Creo que todos alguna vez hemos soñado que nos precipitábamos al vacío de forma inexorable e inevitable. En ese estado de vigilia, somos testigos de cómo caemos en la oscuridad más plena, incapaces de escapar, ni siquiera despertándonos. Y entonces, justo cuando tu cuerpo está a punto de convertirse en una papilla homogénea, te despiertas con el corazón latiéndote a mil por hora y los ojos amenazando con salirse de sus órbitas.
Siempre me he preguntado cuál sería la mejor forma de evocar ese sentimiento en la vida real. No me refiero a la escena en sí, sino a esa forma de retorcerse que tiene nuestro estómago y cómo nuestro corazón se sale prácticamente de nuestro pecho. ¿Sería el paracaidismo? ¿Sería el barranquismo?
Ah, no. No acerté con ninguna de mis pesquisas. De hecho, dudo que cualquier tipo de deporte de riesgo pueda ni tan siquiera aproximarse a todas esas emociones. Ahora mismo, estoy segura de que solo hay una única cosa que podría emularlo.
Cruzarte por casualidad en tu nueva empresa al padre que te abandonó sin decir palabra.
Así que aquí estoy, plantada frente al hombre con el que supuestamente comparto la mitad de mis genes. Sé que he hablado, incluso he escuchado la palabra que ha salido de mi boca, pero no tengo ni la menor idea de cuál es. Solo puedo seguir mirándole, esperando a que quien quiera que haya pausado el universo vuelva a pulsar el botón de play.
—¿Perdona?
Su pregunta me hace despertar de golpe, estampándome contra el suelo en el sueño por segunda vez esta tarde. Tardo unos segundos más de lo normal en rescatar las palabras que quiero decirle, tratando de pensar qué podría no ser un completo desastre decir.
—¿Tú... Tú eres William Arden?
—Sí, encantado —responde ofreciéndome la mano con una expresión de pura confusión pintada en el rostro—. ¿Qué te ocurre? Parece que acabas de ver un fantasma.
—Creo que no podría haberlo descrito mejor.
Mis palabras y mi negativa silenciosa a estrechar su mano hacen que sus cejas se frunzan, en parte por la enorme confusión que debe sentir, pero también por enfado. Pues si él está empezando a enfadarse, no se puede ni imaginar cómo estoy yo.
—Discúlpame, pero no me parece en absoluto adecuado tu comportamiento.
—¿Ah, después de tantos años pasando de mí quieres empezar a enseñarme modales? Tal vez deberías haber empezado cuando era una cría, papá —digo escupiendo la última palabra como si de veneno se tratase.
—¡Esto me parece inexcusable! ¡¿Pero quién te crees que eres para hablarme de esa forma?!
—Alexa Arden Coronado —respondo con una ceja alzada—. Diría que estoy encantada de conocerte, pero de pequeña me enseñaron que no se miente, aunque no fue precisamente mi padre.
Su rostro palidece de golpe y veo cómo se queda tan quieto que parece una escultura renacentista. Yo me limito a observarle con dureza, imprimiendo en mi mirada todos los sentimientos que me produjo su abandono para que sienta al menos una pequeña parte de estos.
Si se pudiera asesinar y enterrar a alguien con los ojos, William Arden estaría a treinta metros bajo tierra.
—¿A-alexa?
—¿A-alexa? —repito su ridículo balbuceo con expresión de asco—. ¿Qué, sorprendido al ver que si follas sin condón tienes que ocuparte de un regalito para toda la vida?
Mis palabras, junto con el hecho de que no me tomo la molestia de bajar la voz, provocan que varias personas a nuestro alrededor se giren a mirarme como si tuviese tres cabezas de repente. William mira a todas partes con ansiedad antes de tirarme del brazo y arrastrarme dentro de su despacho.
—Norma, cancela todas mis reuniones de esta tarde y no me pases ninguna llamada —ordena a través del interfono antes de mirarme de nuevo—. Alexa, hija mía...
—¡Ni se te ocurra llamarme así! ¡No tienes ningún derecho de ser mi padre por mucho que compartamos ADN!
—Entiendo tu reacción, de verdad que lo hago. Quiero... Quiero pedirte perdón por todo lo que he hecho mal en lo que a nuestra relación se refiere, de verdad. Era joven, no habíamos planeado nada y me asusté.
—Ah, bueno, ¡entonces no pasa nada! —río sarcásticamente mientras le fulmino con la mirada—. Si abandonas a tu hija al nacer porque eres joven y tienes miedo, entonces estás perdonado. ¡¿Pero tú eres gilipollas?!
—¡Sí, soy un gilipollas! ¡Llevo veintiún años repitiéndomelo a mí mismo cada puto día, por eso te mandé aquella carta cuando conseguí localizarte!
—¡¿Tardaste dieciocho años en encontrarme?! ¡¿Pero quién soy, Bin Laden?! ¡Tú te largaste en cuanto viste que tenías una puta responsabilidad y en el mismo momento en el que te sentiste mal, mandaste una estúpida carta para limpiar tu puta conciencia!
—Alexa, por favor, todo lo que hice tiene una explicación —asegura con el arrepentimiento pintado en el rostro—. Si me dejas explicarme y pedirte disculpas... Por favor, te lo ruego.
Sus palabras me hacen abrir la boca de inmediato para responder, deseando liberar todo el fuego que tengo en mi interior y amenaza con quemarme si no lo suelto, pero su mirada me frena. Esos ojos de un verde esmeralda que yo misma he heredado de mi progenitor albergan una súplica sincera y silenciosa, así como dolor. Tal vez sea demasiado blanda, o puede que necesite tener al menos una explicación después de tantos años, pero quiero escuchar lo que sea que tenga que decir. Sea verdad o mentira lo que me cuente, media hogaza es mejor que nada, especialmente tras veintiún años de silencio.
—Está bien, di lo que quieras, pero ni te atrevas a jugar el papel de víctima porque te juro que me largo de aquí y no me vuelves a ver en tu vida.
—No quiero que sientas pena por mí, Alexa, solo quiero que sepas mi versión —murmura mientras camina por el amplio despacho, tirándose ligeramente del pelo castaño debido a la tensión que siente—. Imagino que ya sabrás que tu madre se quedó embarazada cuando tenía dieciocho años. Yo acababa de llegar a España para empezar mi año de intercambio en la universidad cuando la conocí. Fue todo tan rápido... Supongo que muchos dirían que fue un flechazo. Ni siquiera habíamos empezado a salir cuando me dijo que estaba embarazada.
William hace una pausa mientras evita mirarme por pura vergüenza, lo cual solo hace que mi ceño se vuelva más profundo. Supongo que eso es lo que soy para él, un motivo para avergonzarse.
—Y entonces decidiste ser un sucio cobarde y largarte para escurrir el bulto.
—¡No! —exclama con los ojos como platos antes de tragar saliva y negar con la cabeza—. En cuanto me lo dijo, le aseguré que estaría a su lado en todo momento si decidía seguir adelante con el embarazo. Me horrorizaba la idea de que ese niño..., bueno, niña en este caso, creciera sin padre. Pero mis padres tenían otra opinión. En cuanto se enteraron, me dijeron que, si yo seguía adelante como padre de ese bebé, me dejarían de reconocer como hijo. No querían que su reputación quedase manchada por un hijo universitario que había preñado de rebote a una española que nadie conocía. Traté de hacerles entrar en razón, pero amenazaron con abandonarme a mi suerte en España, retirar cualquier dinero por su parte y los lazos que yo tenía con la familia.
—¿Se supone que tengo que sentir pena por ti? ¿Después de abandonarme antes de nacer?
Él gira la cabeza para mirarme con el dolor todavía latente en su mirada, negando con la cabeza. Mentiría si dijera que no lamento la forma que tuvieron sus padres de manejar la situación, pero se me ocurren mil y una alternativas que no son dejar a una mujer embarazada como si jamás os hubierais conocido.
—Alexa, ahora que tengo cuarenta y dos años sé que había un millón de alternativas y yo cogí la menos acertada, pero entonces tenía veinte y estaba aterrado. No sabía cómo demonios podría arreglármelas sin mis padres, pero lo que más pavor me daba era no poder ver a mi familia nunca más. Tomé una decisión y la voy a lamentar toda mi vida.
—Como tenías miedo de quedarte sin tu familia, decidiste dejar a una niña sin parte de la suya —espeto apuntándole con una de mis largas uñas acrílicas—. Mira, William, yo tengo veintiún años, prácticamente los mismos que tú tenías entonces, y sé que abandonar a una mujer embarazada es la peor decisión que podrías tomar. La edad no justifica tus actos.
—¡Ya lo sé! ¡Joder, lo supe desde el mismo día que me marché de España! Por eso, antes de marcharme, moví algunos hilos para que una de las empresas satélite de la de mi padre le diera trabajo a María en cuanto terminase la carrera. No quería que os faltase de nada.
—¿Ah, así que no querías que nos faltase de nada? ¡Pues siempre tuve todo, todo menos a mi puto padre!
—¡Joder! —La desesperación hace que William golpeé la mesa con el puño, mirándome con los ojos brillantes por las lágrimas—. ¡¿Tienes novio?! ¡Pregúntale a tu novio qué haría si estuviera en mi situación!
En el momento en el que menciona a mi supuesto novio, giro la cabeza como si tuviera un resorte giratorio de alta velocidad. El color huye de mi rostro y si antes pensaba que estaba cabreada con el hombre que tengo ante mí, eso no es nada comparable al enfado que siento ahora mismo. Ni siquiera sé por dónde empezar a contar lo que me provoca ese sentimiento, ya que todo lo que ha salido por su boca me hace querer pegarle una bofetada.
Pero, por desgracia, tengo que mantener la calma. Por mucho que sea un padre nefasto que me abandonó antes siquiera de respirar por primera vez, estamos en mi nuevo lugar de trabajo y él es mi superior. Es más, hay altas posibilidades de que tenga que trabajar codo con codo para él, aguantarle todos los días como su asociada directa, así que será mejor que mantenga la calma y trate de no arrancarle la cabeza aquí mismo.
—Pues mira, William, no tengo novio, pero si en un futuro lo tengo, espero de todo corazón que no sea un egoísta desalmado como tú.
El hombre que se hace llamar mi padre abre la boca para responder antes de que yo me dé la vuelta y camine hacia la puerta. No pienso darle un segundo más de mi tiempo para escuchar la sarta de gilipolleces que se le pasan por la cabeza.
Mi primer día en mi nuevo trabajo no podría haber ido mejor.
•
—¡No me puedo creer que tu padre sea tu jefe, tía!
Como ya es tradición en nuestro pequeño grupo de amigas, nos hemos reunido esta tarde en la piscina de Cher para disfrutar todo lo posible del último día de vacaciones. Apenas acabo de empezar a contarles todo lo ocurrido en mi primer día en Cravath & Sullivan y ya están mirándome con los ojos como platos. Las palabras que Gigi ha exclamado en voz alta son las que todas tienen en la cabeza, lo cual no tardan en manifestar asintiendo con la cabeza.
—Todavía no empecéis a flipar porque no os he contado nada —aclaro tras tomar un sorbo del cóctel que necesitaba tras el día de hoy—. Resulta que lo primero que me salió al ver su nombre en la puerta fue la palabra papá, ya ves tú, si me ha criado más el ficus de mi madre que ese señor.
—Tía, es comprensible. Estabas en estado de shock y te podía salir cualquier cosa de dentro —interviene Cher.
—Bueno, el caso es que el tío, muy trajeado y tan bien puesto que parecía que le habían metido un palo por el culo, se me queda mirando como un idiota. Empieza a soltar expresiones con falsa educación, fingiendo ser un señor agradable, hasta que le solté mi nombre y se le cayó toda la fachada. Me metió corriendo en su despacho y empezó a balbucear cual idiota para intentar explicarme por qué me abandonó.
—¡¿Cómo?! ¡¿Quería darte una explicación de por qué había sido tan idiota?! ¡Pero qué hijo de puta!
El comentario de Brooke despierta más insultos hacia mi padre que tengo que acallar para continuar con mi historia.
—¡Sí! Resulta que preñó a mi madre de rebote en su año de intercambio en España y sus padres le amenazaron con cortar todo lazo con él si tenía a ese hijo, o sea, a mí. Entonces claro, el genio no pensó que podía buscarse un puto trabajo en España para mantener a la familia que había creado por no ponerse gomita. ¿Trabajar por tu cuenta en lugar de vivir de tus padres? Ese es un concepto que los niños pijos de Nueva York no pueden comprender, así que optó por abandonar a su novia embarazada y hacer como si no existiéramos, lo cual sí se les da bien a los ricos hijos de puta.
Mis amigas me miran con los ojos como platos, claramente tratando de procesar todo lo que acabo de contarles. La verdad es que yo también sigo intentando procesar todo lo que me ha dicho el idiota de mi padre, y eso que todo ha ocurrido hace ya horas.
Siempre he sido una persona que procesa bastante rápido los distintos golpes que me da la vida, principalmente porque ya he tenido tantos que ni podría contarlos. Hasta hace unos meses, pensaba que podía superar con facilidad todo lo que se me pusiera por delante, pero entonces el indeseable se largó de mi vida para siempre y me hundí. Tardé meses en volver a levantar cabeza y cuando lo hice, ya no era la misma Alexa de antes.
Y ahora ocurre esto, pegándome un bofetón en la cara antes siquiera de que yo diese los buenos días. Después de veintiún años, mi padre ha vuelto a mi vida sin quererlo ninguno de los dos, y no tengo ni idea de cómo ni cuándo voy a superar todo esto. Lo único de lo que estoy segura es de que no me voy a quedar lamentándome como una idiota.
—De verdad, chicas, no sé qué les veis a los hombres —dice Brooke, rompiendo el silencio al fin—. Son todos unos idiotas sin cerebro. ¿Es que nunca os habéis planteado pasaros al otro lado?
—Fíjate, no descarto esa opción. Si el resto de hombres que voy a conocer son como los que han aparecido por mi vida hasta ahora, creo que voy a intentarlo con las mujeres.
—Si Jordan termina siendo un idiota, yo también me lo plantearé, pero de momento estoy loca por él —responde Cher con la típica sonrisa de joven enamorada.
—Te voy a hacer un spoiler: mi hermano es tonto de remate, así que ya puedes ir preparándote para conocer mujeres.
Nuestros respectivos comentarios nos hacen reír y agradezco más que nunca tener momentos como este con ellas. Desde que empezó mi espiral de decadencia en enero hasta que por fin conseguí superarlo en junio, mis amigas han soportado estoicamente todos mis bandazos. En ningún momento me presionaron para que les contase más de lo que yo quería acerca de la ruptura, ni trataron de solucionarme la vida o arreglar la situación. Fueron los tres hombros que necesitaba para llorar, mi refugio después de presenciar cómo el faro que pensé estaría siempre junto a mí se apagó para siempre.
Siempre que me pillaba una borrachera descomunal y quería ir de discoteca en discoteca, ellas trataban de mitigar todo lo posible mi autodestrucción, guiándome por el camino correcto pasito a pasito. De no haber sido por ellas, a día de hoy seguiría visitando cualquier antro cada noche y habría perdido la oportunidad de hacer las prácticas en el bufete de mis sueños.
—Bueno, ¿y vosotras qué tal vais con las prácticas? Seguro que divinamente con la madre de Cher —les pregunto con una sonrisa. Hoy ha sido el primer día para todas en el trabajo y con la catástrofe que ha sido mi mañana, mis amigas no han podido contar qué tal les fue a ellas.
—¡Estoy encantada! De momento, solo soy una becaria, pero ya estoy aprendiendo un montón de cosas. La señora Kingsley siempre se preocupa por que sus empleadas, tengan el rango que tengan, no se limiten a coger recados y traer café. He estado todo el día viendo trabajar a los fotógrafos, a las modelos, a los diseñadores... ¡Es el trabajo con el que siempre había soñado!
La felicidad ilumina el rostro de Gigi mientras habla de lo bien que le ha ido hoy y me alegro muchísimo por ella. Su sueño siempre ha sido ser modelo y, a pesar de que tendría un puesto garantizado en cualquier empresa por sus contactos, siempre se esfuerza por demostrar su valía. Estoy segura de que podría tener el puesto igualmente con todo el talento y el empeño que tiene.
—¡Cuánto me alegro de que te esté gustando! Mi madre también está encantada contigo, ya lo sabes —exclama Cher, alargando el brazo para cogerle la mano a su amiga—. Yo estoy muy contenta y siento que voy a aprender más de lo que creía en un principio. Solo conocer todas las tendencias que han existido a lo largo de la historia, así como la seña de identidad de cada diseñador, me va a llevar la vida entera. Solo he estado un día con el grupo de diseñadores de mi madre, pero ya siento que he aprendido más que en toda mi vida.
—Tía, ya me veo en tres años desfilando en la semana de la moda de París con uno de tus diseños mientras me sacan un millón de fotos que dominen las portadas de sus revistas —suspira Gigi con la mirada repleta de sueños.
—Bueno, no es por pinchar la burbuja de felicidad extrema en la que estáis sumidas, pero mi primer día fue bastante normal —ríe Brooke—. Pensaba que ya tendría un ordenador en las manos desde el primer día, pero solo han querido llenarme la cabeza de teoría. A ver, ya sé que es importante y eso, pero me hacía ilusión empezar con los ordenadores, aprendiendo de primera mano.
—Vaya, la verdad es que no suena muy apasionante —responde Cher con compasión en la mirada.
—Cariño, sé que mañana la cosa te irá mejor. ¡Seguro que si te han dado toda la teoría desde un principio es para que estés más que preparada a la hora de trabajar con la práctica!
Las palabras de su novia hacen que Brooke sonría e incline la cabeza para posar un beso en los labios de la chica rubia. Hace meses, ver cómo se miraban me hacía sentir pinchazos en el corazón, pero ahora apenas es una sensación vaga y casi inexistente.
Una parte de mí casi agradece que haya aparecido mi padre de nuevo, la parte que todavía evoca esos ojos azules en los que tantas veces me he refugiado. Es la parte que agradece tener mil y un problemas sobre los que preocuparme para que en mi cabeza no quede un solo hueco libre que ocupar con Ace Hale. El día de hoy me ha demostrado que eso ya no va a suponer ningún problema porque entre las prácticas, la repentina aparición de mi padre y el inicio de las clases mañana, dudo que tenga un espacio libre en la cabeza para pensar en otra cosa.
Definitivamente, este va a ser un año movidito.
¡Hola, hola!
Bueno, empezamos fuerte con el primer capítulo y esto no va a hacer más que subir 🤭
¿Qué os ha parecido la explicación de William? ¿Y la reacción de Alexa?
No sé si os habréis dado cuenta, pero he subido el cast nuevo de esta novela. Está justo antes del prólogo 😌
Os leo! ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro