10
¿Alguna vez habéis soñado algo tan extraño y maravilloso que os ha costado discernir entre el sueño y la vigilia al despertar?
Porque esta noche, sentada en un sofá envuelta en mantas en uno de los edificios más altos que rodean Times Square, he sentido eso mismo solo que, esta vez, la situación no es un sueño. La realidad es que me siento la reina de Nueva York, observando como una amalgama de turistas y neoyorquinos disfrazados pululan por la emblemática plaza. Me siento importante, gigante, pletórica.
Eufórica.
—Me siento la reina de Nueva York.
—Eso es porque lo eres, muñeca. ¿Qué otra mujer tan bella puede decir que está controlando la plaza más famosa del mundo desde un lugar tan privilegiado?
—Para ser la reina en este caso he necesitado un rey que me prestara su castillo, así que gracias, mi rey.
Liam deja escapar una suave risa y acerca aún más mi cuerpo al suyo aunque apenas es posible estar más pegados. Desde que nos hemos sentado en el sofá, él me ha dejado recostarme sobre su cuerpo, cubriéndonos a ambos con un sinfín de mantas mullidas. Pensaba que no podía estar más sumida en la gloria que ahora, pero Liam ha decidido superarse al sacar un cubo de pollo frito de la bolsa que traía consigo, dándome trozos de ese delicioso manjar de cuando en cuando.
—No hay de qué. ¿Qué clase de rey sería si no estuviera dispuesto a darlo todo por mi reina? —pregunta con una sonrisa encantadora antes de dejarme comer un poco de pollo—. ¿Qué tal te lo has pasado hoy? ¿He conseguido compensar la primera parte de tu noche o solo he empeorado el aburrimiento?
—Ha sido una de las mejores noches que recuerdo. Me arriesgaría a incluirla entre mi top diez o top cinco.
—¿Ah, sí? ¿Tanto? ¿Y contra qué noches compito, si se puede saber? Un jugador debe conocer la competencia para mejorar en un futuro.
La pregunta trae una respuesta inmediata a mi cabeza, pero decirlo en alto no es tan sencillo. El silencio se prolonga mientras a mi mente acuden imágenes de un balcón vecino, de una mansión con vistas a Los Ángeles, de una villa en Ibiza... Mis mejores recuerdos tienen nombres y apellidos, y hace tiempo que sujeto la cuerda que impide que estos inunden cada milímetro de mi ser. Estoy cansada, agotada después de tanto tiempo empleando todas mis fuerzas para evitar que el vaso desborde y no sentir el dolor.
¿Y si suelto la cuerda un poco, solo un poquito...?
—Mi top cinco noches tienen tu apellido —murmuro con la mirada perdida en las luces de la ciudad—. Pero algunas de mis peores noches también lo tienen.
Liam se mantiene en silencio unos segundos, respetando mis sentimientos, pero su mano acaricia mi costado bajo la manta. Aún no duele, al menos no como antes.
—No hace falta que hables de ello si no quieres. Entiendo que pueda resultar duro recordarlo y no quiero meter el dedo en la llaga.
—No, no. De hecho... De hecho quiero hacerlo. Bueno, no sé si tú querrás escucharme hablar sobre esto, probablemente destroce el ánimo de la noche. No pretendo echarme a llorar ni nada, tan solo..., tan solo quiero hablar de ello como si no fuese un drama por una vez en mi vida.
—Habla de lo que quieras, cariño —responde antes de posar un beso sobre mi cabeza—. No quiero que me tomes por un cotilla o un idiota, pero me interesa saber qué pasó. Quiero apoyarte en todo lo que me sea posible.
—Bueno, ¿qué quieres saber? Porque lo nuestro fue corto pero intenso, aunque suene a tópico.
—A mí siempre me gusta empezar por el principio así que mi primera pregunta es clara: ¿cómo os conocisteis?
El recuerdo me hace sonreír ligeramente con nostalgia al pensar en esa fiesta, tan lejana aunque sucediera hace poco más de un año.
—En la fiesta de bienvenida a la universidad el año pasado. Yo estaba escapando de un idiota y le tiré la copa por encima a Ace sin querer —digo riendo un poco—. No sé si lo sabes, pero tu hermano es un imbécil sarcástico experto en sacar a todo el mundo de sus casillas y librarse solo con esa sonrisa adorable que tiene. Le odié de inmediato porque no paraba de tocarme las narices, ¿y sabes lo que descubrí después? ¡Que era mi nuevo vecino de enfrente!
—¡¿En serio?! ¡No te creo! —exclama Liam antes de romper a reír, escuchando mi historia con plena atención—. ¿Y si tan mal os llevabais cómo es que empezasteis a salir?
—Porque tu hermano... Bueno, la verdad es que es encantador. Ese sarcasmo que tanto odiaba empezó a divertirme y él siempre estuvo ahí cada vez que necesité ayuda o una persona con la que hablar. Es muy complicado no querer a Ace, ¿sabes? Especialmente una vez estás con él. Es capaz de subir al cielo y traerte la luna por si quisieras colgarla en el techo del salón. Fue completamente inevitable enamorarme de él.
Pensar en todo lo que viví con Ace durante los cuatro meses que estuvimos juntos provoca que se acumulen mil sentimientos de distinta índole en mi interior. Siento un vestigio de esa alegría que brillaba en mis ojos cada vez que estaba con él, enfado por la forma en la que terminó todo, pero, sobre todo, nostalgia. Nostalgia por la experiencia tan maravillosa que viví junto a él y perdí en un abrir y cerrar de ojos, dejándome vacía como una cáscara de nuez.
A pesar de todas las emociones que alberga mi interior, ya no siento pinchazos en el corazón cada vez que recuerdo el pasado que compartí junto a Ace. Tal vez sea porque estoy acompañada de Liam, una de las personas que ahora puedo considerar mi puerto seguro, o tal vez sea por el tiempo que ha pasado desde entonces. Sea cual sea la razón, me veo más que preparada para hablar sobre mi exnovio con ni más ni menos que su propio hermano.
—No sé si es indiscreto preguntártelo, así que no respondas si no quieres —avisa mirándome a los ojos con un atisbo de preocupación—. ¿Por qué terminasteis la relación si os queríais tanto?
Su inevitable pregunta me hace sonreír con tristeza y soltar un suspiro, pensando en todo lo que ocurrió y lo que no. Tal vez al contarle a Liam lo sucedido pueda ofrecerme una teoría acerca de por qué Ace me dejó. Por mucho que no se hayan visto en años, siguen siendo hermanos y se conocen literalmente desde que nació el menor.
—Pues hay dos explicaciones: la que él me dio, y es claramente falsa, y la que aún no he logrado descubrir, la verdadera. Verás, Ace me regaló por navidades a Ibiza para pasar la Nochevieja allí y todo fue maravilloso. Estábamos literalmente en la gloria hasta que, sin sentido alguno, su ánimo cambió el mismísimo primer día del año. No te ofendas, pero empecé a notarlo cuando le llamaste para felicitarle el año, así que pensé que sería un cabreo pasajero por ti, pero la cosa fue empeorando a medida que pasaban los días. Cada vez llegaba más tarde a casa, estaba frío y distante... Ya puedes imaginártelo. Entonces, un día cualquiera, vino a casa y me dijo que quería terminar con lo nuestro. Yo no me lo creía y le exigí una explicación hasta que explotó y me dijo que solo había empezado a salir conmigo para demostrarle a los tíos de la universidad que podía hacer que me enamorase de él. Dijo que, como yo tengo fama de no enamorarme jamás, él quiso demostrar su poder o lo que fuera. Y así, sin más, se largó.
Liam me observa con los ojos como platos, exactamente la reacción que esperaba por su parte. Se ve que no consigue encontrar las palabras correctas para reaccionar a la historia que acabo de relatar y yo no voy a presionarle porque también sigo sin saber qué conclusión sacar de lo que ocurrió. Tan solo espero que Liam no sienta condescendencia por mí porque lo último que quiero es tenerle aquí mirándome con ojos de vaca.
—Vale, déjame un segundo que procese todo. Primero, según lo que me has contado, está claro que os queríais. Conozco poco a mi hermano, pero sabiendo lo que me has contado junto con lo que vi en la prensa durante esos meses, sé que no llegaría a los extremos a los que llegó contigo si no te quisiera de verdad. Ahora bien, ¿por qué te dejó de repente cuando todo iba tan bien? Tengo varias teorías.
—¿Varias? Pues ilumíname porque yo no tengo ni una sólida.
—Vale, yo te las cuento, pero ten en cuenta que hablo sin saber. No son más que teorías en base a lo que sé de mi hermano y de vuestra relación —avisa él mientras su mano recorre mi pelo distraídamente—. La primera es que se asustó. Mi hermano nunca ha tenido una relación estable, así que tal vez vio que lo vuestro iba cada vez más en serio y no estaba preparado aún para ese tipo de compromiso. Igual el miedo le hizo actuar de esa forma tan deplorable.
—¿Miedo al compromiso? No voy a decir que no rotundamente, pero lo dudo. Ace lo dio todo conmigo desde el inicio y vivíamos prácticamente juntos al ser vecinos. Es probable que le entrase el agobio después, pero no lo creo.
—Bueno, pues aquí viene mi segunda teoría que tal vez no te guste mucho —dice con la advertencia reflejada en los ojos—. ¿Y si tenía a otra mujer en Los Ángeles? Tal vez tuviera una amante, o tal vez tú eras la segunda. ¿Lo habías pensado?
Su siguiente teoría me sume en un silencio repentino y no precisamente por la sorpresa, sino más bien por ver una de mis teorías siendo respaldada por alguien más. Desde que Ace se marchó, una de las cosas que pensé fue que se había largado con otra chica. Al fin y al cabo, era el pensamiento fácil cuando te dejan de manera tan asquerosa y sin explicación. Pensé en Tiffany y en lo poco que sabía acerca de su pasado en Los Ángeles, así que era inevitable que mi cabeza terminara elaborando esa teoría.
—Sí, claro que lo he pensado y lo sigo pensando a veces, aunque me gustaría no hacerlo. Después de haber experimentado lo bien que me trató, haciendo lo que fuera por mí, me duele mucho pensar que podía tratar a otra mujer como me trataba a mí. He de decir que, después de barajar alrededor de tres millones de teorías rocambolescas, tal vez esa sea la que menos me duele.
—¿Y cuáles son esas teorías rocambolescas? Igual alguna coincide con mi último pensamiento —pregunta mientras me abraza con más fuerza, probablemente tras notar la preocupación tensando mi cuerpo.
—Pues que realmente no era Ace Hale y era un hombre sin nombre que pretendía ser él, que tenía una familia secreta en algún lugar perdido de Alaska, que era un enviado de mi madre para espiarme... Incluso llegué a pensar que le había captado una secta, ya ves —río con una chispa de tristeza y melancolía, negando con la cabeza—. También me vinieron a la cabeza ideas locas como problemas con la mafia o una especie de secuestro por ser millonario, ¡yo que sé! Cualquier cosa ha podido pasar en un año.
—Fíjate, la teoría de la secta me cuadra bastante. ¿Piensas que es una así como la cienciología o algo más estilo retiro espiritual zen en el que se montan orgías para practicar el amor libre?
Su pequeña broma para aliviar la preocupación y tensión que han convertido mi cuerpo en un apretado nudo consigue exactamente lo que se propone y una suave carcajada emerge de mi estómago, relajando mi interior y disipando la neblina de mi cabeza.
—¿Alguna de mis teorías locas cuadra con lo tercero que habías pensado?
—Más o menos —responde para mi sorpresa—. No sé si lo sabes, pero cuando yo tenía trece años o así, Ace empezó a desaparecer de casa y a meterse en líos. Ya iban casi cinco años desde que nuestra madre había fallecido, pero él no lo había superado todavía. No tengo muy claro lo que pasó en esa época porque mi padre nunca quiso que nada de eso saliera a la luz, pero sé que se metió en jardines bastante frondosos. La espantada tan repentina que pegó sin avisar... No sé, tal vez una parte de ese pasado ha vuelto a por él.
Su teoría me hace cruzar la mirada con él, incapaz de encontrar las palabras que describan lo que pienso. Yo creía que mis teorías eran una locura sin sentido, pero ver que alguien que conoce a Ace piensa algo parecido no es alentador en absoluto. No quiero ni ahondar en ello porque probablemente empiece a desvariar, a preocuparme y a sentirme como hace un año cuando sujetaba una copa de whisky vacía en mi balcón, esperando a alguien que nunca llegó.
—Bueno, creo que tengo suficiente dosis de mi exnovio por hoy —murmuro con una sonrisa nerviosa antes de cambiar de tema torpemente—. De hecho, quería darte las gracias por algo, pero también disculparme.
—¿Disculparte? ¿Por qué ibas a tener que pedirme perdón?
—Porque te he estado utilizando —confieso incorporándome, incapaz de seguir en sus brazos sintiéndome tan sucia como me siento. Liam me mira confuso cuando me separo de su cuerpo y me siento aún peor al ver ese sentimiento en sus preciosos ojos azules—. Antes de conocerte, llevaba meses vagando por la vida como una muerta viviente. Me centraba en la universidad y las prácticas en el bufete para evitar pensar en la espantada de Ace, pero ni el trabajo, ni las fiestas, ni el alcohol conseguían hacerme feliz. Es ahí cuando tú llegaste a mi vida y pensé que era una maldición divina teniendo en cuenta que eres el hermano de mi ex. Entonces tú me preguntaste que si quería vivir de verdad y esa noche, por fin, lo sentí.
—¿El qué?
—La euforia.
Liam me mira con la confusión pintada en su hermoso rostro.
—¿A qué te refieres?
—Euforia, un sentimiento de alegría tan fuerte que parece hasta irreal. Estar contigo esa primera noche fue como la droga pero mil veces mejor, ¿sabes? Me olvidé de Ace, de Travis, de Faye... Todos los problemas de mi vida desaparecieron de un plumazo y solo pensaba en pasármelo bien contigo.
—¿Y qué tiene eso de malo, Alexa? —pregunta con una pequeña sonrisa.
—Pues que te he utilizado como si fueras mi droga personal, para evadirme de mis problemas cuando me convenía. Quería verte, habar contigo, salir a donde tú me llevaras... Así que lo siento, de verdad. Al principio solo quería estar contigo para recibir mi chute, como una drogadicta, pero ahora... Ahora siento algo más. No sé el qué y no me interesa ponerle nombre. Solo sé que ya no eres mi droga, ahora eres algo más, mucho más que eso.
Los labios de Liam se curvan en una sonrisa y yo no puedo continuar mirándole a los ojos, presa de la vergüenza después de lo que acabo de confesar. En su lugar miro mis manos, que no paran de juguetear con una de las mantas que nos cubren. No quiero ver cómo me juzga, porque estoy segura de que va a odiarme después de lo que he dicho.
Una mano cubre mi mejilla y me obliga a alzar la cabeza para mirarle en un movimiento suave y cariñoso. Vuelvo a encontrarme con sus ojos azules, temiendo que me miren con severidad, pero me sorprende ver cariño y calidez en ellos. No me mira como alguien al que le acabo de confesar que estoy utilizando su presencia cual chute de droga.
—Ay, muñeca, ¿es que no te das cuenta? Tú no me has utilizado para nada.
—¿Por qué dices eso después de todo lo que te acabo de contar?
—Porque es la verdad —dice el mientras acaricia mi mejilla, sus ojos nunca abandonando los míos—. Muñeca, yo no he sido en ningún momento la fuente de tu felicidad, lo has sido tú misma. Tú has sido la que ha disfrutado conociendo a gente nueva en lugares desconocidos, la que bailó con la sonrisa más grande en la cara y la que ha hablado conmigo acerca de su ex sin achantarse. No me regales tu mérito, Alexa. Lo único que he hecho es mostrarte que puedes y mereces ser feliz.
La imagen de Liam con esa sonrisa tan agradable que tengo frente a mí empieza a ponerse borrosa, y es entonces cuando me doy cuenta de que estoy a punto de llorar. Las lágrimas pronto descienden lentamente por mis mejillas, pero no es tristeza lo que inunda mi interior, sino felicidad en el sentido más sereno de la palabra. El nudo en el que se había convertido mi cuerpo se ha deshecho en cuanto él ha hablado, diciendo exactamente las palabras que podían apaciguar el huracán que habitaba en mi pecho.
—Liam, tú eres la causa de mi euforia ahora mismo. Digas lo que digas, tú eres el que me hace feliz cada vez que salimos.
—Alexa, la causa de tu euforia eres tú misma. Te estas dando cuenta de que vales más de lo que tus padres, tu ex y tu antigua amiga determinan. Vales mucho por ser quién eres y cómo eres, no por lo que determinamos los que estamos a tu alrededor. No hay más razón tras la euforia que sientes que tú.
Al abrir la boca para responder, me doy cuenta de que no tengo nada que decir. No hay palabras que puedan expresar lo que me ha hecho sentir a lo largo de estas semanas y mucho menos lo que me está haciendo sentir ahora. Es totalmente inefable, pero espero que mis ojos puedan transmitir todo lo que mis palabras callan.
Nunca he creído en Dios ni en ninguna divinidad superior, pero hoy, sentada en el edificio más importante de la plaza más emblemática del mundo, creo fervientemente que Liam Hale es mi ángel de la guarda. Un ser superior ha debido de enviarle cuando más le necesitaba, no hay otra explicación.
—Hay mil cosas que quiero decir pero sé que ninguna será suficiente para describir lo que siento —murmuro con un hilo de voz, dejando que mis lágrimas corran por mis mejillas con libertad.
—No te preocupes. Ya me has dicho todo lo que me querías decir durante estas semanas.
Liam sonríe con toda la calidez del sol en sus labios, acariciando mis mejillas suavemente de forma que mis lágrimas se sequen en su piel. Mis ojos bajan a sus labios en el mismo instante en el que él se inclina y me besa, dejándome expresar lo que siento a través de ese íntimo gesto.
En su beso siento su sonrisa, los rayos del sol, su risa amable. Hacía tiempo que nadie me transmitía tanto con un gesto tan simple y a la vez tan complejo. Nuestras lenguas se encuentran en cuanto nuestros cuerpos vuelven a fundirse en un abrazo bajo las sábanas, tratando de buscar lo que necesitamos el uno del otro.
Esta noche, por primera vez desde enero, mi corazón ha vuelto a latir impulsado por mariposas.
Bueno, BUENO, cielitos... ¿cómo os ha dejado este capítulo? Intenso, ¿eh?
¿Qué os ha parecido la larga conversación que han tenido? Y supongo que vosotros, como ellos, también tendréis teorías acerca de la espantada de Ace...
Antes de despedirme, me gustaría dedicarle este capítulo a alguien muy especial para mí. Podría decir que se lo dedico porque es la razón de que las faltas de ortografía no existan en mis novelas, porque es la primera que salta en cuanto subo un capítulo o porque siempre está ahí para apoyarme a mí y a mis historias. Podría decir mil razones, pero es por mucho más que eso. Si alguien se merece tener el mundo de Ace y Alexa dedicado, es ella más que nadie.
Gracias por escribir como escribes, por apoyarme incondicionalmente y querer tanto a mis personajes que siento que se hacen realidad cuando tú hablas de ellos. Te quiero mucho y quería dedicarte uno de los capítulos más importantes de esta novela porque te lo mereces (y porque ya has visto que Ace TAL VEZ esté en una secta...🤫).
RM_Brown , los personajes de mis novelas siempre tendrán un trocito de ti💗.
Y con este emotivo mensaje, me despido 😊.
Os leo!❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro