.

"Porque, como Elizabeth Bennet, tú también mereces vivir tu propio final feliz".

¡Hola, holita!

Venga, podéis empezar a insultarme por lo mala que soy jugando con vuestros sentimientos, os dejo ponerme todo lo verde que queráis (no os queda sufrimiento ni na' 🤭).

¿Qué pensáis del regalo de Papá Noel? Qué cosas más bonitas le dice a Alexa el señor Merry Christmas... 🫠

Por cierto, para los que prestáis atención a la canción del principio (pocos, porque sois malos con ganas), sé que esta parece súper aleatoria pero la he sentido así. Es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos 🥰.

Os leo! ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro